La Señorita R me pidió amor y la di pasión. Un relato de imaginación de una mente sucia y perversa cada vez que pienso en ti.
¿Queréis que os diga cosas románticas, como que, que pienso demasiado en ti, en momentos en los que no debiera?, ¿Que pienso muchas veces que estamos solos (donde sea)?, ¿Que nos aprovechamos de ese preciso momento para hacer y darnos el amor que queremos recibir el uno del otro?
Imagínate tú y yo caminando hablando, agarrados de la mano o abrazándonos mirándonos con gran deseo y sin atrevernos ninguno de los dos a dar el paso, el paso que tanto deseamos dar, pero por si no acertamos con el momento justo y se produce el rechazo del otro no nos atrevemos a dar, pero seguimos mirándonos con ojos encendidos por la pasión, pero oprimidos por los nervios "será el momento o no", simplemente se nos nota hasta en la respiración que con solo las mirada nos provocó cierto sofoco, nos paramos y nos ponemos uno frente al otro, seguimos mirándonos y vamos acercándonos el uno al otro lentamente hasta que se tocan nuestros labios, primero un beso tierno y leve, con miedo por el rechazo, pero no lo hay, hay aceptación y una preciosa sonrisa de desahogo por haber dado ese beso, que parece ser el principio de más y que en esos instantes hay miradas de pasión. Volvemos a acercarnos, de nuevo lentamente y nos damos otro beso, con más pasión y más largo, las bocas entre abiertas pero con miedo aún de recibir la lengua del desenfreno, me besas tiernamente los labios el superior, el inferior, lo mismo hago yo, mientras tanto nuestras manos ya no están entre lazadas, las vamos deslizando hasta llegar abrazarnos y hacer que nuestros cuerpos se unifiquen…
Tú me acaricias y yo también toco tu espalda siento tu respiración intensa mientras nos seguimos besando, estos besos empiezan a ser diferentes, más intensos, empiezan a juntarse nuestras bocas como siempre hemos estado deseando, nuestras lenguas empiezan su guerra particular por ser la ganadora en esta batalla de pasión, hasta llegar una sola. Mientras tanto nuestros abrazos también empiezan a ser más apasionados y las manos empiezan a deslizarse a partes del cuerpo más apetecibles de tocar por las ganas de producir todo el placer posible e imposible de dar.
Yo empiezo a buscar tus caderas marcadas por un pantalón negro y que no deja ver el tanga que tienes puesto, pero no importaba con mis manos descubriré tus formas haciendo que el grado de excitación aumente hasta unos límites excesivamente altos, tu mientras me abrazas apretándome con fuerza haciendo sentir tus preciosas manos en mi espalda. Ya no nos besamos en la boca, ahora empiezas a besarme en las mejillas y vas acercándote al lóbulo dándome besos tiernos, dejando sentir tu respiración en mi cuello para provocar mayor excitación, tu cuerpo y el mío están cada vez más juntos siento como tus pechos se aprietan contra mí cada vez con más fuerza, en estos momentos no me hace falta tocarte con mis manos para sentir tus pechos, con todo estos juegos haces que hasta mis piernas tiemblen, por el momento que estamos pasando.
Ahora nos separamos, nos miramos sin decirnos nada e intentamos que alguna parte de nuestros cuerpos siempre se sigan tocando. Tu pecho se separa de mí, pero tu pelvis intenta seguir tocando mi miembro erecto por el amor y la pasión del momento, tu abres un poco las piernas para poder llegar mejor a mi miembro, con una mirada maliciosa, pero encantadora, te acercas a el y cuando lo consigues empiezas a frotarte lentamente, mientras sigue mirándome de esa forma excitante…
Mientras sigues frotándote con mi miembro me coges de las manos y las llevas a tus pechos y empujando tu misma. Yo no tardo mucho en meter mis manos por debajo de la camiseta y acariciar tus pechos solamente separando un sujetador negro y sexy de tocar tus pechos.
Sigo tus indicaciones y acaricio tus pechos mientras nos besamos apasionadamente, mis manos no tardan en deslizarse por tu espalda para desabrocharte el sujetador y dejar tus pechos al aire, cuando notaste que te desabroché el sujetador, tu misma y ante mí asombro, tú te quitaste la camiseta haciendo que me echara hacia atrás para ver tus hermosos pechos y seguir acariciando y besándolos. Tú seguías empujando tu pelvis contra mi paquete y cada vez con más fuerza, bajé una de mis manos hasta tú culo para apretar aún con fuerza, contra mí, estábamos desenfrenados y ya empezábamos a soltar algún que otro gemido, eso me excitaba más.
No tardé tampoco en meter mi mano por la cintura de tu pantalón y de tu tanga para tocar tu culo sabroso, no me corté en hacerlo, en enredar mis dedos en tu tanga para apretarlo suavemente contra tu sexo, noté una reacción y creo que agradable al sentir que algo se introducía entre tus labios vaginales, seguí así un ratito apretando mi mano contra tu culo y tarando suavemente del tanga. Ya no aguante y dejé de acariciar tus pechos y me decidí por llevar mi mano a tu entrepierna, apretándola contra el pantalón para sentir la calentura que tenías entre tus muslos, al notar esa calentura, no tuve más que hacer todo lo que pudiera por aliviarla, abrí tu cremallera y metí mi mano dentro viendo en tu cara un gesto de satisfacción que, aunque profundo no llegó a producirte ningún gemido, que al poco de introducir mi mano en tu sexo no tardarías en producir.
Me entretuve un rato en tu entrepierna tocándote por encima de tu tanga, pero tú con una de tus manos mientras yo acariciaba, retiraste hacia un lado el tanga para que pudiera disfrutar de todas del amor que se desprendía de tu entrepierna, al sentir esa humedad y comprobar que querías que te tocase ahí y de esa forma empecé a bajarte los pantalones, que con tu ayuda resultó ser más fácil y rápido, cuando dejaste al descubierto tal maravilla no pude contenerme, me arrodille ante ti, bajé mi cabeza hasta tu sexo para poder saborear el amor que fluía de él, empecé por besarlo pero pronto de besarlo y comencé a lamer los labios vaginales, hasta encontrar tu clítoris, la sensación fue tan agradable comprobar que cada vez que pasaba mi lengua por él, tú te estremecías de placer, que mi estado era de éxtasis total, combinaba el lamer tu clítoris con leves mordisquitos en él, a la vez que introducía uno o dos dedos dentro de ti. Cuando hacia esto podía escuchar tus gemidos de placer, gemidos que me seguían estremeciendo.
Tú en esos momentos solo querías que te diera placer oral y que lo hiciese con frenesí ya que estabas a punto de conseguir un buen orgasmo, cuando adiviné el porque de tus ganas, no pare, me preparé para recibir flujo vaginal producido por ese orgasmo y temblándote las piernas.
Jadeabas de placer y de cansancio, pero no te veía con ganas de que la cosa terminara así, en cuanto te recuperaste del sofoco empezaste a acariciarme y besarme el cuello dándome lametones…
Tú no querías parar ahí, te apetecía hacerme gozar y yo deseaba que me hiciese gozar. Mientras besabas mi cuello tu mano recorrió mi cuerpo hasta llegar al bulto que había en mi entrepierna, te aferraste a él con fuerza, con intenciones de no dejarlo escapar, como si tuviera intención de irse, pero ni mucho menos, solo quería sentir tus caricias y no la hiciste esperar, desabrochaste los botones de la cremallera del pantalón y metiste la mano dentro para encontrarte un miembro duro por toda esta maravillosa situación. Tampoco dejabas de besarme el cuello y la boca, empiezas a desabrochar los botones de mi camisa y mientras haces eso también me besas el pecho dando en mis pezones mordisquitos leves que producen placer, pero tú nunca sueltas el miembro. Lo tocas, lo mueves y unes esos movimientos con mis testículos, sabes lo que haces, se nota que no es la primera vez que masajeas esa parte del cuerpo de un hombre, me encanta la sensación esa de saber que has tocado y estado con algún otro y que en ese momento me prefieres a mí, ser el elegido por ti me excita.
Cuando consigues desabrocharme la camisa y vas besado durante un buen rato mi pecho, bajas lentamente besando y mordisqueando igualmente, hasta llegar al siguiente obstáculo, mis pantalones, no tardas en desabrochar los botones de la cremallera y comprobar la erección que tenía, miras mi miembro y seguidamente me miras a los ojos y sin dejar de mirar coges aquí miembro, abres tu boca y empiezas a dar besos y lametones empezando por el glande. Las sensaciones que tenía al sentir verte hacer eso y verte hacerlo no son definibles.
Ver como lamías con esa maestría para hacerme sentir en la gloría es sensacional, ver cómo vas besando y lamiéndola toda hasta llegar a los testículos y hacer lo mismo, ver como abrías la boca e intentabas introducírtelos dentro chupándolos no hay forma de describir esas sensaciones. Sabias lo que te hacías cuando manejabas con tu mano mi erección, no querías que me corriese rápido y paraste un momento, te acercaste de nuevo a mi boca y seguimos besándonos apasionadamente con nuestros cuerpos pegados, tu sintiendo mi mástil en tu entrepierna, yo sintiendo como te movías para poder sentir la cerca dé tu sexo y sentir tus pechos restregándose con mi cuerpo, tu lengua y la mía se entrelazaban dentro de nuestras bocas, nos abrazábamos y apretábamos nuestros cuerpos el uno contra el otro. En uno de los momentos decidiste que querías sentir aquel miembro restregarse por tu bonito culo y te diste la vuelta poniendo tu culo encima de él, empezando a moverte despacio con sensualidad, mientras yo acariciaba tus pechos maravillosos, mis gemidos empezaron a fluir por mi boca producidos por la excitación que me provocabas.
Mientras frotabas tu culo, la cogiste con una de tus manos y empezaste a frotarte con mi miembro viril en tu sexo, al poco de iniciar esto, tú también empezaste a gemir e incluso para mi gran sorpresa, porque no lo esperaba de ti comenzaste a insultarme diciéndome cosas como estas “Carlos sigue así, carbón, me estas poniendo cachondísima, nunca nadie había conseguido que me pusiera tan cachonda. Sigue así y te doy lo que más deseas”. No sabía que te gustase insultar cuando te ponías tan cachonda, a mí no me importaba, al oírte decir mi nombre y pensando que al insultar tú no te importaría que te insultase en momentos de máxima excitación y como este, habiéndome comentado todo la anterior, no dude en utilizar un lenguaje más duro y a comentarte que no te arrepentirías por darme tus fluidos en la cara que te haría gozar más que a cualquier mujer con la que estado, porque tú y el cuerpazo de golfilla de lujo que tienes se lo merece. Al decir esto tu miraste hacía atrás también sorprendida por haberte comparado con una golfa, pero ya sabía que no eras nada de esto.
En ese momento de diste de nuevo la vuelta y seguiste restregándote ese culito contra mi erección, pero sin introducirlo, aún no estabas convencida del todo, como para perder la virginidad anal conmigo, yo sentía que no tardarías en pedirme que te penetrase, pero nunca te lo iba a pedir para no hacerte sentir presionada, quería que cuando fuese, fuese con absoluta convicción tuya y te entregases a mí completamente y sin ningún tipo de preocupaciones. Seguíamos los dos jugueteando, con mi polla por él alrededor de tu coño que estaba húmedo como nunca había notado en una mujer, mientras me besabas apasionadamente, seguías con la polla cada vez más cerca de tu sexo. Te besaba, te agarraba de tus nalgas, acariciaba tus hermosos pechos, los besaba, lamía, mordisqueaba, mientras tu seguías jugueteando con mi polla entre tu clítoris y tu agujero. En uno de los esos movimientos que hacías con tus caderas, no sé si intencionadamente o por descuido introdujiste levemente el pene en ese maravillo agujero y la sensación fue increíble tanto para mí como para ti, el gesto de tu cara cambio, se te veía más complacida y seguiste moviéndote mientras yo apretaba más mi miembro, cada vez más, contra en tu culo, te quedaste un poco parada y retiras el pene de tu agujero, te lo pensaste un instante y me contestaste que por favor parara.
Esto corto un poco en ambiente de excitación, pero tú sabias que tenía algo de experiencia en sexo anal, así que me prepare, empecé a jugar en ese agujerito de placer, mis dedos los llene de vaselina mientras mi saliva caía entre tus nalgas, lentamente y con cuidado fui introduciendo la yema de unos dedos, eso fue fácil porque ya estaba algo dilatado, seguí con despacio ,cuando terminé de dilatarlo lo suficiente, en seguida nos pusimos de nuevo en estado de excitación como si nada hubiera pasado, tanto fue así que esta vez no jugaste con el pene, lo cogiste y te lo introdujiste casi entero, hasta que notaste un ligero dolor, pero un dolor que enseguida lo asumiste y terminaste por introducirte todo hasta tocar con los testículos.
Me tenías a tu merced, podías hacer lo que quisieras conmigo y lo que me hacías me tenía extasiado, no sé si por quien estaba haciéndote el amor o porque te lo hacía de maravilla, pero me encontraba más allá del cielo, sentir como se introducía y salía de ti, mirar esa cara tan maravillosa que rebosaba satisfacción, satisfacción producida por mí al estar dentro de ti y sintiendo lo que sentía por ti, quería transmitirte todo mi amor, mi pasión, mi deseo de tenerte siempre así, pagada a mí, pegados los dos. Para ti esto era la primera vez, pero no lo parecía, no sé si es algo innato lo de follar, pero parecías la diosa del amor, mi cachito de cielo en la tierra. Después de un tiempo moviéndome lentamente para ir haciendo hueco en tu agujero, cuando conseguí tus movimientos comenzaron a ser más rápidos y con más fuerzas, era como al principio cuando restregábamos nuestros cuerpos el uno contra el otro, pero con la ropa puesta, ahora sin ella. Estos movimientos tan enérgicos solo podían significar una cosa, que estaba llegando un hermoso orgasmo tus movimientos se aceleraban con frenesí, tus gemidos no eran sonidos susurrantes, empezaban a parecerse a gritos de placer, pero gritos, yo tampoco podía aguantarme, mi cuerpo comenzaba a convulsionarse al intentar aguantar la eyaculación, tenía que hacerlo al intentar estar tu tan cerca del orgasmo, tu primer orgasmo conmigo dentro tenía que ser inolvidable, los dos gritábamos, parecíamos animales, yo te agarraba del culo y te empujaba hacía mí, tu jugando con tus dedos en tu sexo, moviendo en círculo tu clítoris y yo empujando cada vez con más fuerza mi miembro dentro de tu culo dilatado, cuando noté por dos cosas que estabas en pleno orgasmo, fue cuando diste un grito tremendo de placer y note una gran humedad entre tus piernas, yo me relajé y lo mismo que tu empecé a correrme dentro de ti y gratando por todo el placer que me habías infligido. Con nadie había sentido tal placer, tal gusto mientras realizamos los juegos previos a hacer el amor y con nadie había sentido tal sensación de compenetración, mientras nos mirábamos y de la forma que lo hacíamos, mientras nos tocábamos y por la forma de hacerlo y cuando penetraba tu culo hasta el fondo con mi pene, todas estas sensaciones fueron diferentes a cualquier otra vez. La sensación de plenitud en todos los sentidos fue completa.
Al terminar de hacer el amor los dos nos derrumbamos, abrazados, sin decirnos nada, simplemente pensado en todo lo que había pasado, como había pasado y por mi parte disfrutando como nunca lo había hecho del sexo. No nos mirábamos ni hablábamos, pero notaba que tu estabas tan satisfecha como yo.
Después de que pasaran unos minutos de nuevo agarraste mi pene, lo acariciaste de nuevo, y me preguntaste, si me había gustado. Empecé a reírme y con una sonrisa de oreja a oreja te dije que sí, que había sido la primera vez que había llegado al orgasmo dentro del culo de una mujer, que esto había sido inmejorable y si se podía mejorar solo sería contigo.
Después de decir esto y con la mano aún en el pene te acercaste a él y antes de meterlo de nuevo en la boca me dijiste, “Este mástil necesita que le limpien un poco después de haberme hecho ver el cielo y a continuación me quitaste el preservativo con cuidado para que no se saliese nada de él y los restos que quedaron en el pene comenzaste a lamerlos y a dejarme la polla limpia de todo residuo que hubiera en el.
Nunca podría olvidar esto.
Espero que el relato os guste y recordaros que los comentarios y valoraciones son gratis.