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Andre (parte 3)

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Los viernes nos encontrábamos con Andre siguiendo la misma rutina. Yo estacionaba el auto en alguna avenida, ella llegaba (siempre puntual), se metía en el auto y nos íbamos a un telo. Así pasaron dos meses, donde fui aumentando los juguetes y probando sus límites. Le encantaba que la domine, se calentaba con los chirlos y asumía con placer el papel de sumisa. Para ese viernes, le dije que viniera libre de tiempo, que quería probar otra cosa. Llegó al auto, me saludó con un beso y preguntó con evidente curiosidad.

- “Hola papi, ¿qué tenes pensado hacerle a tu nenita hoy?”.

- “Tratar que goce y me haga gozar ¿no es esa la idea? Hoy voy a probar hasta donde llegas en tu sumisión.”

- “Upsss. Me excita y me inquieta. ¿a dónde vamos?”, preguntó al ver que tomaba Córdoba para el lado de General Paz.

- “Vos vas donde te diga tu papi y hacés lo que te diga. ¿O no sos más mi nena sumisa?

- “Claro que soy, pero ¿no podes decirle a tu nena donde vamos?”.

- “A mi casa. A un lugar donde tenerte de puta y de perrita para mi. ¿queres ir?”.

- “Si papi”, me dijo acariciando mi pija con la mano y dándome un besito en la mejilla, “toda puta y perrita para mi amo”.

En todo el trayecto hablamos de cosas generales, cine, comidas, cuestiones de la vida. Cuando llegamos, entré el coche en el garaje y le dije que baje. Una vez al lado mío, le dí un chirlo y le dije:

- “De ahora en adelante sos mi putita, mi perrita y mi sumisa. Hacés lo que te digo sin chistar, ¿entendiste?”, le dije acompañando esto con un chirlo.

-”Si papi. Voy a hacer como decís. ¿Si hay algo que no me gusta?”.

- “Cómo siempre, decís la palabra clave -calandria-. Calan significa hasta ahí, no más. Calandria paramos todo y hablamos. Pero salvo eso le haces caso a tu amo en todo”, y un nuevo chirlo.

- “Si papi. Soy toda tuya. ¿Qué hago ahora?”.

Le puse una venda y la llevé del brazo hasta entrar en la casa y ponerla en el centro del living. La dejé ahí mientras ponía música suve con un fondo de saxo. Volví donde estaba y le di dos chirlos.

- “Desvestite para tu amo putita. Toda.”

La guacha hizo un streap tease como si fuera profesional hasta quedar totalmente desnuda. Me acerqué y empecé a acariciarla. Le puse una mordaza con una pelota que le hice morder, le até las manos con unas esposas de cuero con velcro y la llevé hasta mi pieza, donde tengo ganchos en la pared. A uno de ellos le enganché las esposas, dejándola de espaldas a la pared. Empecé a lamerla parte por parte, después le apliqué cubitos de hielo en los pezones para rápidamente chuparlos hasta calentarlos en mi boca. Le ponía cubitos en el clítoris para después lamerlo hasta calentarlo. Me pase quince minutos en esos jueguitos, alternándolos con chirlos, fustazos, pellizcones. Dolor y placer mezclados. Cubitos, chupadas, vibradores, chirlos, lubricantes, didlos, fustazos, lamidas, pellizcos. Andre iba entre gemidos, quejiditos y suspiros. Me paré, le di un fuerte chirlo y le pregunté.

- “Decime con la cabeza si o no ¿te gusta entregarte a mí para que te haga esto?”. La cabeza se movió frenética y rápidamente para asentir. “¿Vas a ser mi putita y mi sumisa?”. Otra vez el si fue intenso. “Quiero que te quedes acá hasta el domingo y seas mi esclava, ¿querés?”, y nuevamente asintió.

Le acerqué un banco acolchado y la levanté para sentarla y le até los tobillos, mediante pulseras de cuero afelpadas, de dos cuerdas que tenía agarradas a ganchos en el techo para que le sostuvieran los pies, dejándole las piernas abiertas y colgada del gancho y las sogas, con las nalgas apenas apoyadas en el banco. Me dediqué a lamerle su conchita, acariciarla, pasarle el vibrador, lubricarle el culito para jugarle con mi dedo, ponerle un consolador con vibrador en su vagina mientras le pellizcaba los pezones, le chupaba el clítoris, le daba chirlitos y la llevaba así durante quince o veinte minutos. Creo que a esa altura ya había acabado tres veces. Le quité la mordaza y la venda y me miró con cara de goce y deseo. La desaté, le quité la mordaza y la ayudé a pararse. Las piernitas le temblaban.

- “¿De quién sos, putita?”

- “Toda de mi amo, de mi papi. Me encanta todo lo que me hacés. Me encanta ser tu nena”.-

- “Vení”, le dije mientras la llevaba a mi vestidor y de una caja saqué un collar de cuero con felpa, se lo puse y lo até y le enganché una soga. “Ahora sos mi gatita. Ponete en cuatro patas”, y lo hizo sin dudar. La llevé de la soga hasta el comedor y me senté en el sillón. Prendí la televisión donde tenía puesto una porno con una mamada suave, con lamidas, besitos, chupones, masturbación.

- “Haceme esa mamada, putita”

Me bajó los pantalones y el boxer y se dedicó a lamerme, besarme, dar besitos y chupar mi pija mientras me masturbaba despacito. De vez en cuando le daba indicaciones que seguía al pie de la letra. Mientras se ocupaba de mi pija le fui diciendo.

- “Tengo hecha una vasectomía, de modo que no tenés riesgo de embarazo y me hice análisis de HIV y ETS. Todos los papeles están sobre la mesa y no me molesta que los revises. Pero te voy a coger sin forro y voy a acabar adentro tuyo. Quiero que te lleves mi leche con vos cuando te vayas. ¿entendiste?”

- “No me hace falta revisarlos. Cogeme como quieras papi. Me va a encantar que me llenes de lechita” y siguió chupándomela.

La tomé del brazo para pararla. Me levanté para desvestirme, volví a sentarme en el sillón y le dije que se sentara sobre mí dándome la espalda. Cuando lo hizo la sostuve en alto para ponerle la pija en su conchita y ella fue bajando despacito hasta tenerla toda dentro. Así acomodada, le acariciaba los pechos, las piernas, el clítoris, le daba besos y chupones en el cuello (lo cual le encantaba) y la dejaba moverse a gusto. Diez minutos después llegó al orgasmo mientras la abrazaba y ella se abrazaba a mis brazos.

Después la levanté tomándola de las nalgas y le dije que pusiera mi pija en la entrada de su culito. Así hizo y nuevamente fue ella quien reguló la entrada de la pija hasta que la sentí totalmente apoyada en mi y penetrada a fondo. Nos quedamos un rato así, charlando, acariciándola, besándola, ella recostada sobre mí.

- “¿Qué queres que haga, papi?”.

- “Que me cojas con tu colita. Como quieras. Disfruta esa pija ¿Te gusta?”.

- “Sabés que me encanta guacho. Me enseñaste a disfrutar la cola como no había hecho antes. Quiero que la primera vez me des tu leche sea en el culito. ¿Puede pedir eso tu nena?”.

- “Ocupate de ordeñarme la píja con ese culito hermoso y toda mi lechita es tuya”.

Y la turra se dedicó a cogerme suavemente. Yo la llevaba de las nalgas y la disfrutaba a morir mientras ella me decía de todo para calentarme.

- “Adoro tu pija papi. Me encanta que me hagas la cola. Soy tu putita por elección. Sos mi papi cogedor, el que la llena de leche a esta nena. El macho que me hace gozar. Mi dueño y mi amo. Así papi, calentate, cogeme toda. Cogeme fuerte. Haceme el orto como tengas ganas y llenámelo de leche. Acabale a tu nena puta”

El final fue con entradas y salidas fuertes y rápidas de esa colita apretada hasta derramarme dentro de ella y abrazarla fuerte. Ella esperó que vuelva a respirar normalmente, se salió de arriba mío, se puso de rodillas apoyó sus brazos en mis piernas y me miró con cara de gatita satisfecha.

-” Estoy llena de lechita de mi papi. Me encanta”, dijo con una sonrisa.

Ese fin de semana cogimos cinco veces y casi no nos vestimos. Estabamos de calentura constante. A mi me volaba la cabeza esa nena hermosa totalmente entregada a mi y a ella (según sus propias palabras) la re calentaba haber encontrado un hombre que no solo la cogía como los dioses si no que, además, sabía exactamente como tratarla.

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