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¡Buscando un sirviente dócil y servil!

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Mi mujer y yo anuncio pusimos buscando mancebo,

que tuviera poca fortuna y ningún ego.

Sería más fácil así someterlo a nuestros designios,

¡Gigolós muy promiscuos y nada dignos!

 

Un Decálogo tenemos que es tan sagrado,

que todo maromo cumplir debe, sin menoscabo.

¿Quieren saber cuál es, en qué consiste?

Si desea ser nuestro esclavo no se despiste.

 

Primer Mandamiento sería alabarnos mucho,

tenernos bien complacidos, ser un buen puto.

El Segundo consistiría en ser mamporrero,

lamernos bien la entrepierna, como un buen perro.

 

Atragantarte con los fluidos comiendo almeja,

mientras pelas mi vaina. Joder, ¡qué tiesa!

Chuparle los pies a mi esposa sería el Tercero,

saborear juanetes y ampollas, tragarte el sebo.

 

Deglutir nuestra saliva y moco sería el Cuarto,

de correrme y orinar en tu boca nunca me harto.

Mi esposa que viendo el hecho me imitaría,

y tú, que tragaderas tienes, te empacharías.

 

Dejar que te rompiera el culo sería el Quinto,

mi mujer disfruta viendo cuán te la hinco.

Luego ella con un dildo haría el gesto,

de ser un macho cabrío y te endiña el Sexto.

 

El Séptimo sería hacer labores de chacha,

¡que nunca sobran manos para arreglar la casa!

Hacernos la compra podría ser el Octavo,

¡que con tanto gastar en putos no hay ni un centavo!

 

Lamerle el calzado a mi esposa sería el Noveno,

pues, al pisar fuerte en los charcos se pone bueno.

Y ya el Décimo para acabar y con un broche,

no sería más que, sin reproches… volvieras esta noche.

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