Querido diario:
Hoy te traigo una historia corta, pero no por eso deja de ser intensa. Hoy se trata de sexo, puro y bestial sexo. Sin sentimientos, sin remordimientos, sin complicaciones, sin nada más de por medio que el placer.
Eso sí, tal vez un poco descuidado y peligroso, pero al fin y al cabo cada uno es dueño de sus decisiones…
Bueno vamos a la historia que me muero por contarte.
Desde que por casualidad vi un video de lo que pasa dentro de las cabinas me llené de curiosidad y me dieron unas ganas enormes de ir por lo menos una vez en la vida y saber de qué se trata.
Hoy el destino me ha puesto en una ciudad que no conozco y donde no pasaré más de 15 días.
Prácticamente no tengo conocidos más que Juan, el asesor que la empresa me puso como guía y Teresa, la secretaria que me da las órdenes de gerencia.
Así que sin nada que hacer por las tardes luego de terminar mi trabajo me iba a la habitación del hotel a esperar que pase la tarde y salir de noche a alguno de los bares de por ahí.
Casi me pasa inadvertida. El local no tenía anuncios visibles ni nada que llamará la atención, pero ese par de piernas no podían pasar inadvertidas así que las seguí con la mirada hasta encontrarme con la dueña de la sonrisa más pícara que hubiera podido imaginar. Era morena; una belleza sin dudarlo, sus ojos claros contrastaban con el pelo negro, una cintura que parecía pequeña junto a esas caderas hermosas. Se rio un poco de mi cuando vio que la miraba con la boca abierta, me guiño un ojo y lanzándome un beso luego se dio media vuelta y entro por la estrecha puerta de metal.
Dudé en seguirla, pero total qué podía perder si no era ella igual sería alguien más en un bar así que decidido fui tras ella.
Toqué el interfón y esperé, luego de unos momentos que me parecieron horas la puerta se abrió haciendo un ruido eléctrico.
Al pasar seguí un pasillo angosto por unos metros hasta llegar a una zona más amplia como recepción.
Ahí una joven muy guapa me dio la bienvenida, me registró en su bitácora y me explicó las reglas:
—Todo es consensuado
—No es no
—En cualquier relación con alguna de nuestras chicas los preservativos son obligatorios.
—El sexo casual entre clientes es bajo su riesgo.
—Nada de peleas.
Por el pasillo de la derecha están las cabinas, si vas por la izquierda veras solo las piernas de nuestras chicas en medio de las dos áreas está el bar.
Fui de inmediato a las cabinas y al llegar me encontré con una pared llena de huecos, la mayoría estaba vacíos pero había otras por donde salían diferentes vergas, unas gordas otras flacas, unas cortas y otras grandes, algunas estaban erectas y otras esperando que las despertaran. Había cuatro que gozaban del placer de unos labios. Una pareja donde el hombre ayudaba a su mujer, tres mujeres solas y un hombre hacían sexo oral a la verga suertuda que tenían en sus narices.
Pase de largo sin apenas mirar unos pocos minutos como una morena recibía la leche en su cara llena de sorpresa.
Fui del otro lado y encontré el lado opuesto donde los hombres ponían sus miembros para que cualquiera pudiera mamarlos.
Abrí el cierre de mi pantalón y desabroché el botón para mayor comodidad, bajé mi ropa interior hasta medio muslo y metí la verga en uno de los huecos.
No pasó mucho rato para que sintiera la mano delicada de una mujer sosteniendo mi miembro, acariciaba todo desde los testículos hasta subir su mano por todo el tronco y acariciar el fresnillo con la suavidad de su yema, me puso duro en unos segundos y sus movimientos se aceleraron por unos momentos. Luego así como empezó todo acabó. Sus movimientos se terminaron de súbito dejándome con la frustración y las ganas de que siguiera hasta encontrar mi desahogo.
Estaba medio flácida cuando sentí ahora unos labios suaves y húmedos succionando el glande sin llegar a meterla del todo en su boca, luego una lengua juguetona recorría todo el tronco y daba lengüetazos sobre mis bolas cada vez más calientes. El líquido preseminal ya goteaba en la punta y la lengua lo recogía sin dudarlo.
Por fin lo que suplicaba en silencio sucedió y su boca arropo mi verga, la trago toda y se quedó ahí un instante mientras una de sus manos acariciaba mis bolas suavemente. Ella sabía lo que hacía.
Pronto su boca comenzó a subir y bajar por mi falo una de sus manos subía y bajaba al ritmo de su boca acercándome cada vez más y muy rápido al orgasmo.
Pero otra vez me dejaron sin poder eyacular y sin decir nada las caricias terminaron aumentando mi frustración.
Pasé otra media hora esperando pero ya nadie apareció para dar amor a mi verga. Así que decidí ir a la segura y fui al bar por un trago antes de ir a la sección de las chicas de casa.
Luego de una cerveza artesanal me dirigí al extremo contrario de donde estaba.
Abrí la puerta y vi un espectáculo, varias chicas estaban en diferentes posiciones dentro de sus pequeñas cabinas algunas boca abajo mostrando su culo, otras boca arriba, de lado e incluso una estaba recostada con sus piernas para dentro del cuarto y su boca abierta para que pudieras follarle la boca.
También ahí había algunos tipos que usaban a las chicas para saciar su placer sin mediar una palabra de por medio.
Pasé la vista por toda la habitación y reconocí las piernas de inmediato.
No lo dudé, fui a situarme detrás de ella y acaricie sus piernas desde el tobillo ascendiendo por su pantorrilla y muslo hasta llegar a sus nalgas, bese la base de su espalda y mordí cada glúteo de forma casi imperceptible pero alcance a ver como erizo la piel de la chica.
Me puse un preservativo y me clave con furia en ella, estaba húmeda y dispuesta así que luego de un momento para que se acomodara mi verga comencé a moverme, necesitaba desahogarme, pero también quería que ella gozará así que busque primero su placer y cuando lo obtuve me deje llevar y me vacíe dentro de ella sin remordimientos.
Luego salí de ahí dejando el preservativo en su espalda. Nunca supe su nombre ni nunca volví a esas cabinas, solo sé que fue una experiencia de lo más placentera…