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Calor de medianoche

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Sus labios chocaban con los míos en una dulce comparsa al tiempo que nuestras lenguas bailaban sobre la melodía. Los roces de mi mano contra su piel me producían algo parecido a una corriente eléctrica. Su respiración aumentaba al igual que la mía. Solté sus labios y me alejé un poco para quitarle la blusa. Sus ojos denotaban deseo, lujuria y placer.

Suspiré y traté de esperar para que se quitara la blusa, pero no aguanté y volví a sus labios, para soltarlos con un pequeño y suave mordisco. Comencé a moverme por su mejilla izquierda para bajar por su cuello, mientras que ella trataba de quitarme mi camiseta. Al llegar allá, baje dando besos lentos y algo largos, tratando de dejar mi marca en ellos. Mordí un poco su cuello y seguí así hasta llegar a su clavícula, la cual rocé mi lengua con suavidad. Sentía su respiración entrecortada y los pequeños espasmos de placer cuando mis labios chocaban con su piel.

Sentía como ella trataba de bajar sus manos por mi abdomen, pero no logró su cometido, dado que le comencé a subir la blusa mientras le besaba suavemente el cuello escuchando como lentamente se le escapaba un suave suspiro. Me alejé unos cuantos centímetros para que pudiera terminar de quitarse la prenda, pude notar el sostén de color rojo que tenía puesto, pero este no duró ni cinco segundos en escena, dado que se lo quitó enseguida. La luz del cuarto me dejaba ver completamente sus dos senos blancos que resaltaban los dos picos de color rosado.

No logré aguantar la tentación y volví a besar su clavícula y fui bajando de apoco en poco hasta llegar a uno de ellos, el cual introduje en mi boca y le pasé la lengua alrededor del pezón al tiempo que ella soltaba un largo gemido. Mi lengua jugaba con delicadeza y lentitud al tiempo que una de mis manos iba a agarrar el otro pecho. Al principio solo fue mi mano allí sin moverla, sintiendo su piel erizada y algo caliente, pero al poco tiempo agarraba aquel monte firme y lo soltaba, para volver a repetir los movimientos en compás de su respiración. Con una suave mordedura solté el que estaba atacando con mis labios, para ir por el otro y repetir la misma escena mientras que las manos de ella se encontraban en mi cabello y su respiración cada vez se hacía más pesada.

Al terminar con ellos, comencé a bajar lentamente dando besos húmedos por su vientre hasta llegar a su cadera. Al llegar allí me encontré con la tela del jean, así que retrocedí con mis labios hasta llegar a su ombligo y pasar mi lengua dentro, para luego alejarme de su piel. Al incorporarme, pude notar como las sábanas de la cama estaban arrugadas, como sus ojos me pedían que siguiera y sus labios me pedían ayuda, así que a eso procedí. Le desabroché el jean, le bajé la corredera y de forma lenta comencé a quitárselo. Al deshacerme de la prenda, comencé a besarle los tobillos e ir subiendo con húmedos besos sus piernas hasta llegar a sus muslos, los cuales comencé a besar intercalándolos y al tanto ver su rostro, el cual estaba mordiendo sus labios para no gritar o lanzar un gemido. Con mis manos rodee su braga roja, la contornee completa y sostuve sus dos nalgas con algo de fuerza para levantarla y atraerla a mí.

De un movimiento le levanté la cadera de la cama y con mis dientes le fui bajando de a poco su prenda que estaba algo húmeda. El olor era embriagante, tomé la prenda e inhalé un poco su aroma. Introduje mi cabeza en medio de sus muslos para con mi lengua jugar con su sexo. Los movimientos de esta eran algo libres y simples: Subían y bajaban por en medio de sus labios.

Sus gemidos eran suaves, delicados en un principio. Luego la escuché agitarse con lujuria a causa del único dedo que estaba dentro suyo. Por instinto y placer su mano alcanzó mi cara para empujarla más cerca de su sexo, obligándome a quedar todo mojado, con la barbilla chorreando por sus fluidos. Sus piernas se enrollaban entre mi nuca y la espalda, su cadera comenzó a bailar al movimiento de mi lengua, deseando capturarla por completo como si quisiera ser follada por sí misma. Para provocarla y mejorar la experiencia hice giros con la punta que la llevaron a la sorpresa, entraba y salía de ella con tanta agilidad, incluyendo los dos dedos que iban abriendo paso, separando las paredes de su vagina. Era tan jodidamente hermoso verla recibir mi lengua y los dedos, tan glorioso sentir el calor de su vagina y cómo iba apretando mientras iba subiendo al cielo.

Escuchaba su voz pidiendo que no me detuviera y la penetrara, pero no iba a pasar. Mi mano libre fue a parar en su ingle y mi dedo pulgar fue el encargado de acariciar y jugar en el clítoris. Su cadera se movía cada vez más rápido, pero mis dedos y mi lengua iban disminuyendo lentamente la velocidad, obligándola a ella hacer lo mismo. Sus gemidos entrecortados se mezclaban con súplicas para que aumentara la velocidad y no me detuviera, pero al final quedó rendida y se dejó llevar por mi ritmo tortuoso y lento.

Fue entonces cuando ella comenzó a arquear su cuerpo. Saqué mis dedos, y mi pulgar aumentó algo su velocidad. Sus piernas comenzaron a apretar más mi cuello y su mano empujaba mi cabeza hacia adentro. La escuchaba gritar mi nombre con grandeza y me sentí el rey de su cuerpo, verla tan dispuesta, receptiva y abierta para todo lo que quisiera darle solo aumentaba mi necesidad, ella estaba balbuceando cosas inentendibles, contrayendo su cuerpo mientras cada oleada de placer corría por cada poro de su piel.

Al terminar ella quiso terminar, pero no, no la iba a dejar así. Con un movimiento me quite mi pantalón y comencé a pasar mi miembro por los pliegues de su vagina, viendo como sus ojos me deseaban y querían que siguiera y la penetrara, sus palabras lo exigían, así que complaciéndola la penetré de un golpe sintiendo como sus paredes algo estrechas devoraban mi miembro y como el calor y la electricidad que provocó pasaba por nuestros cuerpos. El vaivén fue tortuoso, dado a que ella quería marcar el ritmo, pero mis respuestas eran de hacerlo lento y que sintiera dentro suyo toda la extensión de mi carne.

Cuando los dos estábamos a punto de terminar, deje que marcara el ritmo, ella arriba mío, cabalgando de forma rápida. El cuarto tenía ese olor a sexo en el aire, las gotas de sudor que pasaban por sus pechos parecían perlas que terminaban en él mío. De un largo grito de ambos lados terminamos uno dentro del otro. Las sensaciones de cómo sus paredes devoraban mi miembro eran indescriptibles, el calor que se sentía dentro no tiene descripción.

Terminamos con un largo beso que fue acompañado con una danza de lenguas hasta quedarnos dormidos.

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