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Carlos y Erika

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Carlos y Erika fueron mis compañeros en la universidad, de hecho Carlos fue mi amigo desde la secundaria, nunca mi mejor amigo pero si alguien a quien frecuentaba.

Se casaron después de unos años de que salimos de la universidad y formaron su familia con su hijo Carlitos.

La verdad nunca vi a Erika como una posible conquista, ella era la mujer de mi amigo y ni por la mente me pasaba lo que sucedería un sábado que fui a visitarlos de improviso.

Cuando llego a su casa para dejarle un regalo a Carlitos porque había pasado su cumpleaños pero yo no pude acompañarlos por cuestiones de trabajo, cuando llego veo que no está la camioneta de mi amigo, solo el coche de su esposa en la cochera, y pensé en no bajar para no incomodar a Erika, pero justo cuando estaba por encender mi coche nuevamente, se abrió la puerta y vi a Erika que me saludó y ni modo me tenía que bajar a saludar, igual y bajé el regalo para entregárselo a Carlitos.

Er: porque no te querías bajar que mala cara viste o qué? Me dijo bromeando.

Yo: no como crees, lo que pasa es que no vi la camioneta de Carlos y pensé que no estarían en casa, donde esta Carlitos le traje su regalo de cumpleaños.

Er: se fueron al rancho a llevar unas cosas a la cabaña y dijeron que se quedarían a acampar esta noche y regresaran hasta mañana por la tarde, tu sabes que a mi no me gusta mucho estar allá y por eso me quede, pero pasa no te quedes ahí afuera.

Yo: no quiero molestarte solo te dejo el regalo y vengo después.

Er: como crees, pásate acompáñame con una copa de vino y platicamos un rato.

Yo: la verdad hasta ese momento reparé en la figura de Erika, una mujer delgada pero muy bien formada, unas tetas no muy grandes, de tamaño mediano pero muy antojables y su culo era la verdad muy bien proporcionado, paradito y remarcado por esa cintura pequeña y esas piernas bien delineadas, de tez perlada, y cabello castaño obscuro, toda ella era perfecta, y en di cuenta porque Carlos estaba tan enamorado de esa mujer.

Empezamos a platicar y me sirvió una copa de vino y preparó algunos bocadillos, charlamos por un buen rato, y de repente entre la plática y los recuerdos me soltó la pregunta con la que me dejó mudo.

Er: por qué nunca me buscaste como mujer?

Yo: titubeando, porque eras la novia de mi amigo y ahora su esposa.

Er: si pero haz tenido muchas aventuras con mujeres de tus amigos y con esposas de ellos también, y a mi nunca me buscaste, por qué? No te parezco atractiva?

Yo: como crees, eres una mujer muy hermosa, pero no se, nunca se me ocurrió.

Er: y ahorita que tienes la oportunidad, lo harías?

Yo: bueno no sé, tú me aceptarías?

Ella no dijo más, se abalanzó sobre mi y nos prendimos en un beso prolongado, nuestras lenguas jugaban entre sí, yo la tomé de la cintura y empecé a acariciar sus nalgas que estaban súper duritas y bien formadas, ella paso sus brazos por mi cuello, y me besaba como si el mundo se fuera a acabar, para ese momento ya le había quitado la blusa y metí mi mano en su entrepierna, comprobando que ya está bastante húmeda, besaba sus pechos y mordía sus pezones que se mostraban erectos por la excitación.

Ella me desabotono el pantalón y saco mi verga erguida al máximo, y me empezó a hacer una paja increíble, yo seguía introduciendo mis dedos en su conchita y masajeaba su clítoris que también estaba súper inflamado por el deseo contenido, ella empezó a jadear apresuradamente y llegó a su primer orgasmo.

Yo en tanto seguía disfrutando aquel cuerpo que ni siquiera me pasó por la mente que llegaría a tener, introduje mi verga súper dura en su vagina y la empecé a bombear con fuerza, ella me pedía más y más, no quería que parará, mis huevos chocaba una y otra vez con su cuerpo yo la besaba, chupaba sus tetas y seguía embistiendo rápido y fuerte, por fin llegamos al siguiente orgasmo, casi juntos, ella expulsó un torrente de líquidos que se mezclaron con mi semen y caímos agotados en el sofá, ella empezó a limpiar mi verga con su boca, y mientras lo hacía me decía:

Er: vez que no era mala idea buscarme como mujer?

Me besó y ya repuestos, subimos a su recámara, ahí volvimos a follarnos una y otra vez, fue una noche agotadora, nunca pensé que Erika fuera tan caliente, le pedí hacerlo por el culo, y aunque lo intentamos, lo funcionó, ella sentía miedo y le provocaba algo de dolor, pero eso no fue impedimento para que siguiéramos disfrutándonos.

Ya casi al medio día nos metimos a bañar y lo hicimos por última vez ahí en la regadera, me fui dejándola más que satisfecha y llevándome un muy grato sabor de boca, obviamente nos pusimos de acuerdo para seguir viéndonos y pasarla rico, y por supuesto que llego el día en que le desflore ese lindo culo, pero esa será otra historia, esperen el próximo relato.

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