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Carolina: La mejor amiga de Melissa

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Después de descubrir la infidelidad de Melissa vivir a su lado se había vuelto un infierno, ella sospechaba que yo ya lo había descubierto e intentó ser más cariñosa de lo normal y yo ya no sabía cómo evitarla.

No pensaba en divorciarme como tal, me daba miedo pensar que diría la Real Sociedad de Doctores del Estado de Zaragoza en la cual yo era miembro honorario.

Mi esposa nada tonta y muy inteligente comenzó a invitar a su amiga Carolina casi todas las tardes a cenar, cuando yo regresaba del trabajo Caro ya estaba ahí y se retiraba normalmente cuando yo estaba durmiendo e incluso 3 de cada 5 ocasiones se quedaba a dormir.

La tierna y sensual Caro, de unos 27 años era la viva imagen de la actriz Gwyneth Paltrow (cuando era joven), siempre vestía jeans azules o negros de corte slim Fit, botas negras de gamuza, su playera de tirantes roja o negra y una camisa de cuadros (a veces azul y a veces verde con negro), su cabello era largo y de color rubio cenizo, tenía discreto delineado en los ojos y siempre la acompañaba su labial rojo, era copa B y aunque sus nalgas estaban bien definidas no eran muy grandes.

Era imposible no querer a Carolina, era graciosa e inteligente, siempre tenía bromas a la mano, ayudaba a mi hijo con las tareas cuando su madre iba al “club deportivo”, era especialista en cocina italiana y jugaba Xbox.

Poco a poco Carolina también se fue convirtiendo en mi amiga y ocasionalmente ella llegaba a mi consultorio para que juntos nos fuéramos a la casa a cenar (olvidé mencionar que Caro era maestra en la facultad de psicología de la UAZ y que su trabajo quedaba cerca del mío).

Llegó el día en que mi hijo tuvo que ir a de excursión a un parque llamado “Estrella” por parte de su escuela como festejo del día del niño, este centro de diversiones queda en otra ciudad por lo que había que salir de casa a las 6:00 am y el regreso sería cerca de las 10:00 pm (eran dos horas de trayecto).

Teniendo en cuenta que era el día del niño y aprovechando el parecido que tenía Caro con la actriz antes mencionada, le propuse que me acompañara a visitar el ala infantil en el hospital, ella vestida como Pepper Potts y yo con mi armadura de goma eva de Iron Man, regalaríamos dulces y juguetes a los pacientes y al terminar podríamos regresar a casa para que ella esperara a Melissa y pudieran platicar como de costumbre.

Aquel día fue todo un éxito, niños felices y miles de fotos son las mejores maneras de describirlo, cuando por fin terminamos regresamos a casa, ordenamos algo para comer y pasamos el resto de la tarde jugando Xbox.

Comenzó a oscurecer y éramos tan flojos que la única luz que alumbraba la sala era la de la televisión –Prende la luz no seas flojo – picó mi estómago con su dedo mientras se reía – No, ve y préndela tú flojita – devolví el piquete en su estómago – No, ve tú – y comenzó una guerra de cosquillas que termino conmigo sobre ella, ambos estábamos riéndonos hasta que nos miramos a los ojos, dejamos de reírnos y solo se podía sentir la respiración del uno sobre el otro y fue ahí cuando me decidí a besarla.

Al principio no quería corresponder pero lo hizo, comenzamos a besarnos de manera tierna, pero el beso fue subiendo de tono, baje su blusa para comenzar a sacar sus pechos, cuando por fin estaban afuera comencé a besarlos con suavidad y acariciarlos, ella temblaba y respiraba con dificultad.

- Esto no está bien – contestaba temblando – claro que lo está – comencé a besarla de nuevo y la llevé a la cama, cuando llegamos la comencé a desnudar con delicadeza, ella respiraba con dificultad, recorrí con mis labios cada parte de su cuerpo y después de un par de minutos ella comenzó a bajar, quitó mi pantalón mientras besaba mi torso y comenzó a hacerme sexo oral.

Este sexo oral se sentía diferente era lento, subía y bajaba tranquilamente, por momentos con su lengua lamía el glande y continuaba, era una verdadera delicia.

Por fin Caro se decidió y se puso encima de mí, me miro a los ojos y susurró – Hazme el amor – la besé tiernamente y con mucho cuidado la penetré, un pequeño gemido salió de sus labios, comencé a moverle lentamente de arriba hacia abajo mientras nos mirábamos a los ojos.

Poco a poco ella fue aumentando la velocidad y yo trataba de igualar el ritmo sosteniéndola de las caderas, sus gemidos eran deliciosos, y yo estaba tan emocionado que comencé a besar sus pechos y a lamer sus pezones.

Después de un rato la recosté, levanté un poco sus piernas y comencé a penetrarla sin ser rudo, su cara estaba un poco roja y sudada, su mirada estaba perdida, su boca estaba entre abierta y de ella emanaba un excitante sonido mientras sus manos trataban de apretar mi espalda – Sigue así, es una delicia -.

Por momentos intentaba aumentar la velocidad de la penetración pero no había necesidad en verdad lo estábamos disfrutando – Óscar… ahh… - susurraba ella con la mirada perdida – Caro… me encantas… – le contesté mientras la penetraba y recorría su cuello, su piel estaba de gallina – voy a venirme… - repetía una y otra vez susurrando, yo comencé a aumentar la intensidad, sus ojos estaban en blanco, Caro temblaba tanto hasta que por fin ambos logramos venirnos.

Los dos estábamos empapados en sudor, respirábamos agitados, nuestros cuerpos desnudos estaban juntos, cuando de momento se abrió la puerta del cuarto – Óscar ayúdame con Adrián se quedó dormido en el carro y… - era Melissa…

Queridos lectores así fue como inició mi divorcio, debo mencionar que esa fue también la última vez que hice el amor y que Caro jamás ha vuelto a hablar desde ese día aunque a veces la llegó a ver por el centro de la ciudad o cerca del hospital.

Es inevitable pensar en ella cuando escucho el tema principal de “Pide al tiempo que vuelva” compuesto por John Barry o “Rhapsody on a Theme of Paganini”.

No hay forma de describir lo que sentí aquella noche, y lejos de ser un relato erótico o de venganza por la infidelidad de mi exesposa, esta es un pequeño tributo a Cara, una especia “rara” de carta de amor, siendo honestos ella no era el tipo de chica a la que te querrías coger, ella era el tipo de chica a la que le querrías hacer el amor por el resto de tus días.

Quizá en otra vida mi amada Caro…

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