Nuevos relatos publicados: 9

Ceremonia lasciva

  • 15
  • 10.123
  • 9,71 (14 Val.)
  • 1

Soy Michelle (21) cuando cumplimos los dos años de casados, mi esposo Freddy, me vino con la sorpresa de que había sacado unos quince días de estadía en unos hoteles en el Caribe, son esos all inclusive.

El lugar era paradisiaco, un mar verde cálido y sus arenas blancas, con una gran vegetación y una serie de cabañas, realmente un complejo fabuloso.

Hicimos el chek-in el conserje nos recomendó, que no nos alejáramos demasiado del complejo, que contaban con seguridad, pero pasado determinada zona no se hacían responsables.

Por supuesto que el lugar tenia de todo, así que no era para aburrirse demasiado.

Había un sector donde había una cantina pegado a la piscina, donde entablamos cierta amistad con el barman, un chico de 22 años, llamado Josh, muy apuesto y agradable.

Después de casi 5 días mi esposo me dice que tiene que regresar por trabajo, que le pagan todo, pero debía ir de ir si o sí. Por supuesto que me puse de mal humor, pero no había escapatoria. Así que decidí quedarme y él, regresaría en 4 o 5 días.

Antes de partir me comenta:

“Por favor no salgas del complejo, recuerda que comentó el conserje, te lo digo porque eres bastante imprudente, Ok?”

“Si mi amor, de acá no me muevo” Le respondí.

Si bien traté de hacer alguna amistad, la gran mayoría eran parejas, hablaba un rato alguna conversación superficial.

Con el que hablaba era con Josh, nuestro barman, que me contaba de las costumbres del lugar, que en general era un pueblo muy pobre. Pero todo esto era para un momento, dado que tenía que trabajar y además le tenían prohibido relacionarse con los que se hospedaban en el hotel.

Pero a pesar de eso y tratar de entretenerme un poco, le dije si podías caminar fuera de las instalaciones, en sus horas libres, así que dada esa posibilidad esa noche salí con él, a pesar de las recomendaciones de mi esposo y del conserje.

Había un poblado cerca, 100 o 150 personas, lo habitaban, que apenas llegamos, todos saludaban a Josh atentamente, fuimos a un bar cercano, tomamos unas cervezas, y realmente lo estábamos pasando bárbaro. Con eso llegue a la conclusión que había buena gente, que se exageraba respecto al peligro que podría existir.

Mientras regresábamos, me comenta:

“Me informaron que mañana habrá un ritual en la aldea, que si quisiéramos concurrir”

Sin llegar a esperar mucho le digo:”

“Si me interesa, a qué hora es?

“Es a la media noche, pero está un poco más adentro de donde estuvimos’

“Pero no es peligroso?”

‘”Para nada, son familias, además voy con Ud. eso sí, debe ir con un vestido blanco y algún pañuelo igual para envolver la cabeza”

“Y de que se trata el ritual?” pregunto más que entusiasmada.

“En realidad es una iniciación, algo que han traído sus ancestros de

África y se practica para esta fecha, el primer día de luna llena de este mes. ”

“Que interesante, pero Iniciación en qué?”

“Prefiero que lo vea, así no pierde tanto interés” Me contesta Josh.

‘Ésta bien, pero cuánto dura?”

“Depende, entre dos a tres horas” me contesta Josh.

A la mañana siguiente, me fui hasta la cantina a ver a Josh, tratando de que me contase algo más, pero me reiteró, que iba a perder interés, si me lo relatase.

Estaba bastante impaciente para ver esa ceremonia, así que me puse una camisola larga blanca, mi trusa, y unas sandalias, me envolví mi cabeza con un paño del mismo color.

Esa noche nos encontramos fuera del complejo y me dijo que tendríamos unos 30 minutos de caminata, le dije que sí, que estaba dispuesta a efectuarlas.

Caminamos por la playa, y parte por una espesa vegetación, con una luna espectacular, hasta que llegamos al lugar, se trataba de una cabaña muy grande, de paja y madera, en su gran mayoría, piso de tierra, iluminada por antorchas y velas. Sobre el entro de ese lugar había una especie de tarima alta, donde observaba como una espacie de altar con grilletes, aunque más bien se parecía a esos cepos, para meter la cabeza, y cuatro abrazaderas de hierro, adosadas a los costados de ese aparato, vasijas con alguna especie de ungüento, juntos a un objeto fálico y una serie adminículos difícil de determinar su uso.

Realmente no me convencía demasiado, sumado a que no había nadie de raza blanca, era la única, cosa que me llamó poderosamente la atención, comencé a sentirme algo inquieta, a pesar que no notaba algo de temer.

Mientras accedíamos al recinto todos lo saludaron a Josh, muy amigablemente mientras me iba presentando a cada uno de ellos, eso me ayudó a entrar un poco más en confianza. Además me comentó que estaba el jefe de policía, que por su aspecto no daba demasiada confianza, aunque no parecía gente mala.

Nos sentamos en una mesa, pegada a ese especia de altar, que sería donde se efectuaría esa ceremonia tan misteriosa, que mi amigo me mencionaba sin llegar a dar detalles, observando que todas las miradas se dirigían a mi persona, me sentí importante, aunque algo avergonzada.

Me sirvieron una bebida, algo similar a la que me tomaba en el complejo, aunque esta tenía un sabor distinto pero muy agradable y a su vez bastante adictiva. A pesar de rechazarla un par de veces, terminé tomando tres o cuatro no recuerdo, que al cabo de un tiempo, me produzco un extraño efecto.

Un gran calor, comenzó a invadirme, desabrochando inconscientemente mi camisola, las cosas me giraban y una especie de fuerte excitación, me asaltaba. Me apoyé en Josh, diciéndole que estaba muy mareada, que algo me pasaba. Respondiéndome:

“Tranquila, tranquila ya se va a pasar” me decía, mientras intentaba hacerme tomar otro vaso, aceptándolo aumentando mi estado de euforia.

Mientras permanecía semiinconsciente, aparecen en ese lugar ceremonial, tres muchachos de 18 años, con un taparrabos, circulando alrededor de esa pista, mientras el público presente aplaude frenéticamente, mi escasa lucidez me alejaba de ese espectáculo.

Se apagan las velas quedando solo las del sector ceremonial, mi estado continuaba, al punto de volcarme sobre mi acompañante, que trata de sostenerme aprovechando a tocar mis tetas, que como consecuencia de mi estado no hice objeción.

Cuando cuatro hombres de color me levantan en vilo, para llevarme hasta la pista, que sin fuerza trataba de impedir, y balbuceando pedía auxilio a Josh. Pero todo fue en vano, cuando me depositan sobre una tarima de madera, quitando mi prenda, para colocarme boca abajo, mientras dos mujeres comienzan a lavarme girándome para proseguir con el resto del cuerpo, afeitando mi escaso vello, y cortando bastante mi cabello, finalizando con el secado de mi piel.

Posteriormente aplican uno de esos ungüentos, que a pesar de mi escasa resistencia, logran embardunar todo mi cuerpo, que en escasos minutos me producen un gran calor y hasta una extraña excitación.

Apenas puedo reaccionar ante esta usurpación, consciente de lo que me hacen pero incapaz de negarme a ese abuso, solo proferir una serie de balbuceos incoherentes y lentos.

Hasta que nuevamente me alzan para depositarme sobre ese extraño artefacto, en una posición cuadrúpeda, metiendo mi cabeza en ese cepo, engrillando mis cuatro extremidades, in tentando impedirlo con mis escasas fuerzas.

Quedando desnuda y engrillada, ante un público expectante, que dada mi posición, mis intimidades estaban expuestas abiertamente.

Era difícil de determinar mi estado, donde por un lado el miedo me invadía, sin entender que estaba sucediendo, por otro ese adormecimiento, el engrilletado que me impedía escapar, la adrenalina que mi cuerpo producía, pero mi excitación aumentaba y el sudor se mezclaba con ese ungüento.

Cuando ya parecía que estas mujeres, habían finalizado su tarea, una tercera sube a la tarima con una bandeja que trae depositado un elemento, al tomarlo una de ellas, intenta metérmelo por el recto, era un simple dilatador anal, en madera, lubricado que a pesar de mis balbuceantes maldiciones y escasos movimientos, sin otro impedimento, lo introduce hábilmente, sin importarle mi posible sufrimiento, quedando insertando mi abertura.

Me sentía totalmente sola y desprotegida, además de abochornada, rabiosa, pero más que nada asustadísima por el destino a correr, por todos esos fanáticos que me observaba, por ser evidentemente una ofrenda sexual a esos jóvenes, entregando mi libidinoso cuerpo, a esos posibles debutantes o lo que sea.

En ese momento de leve lucidez, comprendí que sucedería, por otra parte maldecía a Josh, por haberme dejado caer en esa ruin trampa, cuando recordé las palabras que dijo “Depende, entre dos a tres horas” también la de mi esposo y el conserje.

La ofrenda ya estaba preparada, mis lloriqueos de nada servían, los jóvenes ya desnudos , circularon a mi alrededor, a fin de actuar, hasta que se arrodillaron a mi lado, iniciando leves caricias en mi cuerpo, tocándolo sin mi autorización, cediéndome impotente, a ese vil manoseo, que solo me llevó a orinarme.

Siendo castigado con una varilla de mimbre, en mis glúteos hasta hacerme gritar, para después limpiar el orín, entre mis piernas, cuando apareció un negro algo voluminoso, de un aspecto algo siniestro, y hasta repulsivo, tocando mi cuerpo, introduciendo sus dedos en mis intimas aberturas, como inspeccionando la ofrendo o esclava, no sé qué era realmente.

Continuo hurgado mi cuerpo, con esas manos ásperas y de dedos largos, comenzando a exhalar una serie de gemidos, al sentir tocar mis tetas, oprimir tácitamente mis pezones, que reaccionaron ante ese impulso, acariciando mi pelvis, donde mis separadas piernas desprotegían mis intimidades.

Los dedos comenzaron a hurgar esa zona, introduciendo sus extremidades, en mi útero, abriendo bien mis labios inferiores, descubriendo la totalidad de mi matriz, oprimiendo ese cono que obturaba mi conducto.

Los maldecía mientras no podía dejar de gemir, entregándome cada vez más a esa ceremonia diabólica, sin dejar de ultrajar mi cuerpo, con pellizcos, introducción de dedos, hasta convertirse en un prolongado rito, que con total habilidad me fueron llevando a un estado de total éxtasis y lujuria, en donde mi vagina comenzó a supurar mi flujo producto de esa serie de incitaciones, indicando mi estado.

En ese momento donde estaba empezando a tomar conciencia, me estaba despertando de ese estado adormecido, cuando veo a uno de los chicos estar desnudo, mientras una mujer, posiblemente su madre, estimulaba su miembro hasta que quedó bien erecto, besándoselo, para luego dirigirse tras de mí. Hasta que sentí sus manos tomar mi cintura, mientras introducía su miembro en mi cavidad, moviéndose pausadamente.

Si bien no aceptaba esta violación, debo confesar que me fue excitando, a pesar de contenerme y profesar una seria de maldiciones, cuando trajeron un recipiente que arrojaba un humo, mezcla de incienso y no sé qué más, que volvió a dejarme en un estado de adormecimiento.

Apenas acabo en mi útero me limpiaron, quitaron el tapón para introducir otro algo mayor, se repitió lo mismo con el segundo, y luego con el último.

Mi temor era que sucedería a continuación, pensaba que no saldría viva de ahí, suplique, diciendo que no diría nada, y una serie de cosas más. Hasta que se acercó ese brujo o lo que fuese, y en un dificultoso español, me dice

“Soy tu amo, y te mostraré nuestro poder sobre ti, mujer blanca”

“Yo no tengo amo, basura de mierda”

No acabe de decir todo cuando nuevamente mis glúteos fueron castigados hasta hacerme gritar, hasta que terminé diciendo que era mi amo, y que aceptaba su decisión.

El temor y la rabia lo seguía manteniendo, pensando mi fatal error de estar en ese lugar, cuando las manos ásperas comenzaron a recorrer mi cuerpo, que se deslizaban suavemente como consecuencia de la lubricación que lo cubría. Apretando mis glúteos, y mis tetas, oprimiendo mis pezones, aprovechando mi inmovilidad. Mi gran sorpresa fue cuando se quitó su taparrabo dejando al descubierto un poderoso miembro, algo que nunca había visto. Si bien me atemorizo sentí una sensación de excitación, hasta que después de una serie exhibición de su ostentoso miembro ante mi y el público, se acercó por atrás jugando con su extremo en mi sexo.

Que después de un corto periodo lo puso en la entrada de mi vagina, introduciendo una parte comenzando un lento movimiento, que a pesar de mi contención, debo confesar, que comencé a tener una gran estimulación. Ese lento y prolongado movimiento, rozando mi membrana interna fue aumentando mi excitación, sintiendo a su vez que ese trozo de carne se iba incursionando cada vez más en mi interior. Que a pesar del dolor, mis hormonas se iban alterando, sabiéndome poner en un estado cada vez más intenso de exaltación.

Poco a poco su paquete quedo empotrado en mi vulva, sus palpitar me alteraba, gemía abiertamente, donde se fusionaba, el dolor con una desesperante calentura, hasta que comenzó a moverse más rápidamente, penetrándome ferozmente con movimientos rápidos y continuos. Alterando mi cuerpo, moviéndose mis tetas al unísono de sus violentos empellones, llevándome a un estadio de total paroxismo.

Mi cuerpo lleno de transpiración no dejaba de ser castigado arduamente hasta llevarme a un delirante orgasmo, en ese momento me sentí su esclava, era algo incoherente, pero así lo percibía.

Apenas quitó su miembro de mi interior, quitó mi tapón anal, apoyando el extremo de su pene, en mi dilatada grieta anal, su glande comenzó a introducirse unos centímetros, invadiéndome un fuerte dolor, pero a pesar de ese malestar permanecí inmutable, para no demostrar mi dolencia, a la espera de su penetración. Cuando su glande se oprimía contra mi orificio con la finalidad de enterrarlo, mi esfínter parecía dilatarse, ante esa propuesta, exhale un grito de dolencia, no se detuvo, para continuar después de un rato. Inmediatamente percibí su punta enterrarse algo más rápido, tomándome de la cintura, empujó, sintiendo un fuerte malestar nuevamente, al que trate de no anunciarlo.

Lo sentí entrar dolorosamente, usurpando poco a poco la intimidad de mi recto, supongo que cada vez más irritado por ese tronco penetrador, hasta que el orificio parecía latir, tolerando mejor la incursión. Sentía las pulsaciones de su miembro a través de la membrana de mi recto, sus manos apretaban mis senos, hasta que después de un fuerte empellón su pelvis se pegó a mis glúteos, quedándose estático, como demostrando su predominio sobre mi cuerpo.

Oí una cierta exclamación del público, como aprobando esa inserción anal, al fin terminó de entrar y la cabeza se alojó en la profundidad de mi canal, dejando sus genitales pegados a mi raja, advirtiendo que la totalidad se cobijaban en mi recto.

Esa sodomizada anal, me perturbaba, gritando y gimiendo como un animal en celo, que parecía provocarlo, acelerando sus empellones, sintiendo sus dedos oprimir mi esbelta cintura, y mis castigados glúteos era algo enardecido y delirante, sentirme ensartada, mientras mi agitación se pronunciaba, complacida con su falo en mí recto, metido hasta mis entrañas, dando la sensación de partirme.

Mi conducto parecía haberse dilatado bastante, al punto que lo sacaba íntegramente para introducirlo en toda su dimensión. Creo que una cierta morbosidad me envolvía en ese momento, estar desnuda mientras profanaban mi recto delante de toda esa gente, en donde mi agravio, se fusionaba con mi excitación. Llegue a la conclusión que ser observada en esos momentos, me agradaba, era extraño, pero esa morbosidad no me dejaba de cautivar.

Dejé que me siguiese follándome analmente, estrechando mi ano, para aprisionar su verga, hasta que súbitamente empezaba nuevamente su impetuoso bombeo, fue fabuloso, lo hacía de una manera algo feroz, al punto de hacerme sentir una prostituta. No era como otra veces, era algo irracional, como si en ese contacto anal estuviese descargando su voracidad, en parte me asustó pero a su vez me activaba esa comunión anti natura, donde cada intromisión me hacía gemir y mover lo que podía mi cabeza.

El dolor y el goce se mezclaban, haciendo ese empalme en algo impresionante, hasta sentir como mis pezones estaban cada vez más rígidos, era todo tan voluptuoso, que si bien mi actitud era pasiva, recibía constantemente el frenesí de su dinamismo, manteniendo mi cuerpo en un estremecimiento continúo. Duró bastante disfrutando de mi conducto, hasta que sentí como su esperma evacuaba en mi maltratado recto.

Cuando vinieron las mujeres me desataron y me limpiaron, mientras mi amo, me observa apaciblemente, apoyo su cabeza sobre mi cabeza, e intuitivamente me arrodillé frente a él, a pesar de mi odio que le profesaba en un principio, sentí la necesidad de venerarlo, evidentemente continuaba drogada, no entendía como había llegado a ese estado.

Besé su verga, y hasta se lo mamé de una manera apasionante, notando un sabor extraño, pero continúe haciéndolo a quien en ese momento era mi amo, cuando después de un rato me hicieron aspirar un humo, que me llevó a un estado de total letargo.

No sé qué sucedió después, perdí el conocimiento, cuando desperté, no sabía dónde estaba, veía amanecer, mientras trataba de conformar mis ideas, vi mi ropa y el resto de mis pertenencias, por una parte feliz de estar viva, me puse como pude esos despojos y caminé hacia el complejo que no estaba muy lejos, por suerte nadie me vio y llegué a la cabaña, me bañé y me acosté, sin poder dormirme enseguida, llena de bronca hacia Josh, que no volví a ver después de ese rito.

A la mañana siguiente al levantarme, me dolía la cabeza al igual que mi ano, pero mi ansia de denunciarlo era eminente, aunque debía contar lo que me habían hecho, que al enterarse mi esposo por lo que había pasado y por no obedecerlo era factible llegar a una separación.

Al llegar a la cantina, no estaba Josh, nadie sabía nada, fui a ver al conserje, pregunte por él, diciéndome:

“Ya no trabaja más, renuncio ayer”

La sangre se me subió a la cabeza, traté de relajarme, y le pregunto:

“Ud. sabe de un ritual que se hace por acá?”

“Por qué le interesa?”

“Alguien me comentó, pero no sabía bien como era”

“En realidad, nunca lo vi, lo hacen los nativos del lugar, por eso recomendamos no andar fuera de la instalaciones, parece ser que es una especie de ceremonia de iniciación sexual, de jóvenes, con mujeres blancas. Sé que hace unos años, desaparecieron dos, pero nunca hubo denuncia por eso”

“Bueno gracias,

Sin acotar palabras me retiré del lugar.

(9,71)