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Cuando el no consensuado se convierte en tómalo

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Entre más viajo en transporte en horas pico entiendo más ese extraño y bullicioso acuerdo silencioso de los tocamientos y todo aquello que derive de eso.

Siempre he pensado que toda mujer que viaja en el área de hombres está consciente que va a ser manoseada en alguna medida, pero hay algunas mojigatas que aún esperan que nadie las roce o se les acerque. ¡¡Por dios!! Van en hora pico, viene hasta el gorro de gente y peor aún, entramos todos a presión.

Yo sigo poniendo a prueba mi teoría y diseñé un dispositivo que me permite anclar mi mochila a mi cinturón para tener una mano libre y discreta para que se pueda mover libremente debajo de las caderas y aproveche esa maleza de cuerpos, bolsos y mochilas.

Hoy como de costumbre el metro venía super lleno y una chica con pijama quirúrgica se paró a un lado mío. Desde que la vi me gustó mucho. Su atuendo era ceñido al cuerpo, de color verde agua, alta, delgada, pelo negro hasta media espalda, pestañas super enchinadas y uñas muy arregladas (tardó tanto tiempo en pasar el metro que tuve tiempo de verla a detalle.

Conforme pasaban los minutos la gente se iba acumulando al grado de que no cabía un alma más en el andén.

Cuidé de ir quedando detrás de ella conforme se iba recorriendo la gente. Cuando por fin llegó el momento soñado de lograr entrar mi mano ya iba libre y dispuesta.

Al abrirse las puertas fue como un campo de batalla silencioso. Una lluvia de empujones hasta que por fin entramos. Obvio mi mano ya iba sobre sus nalgas desde que empezaron los empujones, pero ella no hizo ni dijo nada, absolutamente nada.

Al cerrarse las puertas comencé a acariciar de manera libre cada una de esas deliciosas nalguitas duras y firmes, grandes y la chica hasta iba platicando con un señor y le decía que ella prefería viajar en el vagón de hombres porque eran más tranquilos que las mujeres. Eso me dio mayor tranquilidad y comencé a pasar mi dedo medio entre sus nalgas y ella abrió un poquito las piernas para darme oportunidad de sentir de manera muy ligera pero totalmente tangible su anito. El sentir ese calor en mi mano y ver la docilidad con la que lo permitía me excitó mucho. Estaciones más adelante tuve que bajar, pero me llevé en la mano el aroma a deseo de esa bella y congruente mujer.

Mi mail es [email protected] para que me puedan compartir sus historias o decirme que les parecen mis vivencias.

Que tengan sexoso día.

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