Una vez que los espasmos corporales y las palpitaciones del clítoris fueron menguando, Elizabeth decidió ir bajando su pubis hasta la altura de la polla de su hombre para follárselo. Pero la sorpresa de Tomás fue grande al comprobar que Elizabeth estaba dirigiendo el falo por el ojete...
¿Entonces ya tienes con quién coger? Le pregunté con una mezcla de temor y excitación por su respuesta. "Sí papito y le prometí que sería suya el sábado, es un adonis, se me antoja demasiado. Solo que me hizo prometerle que no cogería con mi esposo hasta después de haberme entregado a él...
Hay una confusión en mí, soy un hombre de contextura física normal de principios éticos y morales que gusta de los placeres de la vida a lado de mi esposa, pero les debo confesar que en mi interior existe una mujer deseosa...
Me ofreció su flor no tan pura pero muy suave, tibia y apenas humedecida. Recostada en la cama abre sus piernas, yo de rodillas bajo a besar el fruto. Abro mi boca grande para besarla y saborearla, su voz me guía...
No podía creer lo que me estaba pasando, mi esposa acababa de confesarme que alguien más la había besado y manoseado bajo su consentimiento y yo en lugar de estallar de celos tenía una erección inmensa como pocas veces me ha sucedido en la vida...
Las miradas eran todas para ella, una diosa deslizándose por Buenos Aires, hasta la observación de unos sacerdotes no pudieron evitar sorprenderse y caer en pecado ante tanta belleza...