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Debí cogerte cuando podía

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Me pretendió por algunos meses, pero nunca me llamo la atención. Tenemos en común los mismos amigos porque estudiamos la universidad juntos. Un fin de semana nos pusimos de acuerdo para salir con mis excompañeros, ese día tomamos unos cuantos tequilas, pero él estaba muy ebrio, aun así, se ofreció llevarme a casa, tenía pendiente que fuéramos a chocar, pero confié, en el transcurso platicamos de sus metas en la vida; irse al otro lado para tener una mejor vida.

Al llegar a casa antes de que abriera la puerta del coche me tomo de la mano y la subió a mi mejilla y comenzó a besarme, la verdad es que no sentí nada, no me removió las montañas como me lo imagine que sería, siempre ha sido un hombre tímido y eso nunca me gusto, dura bastante para tomar iniciativa y eso me da flojera; perder mi tiempo. No dejo de buscarme después de ese beso, yo no quería nada así que termine por ignorarlo poco a poco para que no se enamorara de mí y terminara nuestra amistad. Han pasado ocho meses de la última vez que lo vi.

Quedamos de vernos todos mis compañeros y él en un bar, pero esta vez todo era diferente iba con una chica; su novia, menor que él con comportamientos de una niña. Cuando mire que la beso mi mente celosa comenzó a pensar muchas cosas “yo lo bese primero” y me reí. Sentados alrededor de la mesa y con unos tequilas encima comienzan las bromas, de reojo miraba como lo nalgueaba y hacia como que le agarraba su paquete. Me senté aun lado de él a su izquierda y ella a su derecha.

–Salud –les dije con un tequila en la mano, mientras sonreía y mordía mis labios.

Entre tantos brindis perdí la cuenta de cuantos llevaba, me levanté y me fui al tocador. Al mirarme al espejo tuve una ligera excitación al mirarme tan sensual y provocativa con mi pantalón de cuero, top y botas, toda vestida de negro, deseaba que aquí estuviera él tomándome de la cintura metiera por debajo de mi top su mano, me acercara a su cuerpo, me tocara los glúteos y subir una pierna encima de él. El tequila había calentado mi sangre y mi mente comenzó a jugar conmigo a ser y no ser, hacer lo que para el resto está prohibido por estar con alguien más, mi deseo es más grande que, mi conciencia, puedo irme al infierno y no importa ahí mismo me calentaría el cuerpo.

Camino a la mesa mire como la tenía agarrada de la pierna, acerque mi silla de manera que pudiera rosar mi pierna con la suya, ahí maldije haber traído pantalón hubiese querido traer falda y mirara por debajo mis bragas.

Acaba de romperse mi cadenita –le dije mirándolo a los ojos, esos ojos que me hubiera gustado que me vieran hacerle sexo oral y se diera cuenta de lo que es realmente el placer por una buena mamada.

–Deja te ayudo- me dijo.

–Que amable eres –le dije.

–Su chica no deja de verte, te ves muy obvia –me dijo una amiga que estaba a mi lado.

–Voy al baño –dijo él.

No podía perder la oportunidad, espere unos segundos.

–Voy por mi chaqueta negra –les dije. Mi amiga me echo una miradita rara.– No pasa nada –le susurre.

Ahí estaba, lavándose las manos, espere que saliera un chico… cuando me vio rose ligeramente mi boca con la lengua, me acerque y me tomo de la cabeza pensé que me succionaría la lengua, sabía que se moría de ganas por besarme, sentí como su bulto pegaba entre mi pierna y eso me hizo enloquecer, nos metimos al cuartito donde tenían las cosas de limpieza.

Se sentó en una silla, desabroche su pantalón se la saque y comencé a lamerlo como si fuera una nieve de fresa que tanto me encanta, ver sus ojos me hacían tocar el cielo sabía que le gustaba. Me quite el sostén me levante y puse mis senos en su boca para que los besara, quería comérselos los succionaba una y otra vez… me hice de lado mi braga, sentir como poco a poco me la metía era tocar el cielo, gemía una y otra vez suspirándole al oído lentamente que no parara, besaba mi cuello haciendo que por completo mi cuerpo tuviera una piloerección.

–Me hubiera gustado perder la vergüenza antes –me dijo.

–Hazme tuya, haz lo que quieras –le susurre al oído

–No te muevas, no te muevas me voy a venir para por favor- me dijo.

Me excito tanto que me suplicara que no me moviera que…no deje de hacerlo.

Él apretaba mis nalgas, me nalgueaba tan fuerte que la temperatura estaba al borde, sentía como se venía dentro de mí.

–Olivia, Olivia, vámonos, ya es tarde.

Sentía helado el hombro y volteé.

–Te quedaste dormida.

–¿Dónde está Cristóbal?

–yo creo que se fue a coger con su novia, no han vuelto desde que se fue al baño.

–Ok, vámonos

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