Nuevos relatos publicados: 11

Desatando a la puta

  • 12
  • 18.346
  • 9,69 (32 Val.)
  • 4

Esto sucedió hace unos meses. Fue al principio de registrarme en este foro. Después de comentar varios post recibí un correo privado de un "cornudo". El tipo decía tener una fantasía no cumplida. Era un consentidor potencial deseando serlo realmente pero no sabía cómo proponérselo a su mujer. Al parecer, años atrás, ella le había sido infiel con un compañero de trabajo. La pareja estuvo a punto de romperse pero él quedó extrañamente marcado. Me hablaba que cuando superó el impacto inicial la situación de saberse cornudo le excitaba. La cuestión es que fantaseaba con presenciar a su mujer follando con otro tío. A ser posible desconocido.

Después de muchos correos el tipo se iba armando de valor. Una noche se folló a la mujer y en pleno éxtasis se confesó. Parece ser que el orgasmo de ambos fue brutal. Pero el post coito fue algo incómodo. Sin llegar a discutir parece que la relación se tensó. Sobre todo por parte de ella. El tipo me escribió para despedirse y contarme que todo aquello había sido una mala idea y que su mujer se lo había tomado demasiado mal.

Dos semanas después el tipo me volvió a escribir. Resulta que la mujer había hablado con él sobre la propuesta. Se la había reconsiderado. Al parecer estaba dispuesta a cumplir la fantasía de su cornudo marido. Él le mintió diciéndole que se pondría a buscar a algún tío por la red para que ella le diera el visto bueno. Lo que hizo fue recuperar el contacto conmigo y me pidió fotos para convencer a la mujer. También me envió de ella.

Ninguno de los dos estábamos mal. Yo a mis 48 me mantenía en forma, alto, no soy feo y mi polla tampoco está mal. Ella no era una belleza racial ni tenía un cuerpo de tipo modelo pero era una mujer atractiva de 40 años. Algo rellenita y con mucho morbo. Ojos claros, piel blanca, buen culo y buenas tetas.

Después de varios intentos acordamos vernos en su ciudad un viernes noche. Vivían en un pequeño pueblo rural a las afueras de una capital castellana con catedral y barrio no apto para asmáticos. Llegue en mi coche y me aloje en un céntrico hotel aunque si la cosa iba bien dormiría en casa de mis anfitriones.

Cinco minutos más tarde de lo acordado apareció, por una conocida plaza de la ciudad, la pareja. La verdad es que nos gustamos mucho más en persona que en fotografías. Yo con vaqueros y camisa. Ella con un elegante vestido que realzaba su maravilloso busto y disimulaba sutilmente sus kilitos demás. Era una mujer elegante, atractiva y a estas alturas (sabiendo a lo que había accedido) muy, muy morbosa. Su marido llegaba directamente al matadero. Pese a ser un tipo atractivo, la situación que estaba a punto de vivir le convertía en una víctima de su propia fantasía.

Estuvimos de bar en bar tomando pinchos y cervezas. Una vez roto el hielo inicial la conversación fluyó con facilidad. Conectamos bien, nos reímos, nos divertimos y hubo química entre los 3. Después continuamos en un bar de copas donde ella y yo bailamos y comenzamos a caldear el ambiente. Al ritmo de música noventera nos fuimos rozando de manera morbosa ante la mirada del marido que empezaba a sentirse tan excitado como preocupado. Ella me dio la espalda y rozó su culo descaradente por mi paquete mientras recogía su melena con las manos sobre la cabeza. Destilaba sensualidad por segundos. No pude evitar besarla en el cuello mientras su marido nos miraba. La agarré por las caderas y le hice saber que mi polla estaba encantada de conocerla.

Después de 3 copas la tensión sexual era incontenible. Decidimos salir del local en busca del coche. Por el camino, ella y yo íbamos agarrados por la cintura dándonos picos mientras su marido caminaba unos metros detrás de nosotros. Al cruzar una esquina nos dimos de frente con un portal de un edificio señorial abierto. Fue ella quién se le ocurrió que aquel era un buen lugar para desfogarnos. Tiró de mí hacia dentro. Su marido nos siguió en silencio. Refugiados tras la puerta comenzamos a besarnos desesperadamente. Me abalancé sobre las tetas de la mujer para comérselas. Le saqué una y pude apreciar el precioso pezón rosado que tenía. El marido encendió la luz del móvil para no perder detalles. Ella gemía sintiendo como mis labios succionaban su pezón.

De repente me detuvo y se arrodilló ante mí:

-Quiero comerte la polla delante de mi marido.

Supongo que al oír eso el pobre cornudo se estremeció. Yo me deje hacer y ella, con habilidad, logro desabrocharle el pantalón y liberar mi polla. El marido alumbró con la linterna del móvil y se recreó en el momento en que su mujer engullía mi rabo. Gordo y caliente, se lo introdujo entero en la boca hasta la campanilla. Yo gemí de gusto cuando la lengua de la mujer comenzó a jugar con mi polla. La agarré por la cabeza y empecé a follármela lentamente. El marido se sacó la polla para pajearse.

Ella me paró. Se recogió la melena en una cola y miro al marido:

-¿Esto es lo que querías, no? Ver a la puta de tu mujer hacerte un cornudo. Pues está noche te vas a hartar.

El marido no hablaba solo se pajeaba.

-Calla y sigue mamando, puta.

Le ordené sabiendo que era yo el que mandaba. Ella me sonrió y se la tragó entera. Comenzó a salivar. Sus babas caían por la comisura de los labios hasta sus tetas y mis cojones. Paro para tomar aire:

-¿Te gusta, cabrón? ¿Te gusta cómo te la chupa una verdadera puta?

-Joder, que guarra es tu mujer, cornudo. -dije mirando al pobre diablo que se machaca a la polla junto a nosotros.

-Pégame, cabrón. Trátame como merezco.

La miré mordiéndome el labio inferior y le crucé la cara ante la mirada de asombro de su marido. El sonido quedó suspendido en el aire antes de que la mujer se lanzara como una loca a devorar mí polla. El ruido líquido de sus babas cuando mi polla chapoteaba entrando y saliendo de su boca sirvió de preludio para que el cornudo se terminará la paja. El tipo me separó y se corrió sobre la cara de su mujer:

-Toma pedazo de puta.

Ella recibió los chorros de lefa de su marido con gusto. La imagen hizo que me corriera también, así que apuntando a la cara le llene los labios y el mentón de lefa. La mujer recogió los restos de semen de ambos y los llevó a su boca. Se los tragó como una buena guarra. El marido le tendió un cleenex para que terminara de limpiarse. Después salimos del portal y nos dirigimos al coche. Ella se sentó detrás mientras su marido conducía y yo iba de copiloto. Entre bromas sexuales y propuestas para la noche recorrimos los 10 minutos hasta su casa.

El matrimonio era padre de 2 hijos que esa noche la pasaban en casa del abuelo materno. El padre de la mujer vivía en la casa de al lado. Cuando llegamos a las 3 de la madrugada no había movimiento en la casa del abuelo con lo que todos dormían. La posibilidad de ser oídos durante la sesión de sexo era reducida.

Entramos en la casa del matrimonio riendo. El marido nos preparó unas copas, momento que aprovechamos su mujer y yo para comenzar a besarnos y desnudarnos. Cuando volvió el cornudo nos encontró sin ropas y excitados. No bebimos las copas y subimos directamente al dormitorio. El marido nos siguió.

Nada más entrar nos tiramos en la cama de matrimonio y comenzamos a comernos. A recorrer nuestros cuerpos como dos adolescentes. Nos llamamos, nos mordíamos, nos arañábamos. Gemíamos, suspirábamos. El marido no podía creer lo que veía. Su mujer se comporta a como una puta desatada deseosa de sexo. Algo que no sucedía con él. En un momento ella se colocó sobre mí. Me agarró la polla y la dirigió a la raja de su coño. Lentamente se dejó caer. Si entiendo como mi rabo iba ganando centímetro a centímetro espacio en su vagina. De repente dio una sentada fuerte y se la encajo completamente. Un grito nos hizo saber que le había llegado muy dentro.

Echo la cabeza hacia atrás y apoyando las manos sobre mi cuerpo comenzó una lenta cabalgada. Su movimiento de cadera era excelente. Aprieta a la musculatura de su vagina atrapando mi polla en su interior sin dejar de cabalgar. Me estaba llevando al orgasmo cuando decidí tomar las riendas.

Agarrándola por la espalda gire sobre ella sin sacarle la polla de dentro. Ahora quedaba ella boca arriba con las piernas abiertas y yo en medio. Comencé entonces un movimiento de cadera, percutiendo cada vez más fuerte contra su coño. Arrancando gemidos y gritos de la mujer. Ella me agarró y clavó sus uñas en mi espalda cuando sintió que llegaba al orgasmo:

-Así, joder. Dame fuerte cabrón. Mira cornudo la follada que me está pegando

El marido no pudo evitar volver a correrse con otra paja ante la escena de cuernos consentido que él mismo había provocado. Yo anuncié que me correría y lo hice dentro del coño de aquella puta infiel. Durante unos segundos quedamos abrazados en silencio. Yo notaba los movimientos espasmódicos de la vagina terminando de ordeñar mi polla. Por fin salí del interior de la mujer y quedé tumbado en la cama. Ella se levantó y fue al baño.

La situación era un tanto embarazosa en el dormitorio. El marido sentado en una silla con la polla fuera. Yo desnudo, tumbado en su cama después de haberme follado a su mujer. Por fin volvió ella. Ignorando al marido por completo paseo su desnudez por la habitación hasta coger un cigarro. Lo encendió y se sentó junto a mi en la cama. Sin mirar si quiera a su marido comenzó una conversación conmigo compartiendo el cigarro.

Una vez lo terminamos ella se apoyó sobre mi cuerpo y comenzó a acariciarme. Yo le correspondía. Nos comenzamos a calentar de nuevo. Mi polla reaccionaba a la mano de la mujer. Una vez consiguió que mi polla creciera se inclinó para lamerla. A estas alturas el marido estaba superado por la situación. No sabía muy bien cómo actuar. Hacía tiempo que no le hacía gracia que esto siguiera adelante pero después de haberle sentido a la mujer había perdido autoridad para frenar todo.

La mujer comenzó a chuparme la polla mientras yo le acariciaba las nalgas. Llevaba mis manos desde su culo hasta la raja del coño. Con los dedos abría sus labios vaginales para comprobar cómo se humedecían. Chapoteaba con ellos en el coño de la mujer antes de llevarlos a su ano y, con movimientos circulares, empezar a dilatártelo. Ella suspiraba sin un ápice de oposición lo que me dio a entender que esa noche la encularía delante de su marido. En el dormitorio los únicos sonidos eran los suspiros del marido, mis gemidos con la mamada y los líquidos que producía mi polla entrando en la boca de la mujer.

Ella se la mantuvo unos segundos dentro hasta el borde de la arcada antes de detenerse. Se colocó a cuatro patas frente a su marido:

-¿Querías ver lo puta que es tu mujer? ¿Te ponía saber hasta donde era capaz de llegar con otro tío? ¿Te excitaba saber todo lo que me hizo el compañero de trabajo con el que me lie hace tanto tiempo? Pues ahora lo vas a saber cornudo. Vas a saber cómo se comporta tu mujer en manos de un verdadero tío.

El hombre no sabía ni que decir. Yo me coloque justo detrás de ella y comencé a masturbarla.

-Dame por culo, cabrón. Muéstrale al cornudo de mi marido como hay que tratar a una puta como yo. Reviéntame el culo. Méteme la polla hasta que me partas en dos.

Mirando al cornudo del marido azote las nalgas de la puta infiel. Luego le metí los dedos en el coño antes de llevarlos a su ano. Ella se quejaba pero seguía a 4 patas delante de mi. Únete el culo de la zorra con un gel viscoso que previamente había cogido de la mesita de noche y sin demasiado esfuerzo la enculen. Le di un puntazo fuerte agarrado a sus caderas que la hizo aullar de dolor. El cornudo no dejaba de mirarnos con la polla tiesa. Otro puntazo y el cuerpo de la mujer cayó desvanecido sobre el colchón. Sólo se mantenía con las rodillas lo que hacía que su culo quedase más a mi merced. Me incorporé sobre su grupa y comencé una follada frenética. La mujer comenzó a gritar y gemir, pidiendo más. Yo obedecí haciendo que mi polla llegará lo más adentro posible. La estaba destrozando.

Nuestros cuerpos comenzaron a sudar. Yo aceleré hasta el punto de empujarla contra el colchón. La mujer quedó boca abajo y yo sobre ella, apoyando una mano contra su nuca de manera que quedaba inmovilizada. El sonido de mi pelvis contra sus nalgas se intercalaban con los gemidos de placer de ella y los suspiros del marido que, a estas alturas, se masturbaba a pocos centímetros de la cara de su mujer.

Él fue el primero en llegar. Un grito casi anal y varios chorros de lefa impactaron contra la cara de la mujer. Alguno cayó en su boca. Yo tensé la musculatura cuando con un bufido comencé a rellenar sus intestinos de leche caliente. Ella se retorcía dándose placer con los dedos mientras mi polla no dejaba de percutir en su dilatado ano. Alcanzó un fantástico orgasmo regada y rellena de leche de su marido y un desconocido.

Caímos rendidos y dormidos. Recuerdo salir de la casa de la pareja cerca del amanecer mientras ellos dormían. Salí andando hasta una gasolinera a las afueras del pueblo donde me avisaron un taxi que me llevo hasta mi hotel. Nunca más hemos vuelto a tener contacto. Espero que estén leyendo esto y se pongan en contacto por privado.

(9,69)