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Después de la pandemia

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Había pasado cerca de dos años desde que regresé a mi casa,  todo estaba volviendo a la normalidad, la pandemia dejaba una estela de muerte y familias fragmentadas, una de esas víctimas habría sido mi suegro. Escucho una mañana que tocan la puerta de mi hogar, sorpresa mi suegra, estaba rejuvenecida, ese tiempo lo invirtió en hacer dieta y ejercicios, la muerte de su esposo le sentó bien.

Mi esposa la recibió y le dijo que descansara, mi mujer se alistó para salir para el trabajo, no tardó ni cinco minutos en presentarse mi suegra en bata de dormir, se notaba que no llevaba nada debajo, sin más preámbulos me dijo que había vuelto por lo suyo, tomando mi pene con una mano y acariciarlo con suavidad, sentándose en una silla sacó mi miembro de mi shorts y lo besó y succionó con gran pericia.

Luego de un buen rato me sentó en la silla, me dijo que le abriera las nalgas y sentándose se empaló hasta el fondo, gimiendo y gozando, haciendo movimientos circulares, cada cierto tiempo subía y bajaba, me decía que era mi perrita, que siempre sería mi putica, quería tener mi pene hasta el fondo, cambiamos de posición y se puso en cuatro, la penetré por su vagina bastante tiempo hasta que alcanzó un orgasmo, cuando iba a acabar me ordenó que le llenara el culo de leche, así mismo hice.

Después de bombear con fuerza me vacié dentro de sus entrañas, ella gritó de placer, agotados decidimos desayunar, me comentó que su yerna y su hija (mi cuñada) también me extrañaban, que en cualquier momento retomaríamos nuestras aventuras.

(Sin valorar)