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Día de playa con una amiga

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Tras la marcha de Lucas con su familia, me disponía a pasar mi primer verano con novio, pero al mismo tiempo sin él. Una mezcla entre tristeza y enfado invadió mi cuerpo desde el momento en que me comunicó la noticia que me hizo estar varios días sin dirigirle la palabra.

Ahora por su culpa mi verano básicamente consistiría en ir a la playa, salir de fiesta y ayudar en casa. Ya no tendría sexo casi a diario como había planeado o eso pensaba.

Me desperté como cada día muy tarde ya que también me acostaba bastante tarde en las noches. Había quedado con una amiga para ir a la playa, la hermana de ella nos acercaría hasta la más cercana y allí nos quedaríamos hasta que se pusiese el sol que es cuando se pasaría a recogernos de vuelta una vez acabada su jornada laboral. Era un día caluroso de verano por lo que la playa estaba a reventar a pesar de eso encontramos un hueco para colocar nuestras toalla, las dos llevábamos un conjunto de bikini con tanga para agarrar mejor el sol el mío en esta ocasión era negro mientras que el suyo rosado. Antes de nada, os describiré cómo es ella para que os la imaginéis mejor. Carol era más o menos de la misma estatura y complexión que yo, tenía el pelo castaño alisado, usaba gafas y lo que realmente os interesa tenía unos pechos que atraían las miradas de los chicos, creo recordar que usaba una talla 100 copa D.

Entre nosotras teníamos mucha confianza y es que nos conocemos desde niñas, estudiamos juntas, nos fuimos de fiesta juntas e incluso más de una vez nos hemos visto desnudas.

Carol fue la primera de nosotras en desvirgarse, fue con su primer novio que conoció en el instituto, desde entonces había tenido un par de relaciones más, la última había terminado hacía apenas unas semanas y todavía estaba en la etapa de odiar a los hombres. La verdad es que no había tenido mucha suerte hasta el momento con los chicos ya que el primero era un controlador celoso del que se libró cuando sus padres se mudaron de ciudad, mientras que los dos últimos le habían montado los cachos con otra y que aun por encima se acabaría enterando por otras personas.

Para pasar la tarde, además de darnos un chapuzón y tomar el sol, Carol se había traído una baraja de naipes y el plan era echarnos unos blackjacks- Para darle más emoción se me ocurrió una idea.

- Oye Carol y si la que pierde la ronda tiene que hacer un reto.

- Uy si, me fascina esa idea jiji.

- Venga, empecemos entonces.

Tras barajar las cartas nos repartimos dos para cada una mientras que las sobrantes las puse entre las dos. A mí me había tocado un 10 de picas y un 7 de corazones, con 17 mi plan fue plantarme y no agarrar más.

- Yo me planto, tú?

- Yo voy una más.

Poco después de agarrar su carta sus ojos se iluminaron.

- Blackjack!!

- No te creoo qué suerte tienes.

- Jaja te fastidias.

- Bueno en fin rétame pues.

- Mmm pues te reto a que... hagas topless

- Comooo???

- Ya me has oído y te toca cumplir por perdedora…

Hasta el momento nunca había hecho topless en la playa aunque era algo bastante habitual, de hecho en esa playa había unas cuantas que lo estaban haciendo por lo que no iba llamar mucho la atención que yo lo hiciese también. Me armé de valor y empecé a desatarme el lazo anudado en mi espalda, dejando caer luego los tirantes y por último retirándolo a un lado para guardarlo en la mochila. En ese momento una brisa acarició mis pechos desnudos haciendo sentirme terriblemente a gusto, el anciano que había venido con su esposa y estaba sentado a nuestro lado fue un espectador de lujo de mi maniobra, no se perdió ni un segundo de mi espectáculo. Se me quedó mirando unos segundos, cuando se percató que me había dado cuenta de su descaro me sonrió y me guiñó un ojo. Se ve que cuando llegas a cierta edad ya no tienes vergüenza ninguna en hacer lo que te plazca.

Una vez hecho el reto y de contarle a mi amiga lo descarado que era el viejo entre risas las dos seguimos como si tal cosa, la táctica conservadora me había vuelto a resultar mal, esta vez saqué dos ochos mientras que ella alcanzó los 19.

- Como puede ser que haya vuelto a perder pfff.

- Venga menos refunfuños, ahora tal como estás te vas a ir a dar un chapuzón, para que todos te vean en tetas jajaja

Cuando me levanté de mi sitio el viejo nuevamente me estaba mirando pero esta vez su vista estaba clavada en mis nalgas, nunca me importó que me mirasen de hecho lo consideraba un halago, como si tal cosa, una vez totalmente erguida y de espaldas a él comencé a sacudir la arena que tenía pegada a mi trasero usando mis manos. Acabada la nueva función de mi espectáculo para ese señor me fui en dirección a la orilla, Por el camino no pude evitar fijarme que casi todos los hombres con los que me crucé de una manera o de otra acababan por mirarme a los pechos, una vez alcanzado mi meta me lancé de golpe a dentro del agua, luego de estar tanto tiempo al sol el contraste de temperatura con el agua haría que meterme del todo me llevase cierto tiempo. Quería tomar cuanto antes la revancha así que según entré me regresé trotando hasta mi toalla.

- Listo, vamos a por la siguiente. Que esta fijo que la gano.

- Que prisas se ve que el agua estaba fría, ¿verdad?.- dijo riéndose mientras me señalaba mis pechos.

No me había percatado hasta entonces, el contraste de temperatura había provocado que mis pezones se pusieran como una piedra. Todavía estaba mojada y sentía como se deslizaban las gotas de agua por todo mi ser, si a eso le sumamos la luz directa del sol sobre mi cuerpo hacía que mi piel brillase de forma especial. Nuevamente sentí la mirada del viejo clavada en mí, pero esta vez no era el único, otro chico que había venido con su pareja tampoco me quitaba el ojo de encima.

Buscando mejor suerte decidí barajar de nuevo las cartas. Una vez repartidas me había tocado un 15, esta vez decidí arriesgar y tomar otra carta, me salió un 4 en total 19.

- Me planto, tú?

- Yo también.

- ¿Qué tienes?

- Yo 18, ¿tú?

- ¡¡¡19!!!, te gaaaneé chupate esa jajajaja.

- Ay no que fastidio.

- Te toca hacerme compañía, sácate esos melones que los vea toda la playa.

- Ay nooo que pena me da.

- Tu fuiste la de la genial idea ahora te toca cumplir, venga.

Siguiendo los mismos pasos que yo había hecho previamente se sacó su parte de arriba dejando a la vista de todos sus prominentes pechos, eran muy bellos con un pezón moreno más pequeño que el mío y con un lunar en el izquierdo. Giró su cabeza en busca de mirones no fue difícil imaginarse de quien se trataba uno de ellos. Se puso roja de la vergüenza, ella era más tímida que yo para esa clase de cosas, pero todo esto había empezado por culpa suya. Se lo tenía merecido. Vernos a las dos en topless debía de ser un espectáculo y os mentiría si os digo que aquella situación no me empezaba a calentar, quería seguir atrayendo más y más miradas.

Ahora que estábamos en igualdad de condiciones, la siguiente ronda se prometía aún más interesante, tras conseguir veinte después de tomar dos cartas me veía ganadora pero lo que no me esperaba era que ella sacase también otros 20.

- Empate y ahora qué hacemos.- me preguntó ella.

- Pues yo propongo un reto para las dos.

- ¿En qué estás pensando?

- ¿Viste como nos están mirando los hombres qué hay cerca?

- Sí tía qué vergüenza.

- Pues a mi me está gustando que nos miren jaja

- Pero que dices jaja bueno si te soy sincera a mí un poco también.- escuchar esas palabras era luz verde para proponérselo

- ¿Y si fingimos ser novias para calentarlos aún más?

- Tú estás loca.

- Sabes que sí, ni porque no me conocieses.

- Ya pero eso me parece demasiada locura.

- Bueno un beso tímido solo para ver cómo nos miran, ni porque nunca lo hubiésemos hecho.

- Eso es diferente y lo sabes, cuando bebemos mucho no controlamos, esos no cuentan.

- Pues besas de maravilla que lo sepas.

- Bueno y tú también.

- Entonces

- Bueno dale pero sin lengua que te conozco.

Me acerqué a ella, la miré, le aparté su cabello del rostro, le puse la mano en la mejilla y acercando mi boca a la suya le planté un beso en sus labios durante dos o tres segundos. Cuando este terminó nuestras miradas se cruzaron, algo había cambiado en su forma de verme, ahora fue ella quien acercándome con su mano llevó la iniciativa del siguiente beso más largo y más apasionado. Cuando terminamos y vimos como todos nuestros vecinos no nos quitaban el ojo de encima me acabó de calentar por completo. En aquel momento habría hecho cualquier locura, que ella estuviese de acuerdo en hacer.

- Necesito un chapuzón, este sol me está matando.

- Yo también la verdad, voy contigo.

Las dos nos fuimos juntas hasta la orilla. Por el camino un reguero de miradas indiscretas analizaba nuestros pechos, cuando llegamos esta vez no tenía prisa en meterme porque ya estaba donde quería estar. Para ayudar a que se aclimatara a la temperatura del agua la ataqué por la espalda con una oleada de salpicaduras.

- Ayyy pero que haces bruta, está helada.

- Jajaja es por ayudar.

- Ahora vas a ver tú.- haciendo cuenco con las manos y sumergiéndolas bajo del agua me la lanzó mojándome por completo todo el torso.

- Serás capulla. donde más duele.

Enrabietada me lancé hacia ella y de un empujón la desequilibré lo suficiente como para que se hundiese en el agua, sin embargo mientras caía y sin saber cómo, había conseguido hacer pinza con una de sus piernas y arrastrarme junto a ella. Entre risas nos levantamos como pudimos, el agua nos llegaba hasta la cintura pero ya estábamos completamente mojadas.

- Dios te voy a matar, no quería mojarme el pelo por no hablar de las gafas.

- Para eso tienes que pillarme antes.- lanzándome en plancha empecé una carrera improvisada mar adentro.

Con cada brazada que yo daba sentía que ella se me acercaba más y más a pesar de la ventaja que tenía por haber salido primero. Claramente ella era mejor nadadora que yo, tenía las de perder y así fue. Con su mano adelantada tras el movimiento de nadar consiguió agarrarme del tobillo, me tenía presa, su otra mano se posó más arriba en la pierna logrando atraerme hacia ella luego con un tirón fuerte hacia abajo logró hundirme bajo el agua. Braceando mientras me hundía me agarré a lo que pude y no fue a otra cosa que a uno de sus pechos, su tacto era muy agradable, suave y mullido.

Ese agarre no fue suficiente y ya totalmente sumergida me di cuenta que a pesar de haber nadado un trecho conseguía hacer pié lo que me ayudó para recuperar mi posición de pelea. Ahora me tocaba atacar a mí, la estrategia era colocar mi pierna entre las suyas y hacerle una llave para lograr derribarla. Cuando ya tenía la pierna en posición y una de mis manos rodeándola por debajo del brazo sentí que no era capaz debido a la resistencia que ella hacía. Con sus dos piernas logró atenazar la mía con fuerza lo que impidió el movimiento de arrastre inicial. Esa posición se prolongó durante unos segundos, nuestros cuerpos no podían estar más juntos el uno del otro, se nos notaban los agitados latidos de nuestros corazones. Nos miramos, nuestras risas en ese momento se detuvieron un instante, iba a suceder otra vez.

Nuestros labios se juntaron tímidamente en un principio, y apasionadamente poco después. La promesa de no hacer uso de la lengua fue ella quien la rompió a los pocos segundos de nuestro encuentro, sentí como se abría paso a través de mis labios y se chocaba con la mía inerte hasta ese momento. Presa del deseo la liberé de su inactividad para comenzar a explorar su boca tal y como ella hacía con la mía. Mis manos recorrían su espalda al igual que la suyas hacían lo propio con la mía, estábamos presa la una de la otra. El frío del agua contrastaba con el calor que cada una de nosotras radiaba. Las manos pronto cambiaron de lugar y fueron libres de buscar nuevos destinos en nuestros cuerpos.

Estábamos a unos treinta metros de la playa, a esa distancia apenas podrían divisar lo que las dos estábamos haciendo. Estábamos pegadas sí, pero el agua nos cubría hasta los hombros por lo que no sabrían cómo nuestras manos exploraban cada centímetro de nuestros cuerpos. Mis manos pasaron de estar inocentemente en la espalda a tener la derecha amasándole el culo y la izquierda sobándole uno de sus enormes pechos. Todo ello sin despegar nuestros labios comiéndonos a besos la boca y el cuello. Poco a poco fuí deslizando mi mano izquierda por su vientre hasta adentrarme en el interior de la única prenda que nos alejaba de estar completamente desnudas, me sorprendió sentir que no tenía ni un solo pelo allí abajo, yo en cambio solo me lo recortaba lo justo como para que no asomase por fuera del tanga. Mis dedos se deslizaron por su vagina explorando sus labios, ella copió mis movimientos e hizo lo mismo conmigo. Nuestras manos frotaban los labios con ímpetu en ese momento dejamos de besarnos y pasamos a apoyar la cabeza en el hombro de la otra.

- Mmmm Carol me estás matando del gusto. - le dijo susurrándole al oído.

- Y tú a mí mmmm.

Tras un rato de estar nuestras manos jugando allí abajo pasamos de estar susurrándonos a estar gimiendo la una en el oído de la otra. Nuestros dedos habían conseguido alcanzar el clítoris de cada una y mientras el pulgar lo acariciaba en círculos los otros dedos frotaban sus labios. Sentía su humedad en mis dedos y no era por estar sumergidas era una humedad distinta, viscosa. Abrazadas, unidas, asi estábamos en aquel momento de placer, nuestros dedos no dejaban de moverse, nuestros pechos de rozarse, nuestra mano derecha de manosearnos el culo. Aquello estaba a nada de estallar los gemidos se hicieron más y más fuertes.

- Aaah aaah me voy a correr Laura no parees…

- Aaah Yo igual aaaah. Besameee

El choque de nuestros labios nuevamente sumado a la fricción de nuestros cuerpos hizo capaz el logro de alcanzar nuestro orgasmo prácticamente al mismo tiempo. Permanecimos abrazadas unos instantes más sintiendo la respiración agitada la una de la otra, la corriente del agua acariciando nuestros cuerpos prácticamente desnudos los rayos del sol iluminando nuestras sonrisas…

Cuando terminamos de recomponernos, regresamos a la orilla, allí nos dimos otro beso más ahora sí a la vista de todo el mundo y nos fuimos agarradas de la mano hasta la toalla. Allí nos estiramos al sol para secarnos y pasar el resto de la tarde entre risas y cotilleos. A partir de esa tarde de playa nuestra relación fue todavía más estrecha de lo que ya lo era. Volveríamos a repetir momentos de lujuria como este varias veces más durante el verano aunque para mi Carol no iba a ser el único amante que tendría…

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