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Dia festivo

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Esa mañana Martha se levantó tarde, no debía ir a trabajar por ser día feriado, así que decidió tomárselo con calma, el sol entraba ya de lleno por la ventana de su recamara, sentía como caía en su piel, calentando su cuerpo, empezó a sentir como se iba llenando de energía, se levantó y se dirigió a la ducha.

Era una sensación placentera el agua caliente cayendo por su cuerpo, las gotas caían resbalando por todo su cuerpo, resbalaban desde la cabeza, siguiendo diversos caminos, por la espalda seguían el camino que les marcaba su larga cabellera rubia, bajaban por el culito y las piernas, otras tomaban el camino frontal, pasaban por las tetas, caían por la deliciosa rajita y de nuevo por sus piernas.

Parecía que sentía el camino de cada una de ellas, tomo el jabón y empezó a acariciar su cuerpo, masajeaba sus senos, los amasaba, claramente sentía como sus pezones se iban poniendo duros, se enjabono la espalda, las piernas y de nuevo encontró un lugar de placer, al enjabonarse la entrepierna sintió una cálida sensación, pasaba sus dedos por afuera de su rajita, a pesar de la humedad externa podía sentir como se mojaba por dentro, uno de sus dedos incursiono dentro de sus labios, podía sentir el calor que emanaba de ella, mayor al del agua caliente, era una bella danza la que tenían su dedo y su clítoris, su dedo recorría toda su vulva, tenía ganas de meterlo, pero prefirió terminar el baño.

Salió con su cuerpo húmedo, secando su hermosa cabellera, pensando en la ropa que se iba a poner, se encontró unas bragas negras adornada con piedras, unas medias negras de red, pensó Martha: esto para empezar.

Comenzó a aplicarse una capa de crema humectante, esa que hace que su piel luzca radiante, se colocó frente a la ventana para seguir deleitándose de los rayos del sol, muy entretenida extendiendo la crema por todo su cuerpo, cuando de reojo volteo hacia afuera y pudo ver que su vecino Jorge la espiaba a través de su ventana, por alguna razón esto a Martha no le molesto, por el contrario pensó: quieres espectáculo, yo te lo voy a dar.

Continuo el proceso de colocarse crema, tomo un poco más, se la extendió en ambas manos y se la aplico en las nalgas, se puso de perfil hacia el mirón, se inclinó un poco y levanto el trasero mientras se aplicaba la crema con ambas manos, se las pasaba con fuerza, se las apretaba, se las masajeaba, hasta las abrió un poco para dejar ver el tesoro oculto dentro de ellas.

Tomo sus bragas y se las coloco, pero ahora le dio la espalda por completo a la ventana, abrió las piernas y se agacho para ponerse la prenda, una vez colocada se incorporó, volteo de reojo para ver a su espectador, tuvo que mirar de nuevo para constatar lo que creyó ver, el depravado se había sacado el pene y lo estaba frotando con furia, nuevamente pensó Martha: en otra ocasión esto habría terminado, pero quiero ver hasta donde es capaz de llegar.

Tomo sus medias y comenzó a calzarlas, se colocó en la cama de manera que el público no perdiera detalle de lo que estaba haciendo, se acariciaba las piernas al mismo tiempo que se acomodaba las medias, buscaba el mejor perfil, hacia las poses más eróticas que se le ocurrían, pensaba ella: no creo que llegues a que termine de vestirme sin que te vengas; cuando termino de colocarse las medias volteo hacia la ventana para ver la cara de su vecino depravado, pero ya no estaba; caray pensó Martha, no me duro el espectáculo completo.

Mientras pensaba que más se pondría de ropa se calzo unos zapatos de tacón alto, le gustaba verse al espejo como se realzaba su figura, las piernas exhibían un mejor torneado y su culito se levantaba como esperando algo.

En eso un toque en la puerta la volvieron a la realidad, salió de su trance se colocó una blusa holgada y larga para asomarse a ver quién estaba a su puerta, se acercó sin reparar en lo provocativo de su vestimenta, entreabrió la puerta al tiempo que preguntaba quién era, se quedó fría al ver que era su vecino, no sabía que decir, solo alcanzo a murmurar: ¿que desea?, el empujo la puerta al tiempo que respondió – terminar lo que empezamos, el entro dentro de su apartamento, cerró la puerta de golpe y la tomo entre sus brazos.

Martha estaba confundida, no sabía lo que estaba pasando, el comenzó a besar su cuello mientas ella sentía como se iban deshabilitando todas sus defensas, las manos de Jorge empezaron a acariciar la espalda de Martha por debajo de la blusa, Martha se dejaba tocar y besar, realmente lo estaba disfrutando: Jorge de un solo movimiento despojo a Martha de su blusa, dejándola solo en bragas, medias y tacones, la cargo en brazos mientras la conducía a su recamara, en el camino la beso de nuevo en el cuello, hombros y senos.

Al llegar a la recamara la deposito en la cama, mientras Martha trataba de reincorporarse, Jorge desabrocho su pantalón y saco de él un enorme miembro que sobresalía de su mano que lo sostenida, se lo ofreció a Martha que de inmediato se acercó a él, se hinco y tomo ese enorme pedazo de carne con su mano, su boca se fue hacia la glande del enorme miembro, lo primero fue un beso largo con lengua incluida, después comenzó a lamer aquel tronco tratando de comer algo que definitivamente no cabía dentro de su boca; ella lamia con desesperación aquel camote, trataba de tragarlo pero se atoraba en su garganta así que tenía que dejarlo ir, salía de su boca con saliva escurriendo por toda su longitud, Martha acariciaba sus huevos mientras comía de a pedazos ese enorme tronco de carne negra.

Disfrutaba cada lamida, empezó a aprenderse el camino de cada una de las venas que recorrían ese enorme tronco, las acariciaba con su lengua, las lamia, y hacia esfuerzo inútiles por metérsela completa dentro de la boca, Jorge la tomaba de la cabeza mientras sus miradas se cruzaban, miradas llenas de lujuria, miradas que invitaban a seguir intentándolo; Jorge la tomo de la nuca con ambas manos y la jalo hacia él, tratando de meter por completo esa tremenda pieza dentro de la boca de Martha, ella sentía que se ahogaba, abría su boca lo más grande posible, pero no lograba el cometido, Jorge comenzó a mover su verga como si estuviera tratando de hacerle el amor a su boca, metía y sacaba el enorme trozo de la boca de ella con ritmo, de repente el movimiento se detuvo, saco su pene de la boca de Martha y la tumbo sobre su espalda, se acomodó entre sus piernas, abriéndolas por completo y comenzó a comer de la rajita de Martha, primero por encima de las bragas, pero poco a poco su lengua se las ingenió para hacer de lado la prenda, quedando al descubierto su vagina, un hermoso tesoro de labios oscuros que resaltaban entre la blancura de su piel, él comió de su vulva, chupaba cada centímetro de su vagina, ruidosamente, se escuchaba cada chupetón, cada succión, y ella lo podía sentir como retumbaba hasta su cabeza.

Finalmente la despojo de sus bragas, solo quedo en medias y tacones, recostada sobre su espalda, la tomo por los tobillos y abrió sus piernas lo más que pudo, acomodo su pelvis cerca de la de ella, para presentarle su tronco frente a su vagina, coloco su cabeza en la entrada de su vulva, esta palpitaba y se movía en espasmos, como si quisiera alcanzar esa cabeza para morderla con los labios vaginales; finalmente Jorge empezó a empujar su tronco dentro de la vagina de Martha, era un avance lento, la cabeza de su miembro se abría paso entre las paredes de la vagina de ella, podía sentir como avanzaba poco a poco, parecía que nunca terminaría de avanzar, hasta que finalmente sus huevos se depositaron sobre sus nalgas, lo dejo ahí un momento, para que se acostumbraran uno del otro, de repente sin avisar, saco el miembro y lo ensarto con gran fuerza y rapidez, Martha soltó un grito ahogado, sintió que la cabeza de ese monstruo la había atravesado por completo, la electricidad recorría todo su cuerpo, la humedad de su vagina había rebasado los límites de su capacidad, comenzó a gotear, en tanto que Jorge bombeaba su tronco dentro de ella, cada vez mas firme, cada vez hasta el fondo, se escuchaba el choque de las carnes cuando el miembro de él entraba hasta el fondo de la vagina de Martha.

Martha estaba ya perdida en su orgasmo, cada vez que el ensartaba su miembro, la vagina de ella dejaba escapar chorros de una venida interminable, de repente él se detuvo y saco su pene de ella, de un solo movimiento hizo que se girara, le levanto el trasero y le abrió de nuevo las piernas volviéndola a penetrar por la vagina, ahora la dirección de penetración era otra, tocando sitios que anteriormente no habían sido tocados, era como una experiencia nueva, salvo por el sonido de choque de la pelvis de el con las nalgas de ella, era un sonido seco, que hacía que la piel blanca de sus nalgas se fuera tornando rosada y después roja por los embates de Jorge.

Martha sintió que empezaba a desfallecer, sus piernas empezaron a temblar de manera incontrolable, temblor que se propago por todo su cuerpo, cayo desfallecida mientras su vagina soltaba chorros acompañados de espasmos interminables, finalmente Martha pudo incorporarse, viendo que el aun no tenía su orgasmo, se hinco de nuevo y comenzó a masturbarlo con una mano, que subía y bajaba empuñando el tronco, mientras con la otra masajeaba sus testículos.

Subió la mirada para buscar sus ojos, en tanto que continuaba el movimiento de su puño, cada vez más fuerte, cada vez más largo, el rostro de Jorge empezó a desencajarse, el rictus de placer que anunciaba la explosión de sus testículos, Martha lo descubrió y acelero el ritmo de la masturbación, cada vez más rápido, Jorge cerro sus ojos y volteo la cabeza hacia el techo, de manera inmediata su cabeza empezó a escupir chorros de leche espesa, blanca que se proyectaban hacia el cuerpo de Martha, donde se confundían con el blanco de su piel.

Finalmente su miembro expulso la última gota de semen hirviendo, Jorge abrió sus ojos de nuevo para ver los de Martha, bajo sus manos para acariciar su cara, la beso en la boca y comenzó de vestirse de nuevo, volteo para verla una vez más, su rubia cabellera que caía sobre su espalda, su rajita de labios oscuros resaltando la blancura de su piel, sus piernas enfundadas en sus medias de malla y sus tacones.

Se dio la vuelta y se fue, y así comenzó Martha su día libre.

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