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Dos sementales en el aeropuerto

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Un golpe seco en mi espalda, con las palmas de las manos echadas hacia atrás como si estuviera sujetando el espejo del baño,  mientras que él me empujaba con su cintura, pequeños, pero profundos golpes, metiéndome tanto la polla en mi coño que todos mis sentidos se habían disparado, mi boca abierta solo emitía gemidos de placer, gritos al tenerla tan dentro tras el siguiente empujón seco que hacía que sus testículos golpearan contra mi culo, junto a mí casi en la misma postura mi amiga Liz, que me miraba e intentaba darme la mano para que las dos juntas disfrutáramos del polvo tan increíble a la que nos estaban sometiendo aquellos dos sementales, dos jóvenes que por casualidad tuvieron la suerte de cruzarse con nosotras cuando íbamos al servicio femenino del aeropuerto Adolfo Suárez barajas de Madrid, dos muchachos que fueron invitados a que nos follaran allí mismo, en aquel servicio cuya puerta atascamos para que nadie pudiera entrar.

En una de las muchas cafeterías del aeropuerto nos esperaban impacientes nuestros novios, mejor dicho nuestros amantes, no hacía ni dos horas Lizbeht junto con su, digamos que amante 15 años mayor que ella aterrizaba en España, una visita que me debía, que nos debía a Mario y a mí. Realmente éramos dos parejas peculiares Liz con un hombre 15 años mayor que ella y yo con Mario 20 años mayor, Liz y Mario podrían pasar por mis padres mientras que Tom por mi abuelo.

Como ya os conté Liz y yo nos conocimos a través de una red social hace tiempo, habíamos pasado por mucho las dos y a pesar de la diferencia de edad era una de mis mejores amigas, quien nos conocía nos veía como madre e hija, ya que éramos casi como dos gotas de agua, nos gustaban y apasionaban las mismas cosas, incluidos los hombres, incluido el sexo que habidas de él no desaprovechábamos ninguna oportunidad para hacerlo, como sucedió esa mañana que nada más levantarnos de la cafetería del aeropuerto para ir al servicio a retocar un poco el maquillaje y quizás para tener un momento para nosotras solas y así poder despellejar cariñosamente a nuestros acompañantes, dos muchachos de apenas 20 años nos silbaron y piropearon diciéndonos lo que harían con nosotras si pudieran, jaja, pobres desgraciados, ellos sí que iban a servirnos a nosotras para lo que queríamos, porque nada más mirarnos ya sabíamos que queríamos y lo que es más increíble lo que iba a pasar, porque con la esa magia que tenemos todas las mujeres sobre los hombres, les invitamos a que hicieran realidad sus sueños, un viaje al aeropuerto que a buen seguro no olvidarían en la vida y por lo bien que follaban, ni nosotras, ni nosotras lo íbamos a olvidar.

Nada más pasar la puerta, los chicos estaban un poco cohibidos todavía, asustados podría decirse, hasta que se dieron cuenta de que tenían sus pollas dentro de nuestras bocas, haciéndoles una mamada como nunca antes se la habían hecho, las dos arrodilladas en el suelo con sus pantalones en sus tobillos chupábamos aquellos penes dejándoles casi sin aliento, nuestras manos acompañaban el ritmo que a veces lento y pausado, otras rápido y seguido estaban los dos casi en un éxtasis permanente con nuestras bocas entrando y saliendo, mordisqueando el tronco con nuestros labios, lamiendo y succionando los glandes rosados.

Realmente había poco tiempo, nuestros chicos nos esperaban sentados y nosotras digamos que alternando con dos nuevos amigos que aun todavía no se lo terminaban de creer, no dejamos que se corrieran, todavía no, las dos nos levantamos y dando un pequeño salto nos subimos a la encimera del lavabo abriendo nuestras piernas y separamos un poco nuestros tangas, dejándoles así muy claro el paso a seguir por ellos en esos momentos, mi nuevo amigo al acercarse a mí, me cogió de los tobillos para ponerme los pies en sus hombros, mi mano separaba mi tanga dejándole ver la carne suave, lisa y rosada de mi vagina, sentí como su glande me rozaba, como iba penetrando en un mundo húmedo, oscuro y caliente donde a cada empujón se oían un grito que salía de mi interior, su pene entraba como un cuchillo caliente en la mantequilla, sus gemidos rivalizaban con los míos cada vez que su pene entraba y salía de mi vagina, sus manos apretaban con fuerza mis pechos por encima de mi camiseta, me la subí y me quite el sujetador para así poder sentir su boca en mis pezones, luego al levantar su cara podía ver su rostro descompuesto por el placer que mi vagina le estaba regalando, claro que mi cara no iba a ser menos a tenor de la de Liz que se retorcía, encendiendo y apagando los grifos sin querer.

Poco a poco las dos fuimos experimentando dos orgasmos que jamás pensamos que estos dos muchachos nos pudieran dar, del coño de Liz salía el flujo disparado mojando por completo a su semental, del mío yo llegue a tanto, pero su polla salía totalmente pintada de mi flujo momentos antes de que los dos estallaran y nos llenaran del preciado cargamento de sus testículos. Los cuatro nos empezamos a reír, Liz y yo nos colocamos el tanga y bajamos nuestras faldas, nos peinábamos lo mejor que pudimos mientras que nuestros sementales nos abrazaban por detrás apretándonos las tetas, no entendían que ya se había terminado todo, que ya les habíamos utilizado para lo que queríamos y nos teníamos que ir, ya no los necesitábamos más y si no se daban prisa se iban a encontrar en el servicio femenino solos, con los pantalones bajados cuando nosotras nos fuéramos como así fue, unos paso más dejando atrás la puerta del servicio, casi en medio del pasillo transitado por cientos de personas, oímos los gritos que salían de los servicios cuando fueron descubiertos por otras mujeres.

“Perdonar chicos, nos entretuvimos un poco”

“¿Os hemos hecho esperar mucho?, lo sentimos, pero el baño estaba increíble, no os podéis hacer una idea de cómo estaba.”

Las dos nos miramos y empezamos a reírnos sin que nuestros chicos entendieran nada de lo que decíamos.

Ya de cara a la salida y hablo por mí, pero estoy segura de que a Lizbeth le pasaba lo mismo, el semen salía de mi vagina empapando la poca tela del tanga enseguida, resultando algo incómodo cuando al andar se iba extendiendo por mis muslos, sobre mi piel como una crema de semen, pero fue al que sentarme en el coche cuando realmente note la cantidad de semen y flujo que salía de mí al notar la falda también mojada, había que ir a casa urgentemente para cambiarnos y no digo lavarnos, que no había tiempo.

Bueno mi querida Lizbeht,

Creo que lo pasamos muy bien en este viaje, aunque solo ha hecho más que empezar eso si de una forma inmejorable.

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