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El ayudante (Cap. 7): Yeri curiosa

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"Más abajo, Yeri. Eso, eso, muy bien."

La joven de rubio cabello hizo caso, inclinándose hasta que sus manos se afirmaron en el suelo, su firme y bien dotado cuerpo dibujando la forma de una pirámide. "¡Cosquillas!" Pero no pudo evitar empezar a reír sintiendo las enormes manos del hombre firmes en su cintura, los dedos hundiéndose en la carne de su plano abdomen.

"No te muevas, Yeri, así no sirve." El Ayudante sonrió sin soltarla, aunque aflojó el agarre un poco, ahora sólo paseando sus manos por ese delicioso abdomen, dedicándole continuas caricias a su tersa y suave piel.

"Mm" Los carnosos labios de la chica se torcieron en una sonrisa. Su ropa ciertamente no ayudaba a no volver un tanto obsceno ese manoseo que estaba recibiendo, vistiendo un top rosado algo holgado de manga corta que dejaba a la vista y al tacto su cintura y abdomen, y un simple pantalón de tela blanco abotonado y un tanto ajustado. Debido a su posición, sus pechos de considerable tamaño quedaban suspendidos en el aire, apenas contenidos por el sostén. Y sus pies descalzos y su cabellera rubia atada en un rodete complementaban el look simple pero efectivo de esa mañana.

"Y nos quedamos así, un par de minutos. Muy bien chicas." La voz grave del hombre guiaba al par de mujeres que allí lo acompañaban, en plena sala de la residencia de Red Velvet. Sus manos, que se encontraban masajeando el vientre de la más joven integrante del grupo, comenzaron a ascender con más caricias hasta que sus dedos se colaron por debajo del top rosado de la chica, peligrosamente cerca de sus voluminosos senos.

Kim Ye-rim, o mejor conocida como Yeri, sin embargo, parecía ignorante ante este invasivo toqueteo. La maknae, o más joven del grupo, con 21 años apenas, sólo parecía responder ante el tacto con una que otra risa leve por las cosquillas. "Hehe~ Ayudante, le digo que tengo cosquillas." Una risita risueña, sus ojos entrecerrados mientras intentaba mantener la postura.

Irene, la única otra persona presente, no parecía estar tan contenta con lo que estaba pasando. La belleza de negro cabello atado en una estilizada coleta mantenía la misma postura que la rubia, pero su hermoso rostro estaba arrugado en una mueca de visible disgusto. Ella, por su parte, vestía una holgada camiseta blanca, con un ajustado pantalón de licra negro que dejaba a la vista sus atrayentes curvas femeninas.

El Ayudante sintió la mirada que le juzgaba por parte de la morocha, y simplemente sonrió, finalmente soltando y alejándose de la más joven. Recorrió el par de pasos que lo separaban de la otra Idol, la líder de Red Velvet, y se paró frente a ella. El hombre vestía ropa de gimnasio, con pantalón corto y una camiseta negra que se ajustaba a su enorme y marcado físico. A pesar de esto, lo que más se podía notar de él era ese bulto que se acomodaba en su entrepierna, grande, amenazante. "Irene ¿Tú como vas?"

"Bien."

"¿Segura? ¿No necesitas ayuda?" Se había detenido justo frente a ella, y debido a su postura igualmente en cuatro, ella no podía verlo, a no ser que quisiera alzar incómodamente su cabeza.

"No. Estoy bien."

El Ayudante negó un par de veces con la cabeza, antes de rodearla y ubicarse detrás de ella. "Vamos, hermosa, esa no es una buena actitud para el ejercicio matutino."

"No sé de qué hab-" PLAF. Una sonora nalgada la interrumpió e hizo soltar un gritito de sorpresa. Su delgado cuerpito tambaleó un poco pero no llegó a caerse o perder la posición en cuatro.

"Atenta, Irene, nada debe perturbarte." Y dio otra firme nalgada a esa rica cola que poseía la ya madura Idol de 28 años. Su ajustado pantalón de yoga permitiendo disfrutar de como esas nalgas se sacudían ligeramente en un delicioso movimiento cual gelatina con cada agresión. "Realmente tienes una manzanita de posterior, Irene, pero si vas a mantener esto," Y dió otra sonora palmada a una de las nalgas de la morocha, que sólo mordió su labio inferior para no volver a gritar o soltar otro sonido más comprometedor ante tal abuso. "Necesitas disciplina y compromiso, ¿entendido?" Levantó su mano, esperando a escucharla antes de decidir si seguir con el acto o no.

"S-Sí, ¡sí!" La belleza surcoreana respiró agitadamente, su pecho levantándose visiblemente a pesar de la holgada camiseta, todo por las bocanadas de aire que inhalaba y exhalaba con apresuro. Su rostro un tanto sonrojado y reluciente por el leve sudor que empezaba a empapar su piel. ¿Acaso ese hombre no conocía límites? ¡Estaban frente a la miembro más joven de su grupo! Se supone que, como líder y la más grande, debía llevar el ejemplo. Pero allí estaba, siendo regañada y castigada frente a la rubia, aunque la más joven pareciera no enterarse de nada, todavía en la posición. Dios, si no hubiera hecho lo de anoche, nada de esto estaría pasando.

"Recuerda, hoy viene tu novio, Irene." El hombre se inclinó un poco hacia el delgado y esbelto cuerpo de la Idol, sus manos recorriendo la espalda curvada por la postura de la morocha, levantando un poco su camiseta para dejar a la vista parte de su cintura con esa piel blanca como la leche. Continuó con la caricia hasta llegar al fino cuello de la fémina, sus manos sujetándola por el mismo, firme pero sin llegar a hacerle daño.

"Sí..." Un delicioso escalofrío recorrió su espalda al sentir su cuello a merced de esas enormes manos. Tuvo que tragar saliva, respirando un tanto agitada. ¿Cómo podría olvidarlo? Se había sometido a comer verga como una puta anoche para poder ver a su querido novio. Y ni siquiera podía echarle la culpa al alcohol. El soju ni siquiera le dejaba una resaca al día siguiente. "Hmmf," Una de las masculinas manos subió en una caricia de su cuello a su mentón, hasta llegar a su boca, colando su grueso dedo medio por entre sus labios. "Ahmm." Su lengua degustó sin quererlo el salado sabor de la piel de su Ayudante, y eso le trajo más recuerdos borrosos de lo que había hecho anoche. Y su boca comenzó a salivar más de la cuenta mientras sus ojos se cerraban involuntariamente.

El hombre suspiró levemente sintiendo la cálida y húmeda boca de la Idol, esa caliente lengua contra la yema de su dedo, moviéndose suave contra su piel como si estuviera probando su sabor. "Así que no hagas que me arrepienta de," Arrugó el entrecejo por la calentura del momento, disfrutando de tenerla así, a su merced. Retiró el dedo de su boca y continuó deslizando su mano por la cara de la mujer, acariciando sus labios y subiendo hasta su nariz. "de traerlo hasta aquí. Es una tarea difícil hacerlo sin que nadie se entere."

"Nnh, no, no lo haré." Ahora los dedos la jalaron suave por sus fosas nasales, haciendo que gruña despacio mientras la hacían echar su cabeza hacia atrás lentamente, sus manos separándose del suelo, comenzando a perder la postura que se supone debía mantener, levantándose poco a poco. Esto no era justo, no podía sostener la posición del ejercicio así. "Nngh, Ayudanteee." La otra mano se afirmó a su cuello, y ella llevó sus manos a sostenerse del firme brazo de su abusivo Ayudante. Esto era bullying, sin dudas, ¿Pero por qué la calentaba tanto ser tratada de esta forma tan humillante?

Y como si leyera su mente, fue el propio Ayudante quien le contestó. "Necesitas alguien que te domine, putita." Apenas en un susurro contra su oído, inclinando y pegando su imponente cuerpo contra el de ella. "Eso es lo que te gusta." Su voz ronca, bajando con sus manos para acariciar sobre la camiseta de la Idol, abarcando el pecho de la morocha con una mano en cada seno, en un lento manoseo sobre ese busto escotado. "Mostrémosle de nuevo a Yeri cómo te gusta, ¿Sabías que estuvo espiándonos anoche?" Abrió su boca y chupó lascivamente el lóbulo de la oreja ajena mientras continuaba con aquel caliente manoseo a sus pechos, disfrutando de los ricos gemidos que se le escapaban a la madura Idol.

"Y-ya le dije que, ¡Mmhaa! Te-tengo novio, no, no puedoo..." En ese mismo instante maldecía el haberse puesto un pantalón de licra. Estaba empapado ya, lo podía sentir y seguramente Yeri podría verlo, ¿Estaría chorreando? Que fuera de lugar, que lascivo. Arrugó el ceño mientras la caliente boca de su Ayudante comenzaba a comerse la piel de su cuello. "¡Mmhh!" Una mano bajó por su vientre y se coló por debajo de su pantalón y por debajo de sus húmedas bragas. "Nngnoo." Se aquejó aunque más que queja fuera un gemido, antes de abrir sus ojos como platos, recuperando algo de su cordura fugazmente. "¡No!" Se separó agitadamente de su captor, empujándolo y alejándose con pasos temblorosos. Su piel sudorosa, saliva cayendo por la comisura de sus labios, su ferviente entrepierna completamente húmeda y pegajosa por sus juguitos vaginales. Estaba hecha un desastre. Miró a Yeri entre avergonzada y nerviosa, pero sorprendentemente la rubia aún se mantenía firme en su postura en cuatro de pirámide, su rostro encarando al suelo. Eso fue más que suficiente para que recuperara algo de su dignidad y saliera de la sala apresuradamente en dirección a su cuarto, encerrándose en el mismo de un portazo.

"Hmm," La pequeña rubia de 1,60, que hasta ese momento se había mantenido callada, se removió un poco en su posición, sus brazos temblando ligeramente. "¿Ya puedo cambiar de postura? Creo que ya pasaron más de un par de minutos." Sorprendentemente, ni siquiera una mención a todo lo que había escuchado.

El Ayudante acomodó el incómodo bulto de su entrepierna antes de devolver su atención a la más joven. Asintiendo, caminó de vuelta hasta la rubia de cabello atado en un rodete, parándose frente a ella. "Muy bien." Se agachó hasta tomarla del mentón con una mano para hacerla levantar su cabeza.

Yeri hizo caso, dejando guiar su rostro, suspirando leve cuando por fin sus brazos descansaron de tener que estar apoyados en el suelo. Sus grandes ojos color castaño, abiertos de par en par mientras iba alzando lentamente su cabeza, miraron curiosos el cuerpo del hombre que la sostenía. Primero delineando las fuertes piernas, pasando por esa abultada entrepierna que emitía un olor tan particular, y siguiendo por la camiseta ajustada a su tallado cuerpo que no hacía nada por esconder sus cualidades físicas. Finalmente, sus ojos dieron con los ajenos y le ofreció una simple sonrisa con sus carnosos labios.

El Ayudante disfrutó de su angelical rostro iluminado por esa sonrisa; de sus prominentes pómulos que invitaban a besarlos, con ese lunar en su mejilla izquierda, sus atractivos labios y ese otro pequeño lunar en el puente de su fina nariz. "Ahora arrodíllate."

La rubia dejó ver su dentadura al soltar una suave risa, pero hizo caso a la aparente orden, flexionando sus piernas hasta que sus rodillas quedaron apoyadas en el alfombrado suelo, sus manos descansando sobre sus anchos muslos, sin dejar de alzar la cabeza para ver al rostro de su Ayudante. "¿Así? ¿Qué haremos ahora que se fue Irene?" Y sus ojos se robaron una fugaz mirada hacia la zona de la imponente y abultada entrepierna que ahora estaba frente a ella. "Ayudante, creo que mi líder lo dej-..."

"Silencio." Y, tomando por el elástico a su pantalón corto, lo bajó hasta dejarlo caer por sus piernas, quedando sólo el ajustado bóxer negro aprisionando su miembro. "Anoche querías verlo más de cerca. Ahora te voy a dar la oportunidad." Se acercó un paso y le repasó la inocente cara a la Idol con la tela de su bóxer, por mejillas y nariz, haciendo que la Idol vuelva a reír suavemente.

"S-sí, haha," Cerró sus ojos mientras sentía la tela y lo que ocultaba la misma frotarse contra su carita, sin hacer intento por separarse o detener el extraño juego. "Dije que quería verlo, mfh," La entrepierna se le pegó a la boca mientras hablaba, y su sonrisa enseñando los dientes se amplió un poco más. "¡No que quería tocarlo!" Alzó una de sus finas manos para apoyarlo sobre la tela y separar un poco esa caliente entrepierna de su rostro. El contacto la sorprendió un poco, pues la palma y dedos de su mano podían delinear lo que suponía era el ancho de ese falo de carne que se escondía bajo la prenda de vestir. Miró con ojos bien abiertos, su sonrisa transformándose en una leve mueca de sorpresa con sus labios entreabiertos. Llevo su otra mano a buscar la base de esa formidable herramienta de sexo, pero fue a dar con lo que, suponía, eran los testículos de ese hombre. Grandes y pesados, les buscó la forma toqueteando por sobre la tela del bóxer, sus cejas alzadas ante la impresión pues apenas cabía uno en su fina mano. Podía escuchar ciertos suspiros por parte de su Ayudante, pero no le importaba, ella estaba ocupada buscándole forma a ese pedazo de carne que tenía por debajo de su bóxer.

"Hmm, quítame el bóxer."

Bueno, no tenía que repetirlo. Asintiendo apenas con la cabeza, la rubia llevó ambas manos a tirar del borde de la prenda, bajándolo lentamente. La expresión de sorpresa de su rostro sólo se agravó en una cara casi alarmada cuando finalmente dejó libre a esa enorme verga semidormida y curvada hacia abajo. "Es, hm" Su respiración se entrecortó y casi se atraganta con su saliva en un descuido, teniendo que toser un par de veces para recuperarse. "E-es enorme." Respiró algo agitada y un fuerte olor invadió sus fosas nasales, lo que suponía que era olor a sexo y semen. Sus ojos intentaron contar los centímetros y centímetros con los que se extendía ese monstruoso falo, pero terminó por rendirse. Sólo podía determinar que era demasiado grande. Luego siguió con la mirada los caminos de venas levemente azuladas que resaltaban por entre la piel de ese abundante miembro. Pero lo que más le llamaba la atención, aparte de ese espeso e intoxicante hedor a hombre que exudaba, era la notoria calidez que irradiaba incluso sin llegar a tocarlo. Tragó saliva y relamió sus labios para humedecerlos, mientras movía su cabeza de un lado a otro alrededor de tan imponente ejemplo de aparato reproductor humano, buscando con ojos curiosos cuanto detalle pudiera sacar y apreciando enormemente que no tuviera ni un vello que pudiera molestar con su estudio.

"¿Qué te parece?"

"¿Sabe?" Intentó hablar un poco más para disimular las fuertes inhalaciones que estaba haciendo con la nariz, buscando intoxicarse más con ese olor tan peculiar. "Cuando usa esos trajes caros que siempre lleva, con el pantalón de vestir es muy notorio que tiene esta cosa. Pero," Y una nueva inhalación con fuerza, repasando a lo largo de su curvado miembro con la nariz, permitiéndose ya olfatear sin tabú alguno. "P-pero jamás creí que sería así de grande." Y tuvo que tragar saliva, ¿Esto es lo que su líder se había llevado a la boca anoche?

"Y se pone más grande."

Yeri lo miró a la cara de reojo antes de contestar. "¿En serio?"

"Dale una lamida."

"¿Eh?" Ella sonrió entre nerviosa y divertida con la situación. Y esa carita inocente que llevaba calentaron más a su Ayudante sin que ella se diera cuenta.

"Hm, dale una lamida y mira como crece."

La rubia volvió a mirarlo todavía sin dejar de sonreír, como incrédula de que le estuviera pidiendo algo así. Sin embargo, lejos de rechazarlo, devolvió sus ojos curiosos a la verga frente a ella y, abriendo un poco su boca, sacó su rosada y húmeda lengua para repasar la calentita piel de su miembro en una pequeña e inocente lamida. Y no pudo evitar alzar las cejas con sorpresa al ver como reaccionaba ante el pequeño estímulo, irguiéndose más firme e imponente. Pero todavía estaba curvada hacia abajo, así que decidida, volvió a darle una nueva lamida por la base y a todo lo largo, su naricita rozando el sexo del contrario de ratos mientras dejaba un camino de saliva por la piel de su miembro. Para su nueva sorpresa, el enorme pedazo de carne desafió la gravedad comenzando a alzarse y crecer un poco más, las venas remarcándose de forma intimidante. "Wow, da miedo." Y mostró sus dientes en una sonrisa de niñita inocente. La enorme y gorda verga se alzó por sobre su rostro y sus ojos bien abiertos se deleitaron con ese trozo de carne más largo que su carita en todo su erguido esplendor. "¡Sí era verdad! ¡Creció más!" Casi aplaude de la emoción, pero lo dejó de lado a cambio de poder tomar con ambas manos a ese imponente miembro que tenía suspendido sobre su cara. Estaba muy calientito y era pesado, con un líquido transparente que había comenzado a brotar de la punta. "Ah, ¿Qué es esto?" Arrugó un poco el entrecejo antes de frotar su nariz contra el húmedo glande, ensuciando su naricita con ese incoloro y viscoso fluido, el amargo olor invadiendo las fosas nasales de la chica mientras un hilillo de líquido transparente quedaba colgando de la punta de su nariz.

"Que atrevida me saliste, Yeri." El Ayudante gruñó ante la lujuria que se apoderaba de él por los inocentes juegos que estaba haciendo la rubia con su verga. Sin poder aguantarse más, se inclinó para tomarla por debajo de las axilas y levantar su cuerpo como si no pesara nada. Era hora del plato principal.

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Notas finales:

Continuando con la saga del Ayudante, esta vez se va a comer a la miembro más joven de Red Velvet, Yeri, como en una especie de preámbulo antes de finalmente poseer por completo a Irene, la líder del grupo.

Puedes buscar imágenes de Yeri en internet, simplemente buscando su nombre, o puedes visitar los links en mi perfil para encontrar imágenes de ella con el estilo que lleva en este capítulo.

Maknae: término que se emplea para referirse al miembro más joven de un grupo.

Gracias por la lectura y que tengan buen día.

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