Nuevos relatos publicados: 12

El convento (III)

  • 11
  • 10.822
  • 9,20 (10 Val.)
  • 1

La madre superiora Gabriella, albergaba muchos deseos por el padre Donato, ya no era suficiente ver la escena semanal de los miércoles entre doña Antonella y el sacerdote, no era suficiente masturbarse tocando su clítoris y pezones, mientras veía como la polla del padre Donato satisfacía a una sola mujer, la madre también quería probar las mieles de lo prohibido.

Una tarde que el sacerdote estaba en su despacho, como de costumbre leyendo la Biblia, entró la madre superiora.

D: Buen día madre Gabriella, por favor tome asiento, ¿a qué debo el honor de su visita?

Pero la monja no hizo caso, de pie se quedó mirando desafiante al sacerdote.

G: Buen día padre, lo sé todo!

El apacible rostro del padre Donato cambió un poco, se puso tenso.

D: No entiendo, a qué se refiere hermana?

G: Pues que he visto como profana este sagrado recinto, se perfectamente las cochinadas que hace con doña Antonella todos los miércoles!

El padre Donato se puso pálido, sabía que si la monja hacía un escándalo de ésto, su nombre y puesto se verían mancillados, el padre no fue capaz de articular palabra alguna, la monja sonrió al ver el miedo en la cara del sacerdote.

G: Tranquilo padre, veo que está preocupado, no tiene porqué, solo le pido algo grande y grueso a cambio de mi silencio.

D: Dígame madre superiora, que puedo hacer por usted?

La hermosa monja pelirroja de ojos verdes caminó sonriente hacia el escritorio del sacerdote, se puso frente a él, luego le dio la espalda, levantó su hábito y dejó expuestas sus perfectas nalgas, las cuales abrió con ambas manos para ofrecer su ojete al sorprendido cura.

G: Padre, solo le pido que me haga todas las porquerías que hace con doña Antonella, quiero que me purifique hasta las entrañas padre Donato!

El sacerdote tuvo una erección inmediata, en frente tenía un hermoso culo que merecía mucha atención, la agarró de los muslos y sumergió su cara en los cachetes de la monja, su lengua lamía todo el santo orificio, pasaba por la cerrada concha deteniéndose en el clítoris, se puso saliva en uno de sus gordos dedos y empezó a dilatar el orto de la monja, el culo de la madre Gabriella tenía buen sabor, así que el cachondo padre alternaba sus dedos y su lengua por toda la cavidad anal, la monja sentía corrientazos eléctricos de placer, gemía bastante hasta que sus piernas empezaron a temblar con su primer orgasmo anal, el sacerdote con ambas manos sobre las nalgas de la monja, parecía escarbar con su lengua en lo profundo de las entrañas de la pervertida monja italiana.

G: mmm padre, que bien se siente su lengua llenando mi culo!

D: mmm querida hermana, tiene usted un ojete glorioso y su sabor es exquisito, mmm.

Toc- toc, sonó la puerta del despacho, pero no dio tiempo a que la madre superiora se pusiera el hábito, así que se agachó entre el escritorio y la silla del sacerdote, quedando oculta de la inesperada visita, eran las tres monjas, Brunilda, Varenka y Laetitia, la primera en hablar fue la rusa.

V: Buen día padre, disculpe nuestra interrupción, pero lo que tenemos que decirle es urgente!

D: Buen día hermanas… la verdad es que estaba un poco ocupado con un versíCULO que me tiene intrigado, pero ya que están aquí, díganme, que les preocupa?

La monjita francesa rompió en llanto y tomó asiento.

L - Padre, es que hemos pecado y no podemos esperar a mañana para que nos confiese!

D: Pero hijas mías, así de grave es vuestro pecado?

V: Si padre, hemos fornicado!

D: Pero cómo, cuándo y con quién??

La alemana habló muy seriamente, mirando directo a los ojos del sacerdote.

B: Anoche padre, con los tres enfermos que llegaron ayer en la tarde, con el carnicero, el herrero y el pescadero, pero lo peor de todo es que las tres lo hemos disfrutado, ¡aunque a nuestro favor, todas recibimos señales divinas!

V: Si padre, nuestro señor nos manifestó sus deseos por medios milagrosos!

L: Así es padre por increíble que parezca, los tres estaban por morir, pero gracias a nuestros cuerpos ahora están mejor de salud!

D: Vaya por Dios, por favor hermanas, cuéntenme cómo sucedió todo, no se les ocurra omitir detalle alguno!

La madre superiora que estaba agachada en el escritorio, escuchó todo y su calentura en vez de bajar por la intromisión, se elevó por los relatos que cada una de las monjas le confesaba al padre Donato, así que ni corta ni perezosa, metió su mano por entre el hábito del padre y le sacó el enorme cetro de carne, y como una posesa empezó a chupar con locura a medida que los relatos de las monjas la ponían más ardiente.

El sacerdote estaba fascinado con las historias de las tres monjas, más la tremenda chupada de pija que le daba la madre superiora, estaba por correrse ante tanta lujuria, hasta que Brunilda que era la última que confesaba, con su historia, hizo que el padre no aguantará más y gimiera como un búfalo en celo, descargó toda su leche en la garganta de la madre superiora Gabriella, la cual tuvo arcadas, pero con su boca abierta casi a 90° se tragó toda la espesa leche del sacerdote.

Las tres monjas sorprendidas por los gestos y aullidos del padre, se hicieron a su lado y casi no daban crédito a lo que sus ojos veían!

La madre superiora Gabriella estaba arrodillada con la gigantesca polla del padre Donato entre sus labios, derramando leche por la comisura de los labios.

La monja se levantó y le susurró algo al sacerdote, que inmediatamente sonrió con un gesto de aprobación.

D: Primero que todo, por favor hermana Laetitia ponga el pestillo de la puerta, que nadie nos vaya a interrumpir.

Eso hizo la pequeña monja francesa, que no podía dejar de mirar el garrote de carne que tenía el padre entre sus piernas, era mucho más grande que la polla de don Massimo.

D: Bueno como veréis, no es casualidad que estemos los 5 aquí reunidos, la madre superiora Gabriella y yo también hemos recibido señales para el disfrute de nuestra carne, eso sí, en nombre de nuestro amado señor.

G: Así es, quitaros los hábitos excepto la cofia y el velo… muy bien, ahora poneros a cuatro patas sobre el sofá.

Ante tal espectáculo la polla del padre Donato se puso erecta nuevamente, los tres culos empinados se veían deliciosos, la madre superiora Gabriella también estaba muy excitada.

G: Padre voy a preparar cada uno de esos sagrados orificios para que puedan ser bendecidos con su santa polla!

El sacerdote se relamía los labios, enseguida la monja italiana se quitó su hábito, pero dejándose la cofia y el velo también, tenía un cuerpo espectacular a sus 48 años, grandes tetas y un culo tremendo, grande y firme, el coño lo tenía poblado con hermoso vello rojizo; Gabriella empezó a chupar el culo de la monja francesa Laetitia, lo devoraba con gran placer, mientras le comía el culo a la hermana, arqueo la espalda y empino su culo, ofreciendo su manjar al padre, que inmediatamente se arrodilló y metió su lengua hasta lo profundo del orto de la madre superiora.

Gabriella seguía lamiendo y chupando el ojete de Laetitia, luego fue metiendo un dedo en la cavidad estrecha de la monjita, gracias a su saliva entro con facilidad, luego metió dos dedos, tres, cuatro, hasta que le metió el puño entero, Laetitia dio un gritó de dolor, que luego se transformó en placer a medida que la madre superiora movía su puño dentro de su culo, el padre Donato estaba fascinado con la perversidad de la madre superiora, así que le metió su tercera pierna por el ojete, Gabriella también dio un gritó, el sacerdote se la metió hasta el fondo, Gabriella aullaba de placer, al igual que Laetitia.

Minutos después la madre superiora sacó su puño del culo de la menor de las monjas, dejándolo listo y dilatado para la monstruosa polla del sacerdote, que enseguida sacó su garrote carnal del orto de Gabriella, para ponerlo en el de Laetitia, que aterrada y excitada a la vez, lo sentía más grande que el puño de Gabriella, la pequeña monja sentía que era partida a la mitad.

L: Por Dios padre, que me parte en dos, que grande es su cetro madre mía!

D: Disfrutemos hermana Laetitia, por cierto que culo más divino posee usted!

Mientras tanto, Gabriella empezó a comerle el ojete a la rusa Varenka, que enseguida se puso a chupar la cruz que colgaba de su cuello, gemía delicioso pronunciando palabras en ruso, luego Gabriella hizo lo mismo que había hecho en el orto de la francesa, Varenka dio un alarido incomprensible, pero en su sonrojado rostro se veía el placer.

Brunilda la alemana, se estaba calentando demasiado y no quería esperar más, así que se puso detrás de la madre superiora y le devoró el culo a la degenerada italiana, que gozaba como una puerca, tenía el culo muy dilatado gracias a la polla del sacerdote, así que prácticamente la alemana metía toda su lengua en el caliente agujero de Gabriella.

Minutos después, el padre metió su trozo de carne en el orto de la rusa, que gritó aún más!

V: Si padrre, rrompame el culo con su cirrio sagrrado!

D: Si hermana Varenka, mi misión es purificar vuestras entrañas!

Gabriella cambio de culo, ahora se comía el de la monja alemana, era el más grande de todos los culos presentes, pues la alemana tenía la estatura de una vikinga (185 cm), Laetitia también quería probar el culo de la Santa madre superiora, le metió la lengua hasta el fondo y también le devolvió el placer de meter su pequeño puño.

Minutos después, lo mismo hizo el padre Donato con la monja Brunilda, que por poco se desmaya al sentir en su interior la poronga del sacerdote, era más gruesa que el puño de la madre superiora.

D: Qué culo más grande, apretado y delicioso tiene usted hermana Brunilda!

B: Es un divino placer tener su gigante polla hirviendo en mis entrañas padre!!

Una orgía desenfrenada se llevaba a cabo en el despacho del sacerdote, varios mete y saca después, el padre Donato se recostó boca arriba sobre la alfombra, la madre superiora Gabriella se sentó a horcajadas sobre la polla del cachondo padre.

D: Hermana Laetitia por favor traiga el frasco de aceite de oliva que tengo sobre la mesa y untelo sobre mis puños.

Eso hizo la obediente monja, embadurno ambas manos del sacerdote, quien abrió sus brazos en forma de cruz sobre la alfombra, pero sus antebrazos estaban en posición vertical, listos para perforar culos sagrados.

D: Muy bien hermana Laetitia, ahora siéntese sobre mí puño izquierdo, usted hermana Varenka sobre mi mano derecha y usted hermana Brunilda ponga su hermoso culo sobre mi boca.

Brunilda con placer puso su enorme y hermoso culo sobre la boca del hambriento sacerdote, en cambio Varenka y Laetitia estaban un poco nerviosas y presentaban un poco de dificultad para meterse semejante mano, aunque tenían dilatado el ojete gracias al pollón del sacerdote, los puños del padre Donato eran más gruesos que su mastodóntica polla, ya que como sabemos el sacerdote es un tipo gordo de casi 2 metros, pero las lujuriosas monjas estaban muy excitadas y no querían defraudar a el párroco, Varenka fue la primera en atravesar el puño, Laetitia la imitó a continuación.

Visto desde arriba, el padre estaba en forma de cruz, una cruz sexual de la que gozaban las blasfemas monjas, que subían y bajaban por la polla, brazos y lengua del semental italiano, a medida que pasaban los minutos, las monjas cambiaban de sitio, Brunilda pasó a ser sodomizada por la polla, Gabriella por el antebrazo izquierdo, Laetitia pasó al derecho y Varenka ofrecía su culo ruso a la boca del padre Donato.

Todas se sentaron y disfrutaron en las diferentes partes del sudoroso sacerdote, haciendo una perfecta rotación armónica, la última en ser empalada por la estaca de carne del clérigo, era la francesa Laetitia, contrastaba mucho ver a la pequeña monja de 162 cm sobre al gigantesco sacerdote de 198 cm, que después de una hora de follar ortos, chupar ojetes y perforar los mismos con sus manos, se levantó y ordenó a las 4 monjas que se arrodillaran para recibir la sagrada leche!

El padre Donato ordeño su polla sin esfuerzo, pues ver a esas hermosas mujeres en posición penitente a la espera de su sagrada semilla, hizo que salieran litros de blanca y espesa leche, con la que bañó a las cuatro monjas por igual, el sacerdote gemía como un león rabioso y las monjas como unas dulces gatitas con la boca abierta y la lengua afuera, bebían la lechita que les daba su benefactor.

D: mm que delicia, limpiarlo bien hermanas, que a partir de ahora mi báculo sagrado será vuestro purificador diario!

G-B-V-L mmm, si padre!

Las bocas de las 4 monjas se deslizaban por todo el mástil, lo limpiaron efectivamente con sus lenguas, hasta dejarlo brillante y reluciente, sin una gota por beber.

El sacerdote les dio la bendición a las satisfechas monjas, que a partir de ese día siguieron con su régimen de verga diaria.

Doña Antonella siguió visitando al sacerdote cada miércoles sin falta, don Massimo, don Enzo y don Fabrizio, se volvieron "fervientes religiosos" y cada que podían, iban a recibir "bendiciones" de las hermosas monjas.

Fine.

(9,20)