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El día que conocí a Daniel, mi primer “amigo con derechos”

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En mi relato “Mi primera vez como pasivo” hice un resumen rápido de mi relación con Daniel, en este espacio les compartiré con más detalle ese inicio.

Hacía algunos meses yo había llegado del Ejército (otro relato que también incluí) y había tenido algunos encuentros con un amigo soldado, ingresé de inmediato a la universidad, continué con mi novia y muy rápidamente comencé a trabajar para ayudarme con mis estudios y poder tener un buen nivel de vida. Estaba en un excelente momento, salía, rumbeaba, tenía muy buenos amigos, hasta me compré mi primer carro e incluso comencé a tener relaciones sexuales con mi novia; era un excelente momento de vida.

Físicamente estaba muy bien, estaba llegando a mis 20 años, seguía haciendo deporte, tenía un cuerpo fornido, cara muy varonil y la verdad tenía muy buen pegue con las mujeres e incluso sentía que algunos hombres me miraban, pero en esta época esto era un gran tabú, así que me mantenía firme.

Dentro de mí seguía Andrés palpitando, pidiéndome más, todas las noches recordaba las duchas del ejercito con mis compañeros desnudos, todas las vergas que pude ver y no tocar, los cuerpos desnudos, las charlas, etc. También recordaba con añoranza lo vivido con mi primo y obviamente mis encuentros con el soldado Pérez en el Ejército, incluso pensé en buscarle, pero finalmente no lo hice.

Dado el gran tabú de la época, no se me ocurrían otras formas de conectar, lo de mi primo fue algo de la edad y había quedado cerrado y con Perez fue totalmente casual, sin embargo, el Internet comenzaba a entrar en nuestras vidas y creo que desde ese momento comprendí que era la mejor manera de darle rienda a mi Alter Ego Andrés.

Existía un Chat llamado LatinChat donde había salas de ligue gay, era anónimo, las WebCam apenas aparecían, pero la resolución esa malísima entonces solo era chatear y ver que aparecía; además existía Messenger (el precursor de Skype), en la medida que uno conectaba con alguien con intereses similares en Latin Chat se pasaba a conversar a Messenger y así se iba el tiempo.

Creé mi primer perfil falso y comencé con esta dinámica, las primeras veces solo se iban en conversaciones, en indagar, en ver qué tipos de experiencias vivían las personas, etc. pero me daba demasiado temor aventurarme a algún encuentro… sin embargo fue pasando el tiempo y me aventuré un poco más, pero tuve dos fiascos.

En el primero me arriesgué a encontrarme con otro joven, tenía 20 años, vivía en otra parte de la ciudad y también era muy reservado, sin embargo, al vernos ambos estábamos muy nerviosos, no tuvimos química (la verdad no me gustó, se veía algo descuidado y sucio), nos tomamos una cerveza y nos despedimos. En el segundo, me había dicho que tenía 25 años, pero al verlo e identificarlo con las señas que me había dado, me pareció que tenía por lo menos 40 años, entonces descarté siquiera encontrarme con él…

Esto me desanimó un poco, pero con las ganas que mantenía y mi alter ego presionando, seguí explorando y en un chat me encontré a Daniel, chateamos un rato, conversamos de cosas generales, me dijo que tenía 18 años, poco menos de dos años que yo, y bueno, que no tenía ningún afán de salir pues era muy reservado, le tenía pánico a que sus papás se enteraran y que tenía novia; pero que igual sentía mucha curiosidad por explorar un poco más de estar con hombres… esto era genial, era mi misma situación.

Acordamos seguir hablando por Messenger sin presión alguna y así lo hicimos, poco a poco nos conocimos mejor, el me comentó que había tenido experiencia con un hombre de 25 años, que había sido como en dos ocasiones y había sido rico, pero se desapareció sin darle explicaciones; lo que lo hacía un poco temeroso. Yo le conté un poco de mi experiencia en el ejército, pero igual le dije que no tenía mucha experiencia y que además me había ido un poco mal en los encuentros previos…

Así pasaron los días, hablábamos y había más confianza, así que un día que estaba solo en casa él me dijo que algunas personas se masturbaban con la Webcam, él no lo había hecho nunca, pero le gustaría hacerlo conmigo… lo decidimos e intentamos hacerlo, pero acordamos que no mostraríamos la cara.

Yo me acomodé, puse mi cámara, me quité la camisa y ambos la abrimos; pero la verdad la señal era muy mala, apenas si se veía que parte mostraba y mucho menos como era cada uno de nosotros… Al final cada uno se masturbó solo con la idea de que el otro lo estaba viendo, pero nada más. Al terminar nos limpiamos, organizamos y volvimos a chatear y esa vez me atreví y le dije, Daniel, la verdad me das confianza y ambos nos queremos conocer, arriesguémonos y nos vemos el jueves, yo te recojo en algún punto cómodo para los dos, nos tomamos algo y ya vemos que sucede. Él lo dudo un poco, pero luego de algunas preguntas e inquietudes, acordamos hacerlo.

Llegó el jueves, yo estaba en la U, llevé ropa para ducharme y salir muy limpio de allá. Me puse un Jean algo ajustado, una camiseta polo nueva, un bóxer negro ajustado, mucha loción y siendo las 6:00 p.m. salí a recoger a Daniel luego de haberle dicho a mi novia que estaría haciendo una práctica con mis compañeros. El riesgo mayor era mío, realmente no lo reconocería, solo tenía algo de descripción de la ropa y lo poco que había visto por la cámara.

Pasé por el sitio indicado muy despacio, vi a un joven con descripción similar pero no me prestó atención, seguí despacio, pero tuve que volver a dar vuelta a la manzana. El joven seguía, me miró con desconfianza, pero esta vez sí me hizo señas… me detuve, le abrí la puerta y él con algo de temor se subió; nos saludamos de mano, yo sudaba del temor y él también, ambos muy confundidos de que hacer o que decir, fue un silencio incómodo…

Él estaba con un jean suelto, un buso gris que lo hacía ver muy bien y unos tenis también blancos, se veía muy moderno y joven, además de muy limpio y ordenado; tenía tez blanca, cabello entre café y rubio muy bien organizado, cara muy limpia, sin barba y aniñada, bastante atractiva y masculina; además olía delicioso, tenía una loción que lo hacía aún más atractivo. Me produjo una excelente impresión y pues por su mirada, creo que yo también a él.

Avanzamos hacia un sitio donde podríamos tomarnos algo y que era discreto, llegamos en unos 10 minutos que se hicieron larguísimos pues casi ni hablamos; nos bajamos, entramos con temor como si estuviésemos desnudos o tuviésemos un cartel de GAY en la cara, jajaja. Pero bueno, en un rato vimos varios grupos de amigos, amigas y en general la gente compartiendo así que nos relajamos un poco, pedimos dos cervezas, algo de comer y comenzamos a conversar de muchos temas, entrando poco a poco en confianza. Luego de unas cervezas más y ya con más confianza me atreví:

Yo: “Tu definitivamente me atraes mucho y me generas confianza, me gustaría que pasara algo más esta noche, pero si no, no hay rollo, no te quiero presionar”

Daniel: “También me atraes mucho y me das confianza, pero me da temor, además no tenemos sitio donde ir”.

Yo: “Entiendo que te de temor, pero igual solo haríamos hasta donde cada uno quiera, nada forzado. Ambos estamos experimentando y pues aprendemos juntos. Y frente al sitio, estamos cerca de la zona de Moteles, podemos ir a uno que son muy discretos, he ido con mi novia y se puede entrar en el carro hasta la habitación y nadie te ve”.

Daniel: “Bueno, pero no tengo mucho dinero, no sé si me alcance”.

Yo: “No te preocupes, yo invito hoy, lo importante es que logremos relajarnos y disfrutar”

Él asintió, terminamos la cerveza, pedimos la cuenta y nos dirigimos al Motel más discreto que conocía. Ingresé en el vehículo, pedimos la habitación y seguimos, entramos al parqueadero y me bajé y cerré la puerta, quedamos a solas. Le dije que se bajara y subimos al segundo nivel donde estaba la habitación, totalmente privada, limpia, sábanas nuevas, todo a media luz, etc. Para él todo era desconocido, entonces miraba con curiosidad el sitio:

Daniel: “Qué bonito, está todo muy organizado y discreto, si había oído mencionar estos sitios, pero no había venido, gracias por invitarme, me da mucha vergüenza pues debe ser costoso”.

Yo ya estaba un poco más tranquilo, digamos que ya Andrés me controlaba, le dije que se tranquilizara, me acerqué y comencé a abrazarlo como dándole tranquilidad, intentamos un beso pero para ambos fue incómodo (hasta ese momento no había besado a ningún hombre) entonces solo acercamos las caras y comenzamos a acariciarnos la espalda, a disfrutarnos suavemente… yo tenía la iniciativa así que le quité su buso y seguimos acariciándonos, luego le quité su camiseta, él algo nervioso pero confiado se dejaba, y pude ver su torso desnudo.

Era delgado, con un pecho plano pero bien formado, abdomen bonito, no marcado pero con buena forma física, no tenía bellos en el pecho, apenas alguna pequeña sombra se notaba bajo su ombligo.

Seguí tocándolo suavemente, el calor de su piel ya me tenía a mil, íbamos despacio, pero disfrutando el momento… me aventuré a acercarme más y con mi boca fui pasando por su pecho, bajé un poco a su abdomen, su ombligo y luego a sus tetillas (pezones) donde me detuve un poco más. Con mis manos tocaba toda su espalda y comencé a bajar suavemente a sus nalgas (aún con el Jean puesto), las apretaba un poco mientras lo acercaba a mi para que nuestras pelvis se unieran, ambos ya estábamos empalmados así que los bultos se rozaban conjuntamente.

Él se tomó un poco de confianza y me quitó mi camiseta, mi pecho era más fuerte, además tenía vellos en él lo que al parecer le gusto pues se acercó con su boca y comenzó a pasarla por toda esa zona, bajó también a mi abdomen, subió a mis tetillas y con su mano comenzó a tocar mi paquete, lo apretaba suavemente y lo volvía a soltar, también tocó mis nalgas y me dio pequeños apretones, se sentía genial sentirse deseado y tocado de esa manera. Él, además me levantó las manos y metió su cara en mis axilas (en esa época se usaba dejar el vello) como disfrutando el olor a hombre. La situación nos puso a mil.

Mientras él me tocaba, lo fui llevando a la cama, lo recosté boca arriba y con mis manos toqué todo su torso, llegando a su ombligo, desabroché su cinturón y comencé a meter suavemente mi mano, a palpar un poco su paquete. Ya los bóxer se sentían húmedos y muy calientes, su pene se sentía duro y listo para la acción. El me miró con cara de temor, pero me dejó seguir, con una mano comencé a quitarle los zapatos, luego las medias y suavemente bajé sus jeans hasta dejarlo solo en bóxer… lo disfrute un rato así, tocando sus piernas desde abajo, llegando a su entrepierna y subiendo por todo su paquete que ya alzaba una gran carpa en su ropa interior, subía hasta su pecho, sus tetillas y volvía a bajar a concentrarme en su ombligo y luego su paquete, hasta que en la tercera tomé sus interiores y los halé hacia abajo, quitándoselos totalmente.

Me alejé unos segundos para verlo, tenía todo su cuerpo para mi y me gustaba (aún me gusta) disfrutar esa desnudez. Sus piernas eran delgadas, blancas y con pocos bellos, desde su ombligo se notaba mejor la línea de delgados pelos que bajaba hasta su pubis, este si lleno de pelos negros muy masculinos que cambiaban el blanco de su cuerpo. Su pene estaba totalmente erecto, muy húmedo por el precum generado por toda la situación, no era muy grande, unos 16 cm de un grosor medio, totalmente recto, cabezón, sin circuncidar, pero su cabeza se destapaba totalmente haciéndolo ver imponente.

El seguía tirado en la cama observando como lo observaba, entre callado y pausado me permitió hacerlo, me comencé a acercar, puse mis manos en su pecho y bajé con mi cabeza a su ombligo, comencé a recorrer el camino de pelos hasta llegar a su pubis y luego a sus testículos, chupando suavemente cada parte, para luego meterme su pene en mi boca y comenzar a darle un oral muy sentido mientras él se contorsionaba del placer, emitiendo pequeños suspiros y gemidos que me ponían a mil.

Aguantó algunos minutos así, pero en algún momento se incorporó, me tomó del torso y me indicó que me pusiera en la cama también boca arriba; comenzó a chuparme el cuello, el pecho y a bajar hasta el abdomen, mientras con sus manos comenzó a quitarme la correa y a bajarme el pantalón, tuvo que esforzarse para quitarme los zapatos y a la vez el jean pero rápidamente me dejó solo en bóxer; sin embargo no se detuvo mucho, quería que estuviésemos en igualdad de condiciones y de una vez también me los quitó dejando mi polla al aire. La mía era más grande, mide unos 18 o 19 cm, gruesa, cabezona, algo curvada y en esa época también tenía una buena mata de pelo. En eso se atrevió a hablar y romper el silencio en que habíamos estado avanzando.

Daniel: “Huy, si me habías dicho que es grande, pero no me la imaginaba tanto, la verdad se ve muy provocativa, puedo?”.

Yo asentí con la cabeza y él de inmediato la tomó con su mano, comenzó a masturbarme mientras acercaba su lengua a mi glande haciéndome ver estrellas… lo pasaba suavemente y alternaba con pequeñas chupadas, sin metérselo todo a la boca, luego bajaba con su lengua por el tronco, testículos y volvía a subir al glande, produciéndome mucho placer y disfrute. Comenzó además a jugar con sus manos suavemente en mi torso, tetillas y ombligo, lo que me tenía a mil.

Le indiqué que se subiera a la cama, nos acomodamos mucho mejor y me puse en posición de 69 para que ambos pudiéramos disfrutar, nos dimos una deliciosa doble mamada durante un buen rato, más que con experiencia, creo que ambos teníamos muchas ganas de hacerlo y eso hacía que se sintiera muy bien. Con mis manos comencé a apretar sus nalgas, se sentían suaves, tiernas y tibias; él no se resistió, por lo que seguí en eso mientras igual mi boca seguía con su pene. Comencé a pasar mis dedos por su raja, suavemente, como explorando, logré encontrar su ano y suavemente comencé a jugar con él para ver la reacción de Daniel. No dijo nada, incluso se acomodó un poco para quedar con las piernas más abiertas, lo que me indicó que podría seguir… humedecí mis dedos con saliva y comencé a dar pequeñas vueltas, luego introduje un dedo y seguí jugando y luego intenté el segundo.

Daniel: “Por favor trata de ser muy cuidadoso”

Me paré y busqué un lubricante en los amenities del motel (en esa época no habían Sex Shops pero los moteles vendían algunos elementos) y encontré un lubricante, lo tomé, me puse en posición de 69 nuevamente, seguí disfrutando de la buena chupada que me daba Daniel pero ya mi concentración estaba más en su ano e irlo preparando, yo tenía muchas ganas de penetrarlo, pero no quería acelerar las cosas. Seguí en mi función, él a veces paraba de chupármelo para gemir en la medida que mis dedos jugaban en su ano; sentí que ya era el momento y le pregunté

Yo: “Te puedo penetrar? ¿te gustaría?”

Daniel: “Me da un poco de susto que me duela, si eres bien cuidadoso podemos intentarlo, pero si te digo que pares, paras”.

Yo: “Listo, iré avanzando a tu ritmo, la idea es que ambos disfrutemos”.

Cambiamos de posición, él se ubicó en estilo perrito y dejó todo su ano al aire a lo que yo me aventuré a seguirlo lubricando y jugando con mis dedos, mientras tomaba un condón que había dejado cerca, lo destapé y me lo puse, lo lubriqué muy bien y comencé a acercar mi cabeza a su ano… apenas la puse, jugué un poco con su raja, le pedí que se relajará y comencé a empujar suavemente. Inicialmente había resistencia, pero empujé un poco más y entró la cabeza… el gimió con algo de dolor, así que esperé unos segundos, luego empujé un poco más, esperé otro poco y empujé otro tanto más hasta que entró todo, ya sentía sus nalgas contra mí lo que me puso a mil.

Yo: “Estas bien?, ¿ya entró todo, quieres que siga?”

Daniel: “Me dolió un poco, pero estoy bien, espérate un poco me acostumbro”.

Eso hice, esperé un poco y mientras me dediqué a acariciarlo con mis manos en su espalda, en su pecho y hasta bajé un poco a su pene que seguía erecto y lo masturbé un poco para ayudarle a relajarse. Esto funcionó, lo sentí más tranquilo y comencé a bombear, primero suave, luego más duro y luego alternando el ritmo mientras él gemía ya más tranquilo y disfrutando. Seguimos así un rato, lo estaba disfrutando mucho, pero a la vez quería ver su cara de disfrute, así que le pedí que se girara y se pusiera boca arriba, tomé sus piernas, las subí a mis hombros y volví a entrar, esta vez con mucha menos resistencia.

Seguí bombeando y pude ver como se retorcía de placer, se mordía los labios y cerraba los ojos; lo que me puso aún más a mil, su pene estaba goteando precum y me encantaba ver como se movía cada vez que yo lo penetraba, sin embargo, él comenzó a masturbarse con algo de desespero, había aguantado mucho sin tocarse pero había disfrutado analmente, rápidamente vi como su ano me apretaba, cómo se contorsionaba y salieron varios chorros de semen al aire, cayendo en su pecho, abdomen y ombligo. Ver esto con tanto detalle me puso a mil, rápidamente saqué mi pene, me quité el condón y logré terminar de venirme también sobre él tirando varios chorros que quedaron en su torso y parte en sus testículos; mientras veía como él no se perdía detalle de lo acontecido.

No aguanté más y me dejé caer sobre la cama, en ese momento nos miramos a los ojos como con cara de complicidad y una pequeña sonrisa de satisfacción. Al momento me acerqué a la nevera, tomé dos cervezas y con ellas en la mano descansamos un buen rato sin hablar casi nada. Pasados unos minutos, y él aún con el semen en el cuerpo me dijo:

Daniel: “Nos bañamos, ya en un rato si debo llegar a casa”.

Yo accedí, nos dirigimos al baño y me gustó verlo ya con su pene totalmente relajado, excepto por los pelos, se veía mucho más tierno y provocativo, nos bañamos juntos enjabonándonos el uno al otro, nuestros penes comenzaron a reaccionar nuevamente, pero por tema de tiempo lo dejamos así, nos vestimos, pedí la cuenta y ya en el carro salimos rápidamente para que nadie nos viera.

En el carro me atreví a preguntarle:

Yo: “¿Cómo estás, te sentiste bien, te gustó?

Daniel: “Si me gustó mucho todo el morbo que tuvimos, vernos desnudos y podernos disfrutar. La penetración me dolió un poco, pero mucho menos que…”

Paró un momento, pero luego se atrevió a confesarme…

Daniel: “Que con el otro hombre que te conté que salí, la primera vez era mi primera salida con un hombre, entonces no lo dejé penetrarme y creo que eso le molestó un poco, en la segunda pues yo lo veía casí como una obligación así que me preparé mejor y dejé que me penetrara, pero él fue muy tosco, me hizo muy duro desde el inicio y yo lo paré y tuvimos que terminar con solo paja, creo que por eso se molestó y no volvió a aparecer, por eso estaba nervioso pero contigo me fue mucho mejor, logré disfrutarlo”.

Yo: “Lo lamento mucho, no sabía eso, pero como te dije la idea es que ambos disfrutemos. ¿Te gustaría que nos volviéramos a ver?”.

Daniel: “Si claro, tu me das mucha confianza y además también necesitas discreción, así que claro, podemos ir cuadrando”.

Lo dejé cerca de su casa, nos despedimos de mano y con el deseo de volver a vernos.

A partir de ahí comenzó una relación muy chévere, se volvió más amistad, hablábamos por Messenger más seguido y más o menos cada dos meses nos escapábamos para repetir la faena, de diversas formas que luego compartiré. Durante esa época la verdad no se me ocurría buscar más opciones, siempre que se me activaban las ganas era con Daniel.

Espero les haya gustado y lo hayan podido leer completo, si no lo han leído, los invito a leer “Mi primera vez como pasivo” que sucedió luego con Daniel.

¿Qué opinan de la idea de escribir el libro?, si les gustó mi correo es [email protected]

* Andres Alterego y Daniel son nombres ficticios.

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