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El gran huracán (Parte 2)

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Llegamos al área metropolitana para encontrarnos filas en las gasolineras y los supermercados abarrotados. El huracán que se acercaba había atraído la atención de todos dado a su tamaño y trayectoria. Hice las diligencias que entendí necesarias y fui a mi apartamento a hacer los preparativos para el inminente embate de del huracán. Como pude protegí mi propiedad y procuré que mis familiares que viven distante a mi estuvieran seguros. Una vez supe que ellos estarían seguros me fui a mi apartamento a ver que más podía hacer. Durante el camino recibí tres llamadas de mi madre recordándome que mi apartamento estaba muy cerca del mar y dado a que estaba en un piso alto ella entendía que no sería seguro pasar el temporal allí.

Tanto fue la insistencia de mi madre que comencé a buscar lugar donde refugiarme los días siguientes. Muchas de las personas a las que llame ya se habían ido con familiares. Realmente mis opciones se estaban acabando. Como último recurso contacte a Jaime mi amigo del bote. El me comentó que pasaría la tormenta en la casa de Rosabel. No recordaba que ella tenía una casa grande lejos de la costa y que al momento me pareció segura.

Llamé a Rosabel y le pedí albergue. Ella me dijo que tenía mucha gente ya en su casa, pero que yo siempre era bienvenido. Me dijo que podía dormir en el “family room” de la casa y para mi pareció perfecto. Busqué el bulto que había hecho y me fui a su casa antes de que entrara la noche. Cuando llegue vi que ya en la casa había varias personas. Jaime, Rosabel y algunos familiares de ella. Conocí a todos mientras me acomodaba en mi área. El ajetreo del preludio de aquella emergencia había acabado. Me senté en sofá que sería mi cama y bajé revoluciones. Una vez tranquilo volvió a mi mente Juliana. El recuerdo fue tan real que hasta me pareció percibir su presencia.

Encendí el televisor para ver los informes del tiempo. Entre las advertencias del reportero y el bullicio de la gente que por allí estaba pude notar aquella voz. La voz que me había enloquecido horas antes. Ya mi atención no le pertenecía al reportero, ya mi estadía había cambiado.

Disimuladamente me fui a donde estaba el grupo y allí la vi. Fui a su encuentro y le di un abrazo como si no la viera en años. Jamás el que me veía allí pensaría que hacía menos de un día que había dejado de verla. Ella correspondió mi abrazo y me dijo que me agradecía el consejo que le había dado. Antes de despedirnos del viaje en bote le dije que no pasara la tormenta sola. Ella quien recién había terminado su relación se había mudado a un nuevo lugar y no era conveniente que se quedara allí pues ni conocía bien ese lugar. Rosabel le había comentado lo mismo y fue a la primera persona a quien le extendió la invitación.

Ya era cerca de las siete de la noche y se empezaban a sentir las primeras ráfagas de viento. La madre de Rosabel sirvió chocolate caliente y todos compartimos en la sala los últimos minutos de energía eléctrica. Una ráfaga fuerte causó el apagón que dejo aquella casa en penumbras. El reflejo hizo que me acercara a Juliana más de lo que ya estaba. Ella cuando sintió mi cuerpo se recostó un poco de mí. Probando mi terreno puse mi mano en su cintura. Ella no se movió lo cual me indico que se sentía a gusto conmigo.

Pocos segundos después la penumbra desapareció. Rosabel había encendido una lámpara de baterías. Pudo notar la cercanía que Juliana y yo teníamos. Me miro con ojos de aprobación, creo que ella sabía que algo había nacido entre nosotros. En forma de broma me dijo que lamentablemente me tocaría dormir solo pues Juliana compartiría el cuarto con ella. Decidí no hacer mucho caso pues dada la multitud de la casa no pensé que entre Juliana y yo pudiera pasar algo más.

La intensidad de los vientos aumento y decidí ir a donde estaba mi bulto a buscar mi celular y poder ver el informe del tiempo. Usando una aplicación de un canal de televisión local pude ver el noticiario. Juliana se sentó a mi lado a ver lo que allí decían. Otros se acercaron también y allí vimos las incidencias de lo que ocurría hasta que la batería de mi celular se agotó. Una vez pasó esto todos se retiraron a sus cuartos. Quedamos Juliana y yo en aquel sofá solos, a oscuras por primera vez en nuestras vidas.

Pasaron alrededor de dos minutos sin decir palabras. Podía verla solamente cuando la luz de los relámpagos se colaba por una ventana del cuarto. Allí en aquel silencio y sin excusa alguna nos acercamos tanto que podía escuchar su respiración cuando las ráfagas de viento descansaban. Pensaba besarla, pero tenía miedo de cruzar definitivamente esa línea. Cuando por fin me decidí a hacerlo la voz de Rosabel trono desde lejos. Le decía a Juliana que ya podía bañarse pues todos los demás lo habían hecho. Me despedí de ella como siempre lo he hecho. Ella me dio un hasta luego, pero en un cambio de opinión se me echo encima y me dio un cálido beso. Me tomo totalmente por sorpresa y activó nuevamente mi deseo por ella.

Se fue al cuarto y regreso con sus cosas al baño común que estaba cerca de donde yo me quedaría. La espere en el pasillo cerca de la puerta de baño. No quería desperdiciar la oportunidad de devolverle el beso que me había dado. Una vez frente a mí, la agarre sutilmente por el cuello y la bese. Fue un beso largo, rico, lleno de deseo. Cuando nos separamos me dijo que aún había gente despierta, cosa que pude constatar por la poca luz que se colaba por debajo de las puertas de los cuartos. Le dije que entendía, que no se supone nos vieran así. Ella entro a darse un baño y yo quede afuera inquieto, con necesidad de una ducha fría. Fui a tomar agua para ver si me calmaba y noté que ya todas las luces excepto la de mi linterna y la que se veía en el baño estaban apagadas. Ver las luces apagadas hizo que mi morbo subiera a su tope.

Fui al pasillo en espera de Juliana. Le tomó un rato más en salir, pero al fin lo hizo. Me miro e intuyó que la estaba esperando. Me abalancé sobre ella y la besé. Esta vez con más ganas que antes. La pegué a la pared y la seguí besando. Ella suspiraba profundo aún más cuándo bese su cuello. Mis manos que aún estaban en su cuello se movieron rápidamente para levantarla y ponerla a mi altura. Ella me enrollo entre sus piernas para estar más segura. Le agarré por las nalgas y pude palpar que eran más suculentas de lo que pensaba. Por lo que palpé note que su ropa interior era diminuta pues dejaba al aire casi toda la nalga y esto me activó más.

Ella me susurro que no se sentía segura en el pasillo así que la baje. Rápido me agarró de la mano y me llevo al cuarto donde me tocaba dormir. Ya allí, la sorprendí agarrándola por la cintura y besándola en el cuello. La llevé a la pared y la pegué a está quedando ella de espaldas a mí. Le besaba el cuello mientras mis manos recorrían toda la parte superior del cuerpo. Metí mi mano por la parte superior de su pijama y agarré sus firmes senos. Al palpar sus pezones noté que estos indicaban excitación. Seguí besando su cuello ya estaba vez moviendo su pelo para morder su nuca. Una vez comencé a besar su nuca, metí mi mano por la parte del frente del panty. Llegué a su ya empapada entrepierna y con la punta de mis dedos comencé a frotar su clítoris de forma circular y firme. Alterne ese movimiento introduciendo mi dedo en su caliente cavidad.

Eso hizo que escapara un gemido a lo cual yo le tape la boca. Le susurre que por ese momento no hiciera sonidos. Asintiendo con su cabeza ella confirmó mi pedido. Volví a introducir mi dedo en ella mientras mordía su hombro y jugaba con sus pechos con la otra mano. Ella entre suspiros bajo mi pantalón y agarro mí ya completamente erecto pene. Comenzó a tocarme mientras yo hacía lo mismo con ella. Poco después me apretó un poco más el pene y derramó sus jugos sobre mi mano en un corto orgasmo. Una vez se compuso de su orgasmo se viró hacia mí y se arrodillo. De un solo movimiento metió mi pene en su boca y comenzó a chuparlo. Ahora era yo el que tenía que aguantar las ganas de hacer sonidos.

Los vientos eran el fondo musical de aquella gran demostración de lujuria. Luego de unos minutos, un sonido del lado de los cuartos nos interrumpió. Alguien había decidido salir a usar el baño que estaba cercano a nosotros. Ambos nos quedamos inmóviles esperando que la persona terminara. Poco después escuchamos que la persona había regresado a su cuarto. Aproveché para cogerla en mis brazos y llevarla al sofá. Allí la senté y me arrodillé frente a ella. Le quité el pantalón del pijama y el panty. Bese sus muslos suavemente mientras palpaba sus piernas a la misma vez. Abrí sus piernas y toqué su vulva. Palpé su geografía y vi cuál era su reacción a mis dedos. Abrí sus labios y palpé su clítoris esta vez con mi lengua. Su cuerpo se retorció al sentir el contacto de mi boca. La mire y volví a repetirlo, pero esta vez deje que mi lengua tomara control de su clítoris. Con un ritmo perfecto recorrí toda su encharcada vulva. Sus caderas comenzaron a remenease como si bailaran a los compas de mi lengua. Metí mi dedo para palpar su cavidad en busca de su punto G. Mientras buscaba note que su contoneo aumentaba y su deseo por gritar amenazaba cada vez más. Seguí mi búsqueda hasta que la cavidad se hinchó. Había llegado al punto y lo usaría al máximo. Con mi boca en su clítoris y mis dedos penetrándola seguí hasta que ella explotó por segunda vez.

Luego de esto me senté a su lado y ella rápidamente agarro mi miembro. Lo metió en su boca y comenzó a lamerlo buscando lubricarlo. Ella misma bajó mi pantalón hasta mis rodillas y quedo sentada sobre mi mirándome fijamente. Luego agarró mi erecto miembro y puso la cabeza de este en la entrada de su cavidad. Ella brincó al sentirla y se movía para que esta entrara con facilidad. Una vez entró por completa la agarré por sus caderas y comencé a penetrarla profundamente. Nuestros cuerpos se movían al unísono sin despegarse. Ella sentía toda mi humanidad y me lo hacía saber con susurros roncos al oído. Sus ojos ahora achinados me miraban en la oscuridad. Podía ver como se perdían de placer. Agarraba sus nalgas para apretarla con más fuerzas hacia mí. Nuestros alientos ya se juntaban entre besos y movimientos. Sus manos en mi pecho cada vez apretaban más en señal de su gozo. En un apretón final dejo escapar un gemido que se perdió por el estruendo de los ruidos externos. Había tenido otro orgasmo y las marcas de sus unas en mi pecho eran la evidencia.

Sin tomar descanso ella se levantó y cambio de posición, esta vez se puso de rodillas en el sofá mirando hacia la pared. Para poder admirar aquel espectáculo encendí la linterna. La tenue luz me dejo admirar la hermosura de sus nalgas a plenitud. Lo ancho de sus caderas junto a la posición de perrito que había adoptado parecía aumentar considerable tamaño de sus nalgas. No pude evitar el arrodillarme frente a ellas para abrirlas y enterrar mi boca entre ellas. Mi boca se encargó de recorrer cada centímetro de aquella maravilla de paisaje. Su contoneo continuó y entre murmullos casi me rogó que la volviera a penetrar.

Me puse de pie y terminé de quitarme el pantalón. Tome mi erecto miembro y la penetre con facilidad. Agarré sus caderas y comencé a atacarla con más fiereza que la de los vientos del huracán atacaban la isla. Su cuerpo me decía que le encantaba como lo hacía y eso causaba que mis más salvajes deseos se apoderaran de mí. Solté mi mano derecha de sus caderas y la agarre por el pelo entrelazando mis dedos en él. Con agarre firme continúe mi penetración hasta que el sonido de nuestros cuerpos aplaudiendo igualaba el sonido del viento que golpeaba las ventanas. En este momento no me importaba que me sorprendieran en el acto. Los golpes cada vez eran más sonoros y Juliana no pudo contener más sus ganas de gemir. Gimió fuerte y eso hacía que yo me esmerara más por darle placer. Era como si en ese momento quisiera que todos se enteraran que había cruzado finalmente esa línea. Mis movimientos siguieron fuertes hasta que solté su pelo para agarrar nuevamente sus caderas y dar la última estocada. Cuando sentí que iba acabar saque mi pene y este derramó todo su deseo en toda la parte trasera de Juliana. Caí exhausto en el mueble junto a Juliana que aún estaba clavada al espaldar de este.

Aquella noche lo volvimos a hacer dos veces más. Ella fue al cuarto de madrugada y allí durmió en la cama que le habían dejado. Yo me di un frio baño y también pude dormir no sin antes pensar mucho en lo que había pasado. Tenía una mezcla de sentimientos. Juliana era la ex novia de un amigo y la había hecho mía esa noche. Los sentidos de persecución empezaron a apoderarse de mí, pero aun así me dormí. Al despertar ya casi todos estaban levantados y mirando por la ventana. El huracán hizo algunos daños, pero como tuvo un movimiento al norte no fueron como su intensidad ameritaba. Rosabel ya había hecho café para todos. Mientras me unía al grupo de los despiertos los miraba para ver si alguno había notado lo que había pasado horas antes. Todos parecían ignorar los hechos y eso me dio tranquilidad. Al rato se nos unió Juliana. Como pudo me pregunto si alguien había notado algo, al parecer ella también sufrió de sentimientos de persecución como yo. Cuando le dije que entendía que nadie había notado nada se calmó.

Ya el huracán había pasado y la gente comenzó a retirarse a sus casas. Cuando Juliana y yo nos fuimos a despedir de Rosabel esta nos sorprendió diciéndonos que nos fuéramos y gozáramos de nosotros sin tener que contenernos. Ante la mirada pasmada de ambos ella nos contestó con su natural mirada picara que yo no era el único que me sabia esconder para disfrutar un buen espectáculo.

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