Nuevos relatos publicados: 11

El juego erótico de mi masajista (2)

  • 13
  • 14.995
  • 9,54 (13 Val.)
  • 1

Esto es la continuación de mi relato “El juego erótico de mi masajista”. Si no has leído el primero puedes buscar los relatos en mi perfil y debe aparecer a continuación de este. Como preámbulo seré breve en hacer un extracto y es que esa primera hora y media con esta chica llamada Alisa, fue un masaje intenso y erótico donde esta chica tuvo un espectacular orgasmo con ricos gemidos que hicieron a que yo tuviera también una rica eyaculación en ese momento, pero todo esto se daba sin penetración alguna. Ella hasta me lo mencionaba que no habíamos tenido sexo, pues no la había penetrado y todo esto había culminado con solo el roce erótico de sus labios vaginales masajeando los 21 centímetros de mi falo en posición de Alisa montándome.

Después de todo esto me quedé en que estábamos bañándonos juntos y teniendo una plática reviviendo lo que acabábamos de vivir. De hecho, esta hermosa rubia me quedó viendo la pelvis y me echaba agua para remover todas esas secreciones de sus jugos vaginales y mi liquido preseminal. Me restregaba mi verga ya flácida, me le echó jabón y posteriormente me volvía a secar. A ese punto no sabía si habría más o si esta chica quería llegar a ser penetrada o esto que habíamos vivido era suficiente para ella. La verdad que, aunque mi verga se mantenía flácida después de haber eyaculado, en mi mente pasaban ya imagines y me miraba chupando su rica conchita y penetrándole ambos agujeros. La verdad no sabía a qué estaba dispuesta, pero ya con lo que habíamos vivido con toda seguridad tenía mucha más confianza en explorar las posibilidades.

Ayudé a secarla y ahora con más tiempo y sin tener esa presión del deseo podía observar la gatita pintada en su glúteo derecho y una pequeña mariposa que a la vez ayuda a camuflar esa cicatriz de una cesaría de la cual me había hablado antes. No había observado muy bien su conchita, pero es de esas con labios gruesos y un clítoris abultado y muy bien depilada que prácticamente parecía que nunca hubo allí vello alguno. En sus nalgas muy bien formadas no se podía ver estrías o celulitis alguna y realmente tenía ante mi a una bella mujer, con unos pechos como dije antes que me parecía perfectos y una carita tan linda con una sonrisa que me parecía hasta erótica. Alisa obviamente es una tentación y creo que ella lo sabe. Fue ella la que resumía la plática:

–¿Te gustó el masaje?

–¡No me gustó, me encantó! -le dije mientras ella me daba una sonrisa.

–Para serte honesta, a mí también me encantó. -decía con esa sonrisa erótica.

–Me gustaría hacer otra cita para otro masaje. -le dije.

–Lo podemos agendar si tu gustas.

–¿Qué tal ahora… tienes tiempo?

–Creo que lo que tú quieres es algo más que un masaje. ¿Me equivoco?

–No… creo que lo intuyes muy bien. Después de lo que me has hecho vivir me gustaría sentirte como toda una mujer. – y me quedaba mirando con esa carita muy rica que tiene.

–Tú eres un hombre que honestamente me atraes, pero nunca había hecho esto con cliente alguno y no quiero que pienses que lo hice para atraer a un cliente por medio de un masaje erótico. Lo hice porque realmente me gustaste y me inspiraste confianza.

–¿Entonces?

–¡Es que es complicado! No sé cómo decirlo y no sé si debería decírtelo.

–¿Decir qué?

–Mira Tony, te voy a decir algo muy íntimo que muy poca gente sabe de mi y honestamente no te lo puedo negar, me gustaría sentirte como hombre también, pero antes quiero hacerte saber algo que no quiero arruinar y que no deseo complicar. Te dije que estaba casada… ¿recuerdas?

–Si… si me lo mencionaste.

–Bueno… estoy casada, pero no con un hombre, es una mujer… soy bisexual.

–No te preocupes por eso… yo no pienso complicarte en nada tu relación. Y que seas bisexual tampoco me incomoda.

–En ese caso, déjame llamar a la señora que cuida de mi nena y hacerle saber que llegaré más tarde.

Ya para cuando llamaba a esta persona Alisa se había puesto unas bragas similares a las que llevaba al principio y sabía que eran otras pues las que mojó anteriormente yacían todavía colgando en el baño. Se miraba deliciosa solo vistiendo esas bragas y no me aguantaba para que terminara con la llamada para que me diera luz verde y comenzar a acariciar tan perfecto cuerpo. Imaginaba comenzar mamando sus tetas y definitivamente quería chuparle esa preciosa panocha y comía ansias mientras ella hablaba. Después de cinco minutos de espera Alisa se acercó a mi y me puso su mano izquierda en mi pectoral y con su mano derecha me tomó el falo y me dijo con su voz aguda y erótica: –¡Me la quiero comer!

Estaba cerca de las puertas corredizas contemplando el jardín y una fuente de agua que se unía a una piscina y esta linda mujer comenzó con una felación tan erótica como también profunda. Sus labios me atraparon el glande en mi verga que ya había comenzado a tomar volumen por lo que ya imaginaba. Alisa hizo una pausa y me dijo lo siguiente: –¡Tienes una verga hermosa, que realmente dan ganas de mamarla! –Me tomaba de las nalgas y allí tenía a esta preciosa mujer hincada ante mí chupándome la verga eróticamente mientras miraba la escena del jardín, pero por dios… que divino chupaba verga esta mujer. Era una felación en ocasiones delicadamente erótica y por momentos salvaje y profunda. Podía intuir que esta mujer de unos 32 años tenía experiencia haciendo aquello y en esos momentos pensaba, que sorpresas me aguardaban con esta linda chica cuyo rostro parecía ser el de una chica de veinte años. Pasó mamándome por unos siete a diez minutos donde me chupó los huevos con una técnica exquisita que a la misma vez me pajeaba la verga cuando lo hacía y todo esto me estaba acercando a la tierra prometida por lo que hice una pausa para también corresponderle con lo mío.

Hice que se parara ante mi y le di un beso por sobre los labios gruesos que tiene. Alisa correspondió con otro beso y con este segundo estábamos saboreando nuestras lenguas. Sentí sus hermosos pechos contra mi zona torácica y supe que eran naturales, aunque de vista se miraban sólidos como si fueran de silicona. Pero así eran de perfectos y confirmé que eran naturales cuando los tomé con mis manos y me llevé uno hacia mi boca y comencé a mamarlo. Vi como literalmente se le erizó la piel y entre un gemido y con voz quebrantada me dijo: –¡Qué rico! ¡Qué rica se siente tu lengua caliente y tus labios halando mis pezones! –Me lo decía mientras a la vez con mis manos me apoderaba de tan rico y perfecto trasero y cuando tocaba su zona vaginal descubría que sus bragas que se acababa de poner ya estaban empapadas de sus jugos vaginales. Alisa produce abundante jugo vaginal y es un jugo espeso que literalmente al tocarlos con mis dedos se estiraban como hilos incolores.

Su piel olía como a frutas dulces y paso a paso y sin dejar de mamarle las tetas haciendo pausas para saborear ambas en tiempos intermitentes me acerqué a la cama y la coloqué por sobre sus espaldas y continué chupando esos pezones y luego descubrí que le encantaba que le besara el cuello mientras con una de mis manos le halaba o apretaba uno de sus pezones. De esta manera pasamos alrededor de unos quince minutos y donde podía escuchar los latidos acelerados de su corazón, los gemidos apabullados por la excitación y Alisa me lo hacía saber que lo estaba gozando y me decía respirando profusamente que a veces no entendía lo que decía: –¡Me encanta como me mamas las tetas… tienes una lengua muy juguetona… Oh Dios, que delicioso… me tienes tan mojada y caliente que quiero sentir tu verga… por favor, Tony, ¡méteme la verga! – Ahora en esta ocasión era yo quien jugaba con sus ansiedades y solo le decía cuando me le acercaba al oído chupándole el lóbulo: -Espera, quiero chupar esa panochita y meterle la lengua a ese hoyito.

Me decía que yo era malo, que la estaba volviendo loca de placer y yo continuaba prendido de sus tetas y en ocasiones le pasaba mis dedos por sobre esas bragas mojadas y le masajeaba con mis dedos ese clítoris que ya de por si se mira abultado, pero hundida en aquella excitación el clítoris tenía un volumen mayor y podía sentir el golpe sanguíneo que chocaba llevándole una buena dosis de exquisito placer. Creo que Alisa estaba tan excitada que prácticamente me lo pidió de esta manera como si fuese un sincero ruego: –Estoy al borde de correrme, pero quiero correrme sintiendo tu verga pompeándome… Méteme la verga.

No le quité las bragas mojadas y solo se las hice de un lado. Pude ver esa conchita escurriendo jugo vaginal en abundancia que las sábanas mostraban también humedad en esa zona. Apunté mi glande a su canal vaginal y sentí su humedad caliente y como me lo presionaba. Se la fui metiendo lentamente porque sentí cierta resistencia a pesar de que esta linda mujer estaba más que sobre mojada. Escuché sus gemidos en una combinación de dolor y placer y me alagó con su mirada erótica y me decía con esa voz muy sugestiva que tiene: –¡Que rica se siente tu verga! Dámela con todas tus ganas que estoy a punto de correrme… húndeme hasta los huevos sí quieres. – Me apoyé con mis brazos para no poner mi peso por sobre ella y a la vez ver esos gestos deliciosos cuando le comencé a dar un embate que de cien pasó a mil revoluciones en segundos. La cama crujía y al igual aquel piso de madera y esto llevaba el mismo ritmo de los gemidos de la bella Alisa. Llegamos a ese punto de esta sincronización de baile sexual cuando nuestros ritmos eran precisos cuando le hundí al máximo mis 21 centímetros de verga y ella los recibía con un golpe que podía sentir el choque de mis testículos pegando en sus nalgas y Alisa solo decía mientras cerraba los ojos y fruncía los labios: –¡Qué rico… así, así, dame, dame… me vengo, me vengo… no pares, no pares… por Dios, pégale fuerte… húndeme esa verga… oh, oh, oh… me corro Tony, me corro Tony! –El último embate parecía como un castigo a esa conchita, pues la taladré fuertemente por más de tres minutos y Alisa no paraba con ese jadear despavorido y me arañaba las nalgas y las espaldas y podía sentir su vagina contrayéndose por varios minutos y todo aquello hizo que llegara a mi segundo toque al paraíso. Me corrí y este segundo palo me pareció más rico y fuerte que el primero. La sabana se mojó mucho más y cuando me levanté de por encima de Alisa, pude ver mi esperma vertiendo de la cavidad paradisiaca de esta linda y hermosa rubia. Me dio una sonrisa cohibida y solo me dijo cuando se levantaba: -Tienes una resistencia increíble… No recuerdo a nadie que me haya dado verga de esa manera, me corrí tres veces.

Obviamente aquello es un halago para cualquier hombre y nos fuimos directo de nuevo al baño y continué viendo como le escurría mi esperma entre las piernas blancas de esta mujer. Antes de que nos cayera el agua Alisa me dio una breve mamada a mi verga flácida y me removió los últimos residuos de sus jugos vaginales y mi leche. Aquella última declaración de Alisa provocó mi curiosidad y fue cuando le pregunté:

–¿Nadie te había dado verga de esta manera? ¿A qué te refieres?

–Me refiero a la fuerza, a la constancia y a ese ritmo que logré encontrar contigo… me gustó mucho. Nunca me había corrido dos veces seguidas y mucho menos tres. Tienes una resistencia de admirar y aunque sabía que eras un hombre con mucha experiencia, nunca imaginé que lo harías tan rico.

–Alisa, no te moleta si te hago una pregunta… de esas personales.

–Pregunta.

–¿Cuándo fue la última vez que estuviste con un hombre?

–Fue con el exnovio que te hablé… unos cuatro años.

–Me hablaste de que tu esposo no te lo hacía tan rico como lo hacía tu exnovio. ¿Hablabas de tu pareja actual?

–Mira, es algo complicado hablar de esto. No es que ella no me satisfaga… más bien, extrañaba esto. Sentir una verga verdadera y no un consolador… ¿entiendes?

Me habló más extensamente de su relación lesbiana cuando nos bañábamos y hasta me insinuó que ellas tenían una relación libre, aunque ella creía que su pareja era cien por ciento lesbiana y que nunca había estado con un hombre. También en esa plática le mencioné que me había quedado con las ganas de chuparle la conchita, que realmente deseaba hacérselo, puesto que me gustaban sus labios y ya me había hecho la idea de probarlos. No le mencioné nunca del sexo anal, pues por su apariencia de chica delicada y sus ademanes finos no me la imaginaba que aceptara que me diera ese precioso culo ni nunca me la imaginé que fuera una de sus preferencias sexuales, pero estaba totalmente equivocado. Cuando le mencioné lo de chuparle la conchita ella me dijo que le gustaría experimentar algo conmigo. Le dije que con ella estaba dispuesto a todo y Alisa se fue abriendo con mas confianza a sus deseos más perversos o cachondos.

Sacó de su cartera lo que parecía un tapón anal y me pidió que fuera yo quien se lo introdujera en el culo y que luego después me podría comer su conchita. Era como de material plástico de color rosa y obviamente la punta era mas gruesa que el tronco para que su anillo o esfínter lo atrapara y que no se salga de su culo. No tenía lubricante, pero lo embarró con el mismo aceite con el que horas previas me había embarrado a mi buena parte de mi cuerpo. Ella misma se puso en posición de cuatro o de perrito y antes de que se echara del mismo aceite en el culo le dije que esperara, que yo se lo quería lubricar de otra manera. Me hinqué ante esa espectacular vista, pues la verdad esos labios de su conchita eran espectaculares y ese culo de ojete rosadito sin ningún vello era un postre difícil de ignorar y no querer probarlo. Me acerqué a su culo y primeramente se lo soplé para que sintiera mi aliento y luego le acerqué mi lengua a esa abertura deslizando mi músculo oral por las paredes de sus nalgas. Le di un beso al tatuaje de su gatita y luego me lancé a chuparle ese precioso culo. –¡Oh dios… se nota que sabes lo que una mujer desea! – Yo le pregunté: –¿Deseabas que te chupara el culo? – Y ella contestó: -Cuando me chupaste las tetas supe que tenías una lengua picara y muy juguetona. – Y Alisa solo soltaba gemidos de placer mientras le paseaba mi lengua de arriba hacia debajo de sus nalgas sin llegar a su conchita que se miraba húmeda.

Como dije, el tapón anal de unos ocho o diez centímetros tenía una buena circunferencia en la punta que se asimilaba a la punta de mi verga en su grosor. Lo que no sabía era que funcionaba también como vibrador, pero ella me pidió que no lo pusiera a vibrar cuando después de una buena chupada a su culo, estábamos en ese proceso de invasión. Con mi saliva y el aceite poco a poco su esfínter cedió y ella me pidió que se lo sacara y se lo metiera cuidadosamente de nuevo. Esto lo debí haber repetido unas cinco o siete veces. Podía ver como le quedaba ese culo abierto y mi verga se había endurecido y caía mi liquido preseminal en el piso de madera. Alisa luego se acostó en la cama sobre sus espaldas con sus piernas dobladas listas para que se las abriera. Podía ver el tapón anal de tono rosado clavado en su culo y abriendo las piernas me dijo con sus voz y sonrisa erótica: –Venga, ahora cómase esta conchita como usted quiera. Me abrió las piernas y yo busqué ese agujero impacientemente y saboreé su conchita y esta tenía un sabor dulzón. Sé que hay este tipo de dulces que las chicas se ponen en la vagina y le dan un aroma a frutas y un sabor dulce que con lo salado de sus jugos hacen una buena combinación y me dediqué a chuparle la panochita a placer.

La llevé donde la acomodé a la orilla de la cama elevando sus dos piernas y yo puse una almohada para que mis rodillas no me dolieran pues era piso de madera y le succionaba el clítoris que ya bien excitada esta mujer se le mira espectacular pues lo cubre en algo una membrana parte de sus labios como si fuese una mariposa. Le hundía la lengua en ese hueco y le paseaba mi lengua desde el clítoris a su perineo mientras con mis manos me apoderé de sus dos pezones y comencé a halarlos y apretárselos. Sé que le gustaba esto, pues sus gemidos de placer me lo hacían saber contundentemente. Luego después de cinco minutos chupándole la panocha, me pidió que encendiera el vibrador a la segunda velocidad de este. Era solo de apretar dos veces el otro extremo que aparecía por su culo y escuche el vibrar del aparato en su culo pues no había mucho ruido en aquel cuarto además de los gemidos de Alisa.

Volví a lo mismo, le succionaba el clítoris y se lo halaba con mis labios y Alisa solo gemía de placer diciendo: –¡Oh, Dios mío… me vas a volver loca de placer! – Su piel se erizaba y luego le dejé ir un embate con mi lengua pues sentí como sus jugos vaginales vertían y estos se volvían más salados pues creo que el dulce se había drenado por todo ese jugo que vertía. Alisa correspondía ese embate de mi cabeza contraminada entre sus dos piernas y mi lengua hundiéndose lo más profundo a su hueco y no pudo más… Esta vez no dijo mucho y sus espasmos llegaron y levantaba su pelvis buscando el calor y placer de mi lengua y solo le salió como un grito chillón diciendo: –¡No me quería correr…pero esa tu lengua si que es juguetona! –Se la lamí hasta que sus suspiros se fueron haciendo más leves y menos ruidosos. Yo tenía mi rostro lleno de los jugos vaginales de Alisa y ella se incorporó y me besó los labios y me los chupó de una manera muy erótica que parecía me estaba chupando la verga.

Me dijo que ella esperaba correrse con mi verga en su conchita y con sus piernas elevadas contra mi pecho, pues esta posición le ha ofrecido los mejores orgasmos según me contaba. Le dije que lo podíamos intentar y que mejor sería hacerlo en la cama de masajes, pues por su altura era para mi mucho más fácil. Sin perder mucho tiempo se acomodó en esa posición en esta cama y era la altura precisa para ver como mi verga se hundió en su conchita en la cual yo podía sentir ese vibrar de su tapón anal en su culo. Piernas elevadas y cerradas en contra de mi pecho y comienzo a pompearla con embates más acelerados e intermitentes. Alisa se tomaba de sus pechos y cerraba sus ojos y momentos después ella se apretaba los pezones y hacía muecas eróticas con su bello rostro. Sentir el calor de su vientre y como este me enviaba señales con un calor mucho más intenso e intuí que estaba al borde de otro orgasmo. A mi edad y con dos polvos que ya le había echado, pues a mí me cuesta mucho más llegar a una tercera eyaculación. Le pegué a esa conchita una sacudida que esa camita crujía y prácticamente la empujaba hasta que chocó con la pared y fue allí donde arremetí un último embate y oía el chasquido de ese mete y saca de mi verga gozando de tan preciosa mujer y ella soltó el grito: ¡Dios mío… me corro! Dale, no pares que me vengo. Se la sacudí hasta que ella misma me dijo que no daba más y me pidió que me corriera. Fue entonces que le pedí el culo. Ella en una manera de resignación y podía ver ya ese agotamiento en su mirada me dijo: -Cógetelo… es tuyo.

Para no hacer las cosas mas complicadas y viendo su agotamiento en su rostro, le saqué en esa posición el tapón anal y vi como ese culo le quedaba abierto y comienzo a meterle los 21 centímetros de mi verga. Ella solo me dijo: -Ven con cuidado, que tu verga si se siente que lo rompe a uno. – Se la dejé ir y a los minutos se la estaba pompeando a placer siempre con sus piernas elevadas y ahora era Alisa quien metiendo su mano entre sus piernas se masturbaba el clítoris. Le pegué varios embates a diferentes velocidades y me lo volvió a anunciar: -Me vengo Tony, por dios me estoy corriendo otra vez. – Aceleré mi embate y en esta ocasión los espasmos fueron tan fuertes o ella estaba tan débil que los ojos se le blanquearon y sus muslos quedaban temblorosos. Yo le seguí taladrando, pues quería encontrar la gloria y ahora con mi espalda sudada y con gotas de sudor cayendo a mis pectorales, le inundé el culo con mi tercera eyaculación. Estábamos ambos respirando profusamente y cuando ella recuperó el aliento me dijo: ¡Bárbaro… eres increíble para coger! Nunca esperé semejante cogida.

Ya han pasado meses de ese primer encuentro, pero hace tres días me cayó el correo electrónico número cien pidiéndome que les contara lo que aconteció después de mi primer relato con Alisa. A esa persona le voy a enviar una fotografía de Alisa… no mostrando su rostro porque eso para mi es muy confidencial, pero se podrá dar un taco de ojo apreciando la belleza de esta mujer. Desde esa primera vez hemos cogido una segunda vez y es donde le tomé varias fotografías y esto aconteció hace tres semanas. Alisa es una diosa del sexo y realmente fue un rico placer haberla llevado a la cama. Si te gustó este relato escríbeme y haz las preguntas que tú quieras.

[email protected]

(9,54)