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El spa de Ma´ (parte 1)

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Anna

Salgo de mi casa, monto el coche y voy rumbo al Spa de Ma´. Encontré el folleto en casa de mi hermana, un lugar que promete la mejor relajación de tu vida, un santuario lejos del mundo que comparto con hombres. Un lugar para sentirte relajada, eso es todo.

La brisa tropical entra por las ventanas de mi auto, al momento que cruzo las pequeñas palapas que esconden el pequeño santurio de mujeres hay un gran cartel que pone: El Spa de Má, el paraíso encontrado de las mujeres. Aparco el auto, bajo y mis inmensos tacones de aguja se clavan sobre la gravilla, mi falda corta por encima de la rodilla deja que la ventilación entre tras este calorón. Cruzo el camino, en la entrada las puertas son de cristal, el establecimiento tiene pinta de spa de playa, que es lo que es, hay palmeras por doquier, techos bajos de palma, cuartillos para los masajes, jacuzzis, y una zona muy reservada. Las mujeres aquí visten una falda por encima del muslo, algunas usan blusitas, otras sostenes de telas muy finas, todas con un hibisco en sus melenas.

-¿La puedo ayudar? - Una mujer de tez bronceada por el sol me recibe.

-Sí, gracias. Me he encontrado este folleto que habla del spa exclusivo de mujeres, y es lo que más necesito, relajarme.

-Muy bien, sigame por favor.- Mira mis piernas torneadas y su larga mirada va por el pasillo más reservado.

A lo largo del camino escucho risitas, veo caricias, escucho gemidos.

-¿Qué es aquí exactamente? -Preguntó.

-Esto es un spa para mujeres lesbianas. Aquí cumplimos todas sus fantasías, al mismo tiempo que cumple la de otras. - Me quede perpleja, un spa para lesbianas, un spa erótico. Por qué mi hermana tendría algo como esto, sabía que en un pasado tuvo aventuras con mujeres, pero seguir frecuentandolas después de 10 años de casada con su hombre.

-No es nada del otro mundo. Si usted no es lesbiana, siempre queda la posibilidad de probar algo nuevo. Todos deberíamos irnos de este mundo al menos habiendo probado de todo un poco. ¿Qué dice?

No tenía que pensarlo dos veces, necesitaba un descanso temporal de los hombres, probar algo nuevo no significa que me guste por completo.

-Acepto.

-Muy bien. Supuse que lo diría. ¿Le gustaría probar el masaje de coño? Es lo más nuevo y lo más solicitado en el momento, no se va arrepentir. - Asentí. -Sigame, la Sra. Belén ya debe estar en su cubículo, será ella quien la dirigira.

Nos detuvimos frente a una puerta color caoba, toco y para pronto una voz exclamo un pase. Abrió la puerta, a este punto esta nerviosa y excitada, mis piernas temblablan, un nudo se formaba en lo bajo de mi vientre, y mis pechos comenzaban a pesar. Un mujer de 35 años, sentada tras el escritorio nos sonreía, su melena rubia cayendo por sus hombros.

-Hay alguien aquí que está interesada en el masaje de coño. Su nombre es... - Recorde que no le había dicho mi nombre.

-Anna, mucho gusto. - Le extendí mi mano y la mujer la tomo con firmeza.

-Mucho gusto, se ve muy joven, ¿qué edad tiene usted?

-30 años, recién cumplidos.

-Pues bienvenida sea usted. Cristin, dejanos por favor, a partir de ahora me encargo yo.

La mujer que me trajo asintio y salio del cubiculo. Me dio tiempo de observar el lugar, las paredes eran de varas de bambú café claro, atrás de el escritorio había una ventana con las cortinas corridas de un blanco traslucido que por el sol permitia ver a las demás chicas entrando al jacuzzi y escucharlas reír. Belén se levanto y salió tras su escritorio, la mire, tenía una pequeña cintura, caderas anchas, pechos grandes y firmes que bajo la filipina se podía distinguir el pezón, una faldita mucho más corta que las demás chicas que vi antes, unas largas piernas bronceadas como el resto de ella. Sus ojos azules me atraparon viendola.

-¿Disfruta la vista? - asentí con vergüenza, sin ser consiente de lo que hacía -. Que bueno. Quitese la ropa, voy a preparar lo que necesito. Y si puede hagalo de forma sensual, me gusta excitarme mientras me preparo, me ayuda a hacer mejor mi trabajo.

-¿Qué?

-Solo hagalo, no se arrepentira.

Y así lo hice. Me quite los tacones, reorrí mi cuerpo con mis manos mientras la mujer se preparaba y me veía, llegue a mis pechos lentamente quite mi camiseta, baje a la cadera y fui bajando mi faldita lentamente hasta que quede solo en tanga y sostén.

-También la ropa interior. - Por Dios, eso era mucho, yo no venía preparada para ello, pero lo hice, desabroché el sosten, dejando que mis excitados pechos saltarán a la vista, eran casi tan grandes como los de ella. Me quite mi tanguita lentamente, el depilado vello café claro en forma de V contorneaba mi monte de Venus. - Acustese, enseguida voy.

Hice caso, me recoste sobre una camilla doble de cuero al nivel del suelo, boca arriba. Encendio varías velas arómaticas. La mujer se acerco a mí, levanto su brazo para tomar unos frascos de la repisa por encima de mi cabeza. Podía ver su tanguita roja, el centro de está, humedo, ha este punto yo también estaba así de mojada. Junte mis piernas para calmar el dolor que se había formado entre ellas, se hincó junto a mí.

-Levanta tus brazos por encima de tu cabeza. - Hice caso. Con unos correas de cuero junto mis manos, amarro, y anclo el nudo en un bastón tras la camilla, dejandome indefensa con las tetas más erguidas que nunca y saltonas.

Esparció encima de mí aceite, froto sus manos en mi cuerpo, acariciando mis tetas para erguirlas más hasta que dolieron dejandome soltar un gemido.

-Así es bonita. Gime para mamá.

Me retorcía bajo sus caricias, sintiendo como ese nudo en mi coño crecía y lo único que quería hacer era frotarlo como nunca, mis manos aún sujetas sobre mi cabeza.

Belén estaba encima de mí, beso mi cuello, sus manos bajaban por mi cintura, lentamente fue llenando mi cuerpo de mordiscos y besos, gimiendo al aire. Sus manos descendierón entre mis muslos mientras me besaba las tetas, lentamente abrio mis piernas a la altura de los hombros, se inclino para morder levente la punta de mi pezón derecho. Sus manos desaparecierón unos segundos, pero sus suaves labios seguían mordisqueandome el pezón, fue entonces cuando un chorro de aceite entro en mis mulos llenandome por dentro, con la vagina empapada de aceite con escencia a lavanda, sus manos separaron más mis piernas.

El primer contacto, fue como sus manos apretaron mis muslos, siguio así por un buen rato mientras se acercaba a mi coño, necesitaba que lo tocará no podía más con ese dolor. Entonces, puso su palma sobre mi vagina, con el pulgar froto el clítoris, gemí, con los dedos abría los labios menores, frotaba sus dedos en está. Sigio acariciando, froto suavemente...

-Más... -gemí de forma ahogada -. Por favor, dame más, Belén.

Belén froto todavía más suave, mi cuerpo se retorcía bajo ella. Sus labios mordisquaeron un poco más mis tetas, hasta bajar por mi vientre, su pulgar se deslizaba con facilidada por la sedocidad de mi vello púbico. Con el indice hizo un movimiento círcular por debajo del clítoris, subio y bajo sus dedos hasta que la punta de los dedos de los pies se me agarrotarón. Bajo su boca por mi vientre, mordio la piel del monte de venus suavemente, con los dedos siguió masajeandome el coño y con la boca la chupaba. Levante mis caderas más a su boca, sus labios suguieron succionando, su aliento solo provocaba cosquillas incontrolables en mí, sus dedos pellizcarón la piel sensible.

Paro por unos segundos.

Se levanto, abrio su filipina dejando ver dos grandes tetas, abajo de una de ellas tatuado un corazón. Se inclino para sacarse la tanga, levanto los pocos centimetros de tela que cubrían sus muslos dejandome ver un coño bien depilado, chorreante. Se llevo un dedo por la raja del coño, lo deslizo después me lo extendió. Abrí mi boca para chupar su dedo lleno de jugo de coño, solto un gemido cuando chupe. Mi coño estaba palpitante, necesitaba que fuera tocado ahora, se volvió a levantar, fue hasta su gabinete y saco un vibrador, se encimo en mí, poniendo su chorreante coño en mi cara.

-Ya sabes que hacer, quiero que me comas, bonita. - Me miro, espero y posiciono su coño en mi boca, extendí la cabeza, ella bajo las nalgas hacía mí.

Pase mi lengua por su coño chorreante, deslice la punta de mi lengua en él. Gimió. Se posiciono entre mis piernas, abriendolas más. Acaricio mi coño en sincronía mientras yo le chupaba el suyo, bebí de su jugo, froto mi coño y coloco el vibrador en mi hinchado coño. Cuando sentí la punta del vibrador mi espalda se curvo hacía ella, su coño quedo todavía más pegado en mi boca, contorne las caderas de arriba a abajo, de un lado a otro, la mujer solo pego más su coño a mi boca dejando que metíera mi lengua en el pequeño agujerito, sintiendo como sus jugos calientes y pegajosos se venían en mi boca.

-¡Ahh! ¡Así, Anna! - grito entre gemidos.

La punta del vibrador me había penetrado, la mujer me calló poniendo sus nalgas en mi cara por completo, chupe su coño después su agujerito, mientras la dejaba que me acariciara con besos el coño. No podía parar, me excitaba la forma en que se movia por mi cara y como el delicisoso y caliente jugo chorreante entraba por mi boca, a ella le excitaba la forma en que yo me movía y me corría.

-¡Anna! Para... quiero cambiar de posición.

Quito sus nalgas de mi cara, se levanto. Camino hacía su escritorio, su faldita no era más que un montón de tela arrugada sobre su cintura. Mi rostro estaba caliente, mis muñecas dolían, y mis piernas temblaban. Abrió un cajón y saco un plug con colita de gato de esté, en otro cajón saco un masajeador. Regreso hacía mí, tomo mis pantorrillas y las levanto cada una separandola y colgandola en otra correas de cuero, dejandome completamente inmóvil esta véz. Hundio el plug en aceite y sin aviso me penetro analmente rápido, el masajeador lo coloco en un apoyo de modo que este seguiría trabajando en el centro de mi coño sin que ella lo sostuviera. Haciendome gemir a los 4 aires. Se encímo en mí, sus nalgas nuevamente en mi cara, su coño en mi boca, se sentó y hundí mi boca en su agujerito como sabía que le gustaba, tuve oportunidad de morder suavemente la piel de su coño escuchandola gemir, su espalda daba a la puerta, sus tetas saliendo de la filipina masajeandolas con más aceite. A lo lejos escuchaba a las chicas gemir, reír, susurrar y Belén encima de mí, gemía como nunca, apretando sus tetas con dureza.

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