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Ella... su alter ego

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Ella se divide en dos. Es la sombra y a la vez luz, como queriendo decir que tiene muy marcadas dos facetas. Su cara angelical radiante contrasta con su lado más pasional y perverso. Ella sabe perfectamente cuándo hacer uso de cada arma.

La invite a juntarnos en un lugar casi público y no tuvo dudas de invitarme al sillón y hacerlo. Con esa convicción de saber perfectamente lo que hacía. La invite a mi casa, le tenía su trago preferido, charlamos un rato, bebimos un rato, un poco de música de lo que fue la ante sala de una noche lujuriosa y apasionada, de esas que quedan recuerdos, buenos recuerdos, ricos recuerdos, húmedos recuerdos. Si debo decir que esa noche la disfrute, la goce, la complací. Así como ella me complació a mi. Un apasionado sexo oral en el patio sobre un mueble, disfrutando cada rincón húmedo con mi lengua. Luego un sexo desenfrenado en mi pieza, llegando al éxtasis de manera lujuriosa, acabando sobre mi cara, dejando mi cuerpo y la cama mojada, muestra que ambos dimos todo por satisfacer nuestros más oscuros y ganosos deseos sexuales. Fue una noche memorable.

Del coqueteo con ella siempre, quizás haya cosas que van más allá, que cada uno guarda para si, quizás ella sabe lo que eso significa y es por eso que siempre nos terminamos buscando.

Una noche al retornar a la ciudad luego de una actividad, nos vimos de pasada, ella con un escote provocador, yo dejándome sorprender y disfrutando lo que ofrecía. Hablamos y en cosas de mensajes me invito a visitarla. Ya entrada la noche fui a su casa Todos dormían, el acuerdo era reunirnos en mi auto fuera de su casa, pero al llegar cambio de planes. Me invito a pasar a su casa. Pero ¿cómo?? Ven te meteré al cuarto. Y así fue. Me hizo pasar al cuarto del jardín. Un improvisado sillón nos dio pie para llevar adelante nuestros deseos lujuriosos, mientras en la casa todos dormían. No quiso perder tiempo. Me beso, la acaricié, la toque y de pronto la tenía arrodillada frente a mi, ella sabe que me gusta y está dispuesta a satisfacerme y lo hace. Luego me senté en el sillón y lo hicimos, como nos gusta, rico, apasionado, lujurioso. Acabamos, me uso y me dejo ir.

La pienso, la recuerdo, pero lo hago en silencio, quizás ella lo sepa, pero no lo digo. Es mejor mantener las cosas así. De que me gusta esta aventura, me gusta. De que la quiero repetir, la quiero repetir. Como será, eso es impredecible, porque ella es impredecible.

(9,20)