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En fiestas patrias

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Esta es una obra de semi-ficción. Algunos nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, acontecimientos y hechos que aparecen en la misma fueron modificados por la autora en el uso de su libertad literaria.

Hola a todos, todas y todes, la siguiente publicación, no es tan detallada y larga como otros de mis relatos, pero la escases de tiempo dada mis responsabilidades no me ha permitido dedicarle al tiempo necesario a la redacción, espero sea la lectura les sea placentera.

Había sido una larga temporada de sequía en mi ciudad, desperté de la siesta de media tarde, durante el caluroso atardecer, empapada de sudor exteriormente, y después de haber soñado con ser llenada al máximo por una deliciosa verga. También me encontraba mojadísima interiormente, sola en la cama y cachonda. Acababa de terminar mi período unos días antes y siempre pasó la primera semana posterior muy cachonda. Víctima de la naturaleza estaba muy libidinosa.

Estire mi cuerpo felinamente. Mis tetas presionaban contra el fino algodón de la camisola que llevaba. Mis pezones despuntaban ligeramente y sentía un hormigueo entre las piernas. Deje que mis manos se deslizaran lánguidamente por mi cuerpo, deslizándose sobre mi prenda interior de seda y deteniéndose en mi cuca. Las yemas de mis dedos bailaron sobre mis labios, moviéndose hacia adelante y hacia atrás, haciéndome cosquillas en los puntos más sensibles. Mi otra mano se deslizó debajo de la primera para ejercer presión sobre mi vulva, haciendo un pequeño movimiento en el sentido de las agujas del reloj. Podía sentir cómo aumentaba la intensidad. Deslice la tela mojada hacia un lado y deje que la punta de mi dedo medio se deslizara dentro de mi resbaladiza vagina.

¡Ding Dong!

Y: "En madre Mierda", en voz alta, "¡Me quedé dormida!".

Mi Mor y yo, habíamos preparado una reunión por las fiestas patrias, invitamos a unas 20 personas, familiares y amigos. Sabía que Camilo, su esposa y sus hijos llegarían temprano para que él y mi Mor prepararan la carne asada.

Llamé a gritos a mi Mor pero no obtuve respuesta, él debía estar atrás ya preparando las cosas. Salte de la cama y mire por la ventana. Podía ver a Camilo parado en la puerta principal sosteniendo una caja llena de artículos para la carne asada. Su embarazada esposa, Karla, y sus hijos todavía estaban bajando del auto, así que corrí hacia la puerta a abrir.

Yo: "Hola"

Fue todo lo que dije antes de retirarme rápidamente hacia el dormitorio.

Camilo: "Espera"

Inconscientemente me detuve y giré, viendo a Camilo dejar caer la caja.

Ahí estaba de pie vestida solo una camisola y ropa interior la cual estaba aún torcida mostrando mi pelona y jugosa vagina, Camilo recorría con su atenta mirada todo mi ser, y puedo decir con certeza que podía oler los lascivos vapores que emanaba mi vulva.

¡Toc! ¡Toc! Los golpes en la puerta rompieron el trance erótico en el que nos encontrábamos, era Karla que estaba en la puerta principal queriendo entrar. Aproveche la vuelta a la realidad y escape al dormitorio.

Camino a mi recamara alcance a escuchar cuando Camilo finalmente abrió la puerta.

Karla: "Chinga´o, Cabrón, ¿Por qué te tardas tanto?"

Camilo: "Lo siento, se me cerró la puerta".

Me quite la camisola y deje que mis tetas rebotaran mientras escapaban de la tela. Me mire brevemente en el espejo: mi cabello todavía revuelto por una tarde de sueño reparador, mis senos proyectaban sombras sobre mi recatado vientre, con mis pezones aún erectos. Rápidamente me puse mi festivo outfit y sandalias para poder salir y ayudar.

Mientras Camilo y mi Mor bebían cervezas y preparaban el carbón, en el patio. Nosotras adentro de casa, cortábamos, envolvíamos, cocíamos y preparábamos la comida, ya saben lo normal mientras los hombres hacen la “carne asada”, cuidando a los niños y bebiendo algunas bebidas preparadas. Me dirigí a paso lento a llevarle algo de los insumos listos a los hombres, mientras Karla seguía con las labores correspondientes.

Ellos conversaban admirando el carbón y fuego que emanaba de él, sin aun darse cuenta que me acerba, a su “reunión privada”.

Era la clásica conversación sobre sexo. Camilo estaba pasando por el periodo de abstinencia y necesitaba coger con urgencia. Mi Mor no estaba pasando por ninguna abstinencia obligatoria, pero tenía poco más de una semana que no atendía su “negocio”.

Camilo: "Compadre, el que tenga tienda… y, sino que… de chance”.

Mi Mor: "Pues, …”

En ese momento, Ambos hombres se percataron de mi presencia y me miraron en silencio, parada ahí con una pila de platos.

Yo: "¿Qué?" "¿De qué estaban hablando ustedes dos?"

Mirando a ambos hombres con sospecha.

Camilo: "De cosas que requieren atención".

Camilo trató de mantener contacto visual conmigo, pero le resultó difícil, podía sentir su mirada recorriendo mi curvilíneo cuerpo, realzado por mi outfit.

Yo: "¡ha ok!, Qué lástima. Ojalá pudiera ayudar, en sus dilemas filosóficos, pero, por desgracia, creo que vamos a tener la casa llena. Tengo que volver a ayudar a Karla antes de que los niños destruyan nuestro arduo trabajo".

Mientras caminaba de regreso a la casa, las luces del patio pasaban por la tela de outfit, probablemente ambos hombres vieran el contorno de mi cuerpo. Me detuve para recoger los zapatos de una de mis bendiciones junto a la puerta trasera. Me inclinó, manteniendo las piernas rectas y ligeramente abiertas.

Instintivamente gire la mirada hacia ambos hombres, mi Mor, estaba distraído con el carbón atizándolo, mientras Camilo miraba boquiabierto el espectáculo que involuntariamente le estaba dando. Entonces diabólicamente, pensé en el desquite, y solo levante un zapato y me gire para quedar de frente a mi voyeur invitado y volví a inclinarme a recoger el otro zapato dándole ahora el espectáculo voluntario de mi escote. Amaba el poder que podía tener con un par de nalgas o de tetas sobre los hombres. Me mojaba a chorros. Me di la vuelta y volvió a entrar, dejando a Camilo seguramente bien perturbado.

Poco después el resto de los invitados empezaron a llegar en masa. La casa estaba llena al cabo de una hora. Gente dentro y fuera de la casa. A pesar de sus mejores intentos.

Durante la noche todos se lo estaban pasando genial, especialmente Yo, Estaba tomando mi tercera margarita cuando mi cuñado, me dijo que la cerveza se estaba agotando. Siendo la anfitriona tenía que encargarme de ello, y con una sonrisa en cara fui a buscar a mi Mor.

Lo encontré en el baño. Estaba bañando a una de las bendiciones porque había estado jugando a las escondidas con los otras “criaturitas” y por alguna extraña razón sucio de aceite y tierra.

Yo: "Mor, voy a ir por mas cerveza, ¿Ocupas algo?".

Mi Mor: "¿Cuántas llevas? ¿Cuántas bebidas te has echado?".

Yo: "3...4 ¿tal vez?"

Mi Mor: "¿Y hasta dónde vas?"

En ese momento, como si fuera el destino, Camilo asomó la cabeza.

Camilo: "Wey, ahorita vengo, voy al Oxxo, Karla trae antojo de unos gansitos".

Mi Mor: "A todo madre, mi bebecita también necesita ir al Oxxo. Y ha estado bebiendo un poco, así que mejor que tú puedas llevarla".

Le guiñó un ojo a su amigo y recibió a cambio una sonrisa odiosa.

Camilo: "Te espero en mi coche".

Camilo salió, cerrando la puerta tras de él, entonces mi Mor corrió la cortina de la ducha para que la bendición no pudiera vernos mientras me daba un beso apasionado. Agarrando la base de mi cabeza y girándola hacia su boca abierta, presionó su lengua con fuerza. Le rodee el cuello con mis brazos y acepte su avance. Después de una semana fría, al fin sus manos se deslizaron por mi cuerpo, firmes como un hombre debe de agarrar a su mujer. Sus manos encontraron el camino hacia mis nalgas, amasándolas mientras yo presionaba mi vientre contra su erecta verga. Mi Mor metió sus manos debajo de mi falda tomando mi ropa interior y deslizándola por mis piernas, llevándolas hasta el suelo. Sumisa y esperanzadoramente saqué una pierna y después la otra de mi tanga, pensé que tendríamos un rapidín, entonces…

¡Toc! ¡Toc!

Karla: “Elena, Camilo te está esperando, ¿Qué tanto hacen? Heee!!

Puso mi tanga en la mano y cerró mis dedos alrededor de ellos, levantándose y susurrándome al oído

Mi Mor: "No tardes mucho que tengo ganas de ti, bebecita".

Yo: "Vuelvo enseguida, Mor".

Mientras iba por mi bolso y metía mi tanga dentro escuchaba los bocinazos del auto de Camilo.

Incluso antes de que saliéramos de la propiedad Camilo ya tenía su mano derecha sobre mi muslo, deslizándose bajo mi falda hacia mi sexo, disimuladamente y para no hacer un escándalo trate de detenerlo primeramente con ambas manos sobre su muñeca, entonces escuche la voz de las bendiciones.

Bendiciones: “Mami, Mami, Me traes una sorpresa”

Agitando sus manitas en señal de despedida, por reflejo levante mi mano derecha para corresponder, momento que la fuerza de la mano de Camilo venció a mi brazo izquierdo, a los pocos segundos de doblar la esquina de la calle, tenía su mano derecha ahuecando mi desnuda y calva vagina. Moviendo su dedo medio. Excitando mis labios con las puntas de sus dedos, pronto mis piernas cedieron dócilmente a sus burdas caricias.

Yo: “Ohh, ohhhh”

Escapo de mi boca, las hormonas, las bebidas, el calor de la noche, su varonil toque, que sé yo, vencieron mi resistencia, y me correspondiéndole aflojando mi mano izquierda de su brazo, y buscando mansamente su verga, abriendo el cierre de su pantalón liberándola, hinchada y dura la amase y acaricie con ambas manos. Provocándole gemidos, con su mano derecha tomo mi nuca y me jalo hacia abajo.

Camilo: “Chupamela”

Estábamos a dos cuadras, lejos de la vista de mi casa y no lo dude, me libere de su agarre bruscamente.

Yo: “Ahora sí, veras cabrón”, enérgica.

Ante la mirada asombrada de Camilo, hambrienta, me contorsione, recostándome en el asiento, sobre mi lado derecho, de espaldas al volante, chupe su dura verga con mi boca. Estaba tan llena de lujuria que lo hundí profundamente en mi boca, su verga se deslizo contra el fondo de mi garganta. Tan profundamente que sentí arcadas antes de retirarme lentamente, chupando como si estuviera tratando de sacar una canica a través de una pajita. Camilo gimió como un oso que despierta de su hibernación. También gemí, haciendo que mi boca y, en consecuencia, su verga, vibraran lujosamente.

La mano de Camilo bajado mi escote los suficiente para sacar uno de mis senos Lo masajeó y lo acarició. Tiró muy ligeramente de su pezón endurecido, a lo que recibió gemidos a cambio.

Cuando estuvimos a unas tres cuadras de distancia, tenía la pierna derecha doblada y apoyando la rodilla contra el asiento y la pierna izquierda extendida, el pie en el tablero con los dedos presionados contra la esquina del parabrisas. Esto, por supuesto, provocó que el dobladillo de la falda se moviera hasta mi estómago. El alumbrado público se reflejaba dando destellos sobre mi empapada vagina como la olla de oro al final de un arco iris. Camilo giró repentinamente y evito chocar contra un poste de luz en su estado desatento.

Camilo: "Creo que tenemos que detenernos".

Yo: "Mmm"

Gemí decepcionada mientras sacaba su rígida verga de mi boca.

Yo: "¿Por qué?"

Antes de volver a sumergirme.

Camilo: "No. No detengas de mamar. Quiero decir, detener el auto antes de que choquemos".

Entonces condujo la camioneta hacia un complejo de educativo a unas cuadras de donde nuestras familias estaban celebrando las Fiestas Patrias.

Estaciono la camioneta cerca de un contenedor de basura. Apagó el motor y básicamente se lanzó hacia mi vagina expuesta. Definitivamente un cunnilingus siempre es bien recibido y esperado, y más cuando es por una lengua experta.

Envolvió su brazo libre alrededor de mi muslo izquierdo, pasando sus manos arriba y abajo por mi pierna, hasta mis caderas, más allá de la tela amontonada de la falda mi outfit y hasta mi tembloroso seno. Cuando encontró mi pezón, le dio un pequeño pellizco, lo que provocó que gritara y cerrara los muslos alrededor de su cabeza. Chupó los pliegues de mi vagina con su boca. Estaba tan deliciosamente mojada con mis jugos internos y su saliva.

Se apartó ligeramente para mirar mi dilatada vagina que había estado aspirando, dándole ligeros besos ante los cuales respondí moviendo ligeramente las caderas y haciendo que mis húmedos labios recorrieran su boca y la punta de su lengua. Estaba en el cielo. Entonces comenzó a besar más fuerte. Presionando su lengua contra mis labios, masajeando mi vulva con su lengua. Retrocedió con su boca hasta la parte superior, donde comenzaba mi pliegue, y su lengua recorrió mi raja, abriéndola y dejando que su lengua se sumergiera profundamente, solo brevemente, antes de hacer una salida final y comenzar de nuevo en la parte superior. Me deleitaba con sus atenciones a mis sensibles tejidos.

Camilo era increíblemente hábil. Él chupó mi grieta, bebiendo mis fluidos como si fuera el más suculento vino. Logrando el desbordamiento de mi orgasmo, lo que me hizo chupar más fuerte su suculenta verga y entonces él no pudo contenerse más. Su eyaculación salada recorrió su verga, vaciándose profundamente en mi boca, casi disparándose directamente todo su semen hacia mi garganta. Trague todo su sabroso batido proteínico.

Después de nuestros espasmos orgásmicos permanecimos quietos disfrutando el calor de nuestros cuerpos sudorosos unos minutos, recuperando el aliento, jugando suavemente con el sexo del otro con la boca. Él dándome ligeros besos en la parte interna de mis muslos y en la parte inferior del estómago, mientras yo a su vez deslizaba la lengua alrededor de su verga semidura, manteniéndola firme con la succión de mi boca. En unos momentos él estaba duro de nuevo y yo estaba igualmente lista. Ambos nos sentamos y nos deslizamos hacia el lado del pasajero para alejarnos del volante. Él se bajó los pantalones hasta los tobillos y yo le subí la camisa por la cabeza. Para sentir la fibrosa piel de su pecho contra mis delicados senos, me senté a horcajadas sobre su regazo. Apunte la cabeza de su verga a mi vagina y descendí lentamente, permitiendo que sólo la punta de la cabeza penetrara mi cuerpo.

Me mantuve a esa altura disfrutando como mis músculos internos se cerraban herméticamente sobre su firme glande, él ni tardo ni perezoso se deleitaba con mis pechos expuestos. A pesar de mi intento de permanecer inmóvil para provocarlo, los movimientos hacia arriba de las caderas de Camilo fueron suficientes para poner a prueba mi templanza. Cedi y me deje caer por completo, hasta que nuestras pelvis se fusionaron por completo, entregándome a él tal como él quería. Una vez con todo su verga dentro de mi bese apasionadamente a Camilo, envolviendo su cuello con mis brazos. Él chupó mi labio inferior con su boca y lo mordisqueó mientras yo flexionaba mis músculos vaginales alrededor de su firme verga. Mis manos acariciando su cuello y hombros, y sus manos acariciaban mis caderas, nalgas y cintura. Nos besamos durante al menos cinco minutos, saboreando la sensación de nuestros cuerpos entrelazados: su verga enterrada en mi útero caliente, su lengua perdida en mi boca, abrazados en carne viva.

A pesar de la oscura noche, el aire en la camioneta se estaba volviendo lúbricamente nauseabundo y caluroso. Camilo abrió la ventana unos centímetros. La pequeña brisa era agradable pero no impedía que nuestros cuerpos sudaran profusamente juntos. Nuestros vientres se deslizaban rítmicamente, mis tetas presionaban contra su pecho y su verga se infiltraba dentro de mi resbaladiza vagina.

Continue besándolo y presionando mi cuca contra su regazo. Había decidido darle la culeada su vida. Comencé a mover mis caderas en círculos como solía hacer con el aro cuando era niña. Lentamente al principio, luego cada vez más rápido a medida que aumentaba el impulso. Él gimió en mi boca. Tenía los ojos cerrados, concentrada en placer que recibía, cuanto un golpe metálico me saco de concentración, abrí los ojos y ahí estaba un joven de unos veintitantos años aparentemente había ido al contenedor de basura, tiró la basura y dejó caer la tapa para cerrar el contenedor, seguramente escucho nuestros gemidos de placer.

En ese momento Camilo y yo lo veíamos directamente. Los tres nos quedamos paralizados. Camilo fue el primero en actuar, agarrándome por las nalgas e incitándome a continuar con mis movimientos una vez más. Yo le respondí al calor de la pasión pero ahora deje de oscilar para hacer movimientos pendulares sobres su venosa y suculenta verga, deslizándome lentamente hacia arriba hasta que su verga casi había escapado de mi cuerpo, luego lentamente empujándome sintiendo cada centímetro de su dura verga estimulando las lubricadas paredes internas de mi vagina.

Con el rabillo del ojo pude ver que el hombre se acercó a la camioneta lenta y cautelosamente. Revisó rápidamente su entorno antes de liberar su erección de sus pantalones cortos. Estaba parado justo afuera de la camioneta, separado de nosotros únicamente por la ventana entreabierta de la puerta del copiloto, viendo el espectáculo gratuito de nuestra sudorosa copula, Estaba saltando sobre el pito de Camilo de arriba a abajo implacablemente, ayudada sólo por sus manos apretando mis nalgas.

El hombre acarició su verga vigorosamente mientras veía mis tetas rebotar y mi rostro contorsionarse en éxtasis. Estaba embobado con mis senos. En ese momento, como si Camilo sintiera pena por él, poso por un instante su mano derecha sobre la tapicería de la puerta y un motor comenzó a zumbar y la ventana se deslizó hacia abajo. A esas alturas de Yo estaba gruñendo rápidamente, cada vez que me empalaba. Camilo estaba gimiendo del mismo modo mientras lo montaba sin piedad.

Nuestro espectador colocó su mano izquierda en la puerta en el espacio abierto de la ventana. Cuando Camilo vio esto, agarró la mano del voyeur hombre, le guiñó un ojo y la colocó sobre mi seno. Para mi propia sorpresa gire arqueando la espalda, apuntando mis tetas hacia el hombre tanto como fuera posible.

Se mano callosa apretando mi bubi me puso la piel de gallina. Se subió al estribo de la camioneta y se inclinó hacia mí, besando mi rígido pezón. Comencé a gemir, gruñir y gimotear, todo al mismo tiempo. La hábil lengua del tipo rodeó suavemente mi pezón al mismo tiempo que lo mordía provocativamente. Metió su mano derecha hasta que alcanzo mi nalga y la apretó bruscamente. Como no lo rechace, él se abrió camino hasta el centro y presionó suavemente contra mi culito, llevando consigo parte de los fluidos vaginales que habían escapado de mi cuerpo ante la profunda penetración de Camilo, la punta de su dedo perforó fácilmente mi agujero.

Una onda de choque recorrió mi cuerpo. Mis caderas temblaron mientras apretaba la virilidad de Camilo con mi ahora chorreante vagina. Mis fluidos orgásmicos bajaban como cera caliente por la verga de Camilo. Mi vagina se apretaba espasmódicamente su deliciosa verga. Mientras saltaba arriba y abajo, el hombre luchaba por mantener la boca pegada a mi seno. Cerré los ojos, me mordí el labio y finalmente convulsioné por enésima vez en el pináculo de su orgasmo.

Justo cuando mi clímax estaba disminuyendo, Camilo explotó profundamente entre mis piernas. El extraño se apartó y al instante había desaparecido de vista, Camilo, sin embargo, decidió plantar su semilla en las honduras de mi útero, la esposa de su amigo. Podía sentir como él estaba acabando y por eso le ordeñe la verga con apretando mi vagina. Lo seguí culeando hasta que él quedó completamente flácido.

Me separa delicadamente de Camilo, busque mi bolso sacar mi ropa interior y evitar ensuciarme externamente, pero no pudo encontrarlo. Buscamos por todos lados. No estaba en el tablero ni en el suelo. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que nuestro desconocido voyeur se había ido con ganancias extras. Fue un momento de placer costoso para Camilo, tuvo que absorber el gasto de las cervezas y de los antojos de Karla, del vidrio de la puerta que tuvimos que romper para justificar la ausencia de mi bolso, e incómodo para ambos por tener que aguantar los regaños de nuestros respectivos cónyuges y familiares, por el supuesto cristalazo.

Pensé que lo más engorroso de esa experiencia seria tramitar mis tarjetas e identificaciones, pero estas regresaron al día siguiente después de ofrecer una placentera gratificación al voyeur ladrón, pero eso es historia para otra publicación

Saludos.

(9,80)