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En la autopista

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Una historia rica de contar, salíamos de camino a cierto lugar en el que obviamente sabía que iba a ver cierta actividad de intercambio de fluidos entre una fémina y yo.

Efectivamente íbamos ansiosos por llegar pero sabía que teníamos tiempo suficiente para disfrutar mientras tanto la situación que era el transcurso de un camino de 5 horas por llegar, pero el hambre obviamente llegó antes, pues hizo que pasáramos por alimento, y nos detuvimos a comprar para llevar y después buscábamos un lugar en donde comer.

Sobre la autopista debajo de un puente por el sol que había bastante fuerte estábamos en el crucero de la autopista bajo un puente y nos disponíamos a comer, ella venía junto de mí y yo, aseguré la carga revisando lo que traía que fuese bien sujeto y amarrado y ella requirió ir al baño y entonces le había dicho que se trajera falda, porque regularmente usa pantalón, pero la cuestión de la falda era porque así uno puede meter mano en el asunto y en el negocio.

Y poder este sentir la gravedad de la humedad en el ambiente y en el sitio, ella descendió de la camioneta y dijo que tenía deseos de orinar y que tapara la visión exterior para mear, en plena calle, la autopista obviamente se podía hacer muy bien, cubrirla tan solo con mi cuerpo y se dispuso a bajarse las pantaletas y levantarse la falda y orinar ahí mismo, frente a mí, cuando yo como expulsaba un largo chorro, extenso, que salía de su parte superior de sus labios vaginales y con sus líquidos brincaban con potencia de su vulva expuesta, al aire de la calle, termino y se levantó para buscar papel y secarse la humedad y el resto de los orines y de paso ofrecerla a la vista ese delicioso lugar de erótico panorama de verdad, de una vulva húmeda y deseosa y con ganas de tener en él pues, el miembro activo dentro.

Y entonces pues ni tardo ni perezoso ofreciéndome en su intimidad yo saqué el miembro ya erecto al máximo, hice a un lado las tanga y se lo metí con tanta pasión y deseo que resbaló con facilidad que fue prácticamente imposible no venirme, porque la estaba yo arremetiendo lo más que se podía hasta el fondo de su vagina que ella contraía y sentía sus palpitaciones de su húmeda panocha y permitía que mi interior desbordara de lujuria y a gritos le decía que era mi puta, mi perra, mi cachonda vieja, que eso que tenía ahí entre las piernas era para meter la verga, y tómala pues es tuya, hasta que no pude mas y me vacíe y la inunde de semen.

Hasta el fondo de esa cachonda panocha rasurada y jugosa.

Que rico me la cogí, y que rico es que se deje parchar así.

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