back to top
InicioGrandes RelatosEsa partida de cartas

Esa partida de cartas
E

el

|

visitas

y

comentarios

Apoya a los autores/as con likes y comentarios. No cuestan nada.
Tiempo de lectura: 11 minutos

Acabamos de llegar a Salamanca a casa de mis tíos para celebrar las navidades. Acabo de ver a mi prima Sara y he flipado. Ha cambiado mucho del año pasado a este. Mogollón. Una pasada. Qué mayor está ya y sobre todo qué guapa y preciosa está.

Me he quedado flipado. Va guapísima. Qué jersey violeta más bonito lleva con una camisa violeta debajo. Siempre ha sido muy pija vistiendo. Bueno, pija en todo, en el vestir y en todo lo demás. Pero nunca como este año ha estado más guapa y elegante. Casi me quedo sin saber qué decir cuando la he visto. Debo haberme puesto rojo y cortado. No suelo ser tímido y menos con mi prima con la que tengo tantísima confianza desde niño y siempre en las navidades no llevamos muy bien y pasamos mucho tiempo juntos jugando.

Vale que yo también he crecido este último año y que estoy diferente al año pasado pero en el caso de Sara se nota mucho más. No sé. Me siento atraído por ella. Siempre su ropa de vestir ha sido muy pija como es ella pero que bien le combina ese jersey violeta con la camisa violeta debajo. Está preciosa. Guapísima. Elegantísima. Una pasada. Y encima en ese jersey se le notan las tetas y eso me pone nervioso. Es una pasada. Qué flipe.

Joder, si ayer decía que Sara estaba guapísima hoy está bestialmente mucho más guapa. Espectacular. Ha sido verla y me he quedado casi sin hablar y he tenido que disimular que no me he fijado en ella. Qué ganas tengo de que nuestros padres se vayan de casa como todos los años y así poder jugar a solas a ese juego de cartas al que jugamos todas esas navidades. Y es que hoy con ese jersey de rombos naranja tan precioso que lleva es una diosa, qué bien le queda ese jersey, qué jersey tan bonito, es una pasada, qué jersey naranja tan chulo y lo bien que lo combina con lo que se intuye que es una camisa blanca y con unos vaqueros azules. Guapísima a tope. Qué bien combina. Joder. Qué pasada. Me encantaría tocarla el jersey. Está tan preciosa. Me muero por tocarla. Me está poniendo malo. Siempre es pija a rabiar pero hoy está rabiosamente pija, elegante y guapísima con esa ropa. Me mola muchísimo.

Jo, estoy deseando que nuestros padres se vayan un rato de casa para proponerle jugar en su habitación a las cartas como todos los años. Y sobre todo que quiera seguir jugando al juego del año pasado que cada vez que se perdía una partida había que quitarse una prenda. Ojalá quiera jugar a eso como el año pasado. Estoy deseando que llegue eso. Aunque es difícil que se acabe quitando el jersey porque los zapatos y los calcetines cuentan como dos prendas cada uno y tendrá que perder para eso cinco partidas seguidas. Es muy difícil porque según las reglas que nos inventamos el año pasado en cuánto ganas ya una partida te vuelves a poner todas las prendas que te has quitado. Pero me da igual, lo único que quiero es estar a solas con ella y jugar a las cartas con las reglas de siempre. Me da igual que no consiga quitarla el jersey. Solo con mirarla disimuladamente lo bien que le queda ese jersey naranja de rombos ya me doy por contento. Jo, qué pasada de preciosa está. Es alucinante. Guapísima y espectacular.

Qué guay. Nuestros padres se acaban de ir y le he propuesto a Sara lo de la partida de cartas en su habitación. Llevamos ya unos 10 minutos jugando. Hasta ahora la cosa ha estado igualada, ella ha perdido dos partidas seguidas y yo tres. Por lo que ella solo se ha quitado los zapatos y yo los zapatos y un calcetín. Ahora mismo acaba de ganar ella otra partida por lo que me quito el otro calcetín. No puedo dejar de mirar su jersey naranja y sobre todo esos dos pequeños bultos que forman sus tetas. Me encantan. Me alucinan. Es flipante. Jo, quiero acariciarla, tocarla, me muero por poder tocarla. Pero es imposible pero me estoy poniendo malo solo de mirarla disimuladamente hacía esa zona y lo guapísima que está. Será mejor que me centre en el juego porque como siga perdiendo sí que voy a conseguir perder yo todas mis prendas y ella ninguna.

Vaya, acaba de perder ella. Me acabo de poner de nuevo todas mis prendas y ella se ha vuelto a quitar un zapato. A ver si tengo suerte y consigo que pierda cinco partidas seguidas para poder ver cómo se quita el jersey. Tengo que intentar jugar bien para ganar. Bien. Acabo de ganar. Se tiene que quitar el otro zapato. Mierda. Llaman a la puerta. Quién será. Qué mala suerte. Sara se calza y va hacía la puerta a abrir. Joder, es su primo Fernando, vaya tela, qué mala suerte. Vaya faena. Se acabó el estar a solas con Sara y a jugar con las cartas. Hasta que no se vaya no podremos seguir. Vaya mierda.

Joder, Sara está tonta, le está explicando a qué estamos jugando. Joder. Este era nuestro secreto. Nadie más tenía que saberlo. Está tonta. Esta tía está tonta. Porqué mierdas se lo dice. Porqué se lo cuenta. Vaya manera de cortarnos el rollo y de cagarla. Sara la acaba de cargar al contárselo. Estoy cabreadísimo. Joder, y ahora dice que se una a la partida, que entre tres será más divertido. A mi me enfada esto mucho. Trato de disimular pero me cuesta. Se me nota que estoy cabreado y frustrado. Qué mierda. En fin, juguemos los tres pero ya no tengo la misma ilusión y todo el encanto del juego se ha perdido ya para mí.

Me cuesta concentrarme estando tres en la partida en vez de dos. No hago más que desear que Fernando se vaya y nos vuelva a dejar a los dos solos. Ya se acabó la partida. Vaya mierda. Encima ha ganado Fernando que dice: habéis perdido, os tenéis que quitar cada uno un zapato y encima se ríe. Yo me quito mi zapato con desgana pero lo que más me cabrea es que a Sara no parece molestarle nada la presencia de Fernando y que juegue con nosotros y que seamos tres. A mí eso me frustra muchísimo. Vaya mierda. Empezamos a echar otra partida. Joder, vuelve a ganar Fernando, como odio esa sonrisa que pone cada vez que gana. Nos quitamos tanto Sara como yo el otro zapato.

En esta tercera partida juntos la hago ya totalmente desganado y desmotivado, ya no tengo ilusión. Vaya, he ganado yo. No puedo creer que haya ganado con la desgana con la que estoy jugando a las cartas. Fernando se quita uno de sus zapatos y me dice: tú ya te puedes volver a calzar pero Sara tiene que quitarse uno de esos calcetines. Y en ese momento al verla quitarse uno de sus calcetines blancos me doy cuenta de algo bueno de estar jugando tres personas en vez de dos. Y es que al estar tres hay muchas más probabilidades que Sara pierda y pueda llegar a quitarse en algún momento ese jersey naranja de rombos que tan loco me vuelve. Pensar en ello me llena de ilusión y entusiasmo y esta cuarta partida los tres juntos ya la juego con ganas y motivación. Y la suerte, aparte de mi pericia jugando, me acompaña pues gano yo de nuevo. Se me escapa una sonrisa aunque intento disimular pero al ver quitarse a Fernando su otro zapato y sobre todo a Sara quitarse su otro calcetín me entra una excitación brutal.

No hago más que pensar que Sara si en la próxima partida ganamos Fernando o yo tiene que quitarse el jersey. No se me quita ese pensamiento de la cabeza. Me excita muchísimo esa idea. Me da un morbo fetichista brutal. Y no hago más que mirar disimuladamente a Sara lo guapa que está con ese jersey y recorrer con mi mirada todo su jersey, sobre todo el bulto que forma en sus pequeños pechos, hasta llegar a las mangas de cada uno de los brazos donde se ve un poco de la manga de la camisa blanca que lleva debajo. Solo de pensar en la posibilidad de que se lo vaya a quitar hace que mi excitación suba a tal extremo que empiezo a tener una pequeña erección en mi pantalón aunque quiero evitarla como sea. No quiero que se note que estoy excitado y quiero que piensen que me estoy tomando el juego con la misma indiferencia que Fernando y Sara.

Estoy tan obnubilado con mis pensamientos que me coge por sorpresa cuando Fernando dice: gané y se ríe. Me quedo como atontado por lo que acaba de decir, como adormilado e idiotizado, no reacciono hasta que dice: caray Sara, qué mala racha llevas y se vuelve a reír. Yo de un forma totalmente atolondrada me quito mi zapato como no dando importancia al juego aunque no dejo de pensar en Sara y su jersey naranja de rombos. Fernando se le ve muy tranquilo, muy seguro de sí mismo, mucho más maduro que nosotros y mira divertido a Sara la cual un poco cabreada por su mala suerte empieza a quitarse el jersey de forma natural. Estoy seguro que tanto para Fernando como para Sara ese momento no deja de ser un momento divertido y banal del juego pero para mí ese momento se me incrustó en la memoria y cuando Sara se lo quitó del todo y se quedó solo con la camisa blanca me quedé muy embobado aunque trato de disimularlo.

Sé que tengo que comportarme con naturalidad y espontaneidad pero estoy seguro que durante todo este interminable rato estoy mirando a Sara de forma diferente. Joder, qué guapa está así solo con la camisa blanca y los vaqueros. Está preciosa. Quizás solo en camisa se nota que tiene poco de pecho, con el jersey puesto parecía que tenía más pero aun así me vuelve loco verla así en camisa. Es una camisa blanca normal y corriente, muy parecida a cualquier camisa mía pero es que a ella la queda genial. Súper genial. Qué guapísima. Qué elegante. Uff, lo estoy pasando mal, es un bellezón, yo pensaba que con el jersey estaba súper guapa pero es que solo con la camisa blanca lo está incluso mucho más. Estoy tan sumido en mis pensamientos que casi ni oigo cuando Fernando en su tono habitual dice algo así como: “venga, otra partida”, y es escuchar esa frase y es como un shock para mí.

Es todo un shock para mí porque en ningún momento me he planteado ir más allá de conseguir que Sara se quite el jersey. Era mi objetivo soñado y mi máxima meta. Y ahora vamos a seguir jugando. Joder, esto es increíble, es una pasada total, porque si Sara vuelve a perder tendría que quitarse la camisa blanca o el vaquero. Eso sería alucinante. Me late el corazón con muchísima fuerza y vuelve a formarse una erección en mi entrepierna. Tengo taquicardias. Cada vez me cuesta más disimular aunque me muero de ganas de esa otra partida.

Qué raro me siento con esta partida. No sé qué me pasa. En teoría tendría que estar mucho más nervioso y casi histérico y sin embargo estoy mucho más relajado que antes. Quizás es que he acumulado tanta tensión y nervios en la partida anterior con el rollo ese de que se iba a quitar el jersey que ya no me queda más tensión en el cuerpo. Todo esto es como un sueño. Una pasada total y juego ya de forma automática por lo mucho que se está desmadrando la cosa. Incluso cuando Fernando vuelve a decir: “Gané” y se vuelve a reír ya ni me sorprende ni me altera. Es más, me quito con total normalidad y me quedo mirando a Fernando el cual mira sonrientemente a Sara con una sonrisa muy rara como de mala leche. Ojalá yo fuese igual de espabilado que él y me sintiera más seguro. Odio y desprecio a Fernando pero soy consciente que si no fuera por él jamás hubiéramos llegado a tanto y a este momento tan tenso de saber si Sara se quitará la camisa blanca o el vaquero. Es una pasada total. Yo me siento como un espectador atolondrado expectante esperando a ver qué pasa. Los nervios me invaden de nuevo aunque intento disimularlo como puedo.

Fernando no deja de mirar descaradamente a Sara la cual se ha puesto roja. Está enfadada. Está cabreada. Está frustrada. Tengo la sensación de que en breves segundos nos va a mandar a la mierda y que nos va a echar de su habitación. Sería lo lógico. Sería lo normal. Esto se ha desmadrado mucho y ya no es un inocente juego de cartas. Estoy seguro que Sara nos va a decir que se acabó el juego y que nos va a echar. Estoy segurísimo. Cada segundo que pasa que no nos echa es como una victoria.

Finalmente Fernando con impaciencia y en plan cachondeo suelta: venga, la camisa o el vaquero. Sara suelta un mirada cabreada y una especie de suspiro y ante mi asombro (en cambio Fernando no parece que se asombre tanto) empieza a quitarse el vaquero. No puedo creer que se esté quitando el vaquero. Es increíble. Qué pasada. Todo el proceso es para mí como si estuviera pasando a cámara lenta. El desabrochárselo, el bajarse la cremallera y el quitárselo. No sé cuánto tarda en quitárselo del todo. Yo estoy flipando. Para mí ha sido como si hubiera tardado una hora aunque no hayan sido más de 15 segundos. Es indescriptible ver a una chica quitándose un vaquero. Es la primera vez que lo veo en mi vida. Y encima que sea Sara eso sí que lo hace especial. Me quedo flipado. Intento disimular y no mirar sus braguitas blancas pero me cuesta. Es la primera vez en mi vida que le veo las braguitas a una chica. No podía jamás llegar a imaginar que eso pasaría. Para mí es una emoción brutal el ver por fin unas braguitas y encima que sean las braguitas de Sara. Joder, es una pasada. Además es que no dejo de pensar lo guapísima e incluso hasta elegante que está así solo con la camisa blanca y las braguitas blancas. Joder, está preciosa, guapísima, empiezo a sufrir una erección incluso mayor.

Antes de que me dé cuenta Fernando ha empezado a barajar y repartir de nuevo las cartas. Estoy totalmente como idiotizado, cojo las cartas y no puedo ni jugar, estoy bloqueado, no dejo de mirar de reojo disimuladamente lo poco que se ve de las braguitas blancas de Sara (la camisa blanca le tapa bastante) pero aun así son las primeras braguitas que veo en mi vida. Es una pasada. No puedo concentrarme en el juego. No puedo. Estoy totalmente ido jugando mecánica y distraídamente. No quiero que Sara se dé cuenta que la estoy mirando disimuladamente pero me cuesta conseguirlo. Como me flipa esas braguitas. Intento no mirar ahí y centrarme en su camisa blanca. Me centro en como coge las cartas, en el botón del puño de su camisa y recorro con la vista toda su camisa por todas partes. Me sé ya su camisa blanca de memoria. Con tal de no mirar hacia sus braguitas me centro muchísimo en la dichosa camisa, lo cual es peor, pues cada vez me molan más los dos pequeños bultos que forman sus tetitas en dicha camisa. Tiene muy poco de tetas pero a mí me encantan esos dos bultitos hasta el punto de que mi erección crece aún más y más dentro de mis pantalones.

Casi me da un infarto cuando Fernando grita niñatamente: “gané”. Ni siquiera me acordaba que estábamos jugando a las cartas. Estoy en babia, idiotizado y me cuesta muchísimo concentrarme, y además siento mucho pudor por la tremenda erección dentro de mis pantalones, me da mucha vergüenza, lo estoy pasando mal, y es que cada segundo que pasa Sara está más preciosa y espectacular aunque solo vista así con esa camisa. Fernando ni siquiera me mira a mí, simplemente en plan cabrón le dice a Sara: “Ya sabes lo que toca” y se ríe. Y a partir de este momento todo es demasiado rápido y confuso porque Sara se pone de pie muy cabreada y le grita: “no pienso quitarme más ropa, se acabó, no pienso hacerlo, se acabó el juego” y Fernando también se pone de pie enfadado y le dice: “son las reglas, hay que hacerlo, son las reglas” y Sara entonces le grita más fuerte: “no, estoy harta, quitaros vosotros la ropa, no te fastidia” y antes casi de que termine de decir esa frase veo a Fernando empezar a desnudarse a una velocidad brutal, se queda solo en calzoncillos, se ha desnudado en menos de 5 segundos, ni he visto de lo rápido que lo ha hecho. Flipo con lo que está pasando. Y me mira y me obliga con la mirada a hacer lo mismo. Yo mucho más lento empiezo a desnudarme, me da muchísima vergüenza, un corte total, sobre todo porque tengo una erección tan brutal que se me va a notar muchísimo en el calzoncillo. Joder, qué corte. Me he quedado en calzoncillos y se me nota mucho, muchísimo, quiero disimularlo pero es que la tengo tan grandísima que parece que está a punto de explotar dentro de mis calzoncillos. Joder, lo estoy pasando fatal. No quiero que Sara se dé cuenta pero es que es imposible que no se dé cuenta.

Y mientras yo pienso todas esas cosas Fernando mira insolentemente a Sara y le dice: “ahora ya no tienes excusas, tienes que hacer algo”. Sara está súper enfadada y cabreada. Yo paso de decir nada. Bastante tengo con disimular mi erección en mis calzoncillos. Nunca he estado tan cortado en mi vida. Joder, Fernando se está levantando con todo el morro del mundo y se está colocando detrás de Sara, ¿qué va a hacer? yo flipo con este tío, joder, está abrazando a Sara por detrás y le está tocando las tetas por encima de la camisa, joder, joder, joder, qué pasada, se las está tocando, no sé cómo se atreve a tanto, joder como se las toca, no deja de tocárselas. Dios, creo que mi erección en mis calzoncillos está a punto de estallar y explotar. Qué valor tiene Fernando y como está manoseando a Sara por encima de la camisa y lo más flipante es que Sara se está dejando, no puedo creer que se esté dejando, eso sí, tiene una cara de cabreo y mosqueo brutal, está cabreadísima pero aun así no le está impidiendo que le toque las tetas por encima de la camisa.

Joder, es que no puedo apartar mi mirada de como lo está haciendo, estoy seguro al 100% que nunca nadie antes le ha tocado las tetas a Sara, segurísimo, y este tío se está aprovechando al máximo, no deja de tocárselas con ganas. Joder, como me gustaría a mí tocarla esa camisa blanca, solo con rozarla las tetas encima de esa camisa blanca ya fliparía y en cambio este tío está venga a tocárselas y a manoseárselas con todo el descaro. Como se está aprovechando. Se está pasando mucho. Joder, como me gustaría que aparte de tocárselas le desabrochara un poco la camisa y así verla el sujetador, nunca he visto un sujetador en mi vida y me muero por ver el de Sara. Joder, ojalá lo haga. No puedo dejar de mirar, debe llevar solo 2 minutos tocándola las tetas por encima de esa camisa blanca pero para mí es como si llevara 200 minutos, es una pasada, lo estoy disfrutando muchísimo, me va a estallar el calzoncillos.

Mierda, ya parece que Sara reacciona a todo esto, menudo empujón le acaba de pegar, casi le tira al suelo. Joder, ha empezado a gritarnos que nos larguemos y nos vayamos de su habitación, mierda, mierda, mierda, no quiero que se acabe todo esto, necesito que dure un poco más, solo un poco más. Joder, nos echa violentamente de su habitación y nos tira nuestra ropa al pasillo y nos dice que no la molestemos nunca más. No puedo ni vestirme de lo grandísimo que tengo el bulto del calzoncillos, no puedo. Joder, será mejor dejarla sola, paso de Fernando, que se largue a su casa, yo me voy a mi habitación. Ya mañana cuando esté todo más calmado intentaré hablar con Sara.

Hoy es martes y Sara sigue sin dirigirme la palabra ni mirarme. Fernando no ha vuelto a aparecer en casa, a ver si ya mañana está de mejor humor y puedo hablar con ella.

Hoy es miércoles y todo igual. Sara sin hablarme y sin mirarme. Sigue cabreada. Joder, y encima hoy está guapísima con jersey claro, camisa de rayas y minifalda roja. Como me gusta como viste. Dios, ojalá antes de que se acaben las vacaciones podamos volver a hablar y jugar a las cartas.

Hoy nos vamos ya de Salamanca mis padres y yo. Sara no ha vuelto a hablarme en todos estos días. Creo que nunca podré olvidar mi imagen de ella estos días. Qué pena que la cosa no fuese a más. Me quedo súper frustrado.

Compartir relato
Autor

Comparte y síguenos en redes

Populares

Novedades

Comentarios

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Los comentarios que contengan palabras que puedan ofender a otros, serán eliminados automáticamente.
También serán eliminados los comentarios con datos personales: enlaces a páginas o sitios web, correos electrónicos, números de teléfono, WhatsApp, direcciones, etc. Este tipo de datos puede ser utilizado para perjudicar a terceros.