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Esclavizados por una deuda (episodio I)

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Mi nombre es Carlos, tengo 28 años y esta es mi historia, de como nos convertimos, mi esposa y yo en los esclavos sexuales de una pareja adinerada.

Yo y mi esposa Carla de 26 años, nos casamos al poco de acabar nuestros estudios. Si ya lo se Carlos y Carla, ya hacían bromas con eso nuestros compañeros de instituto, nos conocimos de jóvenes ya que eramos del mismo grupo de amigos. Y la verdad nuestra relación a ido genial, tuvimos nuestros altibajos, pero siempre salimos reforzados. Nuestra vida sexual, era a mi parecer bastante satisfactoria, experimentamos un poco, probamos osas aquí y allá, un par de tríos y una vez un intercambio de parejas, pero todo ocasional sin llegar a ser muy extremo.

Pero no todo en la vida es perfecto, hace un par de años vimos una oportunidad de negocio que nos presento un familiar, y la verdad tenía buena pinta. Nos metimos de lleno, invertimos todos nuestros ahorros incluso hipotecamos la casa que mi esposa había recibido de herencia y donde vivíamos. Pero la cosa se torció, mucho mi primo, quien nos había propuesto el negocio desapareció en el peor momento y nos dejo una deuda millonaria, no quiero meterme en detalles, pero básicamente perderemos nuestra casa y seguiremos teniendo que pagar una deuda y en caso de no hacerlo podíamos acabar en la cárcel. Esto nos produjo un montón de quebraderos de cabeza, y por supuesto nuestra relación se resintió, era evidente que nuestra vida iba a dar un giro, pero nunca me imagine de que manera.

Hace un par de meses estábamos visitando a un prestigioso abogado, a ver si nos podía ayudar de algún modo, lo que nos dijo no fue muy alentador, y la pequeña oportunidad que el nos ofrecía no nos la podíamos permitir, sus servicios eran muy caros, algo que era más que evidente por el lujoso despacho que tenia en una de los bufetes más prestigiosos de la ciudad. Cuando derrotados, abandonábamos el bufete alguien nos llamo.

– ¿Carlos? ¿Carla? –pregunto un hombre que avanza hacia nosotros–. Chicos ¿cómo estáis? me alegro muchísimo de veros.

Nos giramos hacía el hombre que nos llamaba, me costo un poco, pero le reconocí, era David, un antiguo compañero de instituto del que no sabíamos hace años. Y la verdad había envejecido muy bien, era bastante más atractivo de lo que recordaba, con un traje elegante y se notaba que se cuidaba. Nos dimos un fuerte abrazo y tuvimos una breve charla, por lo visto le iba muy bien, había tenido suerte con unas inversiones y ahora se dedicaba a vivir de las rentas y como marchante de arte. Yo no quise ahondar en nuestros problemas financieros, no me gusta ir dando lastima.

– Amor, ¿me presentas a tus amigos –dijo una mujer hermosa que se acerco a nosotros.

– Ah, si claro, Naomi, ellos son Carlos y Carla. Lo se, lo se, es gracioso.

Quede atónito, Naomi era una de las mujeres más hermosas que había visto en mi vida. No me malinterpretareis Carla, es increíblemente sexy, se cuida mucho y tiene un físico espectacular, rubia y de ojos verdes, y una cara con rasgos perfectos. Pero Naomi era otro nivel. Vestía un hermoso vestido, como si fuera a desfilar por una pasarela, que resaltaba la perfecta figura de su cuerpo. Tenia una melena caoba que le llegaba hasta la cintura. Su piel morena parecía brillar y sinceramente no creía que se podía tener un rostro como el suyo fuera de una revista, ni una sola imperfección. Me quede mirando embobado, hasta que me devolvió la mirada con un gesto divertido y seductor, se notaba que estaba más que acostumbrada a que la mirasen de esa manera. Aparte rápidamente la mirada y me sonroje.

Hablamos un poco más y dijimos de quedar algún día los cuatro, la verdad no le di mucha importancia, una de las típicas cosas que se dicen cuando te reencuentras con alguien pero luego nunca se cumplen. Cuanto me equivocaba.

Unos días después mi mujer me dijo que habíamos quedado para cenar en su casa, me sorprendió, pero tampoco vi nada extraño a fin de cuentas los amigos pueden reconectar después de años. El día de la cena fuimos a su casa y ¡Wow! Era sencillamente increíble, una casa grande en una de las mejores zonas de la ciudad, decorada con un gusto exquisito, llena de piezas de arte por todos los lados. La cena fue agradable, nos pusimos al día y recordamos anécdotas del pasado. Una vez más no quise comentar nada de nuestros problemas, pensé que arruinaría la noche. Más tarde nos trasladamos al salón para seguir charlando y bebíamos más vino, y la verdad la cosa marchaba bien, todos empezábamos poco a poco a sucumbir al vino. Fue entonces cuando cayo la bomba.

– Bueno, tenemos algo que comentaros –comenzó a decir David–. Carlos, quiero que sepas lo primero que estoy al corriente de vuestra situación, Carla me lo contó todo el otro día por teléfono.

Me sentí un poco traicionado, la verdad, pero a fin de cuentas no era tan grave, lo estábamos pasando mal y era normal que Carla se quisiera desahogar.

– Naomi y yo hemos estado pensado, en alguna forma de poder ayudaros.

– No es necesario –empece a decir–. De alguna forma u otra nos apañaremos.

– ¿Por qué no dejas que hable? –dijo Carla.

– ¿Le pediste ayuda sin consultarme? –le pregunte un poco enfadado.

– Carla no me pidió ayuda –dijo David–. Me contó vuestra situación y yo le dije que pensaría algo.

– ¿Y hay algo que podáis hacer? –pregunto mi mujer algo ansiosa y esperanzada.

– Bueno, la verdad es que es mucho dinero –dijo David–. No puedo haceros un préstamo, porque dudo mucho que podáis devolverlo.

Una vez más vi la mirada de derrota de mi esposa, era como si le arrancaran su última esperanza.

– Pero puedo daros el dinero –continuo hablando David–.

– ¿Cómo dices? –pregunte incrédulo.

– Bueno, no sería a cambio de nada, hay una cosa que queremos a cambio.

Naomi, había sacado unos contratos y nos los ofreció. Mi mujer se apresuro a tomarlos, estaba muy emocionada, me dio uno se quedo el otro para leerlo ella. Cuando empece a leer aquello, tarde en entenderlo, luego pensé que era una especie de broma de mal gusto, pero cuando empece a ver las paginas de clausuras y detalles me puse rojo. Ellos realmente querían...

– Básicamente pone –comenzo a decir Naomi–. Que os convirtáis en nuestros sirvientes, nuestros esclavos sexuales durante un año, para ser exactos. No a tiempo a completo, pero siempre que os lo digamos tendréis que venir y hacer todo lo que os pidamos.

Mire a aquella hermosa y elegante mujer y vi en su mirada un deseo sexual sin precedentes, realmente deseaba aquello.

Me tome un momento más para leer algún que otro detalle, evidentemente no íbamos a aceptar aquello, era una completa locura.

– ¡Lo haremos! –dijo mi mujer poniéndose de píe–. Firmaremos

– No... –comencé a replicar.

– No voy a perder nuestra casa –dijo Carla, mirándome con expresión molesta–. no importa lo que ellos puedan hacernos, si acabamos en la cárcel lo que nos harán es peor.

– Solo es valido si los dos aceptáis –puntualizo Naomi, mientras le ofrecía un bolígrafo a Carla

– Lo haremos –dijo mi mujer, y sin pensarlo dos veces tomo el boli y firmo su copia.

– Yo no puedo –empece a decir

– No importa –me increpo Carla–. es la mejor oportunidad que tendremos, podremos empezar de 0.

Tome el boli y mis ojos intentaron volver a leer aquel contrato, pero mi mente no podía de imaginar por que cosas nos harían pasar.

– Quiero dejar claro –dijo Naomi–. Qué no importan vuestros limites, no podréis negaros a nada, o no recibiréis nada. Pero si aceptáis os prometo que no os arrepentiréis. Y terminareis amando estar a nuestro servicio, como unas mascotas fieles y amorosas.

Yo seguía sin creerme que todo aquello era real. Pero que otra opción tenía, si no aceptaba mi mujer me odiaría y me culparía cada día. Y de alguna forma tenía razón, porque fue mi primo quien nos metió en este embrollo y yo convencí a mi mujer de arriesgarnos. Termine firmando.

– Muy bien –dijo David visiblemente animado–. No os preocupéis, iremos entrenándoos poco a poco hasta que sepáis lo que deseamos incluso antes de decirlo. Lo primero, es que tanto en privado como en publico nos llamareis amo y ama. Y agradeceréis cada castigo y humillación, debéis de entender que vuestra sumisión a de ser real, física y mental. Si no nos quedamos satisfechos simplemente romperemos el contrato y os quedáis sin nada. ¿Entendido?

Se hizo un silencio, yo y mi mujer nos miramos, realmente nos habíamos metido en esto y ahora teníamos que cumplir

– Si, mi amo –contesto ella.

– Si, amo –dije yo después.

– ¡Perfecto! –exclamo David–. Sabes Carla, en el instituto siempre pensé que tenias unos labios carnosos y sexys. Creo que los voy a probar ahora mismo.

David se desabrocho los pantalones y saco su enorme miembro, era bastante más grande que la mía, digna de un actor porno. Mi mujer agacho la mirada y sin decir nada se arrodillo ante David y comenzó a besar y lamer su polla y en cuanto se termino de poner dura se la metió en la boca y empezó a chuparla con energía.

–Veo que la perrita lo disfruta –comento Naomi–. ¿Carlos sabias que tu mujer era tan guarra? Que nada mas ver una polla se lanza a comérsela.

Me quede atónito, realmente las cosas iban a ser así, nuestra voluntad anulada para ser unos meros juguetes sexuales. Me di cuenta que Naomi realmente esperaba una respuesta a aquella pregunta. Tuve la tentación de marcharme de inmediato, pero tenia que reconocer, quizás por el vino, había un punto de excitación en ello.

– No, no lo sabía mi ama.

– No te preocupes, sabremos usar muy bien la puta que hay en su interior, sacarla a relucir, y también a la puta que hay en tu interior. Ven, de rodillas desabrocha mis zapatos.

Obedecí me puse de rodillas ante aquella Diosa de piel morena, que ahora era mi ama. Y desabroche con mucho cuidado sus zapatos de diseño.

– Masajealos, y usa la lengua también, quiero que los lamas a conciencia y aprendas a adorarlos, a partir de ahora tú y la zorra de tu mujer pasareis mucho tiempo besando y lamiendo mis pies.

Aquello me provoco una erección, tenia que admitir que aquella petición no era algo que me molestara, al contrario, me deleitándome lamiendo y adorando los suaves y perfectos pies de aquella Diosa. Me pregunte si Carla había pensado lo mismo de la polla de David, la cual seguía chupando cada vez con más entusiasmo.

Mientras nosotros pasamos los siguientes minutos cumpliendo con nuestras primeras ordenes. David y Naomi se miraron de forma cómplice y se dieron la mano mientras se miraban con amor, desde luego estaban hechos el uno para el otro, eran unos pervertidos con sus nuevos juguetes.

Tras un rato la respiración de David se fue acelerando más y más sujeto a mi mujer por el pelo y comenzó a acelerar el ritmo, metiéndosela mas adentro en la garganta y provocándole arcadas que mi mujer lucho para controlar. Finalmente con un gemido de placer David exploto en su boca. El pie de Naomi golpeo ligeramente mi cara, ya que me había distraído con la escena.

– Lo has hecho muy bien putita –dijo David–. Y no te preocupes aprenderás a comértela entera. Ahora quiero que beses a tu marido, quiero que el también pruebe mi corrida.

Aquello me sorprendió, no había querido pensar en ello, pero era evidente que no se contentarían con usarnos por separado. Carla se acerco a mi y comenzó a besarme apasionadamente, note que estaba muy cachonda, con la lengua, paso la corrida de David a mi boca. Yo nunca había probado la corrida de ningún hombre, era amarga y viscosa. Carla empezó a jugar con la lengua hacia mucho que no la veía dejarse llevar tanto.

Naomi se había levantado y se había quitado el vestido, mostrando aquella piel caoba lisa y suave. Se puso de pie delante de nosotros mientras nos besábamos y compartíamos la corrida de su marido.

– Perra, espero que sepas comer un coño tan bien como una polla, y el cornudo de tu marido va a meter su lengua en mi culo, que es donde mejor papel hace.

Inmediatamente comenzamos a darle placer con nuestras lenguas. Comerse una corrida, desde luego merecía la pena por meter la cara en aquel culo redondo y suabe. Me emplee lo mejor que pude y realmente lo disfrute. Tardamos unos 10 minutos en conseguir que se corriera encima de nosotros, gimiendo con mucha intensidad. mientras con estiraba con fuerza a ambos del pelo.

Se aparto y nos sonrío mirando nuestras caras llenas de sus fluidos.

Sin decir nada abrió mi boca y escupió dentro. Luego sujeto la cara de mi mujer con fuerza y le dio un sonoro bofetón y despues un intenso beso. Tomo el tanga que había dejado junto su vestido y se lo metió dentro de la boca a Carla.

– Quiero que las guardes dentro de esa boca, las llevaras todo el camino de vuelta a tú casa. Y la próxima vez que vengáis me las traerás limpias, por su puesto las lavaras a mano. Y lo harás siempre que vengas, sin necesidad de que te lo recuerde, tomaras todas mis bragas y tangas que tenga sucios y te los llevaras dentro de la boca, y si no caben llenaras el resto de tus orificios. ¿Queda claro?

Mi mujer asintió con la cabeza, antes de recibir un segundo bofetón.

– ¿Queda claro? –insistió Naomi

– Zi mi adma –contesto Carla con el tanga en la boca.

– También os pondréis estas pulseras –dijo David entregándonos dos pulseras–. Sabremos siempre donde estáis. Y no podéis tener sexo entre vosotros, ni tampoco masturbaros, si la pulsera detecta un incremento de las pulsaciones o que os la quitáis por algún motivo, se acabo. Ahora iros, queremos estar solos, vamos a planear muy concienzudamente que haremos con vosotros. Volver en 3 días. Ha y os quiero vuestros cuerpos completamente depilados, y preparados para todo porque vamos a usar cada agujero. Podéis iros.

Carla y yo nos levantamos, nos pusimos las pulseras y con la cabeza gacha empezamos a caminar, me sentía aturdido y humillado, con mucho miedo por lo que estaba por venir, y me avergüenza admitir que también tenia un poco de curiosidad y deseo.

– Un segundo –dijo Naomi antes de que nos fuéramos–. Quitaros toda la ropa y tirarla en la basura de la cocina. Os iréis a casa desnudos.

Bueno hasta aquí el primer fragmento. Continuará. Son los primeros relatos que me atrevo a subir acepto todo tipo de críticas y comentarios, si lo disfrutaste, muchas gracias por leer.

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