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Esclavizados por una deuda (episodio II)

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Después de tres días volvimos a la casa de David y Naomi. La situación vivida nos había hecho discutir una y otra vez, valorar otras opciones. Yo intente convencer a Carla que no continuásemos con esa locura. Pero todo nos devolvía a lo mismo, era la única opción que teníamos para resolver nuestros problemas. Así que cumplimos con las peticiones de David y Naomi y nos preparamos metal y físicamente para una nueva sesión donde nos usarían a su antojo. Al llegar nos hicieron esperar un buen rato en la puerta. Hasta que Naomi nos recibió con una amplia sonrisa. Tenia una bata puesta, y no se apreciaba otra prenda. No pude evitar fijarme en sus hermosos pies descalzos. Naomi agradeció con una sonrisa la bolsa que le entrego mi mujer con el tanga que le había obligado a limpiar. No nos invito a pasar por el contrario nos condujo por el patio exterior a una pequeña puerta que conducía a una parte totalmente distinta de la casa.

Me quede impactado, aquel lugar era toda una mazmorra sexual. Pero no era en absoluto sórdida, era sexy, incluso elegante. Con una decoración propia de un sex-shop de diseño, y tampoco tenía nada que envidiar en cuanto a juguetes e instrumentos. Toda una colección de artilugios de los cuales muchos no logre adivinar su uso. En una butaca se encontraba David. Vestido con un pantalón y camisa, estaba bebiendo una bebida distraído, como si esperara que el espectáculo comenzara.

—Desnudaos —ordeno Naomi—. Meter toda vuestra ropa en esa bolsa de basura, si lo consideramos podréis recuperarla.

Naomi se quito entonces la bata mostrando su conjunto, un traje de látex muy revelador y sugerente, que realzaba su figura y le otorgaba un aire intimidante.

—De rodillas, piernas separadas y manos detrás de la nuca —dijo ella, mientras señalaba el centro de la sala—. Lo primero que tendréis que aprender como nuestros esclavos sera la disciplina. Cada vez que vengáis, entrareis por la puerta que os he indicado hasta aquí y haréis esto mismo. Y nos esperareis hasta que lleguemos, no importa si tardamos, permaneceréis en esa posición sin importar que. Y en nuestra presencia, recordarlo siempre, caminareis de rodillas, o a cuatro patas. Si lo incumplís os castigaremos.

Nosotros por supuesto obedecimos y escuchamos en silencio lo que nuestra ama tenia que decirnos.

—Sobre los castigos —continuo hablando—. Seremos muy imaginativos, y los aplicaremos ante vuestra falta de sumisión o disciplina, a veces simplemente os castigaremos por diversión. Y es importante que agradezcáis cada castigo, pues nos estamos tomando la molestia de educaros. ¿Queda claro?

—Si mi ama —contestamos al unisono.

Naomi sonrió, realmente disfrutaba de aquella situación. De una de las estanterías y tomo una vara.

—Esta es una de mis mejores amigas —dijo Naomi sopesando la vara de bambú—. Y también sera una de las vuestras. Aprenderéis a amarla y temerla a partes iguales.

Fue entonces cuando recibí el primer azote, en mi nalga. Me escoció terriblemente y no pude evitar gritar de dolor.

—¿Que se dice puta? —Me pregunto de inmediato.

—Gracias mi ama —respondí de forma inmediata

Naomi me puso entonces la vara delante de la boca.

—Besala

Obedecí. Después de eso nuestra ama se divirtió un rato azotándonos, después de cada golpe, agradecíamos el castigo. No me podía creer que realmente estuviéramos haciendo eso, dando las gracias a quien nos maltrataba. A los minutos tanto mi mujer como yo teníamos el culo marcado y luchábamos para mantener el aliento. Entonces Naomi cambio de objetivo, y azoto con fuerza los pechos de Carla. Ella grito de dolor y se encorvo. Naomi quedo a la espera, pero el agradecimiento nunca llego. Pero en su rostro no hubo enfado, más al contrario parecía que esperaba ese momento.

—Veo que la perra necesita que le recuerden cual es su lugar.

Tomo a Carla de la nuca y la obligo a apoyar la cara en el suelo, piso con su pie la cara de mi mujer y azoto varias veces con la vara su culo, lo hizo con mucha más fuerza que los azotes anteriores. A Carla le saltaron las lagrimas.

—¿Que se dice perra?

—¡Gracias! ¡Gracias mi ama! —Grito mi mujer entre lagrimas.

Muy bien, ahora como castigo durante el resto del día te quedaras con los brazos atados a la espalda, y creeme que te va a dificultar las cosas. Tomo una cuerda y ato, con una destreza nacida de la practica, sus manos a la espalda. Naomi dejo a Carla en el suelo y se puso delante de mi.

—Besame los pies —me ordeno, a lo que yo obedecí de inmediato—. Dime ¿te gusta como trato a tu mujer? ¿Te gusta verla sometida? Se sincero putita.

Una parte de mi se resistió a contestar a esa pregunta, quizás mentir. Pero entonces me di cuenta que estaba besando con absoluta devoción aquellos pies. Naomi ejercía en mi un poder que ninguna otra mujer había ejercido. Realmente no me costaba someterme a ella.

—Si mi ama —conteste al fin— me excita ver como disciplinas a mi mujer.

—Ya me lo imaginaba. Pero sabes, eso no es suficiente. Llegara el día que lo desees y supliques. Que me agradezcas que os convierta en mis putas obedientes.

Con una ligera patada me indico que parara de besarle los pies. Se dirigió a Carla y la obligo a ponerse de pie. La puso delante de mi, con su culo enrojecido a solo unos centímetros de mi cara.

—Dime ¿Te sueles follar el culo de tú mujer?

Una vez más sus preguntas me pillaron desprevenido.

—No, no mucho, alguna vez... —titubeé—. Alguna vez lo intentamos pero dice que le dolía, que eso no era para ella.

—Bueno, pues nosotros vamos a usar mucho su culo, el de ambos. Y os dolerá claro que si, pero aprenderéis a amarlo. ¡A que esperas puta! Comele el culo a tu mujer.

Hundí mi cara en el culo de Carla, era algo que de normal me gustaba hacer. Con Mis manos separe sus nalgas sintiendo los relieves dejados por la vara. Metí mi lengua en su ano. Mientras mi polla se ponía completamente dura, estaba muy cachondo en aquel momento.

—¡Muy bien! Tienes que preparar bien ese culo para que juguemos con el —dijo Naomi.

Mientras yo le comía el culo, Naomi empezó a jugar con los pechos de Carla, a besarla y morderle el cuello. Poco a poco empezó a pellizcarle los pezones con fuerza, arrancarle gemidos de placer y dolor cada vez más intensos.

—El otro día, te vi disfrutar mientras le comías la polla a mi marido —dijo mientras pellizcaba con fuerza ambos pezones de Carla. — Quiero que seas sincera. Estos días ¿has fantaseado con su polla verdad? ¿Te deseado que te follara, cierto? Dime la verdad perrita.

—S... si mi ama —contesto con voz temblorosa.

Naomi se llevo uno de sus pezones a la boca y lo mordió sin contemplaciones, haciéndola gritar con fuerza.

—Quiero que lo digas, di cuanto quieres que mi marido te folle el culo, ese culo que el cornudo de tu marido te esta lamiendo.

—Quie... Quiero que me folléis, que me folles el culo, que me folléis por todas partes.

—Lo ves. Te lo dije —dijo Naomi victoriosa—. Esto va a ser mucho más fácil de lo que pensábamos cariño.

David asintió. Mientras yo no daba crédito, realmente mi mujer disfrutaba todo aquello, lo deseaba. Una parte de mi se retorció, se lleno de celos y rabia, pero otra parte se excito. Una parte de mi, que yo mismo no conocía, la misma parte que me impulso a meter mi lengua todo lo profundo que pude en el culo de mi mujer.

—Creo que es hora de que me la pases —dijo David, dejando claro que no iba a ser un mero espectador.

Naomi, aparto a Carla, yo aproveche de recuperar el aliento, ya que sin darme cuenta estaba dejando de respirar. Naomi puso a Carla de rodillas le dio un largo beso, se alejo para mirla con una mirada viciosa, le escupió en la boca antes de empujarla hacía David.

—Quitame lo pantalones, quitame toda la ropa —le ordeno David.

Carla avanzo de rodillas hasta él, y muy despacio obedeció, al tener las manos atadas no tuvo mas remedio que hacerlo con la boca. Un bofetón me indico que pusiera mi atención en mi nueva ama y no en mi mujer esclavizada.

—Abre la boca —me ordeno.

Naomi tomo un bote de lubricante y vertió una buena cantidad en mi boca. El sabor era desagradable, pero no me atreví a quejarme. Entonces Naomi tomo un plug anal de un tamaño considerable y me lo metió en mi boca con el fin lubricarlo.

—Tengo entendido que tu culo es virgen, eso no lo podemos tolerar—me dijo mientras hundía el plug hasta mi garganta—. La cara contra el suelo, abre tus nalgas con las manos.

Tuve miedo de obedecer esa orden, porque sabía que pretendía, nunca me imagine lo que significaba ser violado, penetrado, que mi cuerpo fuese usado de esa forma para saciar el deseo y perversión de otra persona. Pero si he de ser sincero, aquella mujer, mi ama, conseguía que amase la idea de ser sometido por ella. Me puse en la posición que me pedía, y me quede así un rato antes de que ella hiciese nada, simplemente se quedo unos segundos disfrutando de mi humillación. Finalmente puso un pie en mi cabeza, y comenzó a tentar mi culo con el plug. Lo empezó a introducir suavemente, con delicadeza, para luego separarlo y volver a empezar, poco a poco me iba dilatando mi esfínter, de pronto apretó con fuerza y termino de introducirme todo el plug de golpe. No pude evitar gritar de dolor.

—Pobrecito, ¿le han hecho daño? —se burlo Naomi—. ¿Que se le dice a tu ama por abrirte el culo?

—Gracias, gracias mi ama —dije mientras intentaba recuperar el aliento.

Empezó a jugar con mi culo, metiendo y sacando el plug, variando el ritmo y la profundidad. Intente huir mentalmente pero mis sentidos se trabaron en los sonidos de mi mujer, pude escuchar como se esforzaba en quitar la ropa de David, y como por su propia iniciativa lo besaba y lamia allí donde le desnudaba. Me pregunte si la deuda era realmente su mayor motivación para acceder a esta humillación. Empecé a escuchar como empezaba a manarle la polla, succionarse la por completo, aquella polla que era de un tamaño considerable, ella la estaba realmente disfrutando.

—Cariño creo que estamos listos —dijo David.

Naomi empujo una vez más el plug dentro de mi culo, esta vez para dejarlo ahí.

—Ven putita no quiero que te pierdas nada de esto —me dijo mientras me levantaba agarrándome del pelo.

Fue hasta Carla y la levanto, no sin antes darle un par de azotes en el culo. Le puso una mordaza en forma de hueso de perro, unas pinzas en los pezones unidas por una cadena. Luego me obligo a ponerme a cuatro patas, me coloco un grueso collar muy apretado, al que le añadió una correa. Después tomo una especie de cepo largo, con un agujero en el medio, lo coloco en mis huevos, el aparato quedaba verticalmente por detrás de mis piernas, estirando mis huevos, me obligaba a permanecer de rodillas con la cadera flexionada, si me intentaba incorporar lo mas mínimo mi testículos se estiraban más causándome bastante dolor. Mientras tanto, David había tomado a Carla y le había puesto encima de el, los pies de ella se apoyaban es sus rodillas, y el la sujetaba por la cintura, su polla estaba solo a unos pocos centímetros de su coño, que estaba visiblemente mojado. Naomi tomo la correa y me hizo avanzar hasta ellos, dejando mi cara casi tocando el miembro empalmado de David.

—Si crees que tú lengua solo la voy a usar yo estas muy equivocado —dijo mi ama—. Ahora saca esa lengua de perro baboso que tienes y lame los huevos de tu amo.

Me resistí, pero un fuerte azote de la vara de bambú me recordó cual era mi lugar. Saque mi lengua y empecé a lamer los huevos de David, note la saliva que había dejado momentos antes mujer. Naomi me sujeto con fuerza la cabeza y la movió para que mi lengua recorriera desde la base aquella enorme polla, lo hizo despacio. Sujeto ella misma la polla de su marido y apoyo su glande contra mis labios.

—Suplicale, suplicale a esta magnifica polla, que se folle el culo de tu mujer —dijo Naomi visiblemente excitada.

—Por favod... —empece a decir

—¡No! —me interrumpió mi ama— Di explícitamente: “te suplico, ¡Oh grandiosa polla! Que folles el culo de mi mujer como yo nunca he podido”

Eso era demasiado, nunca me había imaginada aquel nivel de humillación, aquel nivel de degradación. Lo peor era que si no continuaba todo lo anterior no serviría de nada, y ademas mi mujer me odiara, seria el fin de nuestro matrimonio, sin mencionar que ella parecía disfrutar todo aquello.

—Te supli... Te suplico ¡Oh gran polla! Qué folles el culo de mi mujer como yo nunca he podido —dije finalmente mientras se me escapaban las lagrimas de pura impotencia.

La polla de David se introdujo en el culo de mi mujer, al principio solo la mitad. David controlaba totalmente la penetración subiendo y bajando el cuerpo de Carla, ella se intentaba mantener el equilibrio y se revolvía, emitiendo gritos ahogados por la mordaza. Poco a poco aquella polla empezó a meterse más y más en profundidad. Naomi estaba desatada, ella misma jadeaba, mientras me dirigía la cabeza, alternando entre el sexo de carla, llenándome la cara de su aroma y fluidos, para pasar luego a los huevos y la base de la polla de David. Me obligo a abrir la boca y succionarle los huevos mientras el coño húmedo de mi mujer golpeaba con fuerza en mi frente. Naomi se fue a buscar algún otro juguete, temblé al pensarlo, la imaginación y perversión de aquella mujer no dejaba de sorprenderme. Volvió con una mordaza, que me coloco con mucha habilidad, la mordaza proyectaba desde mi boca un dildo negro de un tamaño considerable. Guio nuevamente mi cabeza hasta que entendí lo que pretendía. Quería que follase el coño de mi mujer con esa cosa. Yo sabía que Carla nunca había probado una doble penetración y tampoco sabía su opinión al respecto, pero eso parecía que no importaba. Intente ser delicado, introduciendo poco a poco aquel dildo dentro de ella. Mi mujer emitió un sonoro grito, a pesar de la mordaza, y comenzó a moverse más rítmicamente, como si intentara sincronizar ambas penetraciones. Naomi se había colocado a mi espalda, y con una facilidad que me sorprendió sacó el plug de mi culo. Sentí que estaba completamente dilatado.

—Vaya, que vacío te ha quedado el culito —dijo Naomi—. Voy a tener que llenarlo con algo.

Senti como me comenzaba a penetrar, esta vez con un dildo que llevaba sujeto con un cinturón. Los siguientes minutos permanecimos los cuatro en esas posiciones, jadeando, sudando y hundiéndonos en aquel ritmo primario. Por un momento mi prejuicios e ideas desaparecieron, y solo quedo el deseo de ir más allá, de complacer a mis nuevos amos, de dar placer a cualquiera de los tres aunque fuese a costa de mi dolor y humillación. Mi polla estaba a punto de correrse, sin que nadie la estimulara, note como la temperatura de mi cuerpo aumentaba, como todo me empezaba a dar vueltas, era una sensación mucho más intensa que cualquier orgasmo que hubiese tenido.

Un par de sacudidas salvajes, sentí como Naomi también se corría, escuche como gemía de puro placer, mientras empujaba aquel dildo, lo más profundo que podía dentro de mi. Puede ver entonces como los huevos de David se contraían y su polla se vaciaba dentro de mi mujer. Hubo unos segundos de silencio, donde solo se escuchaban las respiraciones intentando retornar a la normalidad.

—Vamos al baño —dijo finalmente nuestro nuevo amo.

Naomi se desabrocho el cinturon, pero dejo el dildo dentro de mis entrañas, y de esa forma me llevo como un perro detrás de ella, estirándome para que fuera más rápido, yo sentía como mis huevos se estiraban con cada movimiento de mis piernas. Delante de nosotros, pude ver como mi amo obligaba a ir de rodillas a mi mujer mientras la sujetaba del pelo.

El baño era amplio y decorado con un gustó exquisito, tenían ademas de una gran bañera, una ducha enorme donde cabían fácilmente varias personas. Definitivamente aquel baño había sido construido con intenciones de ser usado para sus fetiches. David se apoyo en una pared, y sin decir ninguna palabra le quito la mordaza a Carla y la dirigió hasta su polla. La misma polla que momentos antes había estado en su culo, pero ella no pareció tener reparos empezar a chupársela y limpiársela. Naomi me quito el cepo de los huevos, cosa que agradecí enormemente, también me quito la mordaza/dildo y el consolador de mi culo. Me miro y se burlo de mi cara, sucia y descolocada, me golpeo ligeramente la cara con los consoladores usados mientras se reia.

—Se que te lo has pasado bien —me dijo sonriente—. Te aseguro que esto es solo el principio, cada día descubrirás que disfrutas más y más de ser toda una puta.

El dildo que había usado para follarme el culo lo pego con una ventosa a la pared de la ducha. Me tomo del pelo y me llevo hasta el.

—Es importante que aprendas, a meterte cualquier cosa lo más profundo que puedas en la garganta —dijo describiendo mi nueva tarea— Para practicar, después de cada sesión limpiaras con la boca todos los juguetes que usemos, hoy ya tienes trabajo. Y tienes que esforzarte, hasta que mates por completo tu reflejo de arcada. Y créeme si no lo haces tú mismo, lo haré yo, y no seré amable si tengo que tomarme la molestia. Ahora empieza puta.

Totalmente sometido, no me planteé otra idea que no fuera obedecer. De rodillas comencé a chupar aquel dildo lleno de lubricante, que antes había estado entero dentro de mi. Me dolía la boca, las rodillas, y los huevos. Y mi culo dilatado ademas de dolor sentía como me escocia tremendamente. . Pero hice mi mayor esfuerzo para tragarme toda aquella polla de latex.

Naomi me dejo ahí y se marcho al otro lado, donde David se divertía con mi mujer, donde yo no podía ver nada. Escuche como se besaban mientras mi mujer seguía dedicada a manarle la polla a David.

—Realmente esta perra esta sedienta por chupar —dijo David.

—No me extraña, yo también me quede enamorada de tú polla, pero ahora pasámela, quiero que la perra me coma a mi también.

¨Pasamela” hablaban de mi mujer como si fuera un objeto. Y realmente era lo que eramos ahora, objetos sin voluntad, sus juguetes de placer. Estuvieron un buen rato follando entre ellos, usando a Carla como complemento. Yo solo podía imaginar las practicas y posiciones que adoptaban por los sonidos primarios que escuchaba. De repente, me fije en mi mismo, estaba moviendo rítmicamente, esforzándome por contener las arcadas, y mi polla dura como pocas veces. ¿Realmente me excitaba todo eso? ¿Me ponía cachondo chupar un dildo de latex mientras, unos practicamente desconocidos se follaban a mi mujer a dos metros de mi? Realmente no me reconocía.

Un fuerte gemido me indico que David volvía a correrse.

—Uf eso ha estado muy bien —dijo Naomi con la respiración entrecortada.

—Muévete, tengo que mear —dijo David.

—Espera ¿donde vas? No hace falta que des un paso —dijo Naomi con voz maliciosa—. ¡Perra, ya has oído a tu amo! Tiene que mear. Abre la boca.

Un silencio, seguido de un bofetón. Yo sabía que Carla siempre había sido reacia a aquellas cosas, para ella, quienes practicaban al lluvia dorada eran unos pervertidos. ¿Pero que otra cosa si no, eran nuestros amos?

—¡No me has oído! Nadie te ha preguntado, abre la boca.

Escuche como el meado de David empezaba a caer, ¡Dentro de la boca de mi mujer! Realmente no había limite en cuanto a lo que nos harían. Escuche como Carla se atragantaba con el liquido, como llevaba su boca y desbordaba manchado todo su cuerpo.

—Mira como lo has puesto todo, cerda —dijo Naomi riendo—. La próxima vez te obligare a sorber del suelo cada gota que se te caiga. Pero hoy te has portado bien, después de todo, ven debes de echar de menos a tu marido.

Naomi me indico que podía sacarme aquel dildo de la boca, me giro y hizo que carla se arrodillara enfrente de mi. El maquillaje estaba todo movido, como si volviera de una fiesta loca, el peño enmarañado, tenía corrida por toda la cara, aun podían verse gotas de pis que le salpicaban toda la piel, olía ademas de a orín, a sexo y sudor. Nunca la había visto de aquella manera, nunca me había excitado tanto solo de verla.

—Besaos quiero que disfrutéis el uno del otro —ordeno Naomi—. Quiero que lamas la piel de tu mujer, que sabores su humillación.

Hicimos lo que nos dijo nuestra ama, ¿cómo no hacerlo? Ya habíamos asumido que tendríamos que obedecer, fuera lo que fuera. Y con el tiempo aprenderíamos a disfrutarlo, a desearlo.

Acaricie sus cuerpo mientras la besaba apasionadamente, ella me devolvía los besos, pero no eran los besos de mi mujer, eran los besos de un animal, una bestia sedienta de más que no puede reconocer.

Naomi entro a la ducha, levanto una pierna y la apoyo en la pared. Esta vez fue ella quien orino encima de nosotros, apuntando a nuestras bocas entrelazadas. Continuamos besándonos con más ansia mientras bebíamos el néctar que nuestra ama nos ofrecía.

Mientras David y Naomi se duchaba, yo termine mi tarea de limpiar los consoladores que habían usado. Mi mujer simplemente se enrosco en el suelo a descansar mientras yo terminaba. No nos permitieron ducharnos, nos tendríamos que ir así a casa, al menos esta vez nos dejaron recuperar nuestra ropa, cosa que agradecimos sinceramente. Mientras nos vestíamos Carla se quedo mirando a la ropa interior que había dejado Naomí, tres tangas y dos bragas. Ya no me acordaba de la tarea que le había asignado el primer día. La mire con preocupación, no sabía si ella podría resistir todo aquello, no sabía si yo podría hacerlo.

—¿Estas bien? —le pregunte tocándole el hombro. — Si quieres...

Antes de que yo pudiera terminar de decir nada, ella levanto la mirada hacía mi. Y me sonrío, no era una sonrisa, fingida, ni una sonrisa de “no te preocupes saldremos adelante”, era una sonrisa genuina. Me planto un beso en los labios, y sin perder la sonrisa empezó a llenarse la boca con la lencería de su ama.

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