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Esclavo de ti mismo (Cap. 13): Cuarta cacesortija de cristal

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Nicolás Palacios bajó del Corvette tras estacionarse al lado de la galería de arte, en la entrada ya lo esperaban Sergio y Hércules.

-¿Cómo están cabrones? -Saludó el mexicano.

-Han sido unas semanas bastante cansadas. Custodiar a ese par de modelos presuntuosos en la semana de la moda, nos dejó fatigados. -Contestó Sergio con tono calmado.

-¡No tienes idea del infierno que fue la semana de la moda! -Agregó Hércules.

Nicolás soltó una carcajada divertido.

-¡Ya lo creo con todas esas supermodelos de las pasarelas, debió ser una verdadera tortura!

Los tres rieron al tiempo que se estrecharon las manos.

-¿Ya llegaron Alfonso y Sam? -Inquirió el mexicano.

-Si, ellos y Marcus ya están dentro. Nos esperan. -Aseguró Hércules.

-¿Jason, Mendosa y Nataku vendrán también? -Preguntó Nicolás.

-No, los tres se encuentran en un diplomado de balística. -Explicó Sergio.

-Ya veo. ¿Y qué tenemos?, Sam no me aclaró bien las cosas cuando me llamó ayer. -Dijo Nicolás.

-Marcus parece ser muy versátil, nos contrató para resguardar una exposición que montará aquí el fin de semana. Exhibirá su colección de joyas en una cena de beneficencia y le preocupa que alguien pudiera tratar de robarla. -Aseveró Sergio.

-¡Seguramente tiene que ser una colección impresionante, para requerirnos a todos. -Infirió el mexicano.

-La verdad es que sí. Vamos, entremos, Alfonso ya nos espera y sabes que no es muy paciente. -Respondió Hércules.

Nicolás notó en ese momento que ambos tenían una expresión algo ausente, no obstante lo atribuyó a lo temprano que era. Alfonso lo había citado a las 7 am y pensó que el horario resultaba algo excesivo, pero debido al alto salario que cobraban no puso ninguna objeción.

Los tres atravesaron el estacionamiento a penas alumbrados por los primeros rayos del amanecer e ingresaron a la galería.

Nicolás vio a Sam instalar un sistema de circuito cerrado, mientras Alfonso revisaba los puntos ciegos de aquel inmueble. La galería era extensa, al menos unos mil doscientos metros cuadrados, donde varias vitrinas, mesas y un escenario ya se hallaban listos para la cena.

Nicolás avanzó hacia Alfonso, que al verlo venir lo saludó con efusivos ademanes.

-¿Cómo estás Nico?

-Excelente Alfonso, listo para comenzar. ¿Qué quieres que haga? -Contestó el mexicano, mientras estrechaba su mano.

-Duro y al punto como siempre Nico. Marcus quiere que lo apoyes a organizar la logística de transporte de su colección. Hércules y tú estarán encargados de eso. Te espera en la oficina de atrás para mostrarte los lotes que hay que mover y la ruta a seguir. -Indicó Alfonso.

-Vale. Voy con él entonces. ¿Vienes Hércules? -Inquirió Nicolás.

-En un minuto, voy a confirmar la logística del transporte. Debo hacer un par de llamadas. -Respondió el griego.

-Oquei, voy con Marcus entonces. -Afirmó el mexicano.

-En unos momentos iremos contigo, tendremos junta para planear todo el evento. Avanza con Marcus, que te entregue la lista de los lotes y la logística de la exposición. Hércules termina de confirmar el transporte, Sergio concluye la lista de invitados, mientras Sam y yo acabamos con el sistema de seguridad. -Instruyó Alfonso.

Todos asintieron y cada uno se retiró a realizar sus labores. Nicolás atravesó la galería, alcanzó la parte posterior en la que se encontraban las oficinas y tocó la puerta del cubículo con las luces encendidas.

-Buenos días, ¿puedo entrar? -Preguntó Nicolás.

-Claro, buen día, Pasa por favor Nico, que bien que llegaste. -Contestó Marcus desde adentro.

Nicolás entró a la oficina y observó a Marcus sentado ante la computadora.

-Mandé imprimir la lista de los lotes de mi colección para que podamos revisarla a detalle. -Explicó Marcus.

-No sabía que también estabas en el negocio de las joyas. -Cuestionó el mexicano, mientras sonreía a Marcus y le extendía una mano.

-No estoy en el negocio de las joyas. Tengo una colección privada, herencia de mi familia. Soy un coleccionista habido de piedras preciosas y una vez al año, organizo una exposición para recaudar fondos que dono a instituciones de beneficencia en la cual muestro mis nuevas adquisiciones. -Aseveró Marcus.

-Interesante. Hace unos días te contratamos para nuestra campaña de publicidad y ahora tú nos contratas para la seguridad de un evento privado. -Dijo Nicolás sarcástico.

-No exactamente. Se pagará un contrato, aunque Alfonso y yo decidimos también que utilizaremos el evento en favor de ambos. Ustedes cubren mi seguridad y Alfonso usa el evento para publicitarse. -Respondió Marcus.

-Entiendo, un negocio redondo. ¿Cuántos invitados tienes contemplados? -Preguntó el mexicano ya en materia de seguridad.

-Al menos serán unas ochenta personas, todas con invitación previa. La lista la tiene Sergio. Le comenté a Alfonso que te quiero a ti para que me ayudes con la logística y transporte de la colección. -Indicó Marcus con una extraña mueca.

-¿Oquei, ¿Cuántos lotes de joyas? -Inquirió Nicolás.

-Serán setentaisiete lotes principales y trece lotes menores, junto con mi gema más valiosa, aquí tienes la lista. -Respondió Marcus.

-Oquei. ¡Vaya en verdad eres un maldito millonario! -Expresó el mexicano, al tiempo que revisaba la lista de lotes.

-Gracias, lo tomaré como un cumplido. Sabes, también quería conversar contigo en privado sobre un asunto muy delicado. -Dijo Marcus.

Nicolás sonrió divertido. -¿Te me vas a declarar?, sé que soy irresistible. -Cuestionó el mexicano entre risas.

Marcus se carcajeó. -No exactamente, aunque estás muy cerca. Mira, sabes que soy homosexual. Creo que ya pudiste darte cuenta de ello. -Explicó Marcus.

-Si, he visto como nos miras a todos. ¿Qué deseas pedirme? Con algo de dinero, quizás podemos negociar algo. -Respondió Nicolás con una sonrisa seductora y un tono travieso.

Marcus torció la boca y continuó. -Sé a la perfección que todos ustedes son heterosexuales. Inclusive sé de la homofobia de Sam. Pero el favor que quería pedirte es muy simple. -Dijo Marcus.

-Oquei, dime ¿qué necesitas? -Inquirió Nicolás.

-Sabes, quiero regalar una sortija a un hombre que me gusta. La compré muy recientemente y deseo dársela durante la cena de beneficencia. La tengo justo aquí y el muchacho es muy parecido a ti. Quiero que te la pongas y ver como luce. -Contestó Marcus.

-¿Es una sortija de compromiso? ¿Piensas pedirle matrimonio? -Preguntó el mexicano sorprendido.

-Me descubriste. Es un hombre del que estoy enamorado y aprovecharé la cena de beneficencia para pedirle que nos casemos. En verdad te pareces mucho a él y quiero ver como luce puesta la sortija. -Indicó Marcus.

-Vaya esa si es una noticia. ¡Te vas a amarrar!, Claro que te ayudo con eso. ¿cómo se llama tu novio? ¿lo conocemos? -Cuestionó Nicolás.

-Su nombre es Daniel. Es fotógrafo y no, no lo conocen. ¿entonces me ayudas?, aquí mismo tengo la sortija. -Preguntó Marcus.

-Si, claro, estoy listo para ser tu novio de prueba. -Aseveró el mexicano entre divertido y seductor.

Marcus sacó una caja de madera forrada de terciopelo negro y de esta substrajo una hermosa sortija de oro, enjoyada con diamantes y un extraño cristal amarillo incrustado en la parte frontal en forma de ojo, lleno de extraños grabados y una inscripción.

-¡Woo, que sortija, debe valer una fortuna! -Expresó Nicolás.

-¿Te gusta? Se trata de una joya egipcia. La adquirí en un viaje que hice al Cairo hace unos años. Según dice la inscripción quien la porte, quedará esclavizado por siempre bajo la voluntad del Amo de la sortija. -Indicó Marcus.

-¡Vaya, eso sí es amor! -Contestó Nicolás con tono juguetón.

-Sólo es una leyenda, además, el cristal de Secmet se perdió hace milenios. -Explicó Marcus con un extraño tono de voz, al tiempo que le extendía la sortija a Nicolás.

El mexicano tomó la sortija y tras observar los símbolos tallados sobre la superficie del ojo de cristal, se la colocó en el dedo índice. Al instante un extraño brillo amarillo destelló y rodeó al guardaespaldas, mientras sus ojos se tornaban del mismo color. Entonces Marcus sacó de la caja un extraño medallón con el dije de una leona, hecho del mismo cristal que la piedra central del anillo. Se lo colgó al cuello y un nuevo fulgor volvió a envolver al mexicano, a la vez que su rostro se volvió totalmente ausente.

-Bien, ahora dime ¿te sientes bien? -Inquirió Marcus.

-Ssi… Amo. -Respondió Nicolás con voz cascada y las pupilas enteramente teñidas de amarillo.

-¿Sabes quién eres? -Cuestionó Marcus mientras se levantaba de la mesa y se aproximaba a Nicolás.

-Sssi… Yo… Yo soy un esclavo de la sortija de cristal… -Contestó Nicolás con una voz carente de vida.

-Eso es. ¿Sabes quién soy yo? -Inquirió Marcus.

-Si… Tú eres el Amo de la sortija de cristal… Tú Eres mi Amo… -Respondió el mexicano totalmente hipnotizado.

-Eso es correcto. Eres mi esclavo y yo soy tu Amo. Ahora mira fijamente el cristal del anillo y piérdete más en la hipnosis. Sumérgete en el trance y duerme muy profundamente. -Indicó Marcus.

-Ssi… Mirar el cristal del anillo… Perderme más en la hipnosis… Sumergirme en el trance… Dormir muy profundamente… Ssi… Mi Amo… -Dijo el mexicano, mientras sus ojos se tornaban aún más amarillos y su cuerpo se ponía totalmente rígido.

-Yo soy tu Amo. Eres un miserable esclavo de la sortija de cristal. Repítelo y cierra los ojos, deja caer tu cabeza hacia atrás y cae más en la hipnosis. -Ordenó Marcus.

-Eres mi Amo… Soy un esclavo de la sortija de cristal…Caer más en la hipnosis… Eres mi Amo… Soy un esclavo de la sortija de cristal…Caer más en la hipnosis… Eres mi Amo… Soy un esclavo de la sortija de cristal…Caer más en la hipnosis… -Repitió Nicolás al tiempo que cerraba los ojos e inclinaba la cabeza suelta hacia atrás.

-Bien, eso es. Voy a contar hasta 3 y cuando diga el número 3, volverás a abrir los ojos y mirarás el cristal una vez más. Cuando lo mires, caerás en un trance todavía más profundo, en una hipnosis de la que no despertarás jamás, al menos que yo te lo indique. -Instruyó Marcus.

-Ssi, mi Amo… cuando cuentes 3… Abriré los ojos… Miraré el cristal y caeré en un trance todavía más profundo… En una hipnosis más profunda de la que no despertaré jamás… Al menos que tu mi Amo lo indiques… -Aceptó el mexicano cada vez más hipnotizado.

-Bien, ahora. 1, 2, 3. -Señaló Marcus.

Nicolás enderezó el rostro, abrió los ojos y concentró su mirada en el cristal de la sortija. -Caer en un trance más profundo… en una hipnosis más profunda… Nunca despertar, al menos que mi Amo lo ordene… Debo caer en una Hipnosis profunda… En Un trance más profundo… Nunca despertar… Sólo cuando Mi Amo… Lo ordene… -Dijo el mexicano, a la vez que sus ojos se volvieron enteramente amarillos y su rostro se quedaba ausente.

-Perfecto esclavo, ahora estás completamente bajo mi poder. -Dijo Marcus.

-Ssi, completamente bajo tu poder… Si, mi Amo… -Aceptó el mexicano.

-Bien, yo soy el Amo de la sortija de cristal. Ordeno que esta te selle para siempre como mi esclavo. Mientras la tengas puesta te encontrarás esclavizado por mi voluntad, estarás sometido a mi servidumbre, a mis órdenes. -Señaló Marcus.

-Si, tú eres el Amo de la Sortija de cristal… Eres mi Amo… Quedaré sellado para siempre como tú esclavo… Mientras tenga puesta la sortija estoy esclavizado por tu voluntad… Eres mi Amo… Sometido A tu servicio… A tus órdenes… -Admitió Nicolás la instrucción que lo doblegaba definitivamente.

-Bien, yo soy el Amo de la Sortija de cristal y mi primera orden es que esta jamás deje tu dedo, que jamás te la puedas quitar, que seas mi esclavo para siempre. -Indicó Marcus, mientras se colocaba al lado de Nicolás.

-Cumpliré tu orden mi Amo… La sortija jamás dejará mi dedo… Nunca me la podré quitar… Nunca despertaré… Siempre seré tu esclavo… Mi Amo… -Consintió el mexicano totalmente perdido en el trance.

-Perfecto, ¡quiero que te pongas de pie. Ahora! -Demandó Marcus.

-Ssi, Amo… -Dijo el mexicano, al tiempo que se levantaba de la silla.

Marcus se abalanzó sobre él y lo atrajo hacia su cuerpo. Se apoderó de su boca y exploró a voluntad los labios de Nicolás, que no opuso la más mínima resistencia. -Quítate el saco y la camisa.

-Ssi, quitarme el saco y la camisa… Ssi, mi Amo… -Admitió el mexicano, a la vez que se retiraba las prendas.

Marcus le rebató las ropas de las manos y las arrojó al otro lado de la habitación. -También los zapatos, calcetines y cinturón ¡Ahora! -Ordenó Marcus.

-También zapatos… Calcetines y cinturón… Ssi, mi Amo… -Respondió Nicolás, mientras se agachaba y ofrecía una espectacular vista de sus glúteos y piernas a su Amo.

Como un depredador, Marcus tomó todas las prendas y las arrojó junto al saco y la camisa. Después recorrió con sus labios la fresca y morena piel de Nicolás. Olió su cuerpo y chupó su cuello, al tiempo que apretaba con rudeza su fuerte pectoral.

-Ahora, quítate los pantalones. -Pidió Marcus.

-Ssi, mi Amo… Quitarme los pantalones… -Admitió el mexicano, al tiempo que se los retiraba lentamente.

Marcus observó entonces a su nueva presa. Era un ejemplar magnífico. Un hombre esbelto, lampiño, de piel morena clara, con brazos musculosos, fuertes hombros, firmes pectorales, ancha espalda, cuello largo, cabello corto y crespo, ojos color miel, así como un rostro de rasgos angulosos y bastante atractivos.

-Bésame y abrázame… Y repite, que eres mi amante… -Solicitó Marcus.

-Ssi, Soy tu amante… Mi Amo… -Dijo el mexicano en medio de murmullos, a la vez que abrazaba y besaba a Marcus en la boca con gran pasión.

-Me encantan tus labios. Sabes, desde que te vi mi fantasía era tenerte así, solamente en bóxer, poseer tus labios, volverte mi amante. Quiero que lo disfrutes. Di que te gusta estar en bóxer para mí. di que disfrutas que me apodere de tus labios, di que disfrutas ser mi amante, di que disfrutas que bese tu cuerpo semidesnudo. -Indicó Marcus.

-Ssi, Me gusta estar en bóxer para ti… Disfruto que te apoderes de mis labios… Disfruto ser tu amante… Disfruto que beses mi cuerpo semidesnudo, Mi Amo… -Dijo el mexicano con una voz sugerente y sensual.

-Muy bien. ¿Alguna vez has tenido sexo con un hombre mi esclavo? -Preguntó Marcus lujurioso, mientras apretaba el miembro del moreno, que al contacto creció inmediatamente.

-Ssi, mi Amo… -Reveló Nicolás para la sorpresa de Marcus.

-¿Cuándo?, ¿cómo fue? -Inquirió Marcus presa del morbo.

-Durante la universidad, mi Amo… En una fiesta… Bebí demasiado y tuve sexo con un par de compañeros… -Respondió Nicolás, mientras Marcus lamía su cuello.

-¿Y lo disfrutaste? -Volvió a cuestionar Marcus.

-Ssi, mi Amo… Si lo disfruté… Aunque nunca volví a intentarlo… -Contestó Nicolás totalmente hipnotizado y sometido a la voluntad de su Amo.

-Bien, a partir de ahora, ya no eres heterosexual. Eres gay y te complace tener sexo con hombres. Lo disfrutarás y sobre todo te excitará cogerme y coger a quien yo te ordene. -Ordenó Marcus.

-Ssi, mi Amo… A partir de ahora ya no soy heterosexual… Soy gay… Me complacerá coger con hombres… Y sobre todo me excitará coger a mi Amo… Y coger a quien mi Amo ordene… -Admitió Nicolás aquella terrible orden.

-Lo que más te complacerá será que yo te bese, que bese tu cuerpo desnudo y bese tus labios, será lo que más te complacerá. -Volvió a instruir Marcus.

-Ssi, mi Amo… Lo que más me complacerá será que me beses… Que beses mi cuerpo desnudo… Que beses mis labios… Ssi, mi Amo… Será lo que más me complacerá… -Respondió el mexicano, al tiempo que Marcus besaba su abdomen con lujuria.

-Muy bien, muy bien. Y cada vez que yo te diga la frase “Cuerpo de cristal”, volverás a este trance, estarás completamente bajo mi poder. -Implantó Marcus aquel último comando.

-Ssi, cada vez que escuche la frase “Cuerpo de cristal”, caeré en este trance, estaré completamente bajo tu poder… Ssi, mi Amo… -Afirmó Nicolás con las pupilas totalmente amarillas y el rostro sin vida.

-Bien mi esclavo, estás listo. Antes de la cena de beneficencia, tus otros tres amigos deben estar también bajo mi poder. Así que vamos a comenzar la junta, hay mucho que hacer. Aunque, primero gozaré de un momento de placer. -Dijo Marcus con lascivia, al tiempo que soltaba a Nicolás y se volvía a sentar delante de la computadora.

Marcus tecleó un comando y activó el sistema de audio de la galería. -¡Alfonso, Caligari!, ¡Sicodélico, Sam!, ¡Músculos de Hierro, Hércules!, ¡Rígido y desnudo, Sergio!, sellen las puertas y activen el sistema de seguridad. Después vengan a la oficina, ¡su Amo los llama! -Pronunció Marcus por los altoparlantes.

Luego de un par de minutos, Alfonso abrió la puerta con los ojos cerrados y en su postura de sonámbulo. Detrás venía Sam con los ojos totalmente blancos y su cabeza clavada en el pecho. Enseguida apareció Hércules con sus brazos rígidos a los costados y la cabeza caída hacia un lado, acompañado por Sergio en la misma posición.

En cuanto Sergio cerró la puerta, Alfonso comenzó a desvestirse con rapidez y amontonó su ropa en donde yacían las prendas de Nicolás, para colocarse de inmediato a un lado de su Amo. Sam se sacó la cazadora, la camiseta, los zapatos, calcetines y pantalones, pero conservó el bóxer; luego arrojó su ropa sobre la de los otros, se arrodilló a los pies de Marcus y colocó la cabeza a la altura de su ingle.

Hércules se quitó la camisa, zapatos y calcetines de manera provocadora y sensual, más se dejó los pantalones y se puso de pie al otro lado de su Amo.

Finalmente, Sergio tal como Alfonso se desnudó con velocidad, sin embargo mostró que en vez de bóxer, llevaba un short diminuto, el cual se dejó.

-Eso es. Así me agrada, que obedezcan. Vamos a disfrutar un rato mis esclavos.

Mi zombi, por favor, quiero que les brindes sexo oral a tus compañeros, comienza por Hércules, después continúa con Sergio y concluye con Nicolás. Nicolás, mientras Sam hace su trabajo, por favor penetra a Hércules y Sergio, al final cógete a Sam. Y tú mi sonámbulo, quítale el pantalón a Hércules, el short a Sergio, los bóxeres a Nicolás y Sam, y después cógete a todos. ¡Enséñales quien es el esclavo capataz!

-Ssi, mi dueño… Lo que quieras… Obedeceré…. -Afirmó Sam, mientras gateaba hacia Hércules.

-Ssi, mi Amo… Cumpliré tus órdenes… -Aceptó Nicolás, mientras se aproximaba al griego.

-Ssi… Mi Amo… Haré lo que digas… Sólo vivo para complacerte y nada más… Soy tu esclavo sonámbulo y existo para darte placer… ¡Les enseñaré quien es el esclavo capataz! -Dijo Alfonso con una voz soñolienta, aunque cargada de fervor.

Marcus contempló embelesado como el sonámbulo sacaba a Hércules el cinturón, el pantalón y el bóxer. Después disfrutó verlo inclinarse y hacer lo mismo con Sam, que no sólo no opuso resistencia, sino que facilitó el trabajo de su capataz, al ayudar a quitarse los calzoncillos.

En cuanto Sam y Hércules estuvieron desnudos la erección de Marcus se disparó, al presenciar cómo Sam de rodillas colocaba su cabeza entre las piernas del griego y comenzaba a lamer sus testículos.

-Hércules, quiero que lo disfrutes, pero no quiero que te corras, hasta que Nicolás te penetre. Entre tanto disfrútalo. Y tu mi zombi, hazlo despacio, disfrútalo, lleva un ritmo lento con cada uno. -Ordenó Marcus.

- Ssi… Soy una montaña de músculos sin voluntad… Soy tu esclavo puto, bruto y sexual… Eres mi Amo… Disfrutarlo… Disfrutarlo… Disfrutarlo… -Contestó Hércules, justo en el momento que Sam entreabrió su boca para succionar su miembro.

-Despacio… Disfrutar… Hacerlo lento… Disfrutar… Ssi, mi dueño… -Dijo Sam entre murmullos, mientras daba suaves lengüetazos al pene de Hércules.

Marcus comenzó en ese momento a frotar su erección, cuando observó la manera tan posesiva en que Alfonso sujetó a Nicolás y Sergio de la cintura y les rompió el bóxer y short.

Nicolás avanzó hacia Hércules con su miembro hecho un hierro y sin miramientos, lo ensartó en el ano del griego. Hércules gimió de dolor y placer, al sentir el rudo y persistente bombeo del mexicano que a diferencia del suave lengüeteo de Sam, balanceaba sus caderas de forma violenta.

-Mi zombi, ¡más rápido! ¡sacia tu boca! ¡chupa más voraz! ¡chupa al ritmo que se mueve Nicolás! ¡rápido, duro, constante! ¡los dos! ¡muévete con más fuerza Nicolás, chupa con más hambre Sam! -Dijo Marcus con tono autoritario.

-Ssi, lo que quieras… Mi dueño… -Repitió Sam al tiempo que incrementaba el ritmo de sus lengüeteos.

-¡Ssi, mi Amo! -Acató el mexicano, completamente presa del placer.

-¡Y tú Hércules, muévete hacia adelante y atrás, hacia adelante y atrás, rápido, rápido! -Ordenó Marcus.

-¡Ssi, mi Amo… Soy tu esclavo bruto, puto y sexual!… -Aceptó Hércules entre gemidos, a la vez que se ensartaba en el miembro de Nicolás y obligaba a Sam a tragar todo su miembro ante el feroz movimiento.

-Alfonso, cambio tu orden, ¡comienza por Sergio, ¡ahora!-

Instruyó Marcus.

-Ssi, mi Amo, lo que más te complazca… -Admitió Alfonso, a la vez que atraía al brasileño hacia su cuerpo.

-Mi sonámbulo, quiero que seas rudo, violento, ¡muéstrale quien es mi predilecto! -Indicó Marcus abrazado por el frenesí.

-¡Lo que más te complazca mi Amo! -Contestó Alfonso extasiado por complacer a Marcus.

-¡Sergio, quiero que lo goces y grites de placer! ¡Quiero que te masturbes y te corras al mismo tiempo que Alfonso! ¡con fuerza, con violencia, ahora! ¡los dos, ahora! -Demandó Marcus.

-¡Obedeceré, obedeceré todo lo que mandes, mi maestro! -Afirmó el brasileño, al tiempo que Alfonso le penetraba con violencia.

Marcus tomó su móvil y grabó aquella orgiástica escena. A su izquierda, Sam arrodillado y casi atragantado por el enorme miembro de Hércules, que se balanceaba hacia adelante y atrás como un perro en selo, ante los embates de Nicolás que no dejaba de gemir y clavar el miembro en su ano. Y a su izquierda al guapo sonámbulo, a su predilecto, que con brutalidad denodada atravesaba el esfínter de Sergio, que a su vez poseído por el fuego del sexo gritaba y agitaba su miembro como si la vida dependiera de ello.

-¡Esclavos, absoluto y máximo Orgasmo, todos, ahora! -Ordenó Marcus de manera autoritaria.

Los cinco hombres clamaron simultáneamente de éxtasis. Los chorros de semen bañaron el suelo, las paredes e inclusive el teclado de la computadora que estaba próxima a Sergio. Los cinco se corrieron de forma apoteósica, totalmente dominados por la voluntad de su Amo, entregados a complacerlo, obedecerlo, servirlo y a acatar cualquiera de sus deseos. Fue cuando Marcus experimentó un placer sin fin por el poder que ejercía sobre esos cinco machos, quienes jamás volverían a ser libres, que estarían para siempre bajo su dominio.

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