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Esclavo de ti mismo (Cap. 19): VII cacería: El anzuelo

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Marcus despertó envuelto en los brazos de James y tuvo conciencia de la maravillosa cacería de la noche anterior.  James había sido un amante increíble, casi tan increíble como su predilecto. Superó con creces a Sergio, Hércules y Sam, aunque no estaba seguro si superaba a Mendosa y Nicolás.

James igual que sus compañeros, era un hombre sumamente atractivo. De un corto y lacio cabello rubio, preciosos ojos azules, piel blanca, un metro noventa de alto, bastante atlético y musculoso, de estrecha cintura, fuerte trasero y piernas largas y torneadas. Un símbolo sexual en toda regla.

James se removió y abrió sus preciosos ojos celestes. -Buenos días mi Amo. ¿Qué deseas? ¿cómo te puedo complacer esta mañana?-

Murmuró mientras le daba un suave beso a Marcus.

-Enserio que eres el novio esclavo perfecto. Vamos a darnos un baño, a desayunar y a prepararnos para la junta de mi evento. Hoy debo cazar al último de tu antigua manada. Tu amigo Nataku se convertirá en mi siguiente esclavo. Lo volveré mi esclavo marioneta. ¿Eso te pone celoso?-

Cuestionó Marcus mientras deslizaba sus dedos sobre los labios de James.

-No, mi Amo. Me indicaste que creyera e hiciera todo lo que ordenaras y eso haré. Dijiste que fuera tu novio esclavo perfecto, tu esclavo sexual y te brindara placer. Mi deseo es el tuyo, tu deseo es el mío, ¿verdad?, por eso no me hace sentir celos. Todo lo contrario, ¿cómo puedo ayudarte a cazar a Nataku?-

Inquirió James en un ronroneo y la cabeza hundida en el cuello de Marcus.

Marcus lo besó de forma satisfecha. -De verdad que eres el novio esclavo perfecto. Vamos a bañarnos y desayunar, después te diré cómo vas a ayudarme.-

Respondió Marcus a la vez que los dos se removían y se levantaban de la cama.

Esa mañana Nataku Llamada, decidió tomar el metro y llegar a pie a la oficina. Se detuvo en la esquina de la avenida Malborow y entró a la acogedora cafetería Dublín. Se pidió un americano, un jugo de naranja y un sándwich. Coqueteó un poco con la encargada, una muchacha pelirroja de ojos verdes, no muy dotada, aunque sí delgada.

Nataku pensó en invitarla a salir, mas creyó que debería esperar. Después de todo ese fin de semana estaría muy ocupado con la cena de beneficencia de Marcus. Encendió un cigarrillo y lo fumó mientras bebía el café.

-¡Buenos días cabrón!-

Dijo James al sentarse delante suyo.

Nataku lo miró extrañado, pues se había encontrado tan ensimismado con la chica pelirroja, que no se percató de la llegada de su amigo. -¡James!, ¡Hola! ¿cómo estás?-

Saludó efusivo el mitad japonés.

James le dedicó una sonrisa divertida. -Bien, anoche tuve un encuentro sexual que uuup, ¡ni te lo imaginas!-

Confesó con descaro, pues aquel tipo de conversaciones entre los dos era más que habitual.

Nataku lo miró burlón y aplaudió. -Bravo, ¿Cuánto tiempo conseguiste pasar sin coger? ¿un día?-

James lo miró molesto antes de responder. -Bien, sí perdí la apuesta. ¡Pero aguanté tres días!-

Los dos amigos se carcajearon y chocaron los puños. -¿Y quién es la afortunada?, ¿la conozco?, recuerdo a Damarina, la profesora de la universidad. ¿fue ella?-

Inquirió Nataku al tiempo que terminaba su café y le daba la última mordida al sándwich.

James lo miró de manera extraña y una expresión de vergüenza cubrió su rostro. -Por eso quería platicar contigo. Fue una noche fabulosa, pero la verdad no sé cómo

ocurrió. Me siento confundido.-

Comentó James al tiempo que se frotaba las manos y recibía de parte de la camarera un vaso de jugo de naranja que también había pedido.

Nataku lo miró preocupado y con una sonrisa burlona. -¿acaso te acostaste con tu madre cabrón?-

Preguntó el mitad japonés entre dos caladas a su cigarrillo.

James lo vio ofendido antes de hablar. -¡No idiota!, ¡hablo enserio!-

Exclamó el rubio mientras fijaba su vista en el rostro de Nataku.

-Vale, vale. Cuéntame con qué mujer te acostaste en esta ocasión.-

Respondió Nataku desconcertado por aquella reacción.

James inhaló profundo antes de contestar y no pudo evitar agachar la mirada. -Con ninguna. Tuve sexo con un hombre.-

Soltó a bocajarro.

Nataku dio un rodillazo que hizo temblar la mesa y apagó el cigarro de un golpe. -¡Qué?, ¿cómo dices?-

Inquirió el medio japonés anonadado.

James lo miró con la cara llena de vergüenza, mas se llenó de valor para explicar. -Lo que dije cabrón. Tuve sexo con un hombre.-

Repitió el rubio con más firmeza.

Nataku lo observó sorprendido y sin poder formular una respuesta. Sabía que James no era gay, Él no tenía nada contra los gays, no obstante se encontraba convencido que James no lo era. Es más, James actuaba como un maldito play voy, casi todas las noches se llevaba a una mujer diferente a la cama. Las mujeres lo perseguían y cuando él no las invitaba, las tipas solían lanzársele encima.

-Y… ¿cómo estuvo?, ¿por qué?, ¿con quién?-

Fue lo único que Nataku atinó a decir.

James suspiró como si meditara las palabras. -Bueno espero que no te sea muy escandaloso, pero me acosté con Marcus.-

Nataku abrió los ojos estupefacto y tuvo que beber de su jugo para aclarar su garganta. -¿Con Marcus?, ¿pero cómo cabrón?-

Cuestionó Nataku completamente impactado.

James sorbió también de su jugo y tardó unos segundos en responder. -Ayer después de la sesión de fotos y de mi reunión con la gente de Kronowere, me lo encontré de nuevo en el centro. Damarina me había cancelado y él me preguntó sobre mis planes para la tarde. Le contesté que no tenía nada que hacer y me pidió si podía acompañarlo a realizar algunas compras. Y algo que jamás he accedido a hacer con una mujer, lo llevé a cabo con él. Fuimos de compras, yo también me compré alguna ropa que se me antojó y no sé por qué, lo invité a cenar a caza. La verdad es que toda la tarde el muy joto se la pasó tirándomela y yo admito que, le di línea y contesté. ¡No me preguntes por qué lo hice!, no sé.-

Explicó James, mientras sorbía el último trago de su jugo.

Nataku lo miró fijamente y negó con la cabeza sin poder creérselo. -¿Y luego qué pasó?-

James sonrió derrotado y como si pensara en la mejor forma de continuar. -No sé porqué hice todo lo de ayer. Fuimos al pent-house, preparé la cena que ya tenía pensada para Damarina y seguimos con el flirteo. La tensión sexual se podía cortar con el cuchillo y sin entender cómo me atreví, lo besé.-

Nataku azotó el vaso de vidrio sobre la mesa y miró a James asombrado. -¿Acaso te gustaba desde antes?, ¿eres gay y nunca me habías dicho?, ¡No entiendo!-

James negó con la cabeza. -No, nunca antes me había gustado un hombre, tú lo sabes. ¡Cóño siempre me la han parado las morenas!, ¡jamás he tenido ni el más mínimo pensamiento homosexual!-

Dijo James con desesperación y confusión.

Nataku lo observó tan desconcertado como él. -¿Y entonces?-

James negó y entrecerró los ojos. -No lo sé. Ayer fue muy raro, la tarde con él. La cena, las miradas que nos lanzábamos. Los dos queríamos arrancarnos la ropa. Marcus es gay, me consta. Tú sabes cómo nos contemplaba a todos estos últimos meses. Y ayer quise comprobarlo, no sé. Me dejé llevar. Pero cabrón, ¡lo peor es que me encantó!-

Admitió James con la cara roja.

-Vaya, no sé que decirte James. No hay nada malo, claro. Me dejas frío.-

Dijo Nataku con la vista puesta en el rostro de su amigo.

James soltó una pequeña risotada. -La verdad es que yo tampoco. Esta mañana me levanté, no tuve el valor de enfrentarlo y le dejé una nota antes de salir. ¡No sé qué hacer!-

Nataku soltó una carcajada burlona. -¡Irónico!, ¡tú que te has acostado con cientos o quizás miles de mujeres, le tiras a un bato y no sabes que hacer!-

Exclamó Nataku, mientras hacía ademanes a la camarera para ordenar la cuenta.

James lo miró entre molesto y divertido. -¡Cállate cabrón!, por eso te lo cuento para que me des un concejo. ¡Idiota!, ¡pero vete a la mierda!-

Nataku soltó una carcajada al tiempo que colocaba algunos billetes sobre la mesa. -No sé, déjame pensar, de verdad que me la pusiste difícil. Yo creo que debes tomarlo igual que cualquier otra experiencia. No creo que Marcus te vaya a pedir ser novios o algo así. Él como gay es mucho más abierto que los hombres hetero. Habla con él y déjenlo en una noche de pasión. Y como dije hace un momento, no tiene nada de malo. ¡Bueno sí, que ahora también vas a ligarte a cuanto tipo veas por la calle!-

Terminó Nataku con una carcajada, a la vez que se levantaba de la mesa.

James soltó una risa cómplice y se puso de pie para seguir a su amigo fuera del café. Los dos siguieron con la conversación mientras caminaban por la acera entre la gente que se dirigía a sus trabajos. James le contaba entusiasta la diferencia entre hacerlo con una mujer y un hombre, y Nataku no podía dejar de asombrarse. Tal parecía que a su amigo en verdad le había gustado y eso no podía creerlo.

Los dos hombres ingresaron al edificio de oficinas donde se localizaba la empresa de seguridad y atravesaron el vestíbulo hasta los ascensores. Un grupo de gente se arremolinó a su alrededor, pues aquel sitio era la sede de diversas empresas. Nataku fue empujado por un grupo de tres hombres y cinco mujeres hacia el elevador principal, mientras James se vio obligado a esperar al siguiente ascensor.

En cuanto las puertas de metal se cerraron, James se dirigió hacia el cubo de las escaleras y comenzó a subir, mientras marcaba un número y hablaba mediante el manos libres. -Listo mi Amo. El anzuelo fue lanzado. Ya va en el elevador. Si mi Amo, todo como ordenaste. Si. ¿qué trae puesto?, Un pantalón azul, una camisa plateada y una chamarra verde. Si, está muy sexi. Si ya voy.-

Colgó James la llamada, al tiempo que empezaba a correr por las escaleras.

Nataku entró a las oficinas y vio a Sam en la computadora que terminaba de subir unos archivos en la nube. -Buen día.-

Saludó Nataku mientras tendía la mano hacia el ojiazul.

-Nataku, hola. ¿cómo has estado? Varias semanas de no verte.-

Respondió Sam cordial a la vez que regresaba el apretón.

-Bien, bien. Ya listo para reincorporarme. Después de mis vacaciones y el diplomado estoy listo. ¿Ya llegaron todos?-

Cuestionó Nataku, al tiempo que se sacaba la chamarra y la colgaba del perchero en el recibidor.

-No. Falta James, Marcus y Mendosa.-

Respondió el norteamericano, mientras apagaba la computadora y redirigía el teléfono hacia la sala de juntas.

-James ya viene, lo topé hace un momento. Hay mucha gente abajo, creo que no sirve el elevador de la izquierda. ¿Es cierto que Marcus se va a incorporar a la empresa de modo permanente?-

Inquirió Nataku, a la vez que abría la puerta de un casillero para dejar su maletín y sacaba su Tablet.

Sam lo miró molesto, como si no quisiera tocar ese tema. -Si, ese joto le hizo una propuesta financiera a Alfonso. Invertirá dinero y comprará algunas acciones, en compensación Alfonso lo hará socio y director de ventas y publicidad.-

Respondió Sam a la vez que azotaba la cajonera para sacar un control remoto.

Nataku lo observó extrañado. -¿Acaso no te cae bien?-

El norteamericano negó con la cabeza. -Dime lo que quieras. Nunca me han gustado los homosexuales. Acúsame de prejuicioso o lo que tú quieras. Pero no me cae de nada. En especial porque nos mira como si fuéramos malditos estríperes y quisiera drogarnos para llevarnos a la cama.-

Contestó Sam desdeñoso.

Nataku realizó un ademán tranquilizador. -Bueno ponte en su lugar. Si es gay como dices. ¡Imagínate!, ¡tener que trabajar con ocho hombres como nosotros! ¡Si yo fuera él también querría llevarnos a la cama!-

Afirmó Nataku entre risas.

Sam no pudo evitar sonreír, aunque a Nataku le pareció una mueca maliciosa, como si el americano supiera un secreto que él no. -Tienes razón, desde ese punto de vista. Pero aún así no me agrada. Mas lo que piense no importa. Alfonso es el dueño, el jefe y él ya tomó la decisión.-

Sentenció el ojiazul a la vez que se abría la puerta del pasillo.

Marcus, James y Mendosa aparecieron en medio de una animada conversación, que interrumpieron para saludar a Nataku y Sam. El ojiazul les pidió a todos ir a la sala de juntas, pues Alfonso y los demás ya se encontraban allí. Marcus se detuvo para guardar sus cosas en uno de los casilleros y pensó en que la cacería estaba por concluir.

James lo aguardó en la recepción y no pudo evitar lanzarse hacia él para darle un beso en la boca. -Mi Amo, ¡estoy muy excitado por unirme al harem!, Nataku caerá fácilmente y podrás usarnos a todos como deseas. ¿quieres que haga algo más?-

Preguntó en un murmullo junto a la boca de Marcus.

Marcus correspondió al beso y negó con la mirada. No, quiero cazarlo yo. En cuanto la junta termine, repórtate con tu capataz, mi sonámbulo te dirá que debes hacer.-

Indicó Marcus al oído de James.

-De acuerdo. Lo que mandes.-

Aceptó el rubio, mientras besaba nuevamente a Marcus.

Los dos se apartaron y se encaminaron a la sala de juntas. Todos saludaron a Marcus y él se maravilló ante aquella actuación, pues siete de esos machos ya se encontraban bajo su poder. Si él quería podía someter a Nataku en ese mismo momento, inclusive ordenar a los demás que lo violaran, lo dejaran inconsciente o lo sujetaran mientras él lo cogía. Pero no. Ese era uno de sus placeres, la cacería.

Sam le dedicó una mirada molesta y Marcus quedó encantado por el poder de la hipnosis ejercida sobre el ojiazul, sin embargo se deleitó cuando tras lanzarle una mirada intimidatoria, el americano se estremeció de pies a cabeza.

Contempló a Alfonso sentado en la cabecera de la mesa beber su café, aparentemente normal, salvo por los lentes oscuros que utilizaba para ocultar sus ojos carmesí de sonámbulo. Hércules y Sergio conversaban animados al tiempo que terminaban de configurar la pantalla, pero sí uno los observaba detenidamente, sus ojos yacían vidriosos y sus labios algo azules debido a los efectos de las drogas. Nicolás portaba también unas gafas negras para esconder el tono amarillento de sus ojos y mantenía la mano derecha por debajo de la mesa, en un intento por ocultar la sortija. Mendosa hablaba con él, mas se palpaba discretamente la ropa, incómodo por encontrarse vestido, pues era su esclavo encuerado y aquella sugestión era muy poderosa. James conversaba en voz baja con Nataku, sin embargo, le dedicaba de vez en vez insistentes miradas, en las que le confesaba todo su deseo y necesidad.

Aunque si los observaba más detenidamente, todos los machos experimentaban lo mismo y contemplaban a Nataku como un intruso, como a un rebelde, a un traidor que les impedía complacer a su Amo.

Marcus sonrió satisfecho y le dirigió una mirada circunspecta a Alfonso, que pidió la palabra y comenzó a dar cuenta de la razón de aquella reunión. El sonámbulo explicó de forma clara y concisa la logística, tareas y asignaciones para la cena de beneficencia, mientras Sam por medio de su control remoto proyectaba las diapositivas, documentos y fotografías en la pantalla.

Nataku, James y Mendosa fueron los que más preguntas realizaron (Marcus no dejó de aplaudir la actuación de los últimos dos), pues eran los menos informados al respecto. Alfonso y Sam aclararon punto por punto y Marcus intervino un par de veces para precisar algún dato. Una vez que todo estuvo asentado, Alfonso comunicó que a partir de esa semana Marcus sería socio de la empresa y el nuevo director de ventas y publicidad.

Los siete hombres lo felicitaron y Marcus tuvo que mantener el control para no carcajearse debido a aquella charada. “¿Socio?, ¿director de publicidad?”, “Si claro”. Alfonso en realidad le había cedido todo el control de la empresa, sus activos, acciones y utilidades. Además había hecho que Sam cambiara los contratos de todos, únicamente faltaban James y Nataku por firmarlos y aquellos hombres quedaban prácticamente atados a la empresa y por tanto a él.

-Bueno, sino hay nada más. Por favor Mendosa, Nico y Hércules vayan a la empresa de transportes para programar el movimiento del domingo y a hacer los pagos finales, un favor que nos pide Marcus, Sam les dará el cheque. Sam y Sergio vayan a la galería y monitoreen a la gente de la empresa de eventos para vigilar que todo vaya conforme lo previsto. James por favor ve a la comisaría a entregar el plan de logística y a verificar que todo se encuentre coordinado y en orden con la policía. Y Nataku, ¿puedes llevar a Marcus a su casa?, Quiero que verifiques que todo esté embarcado para el traslado del domingo. Los demás y yo te alcanzaremos allí por la tarde después de la hora de comida. ¿bien?-

Instruyó Alfonso a su equipo.

Todos asintieron y empezaron a levantarse para ir y cumplir las tareas. Nataku le pidió a Alfonso las llaves de la camioneta de la empresa, pues ni él ni Marcus traían auto ese día. El castaño le dedicó una mirada extraña, como si lamentara por un momento su situación, pero regresó de inmediato a su expresión neutral, le entregó las llaves y se volvió para conversar con James. Nataku tomó sus cosas junto con Marcus y se despidió de Sam, Sergio, Hércules, Mendosa y Nicolás, que hablaban de las asignaciones en la recepción.

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