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Esposo mañoso

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Lo que a continuación relato me sucedió apenas la semana pasada,  mi hermano, 3 años menor que yo, tiene un negocio en un pueblo pequeño a unos 40 minutos de donde vivió con mi familia, cada año festeja su cumpleaños en una finca que está a orillas del pueblo y siempre asistimos mi esposo, mis dos hijos y yo.

A este último festejo mis dos hijos fueron con sus respectivas novias, por lo que ya entrada la tarde se despidieron y se regresaron a la ciudad, mi esposo y yo decidimos hospedarnos En el único hotel del pueblo, convivir el día siguiente con la familia de mi hermano y regresarnos tarde.

Mi nombre es Carmen, mi esposo se llama Alfredo y mi hermano es óscar, la fiesta transcurrió bien, comida mexicana, música de mariachi, cerveza y gran cantidad de bebidas alcohólicas, yo baile algunas con mis hijos y unas más con mi esposo hasta que comenzó a dar muestras de embriaguez, cada vez se ponía borracho más rápido.

Ya tarde, como a las diez de la noche, comenzó a retirarse la gente, mi esposo estaba super ebrio y yo algo mareada, ayude a subir a mi marido a la camioneta, regrese a despedirme de la familia de mi hermano y le comenté que ojala no tuviera problema de subir a Alfredo a la recamara, nuestra habitación estaba en el primer piso, me comentó que de tener problemas le marcará y veríamos que hacer, con mi hermano estaba mi cuñada Laura, su hijo Manuel, bueno Manuel solo era hijo de ella, al casarse con mi hermano el, ahora joven de 22 años, contaba con solo 5 años, Irene y Oscarito, sus otros dos hijos.

A mis 45 años, con un cuerpo bien cuidado, resultado de asistir a diario al club y darle al gimnasio y a la alberca, me sentía una anciana, me embarace a los 21 años, por ese motivo me case y al año llegó el segundo hijo, uno profesionista el segundo por egresar de la universidad, ya muy independientes, solo me quedaba la compañía de Alfredo y no siempre era de lo más agradable.

En la cuestión de sexo, poco y malo, perdí la virginidad con mi marido, siendo novios y nunca había tenido otro hombre entre mis piernas, obvio que al inicio todo es miel y toda es nueva experiencia, pero ya hace tiempo que la rutina había matado la pasión y el interés, para hacer que a mi marido se la parara la verga tenía que inventarle que había cogido con otro y darle detalles de cómo me habían puesto y de lo que habíamos dicho, a mi no me gustaba seguirle el juego, pero 23 años de convivencia diaria y para tener la situación en paz, lo hacía, también, bueno, pues yo necesitaba desahogarme de vez en cuando, no estaba muerta.

Todo el camino de la finca al hotel, en el pueblo, fue una molestia, Alfredo ya borracho le da por toquetearme, mi vestido recto, holgado, me llegaba a medio muslo, quizás un poco mas abajo, pero por encima de la rodilla.

-Quítate los calzones

-Ya vas a comenzar, duérmete mientras llegamos y no estes molestando

Pero seguía hurgando entre mis piernas, yo no podía cerrarlas del todo por la cuestión de la manejada, el cabrón metía la mano dentro del pequeño calzón que tenía puesto y dedeaba mi coño, no tenía mucho cuidado.

-Quítatelos, anda. No seas mala leche, soy tu esposo

Se llevaba los dedos y los olía y los lamía, entrecerraba los ojos y se frotaba la verga, decidí quitarme el calzón, no era hilo dental, pero si estaba pequeño, de esos que tienen un triangulito que apenas tapa el sexo, por delante, se meten completamente en las nalgas, muestran las nalgas, pero tienen un triángulo más grande ´por detrás que queda por encima de los glúteos, color beige, estaban muy bonitos y no me lo quite por darle gusto, era una prenda fina, la estaba estrenando, no me costo cualquier cosa y sí seguía hurgándome como hasta ahora acabaría rompiéndomelos, entrando al pueblo, muy solitario a esas horas, me orille, con cuidado me los quite y al hacerlo me los arrebato y se los llevó a la nariz.

-Que rico te huele la panochita, abre las piernas deja meto los dedos, que bueno que te pusiste ese vestido, me encanta como te ves

-Si y puedes meter la mano a gusto cabrón, sucio, ya deja de estar sobando, andas borracho y solo me vas a dejar caliente, como otras veces, ya para.

Parecía que le hablaba a una piedra, faltaban no mas de cinco cuadra para llegar al hotel, así que para evitar problemas me subí un poco el vestido, abrí las piernas y le di libre acceso, solo pensaba, llénate cabrón, ya mero llegamos, tanto pinche argüende y ni se te para la verga güey.

Llegamos al hotel, me estacioné en la calle, donde lo había hecho en otras ocasiones, ya que el hotel no cuenta con estacionamiento, estaba aún con el vestido arremangado, las piernas abierta, a punto de bajarme cuándo recibí tremendo susto, alguien se acerco a la camioneta y de momento no lo reconocí.

-Hola, tía Carmen, no se asuste, mi papá me dijo que viniera a ver como llegó mi tío Alfredo y a ver si necesitaba ayuda.

-Gracias Manuel, pero tu tío viene bien, no hay problema.

-Pues yo no lo veo nada bien.

Voltee a verlo y me sorprendió verlo totalmente descompuesto, en una postura que indicaba su poco conciencia y hasta con saliva escurriéndole da la boca, que raro, cuando estaba tocándome no se veía tan mal, en fin.

-¿Puedes retírate un poco, Manuel? Por favor, deja me arreglo un poco y le limpió la cara a tu tío.

La verdad quería acomodar mi vestido y recuperar mi calzón, no lo encontré, no estaba ni en las manos de mi esposo ni encima de él ni caído en el piso, solo le pedí a Dios que el muchacho no los mirará

Manuelito, Manuel, el hijastro de mi hermano era un joven realmente problemático, expulsado de varias escuelas, poco responsable, frecuentemente se le encontraba en estado de ebriedad y ya, a su corta edad, había preñado a dos jovencitas y a una mujer casada, en la familia no era muy bien visto, aunque siempre lo tratábamos como de la familia, los problemas que le ocasionaba a mi hermano hacían que toda la familia se mantuviera con cierto recelo hacía el.

No era feo, tampoco un adonis, alto, quizás 1.80 m, toda la familia de mi cuñada era alta, marcado de cuerpo sin exageraciones, de facciones fuertes pero no desagradables, desde pequeño me buscaba mucho, le agradaba estar conmigo, ya jovencito su forma de saludarme no me agradaba del todo, siempre se pegaba mucho o si por alguna razón pasaba cerca de mi buscaba repagarse, ya sea su espalda en mi pecho, o su entrepierna en mis nalgas, todo parecía accidental, pero una de mujer sabe cuándo no son toqueteos muy inocentes, además cuándo nos visitaban en casa se me extraviaba ropa interior, siempre sospeche de él, yo ya lo había comentado con mi esposo y la respuesta siempre era la misma, no seas ridícula es tu sobrino, o, últimamente, disfrútalo esta chavo y ha de tener buen instrumento, decía esto sobre todo cuándo bebía y coincidíamos con la familia de mi hermano.

Bajamos al borracho, Manuel le pasó un brazo por la cintura y el otro sobre su hombro, sujetándolo, mano con mano para que no se resbalase, yo del otro lado, pase el brazo de mi marido por el hombro y tome su mano con mis dos manos, realmente el peso lo llevaba Manuel.

Entramos al hotel y nos recibió un joven bajito de estatura.

-Buenas noches, Manuelito, ¿necesitas ayuda?

-No Luis, gracias, ellos son mis tíos, mi tía es hermana de mi papá. Nosotros lo llevamos gracias.

Comenzamos a subir la escalera, el chico de recepción se paró en el inicio de la escalera que no tenía descansos y estaba realmente larga, muchos escalones, yo sentía el dorso de la mano de Manuel pegarse a mi cadera, como siempre me desconcertaba, la cintura de Alfredo estaba entre mi pecho y mi cadera ¿Por qué bajaba tanto la mano? Esa sensación de accidente buscado no me agradaba; de pronto sentí que me levantaron la parte trasera de mi vestido y me tocaban las nalgas, inmediatamente voltee a ver las manos de Manuel, no, no era el, no había de otra, era mi marido, al recordar que en la parte de abajo estaba el otro muchacho y que veía la operación de subir al viejo borracho, caí en la cuenta que me estaba viendo las nalgas y quien sabe que más, no tuve el valor de voltear para cerciorarme y tampoco de retirar la mano pues Manuel se hubiera dado cuenta también de mi situación, manoseada y sin calzones, que pena, de verdad me quería morir, en cuanto llegamos al piso de arriba, retire inmediatamente la mano de Alfredo procurando que mi sobrino no se enterará de lo que pasaba.

Abrí la puerta, la habitación era muy sencilla, una cama Queen sisé, amplia, un buro a cada lado, una mesita con silla y lámpara, un closet pequeño, un sillón amplio con lámpara en la pared y un tocador con su espejo, la otra puerta era la del baño, no había mucho espacio para moverse.

-¿Cómo lo acomodamos tía?

-Acuéstalo con la cabeza en la piecera, cuando toma se pone muy inquieto y no me deja descansar, además si vuelve el estómago hace menos estragos así.

-Bien, ¿no lo va a desvestir?

-No, déjalo así, solo le voy a quitar los zapatos, pero si hace algo de fresco, baja una cobija para ponérsela encima.

Quede de espaldas a la cara de mi esposo, me incline un poco a quitarle los zapatos, atrás de mi Manuel bajaba la cobija, otra vez sentí que me subían el vestido y me magreaban el trasero, me retire de forma inmediata y me volví, el cabrón del borracho perdido y Manuel viéndome, sonriendo, pero retirado, él no fue, fue el hijo de puta de mi marido, Manuel sonreía un poco.

-Tía no traes calzones

-Claro que sí

-No, no traes

-¿Qué viste?

-Todo, pero tus calzones los traigo yo, mira, los tome de la bolsa del saco de mi tío, y en la escalera me asegure que no traías nada, que rico se vio todo.

-Por favor, hijo, tu tío me obligo a quitármelos cuando veníamos para acá, son jueguitos de adultos, ya te tocará jugarlos a ti, por favor espero contar con toda tu discreción al respecto, anda, dámelos.

-No tía, van a mi colección, no tienes idea de cuantas veces me la he puñeteado a tu salud, pero nunca había visto lo de hoy.

-Por favor no seas grosero, soy tu tía y me debes de respetar, dame mi calzón.

-Solo si me enseñas las nalgas.

-Estas pendejo, que te las enseñe tu madre cabrón, llévatelos, pero lárgate ya, muchacho irrespetuoso

-Mi madre no las tiene tan ricas, te lo puedo asegurar.

Estaba tan trabada de lo encabronada que no me había dado cuenta de que el malnacido del borracho me estaba tocando la pucha y no debajo del vestido, el muy desgraciado con la misma mano levantaba el vestido y tocaba mi sexo y no dejaba de roncar, separé su mano de un manotazo y pensé a ver si así despiertas cabrón.

-Que bonito conejo tienes tía, de verdad que está lindo

Ya estaba a unos pasos de mi y con mi prenda intima en su entrepierna

-Lárgate, hijo de la chingada, ¡entiende!

-Mira tía ¿no se te antoja?

Retiro mis calzoncito y vi la verga más grande y hermosa que haya visto en mi vida, la verdad no había visto muchas, aún muy enfadada no pude detener un ahhh que salió automáticamente de mi boca, se abalanzó sobre mí, me tomo de la nuca, se inclino y me beso, al intentar zafarme, sentí que perdía el equilibrio y tuve que sujetarme de él, el creyó que respondía a su beso y me introdujo su lengua hasta la campanilla, ya no pude hacer nada, el era un joven muy fuerte, con mucho ímpetu y yo una frágil mujer y además muy necesitada de verga, no se cuanto duro el beso, pero fue prolongado, me tomo de los hombros y me empujo hacía abajo, me hinque y sentí su verga en mi mejilla izquierda, mientras en la mejilla derecha sentía el respirar fuerte de los ronquidos de mi esposo.

-Chúpamelo, tía, por favor

Lo hice, metí la cabeza, muy grande por cierto, en mi boca, le pasaba la lengua por el frenillo, le succionaba despacio, le daba mordiditas y besitos a la punta, recorrí con la lengua todo el tronco mientras sobaba sus huevos suavemente, quise introducirlo todo en mi boca, creo que ni la mitad me cupo, lo comencé a masturbar con las dos manos mientras lo miraba a los ojos, estaba perdida pero no lo disfrutaba, mi marido estaba prácticamente a menos de medio metro y yo con un palo duro pegado a un mocoso entre las manos.

-No tía, así no, quiero metértela, la mamas muy rico, pero mi lechada hoy se queda dentro de ti.

-Bueno si eso quieres cabrón vas a tener que demostrarme que realmente lo deseas

-¿Qué quieres que haga tía?

-Es que me da miedo que mi marido despierte

-¿Quieres que pida otra habitación? Mi amigo me da chance.

-No, para nada, ya le dijiste a tu amigo que yo era tu tía y si pides otra habitación tu amigo va a saber que me cogiste y no quiero eso, aquí va a ser y cuándo te vayas, no sé qué tengas que decirle a tu amigo, pero no me comprometas

-No te preocupes, me salgo por otro lado y le dijo que creo que si lo salude, muy despierto no se pasa toda la noche.

-OK, ven, vamos del otro lado de la cama, Dios quiera y no despierte tu tío, ven dame una buena mamada a mí.

Me quite el vestido y el sostén, quede desnuda, el se bajo pantalón y bóxer, se dejo su camisa, me recosté y abrí totalmente las piernas, se subió a la cama y me empezó a chupar, no lo hacia bien, lo estuve guiando, mi clítoris era realmente grande, ya hinchado parecía un pitito o un verga pequeña, lo acercaba y lo retiraba, le decía que metiera la lengua lo más profundo y luego lengüetera mi pitito, lo lleve a besarme el interior de mis muslos, me recorría un poco con las piernas y lo hacia lamerme el culo, ya no aguante y tuve mi primer orgasmo, riquísimo pero lleno de culpabilidad.

-Tía deja te la meto por favor, ya no aguanto

-Si, ven, así como estoy, súbete, métela, así, asiii. Espera no te muevas

-¿Te lastimo?

-Si, un poco

Que demonios me iba a lastimar, era un monumento de verga, pero después de dos partos y aunque no muy usada, mi panocha se podía comer lo de un burro, no, no me lastimaba, pero hace tanto que no me cogían tan rico, que aun sintiéndome sucia y usada, quería disfrutarlo, aunque fuera un poco.

-Ahora si muévete, así, así, mi niño, cógeme bien rico, así, asiii.

-Tu me dices si estoy bien tía.

-Dime Carmen, por favor

-No, siempre serás mi tía, años soñando con esto.

-Acuéstate tú, deja me monto yo

-Si tía quiero mamarte las tetas y besarte

-Bésalas, bésame, hmmm, que delicia

-Si, pero dame la espalda, quiero ver tu culo.

-Eres un degenerado, ¿quién te enseño todas estas cosas?

Mo voltee muy rápido, lo que vi me dejo sin aliento, ya no escuche lo que respondió Manuel, mi esposo estaba roncando, pero tenía los ojos totalmente abiertos, los cerro y se volteo hacía otro lado, entonces me cayo el veinte, como decimos acá, nunca estuvo dormido, ni lo bastante borracho como para no darse cuenta, esposo mañoso, de pronto me sentí liberada, si esto es lo que querías amor mío, me lo hubieras dicho y listo, ahora lo vas a tener, recordé todo lo que le gustaba que le dijera cuándo lo calentaba.

-Dame duro mi muchachito, que buena verga tienes, esta muy rica, así, asii, dame duro, a tu tío ya no se le para y siempre me deja a medias, en la camioneta me quito los calzones y me venía metiendo los dedos porque otra cosa ya no puede, que ganas de una vergota como la tuya, dame duro, méteme un dedito en el culo, nalguéame, más duro, ¿te gusta como se mueve tu tía? Si, que bueno, entonces ¿gallina vieja hace buen caldo? Deja me volteo para besarte mi niño hermoso pijudo.

-Si tía, estas bien buena, me da gusto que te guste mi verga.

-No me gusta mi muchachito, me encanta, agarra vuelo, súmemela hasta el fondo, que siente tus huevos en mis nalgas.

La idea de voltearme fue para que mi mañoso marido viera en todo su esplendor como entraba y salía ese miembro de grandes dimensiones, con una cabeza que parecía una cereza enorme, aquí si se cumplía que entrando la cabeza entra todo.

-Tía me falta poco

-Espera, deja me pongo de perrito, ayúdame a poner más en el centro de la cama a tu tío

-¿Para qué tía?

-Todo esto es por culpa de él, ya cuando esta así es muy difícil que despierte, entonces quiero sentir tu venida viéndole la cara de borracho.

-Tía ¿y si despierta?

-A ver cabroncito, tu empezaste esto y no pensaste que podía despertar, entonces ahora subimos el nivel de riesgo o te largas.

-No, no te enojes, si eso es lo que quieres, adelante.

Lo recorrimos hasta la mitad de la cama, me empine sobre su pecho, procurando no tocarlo, su cara quedaba frente a mi cara.

-Ahora si mi muchacho pijudo, hasta la garganta.

-Si tiita tu mandas, ahí te va toda

-Bien, así, toda, hasta el fondo, ay, ay, ayyy, me vengooo, esto si es verga no la de este cabrón borracho.

-Ya van tía, mfgfhfg

-Así, todos, asiii, sin miedo mi amorcito, hazme tu puta, déjame marcada, que calientes, que ricos mecos, ¿todavía te quedan más? Todos, que no quede nada, cúmplele a tu tía, chiquillo travieso, mi hombre, mi ponedor, mi sancho, ya se le ven los cuernos a mi viejo, ¿Cómo voy a poder vivir sin ti Manuelito? Que riquísima verga me estoy comiendo.

Manuel termino y se hizo a un lado, se recostó en el espacio vacío de la cama, me levante fui al baño a asearme un poco, todavía sentía la verga adentro, pero aún no estaba llena, estaba a punto de tomar parte del papel del baño para limpiarle el pitote a Manuelito, pero desistí, pensé que no tenía razón para limpiarlo, lo haría con la lengua, después de todo ¿Qué tenía? Su semen y mis jugos vaginales y yo estaba muy caliente, se había despertado lo puta que había en mí.

Me Sali del baño, camine muy coquetamente hacia mi cogedor, levante mis brazos para recogerme el pelo y que el viera en toda su magnitud lo que la vida le regalo, su verga si estaba un poco flácida, perno no caída, me arrodille en la alfombra y comencé a pasarle la lengua, que delicioso sabor, lo limpie a conciencia, comenzó a crecer y a endurecerse, que maravilla, acababa prácticamente de arrojar leche como manguera loca y ya estaba otra vez en pie de guerra.

-Ven mijo, me gusta que me la metan desde atrás, pero yo acostada de lado, a ver si podemos hacerlo.

Me acomode de lado con mi boca prácticamente en la mejilla de Alfredo, que cada vez roncaba más, tome el instrumento de mi sobrino y lo lleve a mi cuevita de amor, entro con suma facilidad.

-Dime tiita ¿Por qué te gusta así?

-Es que así roza más mi pitito y siento más rico, pero en esta posición la verga de tu tío no alcanza, solo me roza, pero no entra, ufff, esta si me cacha bien, muévete despacio deja la gozo todaaa. Ahí, ahí, ahí, que me vengo otra vez, aghfhg, que rico coges cabroncito te voy a poner departamento.

-Tía ahora vamos a sentarnos en la alfombra, de frente, me gusta verle la cara a la mujer cuando le hecho los mecos.

Así lo hicimos, sentado uno frente a otro, el dándole la espalda a mi amadísimo esposo, yo con mis piernas rodeando su baja espalda, el empujando que daba gusto, nos besamos, nos comimos la boca mutuamente, lo bese en los ojos, en la frente, en la barbilla, le lamí la cara, como lo estaba gozando, levante mi mirada sobre su hombro y, ahí estaba Alfredo, viendo todo, con una expresión de excitación que no recuerdo haberle visto, le sonreí levemente, solo hizo una señal de asentimiento que ya no hacía falta para nada.

Seguimos así buen rato, parecía que ya lo había exprimido todo, me canso un poco la posición, me levante, me incline para verme en el espejo de la cómoda, en eso estaba cuando sentí que me la metía de golpe, solo me incline un poco para facilitarle los movimiento, fueron tres o cuatro arremetidas y volvió a arrojar la semilla de la vida en mi interior, algo sorprendente aventaba un buen chisguete y seguía moviéndose, a los dos o tres minutos aventaba otro, fácil fueron 5 o 6 chorros de líquido caliente y espeso, está por demás decir que esto hacía que disfrutara una al máximo, cuando estaba arrojando en mi interior su leche, voltee a verme en el espejo, que cara de puta y de satisfacción tenía, no recuerdo algo así en mi vida.

-¿Ya acabaste mi niño hermoso?, mi bebe vergudo, mi cielo, mi Dios, tu naciste para coger, que rico lo haces, de lo que me había perdido, anda ve a asearte un poco y regresas.

Me acerque a mi esposo, y le susurre al oído.

-¿Esto es lo que querías viejo? Habérmelo dicho antes, pero todavía no se acaba, ¿te acuerdas de que siempre que jugábamos a que otro me cogía me decías que guardara lechita para ti? Pues hoy no te la vas a acabar, tengo la pucha atascada de leche y falta mi culito, ese que te daba asco besarlo y que solo dos o tres veces de recién casados usaste, pero que nada más entrar tu verguita eyaculabas, pues hoy me lo vas a limpiar anegado de leche, ¿mira nada más? Claro que te ha gustado, tienes todo el pantalón lleno de almidón, cabrón cochino, si querías que otro me diera verga, me lo dices y todos contentos, ahora dime ¿si me vas a limpiar?

-Si mi reina, lo que tu pidas

-Pinche cornudo, está bien, sigue dormido

Manuel salió del baño, se veía que se había lavado el pito, ya flácido, y la cara, fue a tomar su bóxer

-¿Qué haces mi niño?

-Ya me voy tía, ya es tarde y estoy cansado.

-Te vas cuando yo diga

-¿Qué te pasa tía?

-Tú empezaste esto, pero yo lo termino y aún no acabo, falta que me des por el culo

-No tía, no quiero lastimarte, dos o tres veces lo he intentado y no me la aguantan, además ya va a ser difícil que se me pare otra vez

-A ver ven, yo me encargo de que se pare, pero nunca será una buena cogida si no hay anal y mi culo lo está pidiendo a gritos, así que ahora terminas.

Se la comencé a chupar y a jalar, pero no respondía, le metí un dedo en el culo, respingo, pero empezó a reaccionar, tenía que hacer algo más, seguía manipulándolo con las manos y dándole besitos en la punta

-A ver amorcito ¿a quién te has cogido?

-No tía como me pregunta eso, eso no se dice.

-Es para que se te pare, dime ¿alguien que conozco?

-Si, a mi tía Mary, su hermana, tres o cuatro veces, pero siempre de misionero. No le gusta mamar ni que le mamen, yo creo que por eso la dejo el marido, y siempre acaba llorando, no me gusta, pero ella me busca.

-¿A mi hermana Mary?

-Si y a Gaby, su hija, ella es bien puerca, a veces quiere ser el hombre y que yo sea la mujer, con ella si me divierto

-¡Nada más?

-No, con mi tía Celia, la hermana de mi mamá, ya ve que ella está sola y pobre es muy buena conmigo desde que yo era niño y pues cuando ella quiere si le doy unas cogidotas.

-¿Nadie más?

-A mi madrina Elena es a la que más me cogía, pero mi mamá nos cacho y ya no la deja entrar a la casa, aunque a veces nos vemos en otros lados, siempre nos la pasamos bien.

-Y dime amor ¿de veras te masturbabas a mi salud?

-Por supuesto que sí, ya la había visto sin calzones, un día que se puso tomada en su casa y traía un vestido hampón, se quedo dormida, le levante la falda y vi que no traía nada, me tome mi tiempo viendo todo, pero llego mi papá y tuve que retirarme, otro día vi que mi tío le mamaba la pucha, pero no me quede mucho rato, como le traía ganas tía.

-Demuéstramelo has que se enderece, tú puedes

No se le paraba, ya me estaba desanimando cuándo se me ocurrió algo

-Oye mi niño y si ahorita despertará tu tío y nos viera así ¿Qué harías?

-No se tía, le pediría disculpas, ¿usted que haría?

-Humm le diría que cuándo ve tan grande verga el culo se me hizo agua y tuve que tragármela, que no me pude resistir, que yo te seduje y que te mostré que el me había quitado las bragas y que necesitaba tu leche, se que me va a mandar al diablo, pero no te comprometería, te defendería, ojalá despierte para demostrártelo.

La treta dio resultado, el pollón comenzó a brincar y a apuntar hacía mí, yo ya había tomado la crema corporal del baño, le unte toda la verga, me empine en la cama, le pedí que me untara crema en el agujerito, primero un dedo, luego dos, luego tres, entonces le pedí que comenzará a meterla.

-Yo te dijo cuándo empujes

-Tía no va a entrar, la cabeza es muy grande

-Entra por que entra, tu solo hazme caso

-Empuja, empuja, empuja, ay cabrón, me partes. Me partes. Empuja ¿Ya entro la cabeza?

-Si tía ya entro la cabeza.

-Ahora un poco más. Espera de ayudo con mis manos a abrirme, así empuja, ayyy me duele, me duele, me matas cabrón

-¿La saco?

-La sacas y te mato, empuja, ¿Ya va la mitad?

-No tía, ya te la comiste toda.

-¿De veras mi amor, toditita?

-Toda tía, que rico calorcito, que rico culo, tía, tía, que rico culo

-¿Te gusta mi niño? Ja, ja, ja, mi chiquito igual que tú, ahora sácalo despacio, pero no saques la cabeza, ¿ya? Hmmm, ahora mételo, dame de nalgadas, más fuerte, mételo, sácalo, mételo, nalguéame, sácalo, mételo.

-Tía ya no puedo más, me vengooo

-Si déjalo adentro, échalos todos, deja que mi culo se coma toda tu lechada

Sentí recorrer la leche desde sus testículos hasta la punta, cuatro o cinco chorros abundantes espaciados un cierto tiempo.

-¿Quieres que tu tía sea tu puta mi amor? ¿me vas a parchar cada que te lo pida? Dime que si cosita linda, espera aún no me la saques, deja gozarla un ratito más.

La saco, fue a limpiarse, yo sentía mi agujeros muy abiertos, salió se vistió

-Tía ¿puedo llevarme tus calzoncitos?

-¿Y tu que me vas a dejar? No me digas que tus calzones, yo para que los quiero

-No sé ¿Qué quieres?

-Ponle la verga en los labios a mi marido

-¿Estas loca tía? ¿eso para qué?

-¿Quieres mis bragas? ¿quieres volverme a disfrutar? Solo pon la verga cerca de los labios de mi viejo, no es necesario que los toque.

Lo hizo, en ese momento le tome dos o tres fotos con mi celular

-¿Qué haces tía? ¿estás loca?

-No, pero debo cuidarme, si tu le mencionas a alguien lo que paso hoy, muestro las fotos y dijo que te gustan los hombres, debo cuidarme mi niño.

Refunfuñando y todo, pero aún me dio un buen beso de despedida, salió, cerré la puerta y me puse a horcajadas sobre la cara de Alfredo.

-Límpiame viejo, voy a dejar salir toda le leche, así, pasa la lengua por todos lados ¿está buena? Hmmm, así, ahora el culito mi rey, aghahagha, que rico, de aquí para adelante vas a tener más de esto.

Termino, no se limpio la cara, se volteo y se durmió, vi que nuevamente había eyaculado en el calzón, es indescriptible, llegue a esta habitación sintiéndome nada y ahora me siento completa, mi único pensamiento era el porque son tan idiotas los maridos, si quieren verte coger con otro que lo digan y ya, yo cuidándome, tratando de hacerme las desentendida ante las propuestas de varios hombres, como el compadre, el amiguito de mi hijo, el papa, viudo, de la novia de mi hijo y hasta de mi comadre, pasando hambre cuando mi marido quiere que coma en casa de otro, pero desde hoy, con discreción, por mis hijos, le voy a dar gusto a Alfredito y voy a coger con los que quieran probar una madurita llena de apetito sexual.

(9,50)