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Experiencias nuevas

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Esta vez, después de la experiencia (¿o sueño?) de la otra vez, Leía estaba más animada, más confiada en ella misma. Darse cuenta de aquello que anhela y le excita le hace ser más valiente y atrevida.

Decidió tomarse un día libre de todos y de todo. Se escapó y se fue a su sitio preferido, aquel que consigue evadirse de su día a día: la playa. Pero no una cualquiera, su rincón favorito, aquel que sabía que en ese momento no había nadie porque solo se llenaba los fines de semana.

Además, ese día hacía una temperatura perfecta, ni frío ni calor, y una suave brisa que de vez en cuando le hacía que le irisase la piel. El día ideal.

Cuando llegó, preparó su toalla, se quitó su vestido playero semitransparente que cubría parcialmente su cuerpo, y se quedó con su bikini amarillo, ese color le encantaba, y se sentía bien con él, además, sin tirantes, perfecto para tomar el sol sin marcas, y una parte de abajo tipo brasileña. Se había animado a que se vea sin enseñar. Antes de ir al agua, se cercioró de echarse la crema solar. El masaje por su cuerpo de la crema solar hacía que su cabeza volase y recordarse una y otra vez la otra noche, deseando haber sido más consciente de la misma, si es que fue verdad. Deslizó poco a poco la crema por todo su cuerpo, parándose despacio en la zona de sus pechos, (no sabía si se atrevería quitarse la parte de arriba en algún momento y quería estar preparada), y en la zona del bikini, pasando la mano lentamente por los bordes. Ya notaba como ella sola se estaba excitando.

Antes de tumbarse y disfrutar del sonido de las olas, Decidió darse un baño. El agua estaba perfecta, cristalina y justo el último temporal había llenado de arena la playa y no había piedras. Leía pensó que más suerte no podía tener y se zambulló. Aprovechó, y siguió con su mano hacia dónde no se atrevió en la orilla, bajó y la metió en su parte de abajo del bikini, buscando con sus dedos cada uno de sus labios. Estaba disfrutando cuando el ruido de unos que paseaban la distrajo e hizo que volviera a la realidad. Se resignó y decidió que era hora tomar un poco el sol, para intentar que la piel blanquita y suave que tenía cogiese algo de color.

Una vez fuera del agua, Leía decidió que tenía que atreverse, y se deshizo de la parte de arriba de su bikini, total, no se veían más moros en la costa.

Y allí estaba ella, tumbada al sol, con su cuerpo empapado, solo con su nueva y pequeña parte de abajo, dispuesta a desaparecer en su mente. Estaba a punto de quedarse dormida cuando notó que alguien le tocaba los pies y le tapaba el sol que tanto le apetecía tomar...

Cuando abrió los ojos, la claridad le deslumbró, le costó trabajo adaptar su mirada a lo que estaba viendo, porque además no terminaba de creerse lo que estaba viendo. Hasta se pellizcó para asegurarse que no era un sueño. Y no, no lo era, era verdad. Estaba ocurriendo. Era ÉL, estaba delante de ella.

Poco a poco fue elevando su mirada, fijándose en cada detalle de su piel. No es que tuviera un cuerpo de esos súper musculosos, pero había algo que la atraía, esa naturalidad que desprendía para Leía era un imán. Fue subiendo poco a poco su mirada, pudo notar su miembro a través del bañador, observó que de pronto cambió y notó el bañador más tenso. Apartó la vista lo rápido que pudo y siguió observando hacia arriba, quería cruzar su mirada con la de él. Sus hombros y sus brazos eran como a ella le gustaba, fuertes, grandes. Su pecho tenía esos pelos justos que a ella le gustaba para jugar con ellos. Y al fin, lo miró a los ojos, aunque no pudo directamente porque él traía sus gafas de sol negras puestas.

Él esbozó una sonrisa picarona, que con su barba de 3 días, más sexy le pareció a Leia.

Leia atinó a sonreír y decir un simple ¡Hola!

Aunque ese simple hola, hizo que se le erizado la piel, y sus pezones, que no recordaba que tuviese al aire, se endurecieron. Al tiempo que ella intentó levantarse, él le tendió su mano. Al tocarse ambos, sintieron un pequeño calambre que les recorrió todo el cuerpo y al terminar de ponerse de pie la llevó contra su cuerpo "sin querer". Oportunidad que le dio a Leia de sentir como no eran sus pezones los únicos que se habían excitado. Y así, con sus caras tan cercanas, él se quitó las gafas y mirándola a los ojos le dijo ¡Buen día Leia!

Lo que pareció el tiempo más largo, fueron apenas un par de minutos. Tiempo de sobra de que Leía se diera cuenta que lo de la vez anterior fue verdad. Intentó apartar su mirada de él, pero sus ojos eran de un dulce color y su mirada intensa no le dejaban.

Ella atinó a preguntarle su nombre, quería dejar de llamarlo Él. "Me llamo "Han".

El suave sonido de su voz hacía que ella se bloquease aún más.

Y dentro de ese bloqueo, no sabe cómo ni dónde salió ese impulso, solo sabía que necesitaba hacerlo. Acercó su boca suavemente a la de él, y le besó. Un beso suave al inicio, pero intenso, mientras le rodeó del cuello con sus brazos y aprovechaba para acercar su cuerpo al de él.

Cuando se dio cuenta, y antes de que él pudiera reaccionar se apartó de él corriendo y fue dentro del agua, necesitaba enfriarse su mente y sobre todo su cuerpo. Sin mirar atrás claro, se sumergió. Aguantó lo que pudo debajo del agua, ella no abría los ojos debajo del agua, así que hasta que no salió no pudo ver que él la había seguido.

La cogió de la cintura y lentamente la acerco hacia él. Han tenía la piel caliente, y ella fría, pero no les importó. Él con una de sus manos, levantó lentamente la boca de ella mientras él acercaba la suya y con la otra mano la bajaba lentamente hacia su trasero.

Leia salió de nuevo de su bloqueo y no pudo más que pasar su manos por su cuello y acariciar su pelo (no había dicho que Han tenía el pelo corto, pero lo suficiente largo como para hundir los dedos entre él) mientras dejaba que su boca saborease la boca de él al inicio y su lengua al final.

Viendo que ella, finalmente también cedía a sus impulsos, él bajó su mano buscando sus pechos, que, aunque no fueran grandes eran naturales y los pezones estaban ya muy marcados, fruto de la excitación y del frío.

La otra mano de Han, pasó del trasero a la parte delantera de ella, el pequeño bikini no fue obstáculo para que sus dedos encontrasen sus labios mayores, el clítoris y después su labios menores.

Leia mientras tanto, bajó una de sus manos, quitó el nudo del bañador y siguió bajando buscando el miembro excitado de él. No hizo falta bajar mucho más, puesto que él también estaba ya lleno de impulso. Ella comenzó con movimientos suaves, acompañando a los que él le estaba haciendo en su labios, movimientos intensos, que de vez en cuando hacían que los dos soltasen un gemido.

Un fuerte ruido hizo que los dos se parasen en secos y recordasen que estaban en un sitio público, escondido, pero abierto a todo el mundo. Aunque eso hizo que se excitaran aún más. Además, estaba empezando a caer la tarde y cada vez era menos probable que pasara nadie por allí y ellos lo sabían.

Así que volvieron a juntar sus cuerpos, el agua les cubría justo por la cintura, así que daba igual si alguien más los veía. Esta vez fue ella más rápida y le sacó el bañador a él lanzándolo a la orilla. Pero él no se quedó atrás, de una zambullida se lo quitó a ella, además de aprovechar y pasar su lengua por sus labios mayores.

Eso hizo que Leia pegara un respingo y lo cogiera de los pelos suavemente, pero levantándole la cabeza con una sonrisa picarona.

Ella se acercó a él, y cogió su miembro entre sus manos y lo guio hacia ella, necesitaba sentirlo dentro, necesitaba sentir a Han así de cerca de ella. Y él dejó que pasara.

Aprovechando el agua, ella entrelazó sus piernas entre su cintura, consiguiendo que ambos estuvieran más cercas, y los movimientos fueran más acompasados entre los dos. Además, a él le dejaba libre sus manos para llevarlas dejarlas en el trasero de ella y su boca más cerca de sus pechos para poder morder y saborear sus pezones.

Estaban los dos en un mundo maravilloso, ajeno a todo y todos, no querían que terminase ese momento pero no eran dueños de su cuerpo. En unos de momentos, ella lo sacó de él, pero sin que a él le diera tiempo a reaccionar, ella agarró de nuevo su miembro y lo llevó hacia su trasero. Él se dio cuenta, y a la par que su excitación volvía a subir, sus movimientos fueron más suaves, más lentos, hasta notar que había conseguido entrar hasta lo más profundo de ella. Se fundieron en un beso más intenso y los movimientos de ambos fueron en aumento. De pronto, ella se abrazó intensamente a él y él supo que ella estaba llegando a su orgasmo y aceleró el ritmo para hacerla disfrutar y conseguir tener él el suyo.

Y así fue, ambos se estremecieron de placer a la vez y les recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. Él salió de ella y ella bajó sus piernas sin separarse de él. Se fundieron en un abrazo intenso, y un beso profundo antes de soltarse.

Les había caído casi la noche, salieron los dos de agua, de la mano y fueron camino de las cosas de ella.

Después de ese día ¿qué pasaría entre ellos? ¿Serían capaces de hablar más de dos palabras?

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