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Fábrica de fantasías frustrada

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Difícilmente llego a convivir con vecino alguno, por muy buena imagen que estos proyecten, solamente ha existido una excepción a la regla: los vecinos de al lado, un matrimonio ya de varios años, que por cosas que no se, nunca han tenido hijos.

El directivo de una empresa telefónica, ella alternando entre las labores del hogar y su dedicación a la repostería.

Con el paso de los años, se ha forjado una amistad fuerte (en realidad más entre las mujeres, mi esposa y la vecina conviven mucho más que nosotros los hombres)

En realidad, yo nunca había repara do en la apariencia de la vecina, hasta que una vez decidieron empezar a intercambiarse ropa entre ellas.

Todo empezó un día que los vecinos salieron a la playa, tal vez de sorpresa, porque la vecina llego con mi esposa pidiéndole ropa de playa; desde entonces, cada vez que mi esposa se pone ropa que alguna vez uso la vecina, siento un deseo enorme de tirármela y fantasear con que es a la vecina a la que me estoy tirando.

Esto hizo que por primera vez empezara a fijarme en las curvas de la vecina, ya no podía evitar una larga mirada en el culo mientras ella pasaba, o mirarla fijamente a los senos, como si quisiera tener vista de rayos X para traspasar la tela de su ropa.

Pero hasta ahí llegaba, ese era mi limite, darme un buen taco de ojo, lógicamente fuera del alcance de mi esposa o de su marido, para no ocasionar un conflicto.

Como mencione, ambas mujeres eran las que llevaban una relación más estrecha, se juntaban a platicar, se compartían intimidades del matrimonio, etc.

Mientras que entre el vecino y yo, no existía ese vínculo, ya que el vecino es una persona muy reservada y yo…la verdad no tengo interés.

Después de muchas pláticas entre mujeres inevitablemente mi esposa termino compartiéndome que la razón por la que aún no tenían hijos era a que su relación de alcoba era casi nula –decía la vecina– que ya ni siquiera podía recordar quien de los dos fue el que se alejó primero.

Como no fue una plática que me fuera compartida directamente por los involucrados, por lo que la escuche y la deposite directamente en el cesto de los olvidos.

Pasaron los meses y en una de las escasas reuniones de ambas parejas, mientras asábamos carne y tomábamos un par de cervezas el vecino se sinceró conmigo: me platico de lo mal que estaba su matrimonio –en el aspecto sexual– y que no hallaba que hacer.

Entre hombres, esta frase quiere decir: ayúdame por favor, por lo que mi instinto de hombre no me permitía dejar solo al vecino con su problema.

Mientras el ahondaba en su problema, contando que él pensaba que la raíz del conflicto era que su esposa no se sentía suficientemente atractiva para despertar el instinto sexual de su pareja, en mi mente se fue forjando un plan que pudiera ayudar a solucionar el problema de los vecinos.

Después de algunos minutos de darle vueltas al asunto, ayudado por la tercera cerveza, se me ocurrió una idea que en ese momento parecía una genialidad:

Inspirado en los reality shows gringos, pensé:

-¿Y si creo una atmosfera adecuada para que los vecinos retomen la llama?

Después de mucho darle vueltas al asunto, se me ocurrió una genialidad (bueno, eso pensaba), decidí hacer un encuentro entre ambos, que fuera sorpresa, que se llevara a cabo en una atmosfera desconocida para ellos, y sobre todo que ayudara primero con el problema de inseguridad de la vecina.

El plan era simple (eso pensaba), le comente al vecino, que si para elevar la autoestima de la vecina la metíamos en un ambiente ficticio de bailarina de table dance, con publico falso que le subieran la moral y después mediante cualquier pretexto la metíamos en la cama con el (sin que supiera que era el), probablemente el problema de desinterés sexual de ambos podría ser resuelto.

Cabe destacar que el plan se le puso a consideración por completo al vecino, y que le pareció una idea y dio su autorización para ejecutarla.

De inmediato me avoque a la tarea de conseguir el lugar ideal para llevar a cabo el plan, además de contactar algunos amigos que me ayudaran a crear la atmosfera adecuada.

Después de un par de semanas, le informe al vecino que todo estaba listo, para llevar a cabo el plan cuando él lo determinara.

Me dijo el vecino:

-¿Le parece el viernes de la próxima semana?

-Por mi está perfecto vecino (ni siquiera repare en el hecho que mi mujer no estaría en casa porque tenía un viaje planeado a visitar parientes de otra ciudad)

-Entonces vecino – le dije-ya solo falta el pretexto para llevar a su esposa.

-Si vecino – respondió – le voy a decir que le tengo preparada una sorpresa y que usted la llevara a donde la recibirá.

-Entonces no se hable más vecino, así lo haremos.

Finalmente llego el día, a la hora indicada, llegue a la casa de los vecinos y toque la puerta, después de unos cuantos segundos salió la vecina, luciendo un espectacular vestido color naranja, que tenía un escote generoso, aunque no mostraba descaradamente los senos, si se podía advertir perfectamente el tamaño, la forma y el color de estos.

Su largo era moderado, un poco encima de las rodillas, calzaba unos zapatos de tacón de un color brillante que hacían perfectamente juego con el color del vestido.

Finalmente en la cintura del vestido tenia un adorno de bisutería color plata, detalle que hacia ver realmente distinguida a la vecina.

Después de darle una rápida repasada con mi mirada (tratando de ser lo mas discreto posible), mientras pensaba: lo que te vas a comer vecino, le comente:

-Pase vecina, yo la llevare a su destino, mientras le abría la puerta del auto, le tome la mano delicadamente para que se pudiera subir.

De manera inmediata me enfile hacia el sitio seleccionado (motel de lujo, con habitación grande, equipada con tubo para table dance, donde me estaban esperando un par de amigos)

Mientras me acercaba al sitio, no se hablaba absolutamente nada, existía un ambiente tenso, afortunadamente el camino no era tan lejano, por lo que antes de que fuera obvio mi destino, abrí la guantera del carro y saque una mascada color negra y se la di a la vecina diciéndole:

-Por favor se la pone en los ojos vecina, que no quiero que vea a donde la voy a llevar.

Ella atendió a la indicación sin chistar, tomo la mascada y se la coloco sobre los ojos, haciendo un nudo tras de su cabeza.

Una vez que pude constatar que en realidad no podía ver nada, me enfile de lleno hacia le motel donde estaba preparada la farsa, una vez que llegamos a la entrada del lugar, trate por todos los medios de evitar que la vecina se enterara a donde habíamos llegado (la verdad pienso que no lo pude lograr).

Después del filtro de la entrada, me enfile hacia la habitación previamente rentada en donde me esperaban ya mis dos amigos, llegue a la cochera del cuarto, metí el automóvil, me baje a cerrar la puerta de la cochera y le indique a la vecina:

-Espéreme un poco, deje voy a abrir.

Entre a la habitación para ver que todo estaba de acuerdo a lo planeado, mis dos amigos ya se encontraban ahí, di un rápido vistazo, recibiendo la seña con el pulgar de mis amigos en alusión a que todo estaba correcto, mismo que conteste y regrese al auto.

Abrí la puerta de ella y le dije:

-La voy a guiar vecina, no se preocupe, yo le voy avisando para que no sufra algún accidente.

Caminamos a la habitación, le indique los pasos, los escalones, etc, para que ella pudiera llegar con bien a su destino, dentro de la habitación aun en silencio, la conduje hasta el tubo de table, puse sus manos en él, imagino que de inmediato se percató del uso de ese tubo metálico, y me dijo espantada:

-¿Qué pasa aquí?

A lo que respondí acercándome a ella de manera calmada y en voz baja:

-Es una fantasía que su esposo le ha preparado, no se asuste y disfrútela.

Tome el control de la televisión, de inmediato sincronicé los canales porno -¿hay de otros ahí?, seleccione uno que tuviera música más o menos adecuada, subí el volumen y comencé a gritar:

-Bienvenidos sean todos ustedes, esta noche vamos a presentar a nuestra estrella novata: ¡¡¡KARLA!!!

De inmediato mis amigos comenzaron a aplaudir, mientras la vecina seguía atrapada en su sorpresa, apenas se movía, mientas que yo pensaba que podía hacer para mejorar el desarrollo de la fantasía.

Volví a la carga, tratando de animar tanto a la “bailarina” como al “publico” a que entraran en una situación de más animo:

-Vamos querido público, tenemos aquí a la novata sensación, que ha vuelto locos a los públicos más exigentes, como muestra de nuestra seguridad, les avisamos que en esta ocasión está completamente permitido tocar a nuestra bailarina…

De inmediato voltee a ver a mis amigos, que aún no alcanzaban a entender el significado de la aseveración que acababa de realizar, haciéndoles una seña con la cabeza, para que se acercaran a la tímida bailarina.

Ellos se acercaron lentamente, como pensando si en verdad era en serio lo que les acababa de decir, mientras que yo los alentaba moviendo los brazos con desesperación.

Llegaron ambos a donde estaba bailando la vecina, sin atreverse a tocarla, tal parecía que la vecina daba toque o algo así, en mi desesperación me acerque a ella y de inmediato extendí mi mano para acariciar su trasero, fue una caricia muy tímida, para no espantar a la vecina, que al sentir mi toque hizo un pequeño salto de sorpresa, pero con los segundos empezó a responder de maravilla, comenzando a menear la cola al ritmo de la música, mezclada con gemidos de placer de los protagonistas de la película.

Al ver mi actuar, mis amigos salieron del letargo, uno de ellos acerco sus manos para acariciar los senos grandes y redondos de la vecina, en tanto que el tercer amigo al ver el espacio ocupado, comenzó a acariciar las piernas, subiendo de a poco por dentro de su vestido.

Esto termino provocando lo que yo quería: la vecina comenzó a realizar movimientos sensuales, poco a poco se adaptó al ritmo de la música, exagerando los movimientos de las zonas que tenía contacto con las manos del público asistente.

Finalmente esto estaba encaminado hacia donde yo esperaba que se moviera: la vecina dando rienda suelta a su seguridad, sabiéndose deseada por un puñado de hombres desconocidos, estaba ya muy dueña de la situación realizando lances de profesional, recargando el culo en el tubo y bajando a través de él, mientras el público expectante ofrecía vítores a cada lance realizado por la nueva estrella del baile.

Llego el momento que se sintió completamente desinhibida y comenzó a desabrocharse el vestido, ya completamente dueña de la situación, descubriendo uno de sus hombros y ofreciéndolo coquetamente al respetable.

Continuaba ofreciendo pequeños previos de sus hombros y sus senos, al insinuarse ante el público con despojarse del vestido y regresando a colocarlo en su lugar, en cada movimiento arrancaba la ovación de mis amigos que no dejaban de gritarle:

-¡Mamacita!

-¡Que rica estas!

-¡Muéstranos todo!

Hasta que finalmente después de varios amagues, el vestido fue a dar al piso, siendo ahora el foco de atención su lencería: un delicado juego de piezas color blanco con encaje, que adornaba de manera brutal el volumen de sus senos y de su trasero.

Me acerque a levantar el vestido, para darme cuenta que su cuerpo ya empezaba a denotar ligeras gotas de sudor.

-¿Así estará de mojado abajo? – me pregunte a mí mismo-

Una vez que coloque el vestido sobre una pequeña sala colocada en la entrada del cuarto, volvi a mi papel de presentador, gritado al público:

-¿Pero que pasa señores? ¿Es que no habrá propinas para la bailarina este día?

Previamente nos habíamos puesto de acuerdo para tener bastantes billetes a la mano, para poder dar propinas a la bailarina.

De inmediato se levantaron de sus lugares para poner billetes dentro de la lencería de la vecina, en cosa de segundos se llenó de billetes las copas de su top, además de toda la circunferencia de las bragas en su cintura.

Se veía en su cara, el reflejo de la satisfacción y el deseo que se incrementaba en cada nuevo billete que era introducido en su lencería.

A pesar de que la vecina estaba ya francamente caliente y deseosa, tenía listo un plan de emergencia por si las cosas no se daban –hombre precavido vale por dos.

Había comprado un pequeño vibrador, que además de ser muy discreto, tiene la peculiaridad que controlar su velocidad a distancia a través de un teléfono, por lo que me dije:

-Parece que no es necesario pero creo que no le hará daño.

Me acerque a la vecina y le dije al oído:

-¿Me permite colocarle algo vecina?

-No le hará daño, aunque es algo invasivo, dije mientas llevaba mi mano por las bragas sudadas

De inmediato al sentir mi mano dentro de sus bragas ella abrió las piernas, y el coloque de manera por demás sencilla el dispositivo, ella lo recibió con beneplácito, aunque casi se desmaya cuando lo encendí con mi teléfono.

Parece ser que estaba pre configurado a la velocidad máxima, al verles de inmediato trate de moderar la velocidad, llevándola a un estado más adecuado, viendo su rostro, suficiente para ver su cara de satisfacción pero no tanta como para que su cuerpo se doblara de placer.

Una vez establecido el ritmo y de acuerdo a lo previamente ensayado, llegamos a la culminación del evento:

Íbamos a fingir una subasta para tener un privado con la nueva estrella de baile, esta subasta iba a estar tan reñida y con un precio exorbitante, que la vecina iba a inflar su ego hasta las nubes.

Mientras comenzaba a anunciar el evento, tome el teléfono para avisar al vecino que ya estaba por llegar el momento de su participación.

Mientras comenzaba el aviso, fui seleccionando el contacto del vecino, quedándome helado ante un mensaje de el:

-“Disculpe vecino, me acaban de avisar del trabajo que tengo que salir de urgencia de la ciudad, lo posponemos para otra ocasión”

En mi mente solamente se repetía una frase: ¡En la madre!, ¡En la madre!

Finalmente, no sé si todos los hombres somos así, pero yo, jamás de los jamases voy a aceptar delante de la gente que hice una cagada, por lo que ante mis amigos y la vecina esto iba a continuar con vecino o sin él.

Asi que proseguí con naturalidad, mientras la vecina se retorcía de placer en el tubo, provocado por el penúltimo paso del plan:

-Señores asistentes: hemos llegado al punto culminante de la tarde: como oportunamente fueron avisados realizaremos una subasta pública, donde el mejor postor podrá tener una sesión en privado con nuestra nueva estrella del baile: ¡¡¡KARLA!!!

El público deshacía en aplausos, mientras que yo les indicaba:

-La subasta empezara en 5,000 pesos, aquellos que deseen hacer una oferta levantan la mano y hacen su puja.

-Entonces señores, tenemos 5,000 para empezar, ¿Quién me da 6,000?

-Del fondo del cuarto uno de mis amigos: 6,000

-Tengo 6,000 caballeros ¿quién me ofrece 7,000?

-7,000 ofreció el segundo de mis amigos en un dialogo ya ensayado

-Tengo 7,000 aquí, ¿quién me ofrece más?

-10,000 al caballero del fondo – dije sobre el supuesto lugar que sería ocupado por el vecino-

-13,000 replico uno de mis amigos

En tanto la vecina completamente extasiada se repagaba al tubo, como si fuera una verga de tamaño jumbo, acariciándolo, acercándole las nalgas, poniendo sus tetas alrededor de el, estoy seguro que perfectamente podía escuchar la puja y eso hacía que se encendiera más.

-Tengo 13,000 grite, ¿quién me da 15,000?

-15,000 replico el segundo amigo

-Tengo 15, 000 señores, ¿Quién ofrece más?

-20,000 al caballero del fondo (inexistente)

-Tengo 20,000 caballeros, 20,000 a la una, 20,000 a las 2, 20,000 a las tres, 20,000 al caballero del fondo;

Mientras la bailarina estallaba en un sonoro orgasmo provocado por todas las situaciones revueltas del baile, el vibrador y la subasta.

En tanto que mis amigos salían del cuarto sigilosamente, me acerque a la vecina que yacía en cuclillas, producto del orgasmo recién experimentado, volví a meter mi mano dentro de las bragas y saque el vibrador, inundado en jugos vaginales y lo puse en la mesita de centro.

Ayude a reincorporar a la vecina, que todavía temblaba del orgasmo que aún no terminaba, la lleve con cuidado hacia la cama, la ayude a subirse y la deje a gatas, mientras se recuperaba del huracán en su entrepierna.

Me despoje de mi ropa lo más rápido que pude y me acerque a ella por detrás, comencé a acariciar sus pies mientras un escalofrió recorría su cuerpo, empecé a recorrer sus pantorrillas mientras ella continuaba lanzando pequeños gemidos entrecortados, pase de un brinco de las pantorrillas a los muslos, que seguí explorando mientras mi mano se desviaba convenientemente a su entrepierna.

Llegue hasta la zona de sus bragas, había ahí una inundación, la lencería estaba completamente anegada y de ella despedía un calor que bien podía quemar al mismo sol.

Aun con los ojos vendados, giro la cara hacia atrás, como si pudiera verme, cosa que no pudo hacer, pero me permito ver a mi un punto de interés: su boca entreabierta por la falta de aire al no recuperarse aun, hizo que desviara mi atención, caminando hacia el frente de su cuerpo.

Me puse de pie frente a ella, dejando mi tronco de carne justo delante de su boca, me acerque aún mas, al sentir el primer roce de mi glande en sus labios abrió la boca desmesuradamente y comenzó a tragar con desesperación.

Parecía que alguien le había dado la instrucción que no podía utilizar las manos, (o tal vez estaba demasiado cansada para usarlas), por lo que comenzó a realizar un movimiento de mecedora hacia adelante y atrás, que le permitía engullir en totalidad mi mástil, par segundos después volverlo a aparecer.

Acompañando su movimiento realizaba un abrir y cerrar de labios que mí hizo pensar:

-Esta vecinita sabe mamar verga, ¿dónde habrá aprendido?

De inmediato coloque una mano sobre su nuca para acompañar el movimiento, acariciando esa larga cabellera que había salido de su casa perfectamente peinada (ahora no lo sé)

Continuo su movimiento, cada vez con más desesperación por tragar todo el bagaje de mi palo, lo que ocasionaba que a veces hiciera ruidos de ahogamiento.

En realidad era una sensación deliciosa, estar en la boca de la vecina, pero la vista me gritaba que debería aprovechar todo el paisaje, por lo que mientras ella continuaba tragando camote, me di a la tarea de zafar su sujetador, lo que provoco que un par de tetas enormes salieran al ruedo, desafiantes.

Estas se bamboleaban al ritmo de su tragamiento de verga, se veían deliciosas, muy apetecibles al tacto y al gusto, pero mi mano se fue hasta el hermoso trasero de la vecina, que de acuerdo a la postura que tenia se veía descomunal, metí mi mano por dentro de las bragas, que se encontraban empapadas, lo que hizo más complicado poder meter mi mano, pero con un poco de ingenio me fui moviendo hasta acariciarle el culo, y de pasada empezar a bajarle las bragas.

Poco a poco con el movimiento de mis manos, ayudado por su movimiento de culo, logre despojarla de unas bragas completamente saturadas de sudor y de jugos vaginales, sobra decir que olían delicioso.

Mientras la vecina continuaba tratando de romper el record mundial de longitud de tragamiento de camote, mi mano incursionaba en su culito, acariciándolo, tratando de penetrarlo de a poco, mientras ella con la boca llena hacia ruidos, pero la verdad nunca supe lo que decía.

Decidí cambiar de panorama y en una oportunidad en que ella soltó mi camote me despegue y me coloque detrás de ella, haciendo solamente una serie de movimientos técnicos a sus piernas, para poder caber dentro de ellas y para poder penetrarla sin tener que forzar demasiado mi cintura (la edad, ni modo)

Coloque la cabeza de mi fierro en la entrada de su vulva, mientras que ella gritaba:

-¡Mételo papito, mételo!

Empuje solo un poco para que mi glande traspasara el umbral de su vagina y lo deje un momento ahí, me encantaba ver la desesperación de la vecina por ser penetrada, así que eme coloque en posición y le di un pequeño jalón de la cintura hacia mí, señal que entendió de inmediato, moviendo su cintura hacia atrás, para ensartarse por si misma, toda la longitud de mi reata.

Soltó un grito ahogado al sentir mis huevos rebotar en sus nalgas:

-Ahhh papito

Acto seguido comenzó a menearse hacia adelante y hacia atrás con la fuerza para poner en movimiento una locomotora.

Cada que la vecina se mecía haca atrás, retumbaba el choque de las carnes, que por un momento sentí doloroso, pero al parecer a ella no le importaba, porque arreciaba sus movimientos cada vez más fuertes, cada vez más frecuentes.

Así que no me quedo más que poner mis rodillas en posición de guardia, arqueando la cintura para poder recibir esos embates de culo de la vecina, cada vez más sordos.

Mientras mas fuerte azotaba la vecina su culo contra mi más fuertes eran sus gemidos y más desinhibidos sus gritos:

-Dame toda tu verga Papa, hazme un agujero de lado a lado – gritaba-

Afortunadamente para mi, no pudo sostener ese ritmo por mas tiempo, azotando su cuerpo hacia atrás y luego al frente, mientras con sus manos apretaba la almohada, gritando:

-¡Que rico! ¡Que rico!

La verdad no sé si ella había terminado ya de cumplir su fantasía, el asunto es que yo apenas empezaba.

La levante de a poco de su pose, hasta que se incorporó por completo, le ayude a bajar de la cama, como recordatorio a estas alturas solo tenía el par de zapatos de tacón.

La lleve a unos pocos pasos de la cama, a uno de esos sillones kama Sutra, muy recurrentes en estos sitios, me senté y la conduje con cuidado a que con sus piernas abiertas cayera de a poco sobre mi camote.

Ella lo entendió de la mejor manera, al sentirse apuntada, coloco sus manos sobre sus muslos, abrió las piernas y lentamente comenzó a bajar su torso directamente hacia mi tronco de carne.

Bajo por el con una facilidad digna de ovacionarse, y solita comenzó de nuevo el vaivén de su cuerpo sobre mi mástil.

Nuevamente me ataco la duda: ¿Dónde habrá aprendido esto la vecina?

Pero de inmediato mis pensamientos fueron interrumpidos por la necesidad de tomar sus tetas y comenzar a mamar de ellas.

Mientras ella gozaba de la sensación de mi palo recorrerla por dentro una y otra vez, se le agrego la de mi boca en sus pezones, la cual disfrutaba en exceso también, en especial que mi boca alternara en cada una de ellas, chupando, mordiendo sus pezones, de tal suerte que comenzó a bambolearlos sobre mi cara, propinándome unas deliciosas cachetadas con sus senos.

Ella continuaba con el vaivén de su cuerpo encima de mí, se veía poseída por el demonio del sexo, meneaba su cabeza para ambos lados, emitiendo sonidos que no se podían entender, pero que seguramente querían decir que estaba gozando al máximo.

Nuevamente comenzó a acelerar los movimientos al tiempo que posaba sus manos en sus senos, se pellizcaba los pezones al tiempo que preparaba una nueva venida de su vagina.

Gozaba impunemente cada nuevo centímetro de verga que entraba dentro de ella, por su vagina caían goterones que resbalaban por mi camote y que iban a dar al piso.

En un momento de desequilibrio, quito las manos de sus senos y las coloco sobre mi pecho, para apoyarse y poder darle mayor celeridad a sus movimientos.

Finalmente los escalofríos volvieron a recorrerla, hasta que en un momento dejo de moverse, quedando a medio viaje (o sea con media verga dentro) y al ritmo de sus gemidos se escuchó como si alguien hubiera abierto el grifo del agua.

Ella acompañaba este chorro con gritos de placer y espasmos en su cuerpo, parecía que finalmente había llegado al fin del recorrido, así que me puse a pensar:

-¿Cómo hago para no quedarme a medias?

Así que en un rápido movimiento sobre el mismo sillón, la coloque a ella acostada boca abajo, con su torso recargado sobre el respaldo y su hermoso culo desafiando el viento.

Me coloque detrás de ella, apunte mi miembro a su ano y aseste con fuerza la estocada, ella hizo como que gritaba pero ya no salía ruido de su boca, me aferre de su cintura y comencé una bestial ronda de ataques furiosos sobre su anillo.

Ya no supe que alcanzo realmente a sentir de esta última ronda, pero al parecer ya no importaba, me concentre en la forma de sus nalgas al estar empinada, una forma hermosa debo decirlo, me aferre de su cintura y embestí.

Embestí con toda la furia que pude encontrar en mí, viendo como poco a poco se pusieron rojas sus nalgas, producto de los golpes de mi cuerpo sobre el de ella.

En cuestión de pocos minutos pude expulsar una generosa dotación de esperma.

Ella al sentir el chorro caliente en sus entrañas, volvió a temblar y cayó desfallecida sobre el sillón.

Me levante y la cargue hacia la cama, donde la recosté para que se recuperara, mientras tanto su vagina continuaba temblando en espasmos interminables.

Después de algunos minutos le pregunte que si estaba lista para regresar a casa

Además le pregunte que si deseaba que le quitara la mascada de los ojos o si prefería conservar la fantasía completa

-Déjamela (contesto) quiero que la fantasía quede en mi cabeza tal como la tengo ahora.

Así que le ayude a vestirse de nuevo (solamente el vestido naranja), por obvias razones la ropa interior no podrían quedar como estaban al inicio.

Después de un rato de reposo le pregunte si estaba lista, a lo que asintió con la cabeza.

Recogí las cosas, ropa interior y vibrador, y de nuevo la conduje al auto, la ayude a subir y conduje de manera lenta (como es costumbre al salir de estos lugares).

Después de algunas cuadras le indique que podía quitarse la mascada de los ojos, cosa que hizo de inmediato pero la luz del sol la cegó, por lo que tardo algunos minutos en acostumbrarse.

Finalmente me estacione en la puerta de su casa, preguntándole:

-¿Esta bien o le ayudo a bajar?

-Estoy bien, si puedo sola – respondió-

Cuando iba a bajar del auto, le dije:

-Vecina: sus cosas (al tiempo que le daba sus bragas y el vibrador)

-No vecino, este no es mío.

-Lléveselo (le dije), para que se acuerde de mi

Lo miro por un momento, sonrió y extendió su mano con las bragas en ella:

-Quédeselas vecino, para que se acuerde de mí y se sonrió.

Entro en su casa lentamente, sin voltear atrás, lógicamente jamás le mencione al vecino que el plan había seguido en marcha sin él.

La verdad fue muy incómodo los siguientes meses al mirarlo a los ojos.

Lo bueno es que al año de ocurrido finalmente llego el heredero a la casa de los vecinos, ambos locos de felicidad.

Finalmente sirvió (pensé para mi)

Fin

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Idea Original: ElenaRmz

(10,00)