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Fantasía con Laura, la chica del gimnasio

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Llegué a casa del gimnasio, me duché, cené y me senté en el sofá a descansar antes de irme a dormir. Esa tarde en el gimnasio había un poco diferente. La rutina había ido bien, pero en mitad de uno de los ejercicios vi a una chica que me llamó la atención. Pareció notar que me gustaba porque me acabó sonriendo y acercándose a hablar.

Se llamaba Laura. Acaba de llegar a la ciudad. Estuvimos hablando de cambios en la vida, de cómo afrontarlos; me pareció una persona decidida a cambiar su vida en cualquier momento, y de otros temas de menor interés. Mientras hablábamos me permití jugar con la mirada en sus formas. Su cabello moreno caía hasta casi la cintura. Una cintura en cuyas curvas me imaginaba poner tocar algún día. De su sonrisa y de sus ojos marrones pasé en más de una ocasión al top que le ceñía su pecho. Llamaba la atención y más de algún chico se volvió para mirarla. Quedamos en volver a hablarnos y me dio su Instagram para volver a contactar con ella.

Y allí estaba, sentado en el sofá cotilleando. Las fotos corroboran que no me había equivocado al echarle el ojo. Las fotos de ella con amigas, de viaje o algún restaurante se sucedían. ¿Tendría alguna foto un poco más sugerente? La respuesta fue no. Todas las fotos, incluso las que había de un viaje suyo a Tailandia y Camboya, llevaba siempre un pareado turquesa. No iba a hablar esa noche, no quería parecer desesperado aunque tal vez, valdría correr el riesgo. Una mujer así y que te hace caso no se encuentra todos los días. Entre foto y foto, se fue pasando el tiempo y mi imaginación dio rienda suelta a algún deseo oscuro. Iba a cerrar la aplicación cuando descubrí algo curioso. Laura tenía una cuenta secundaria, aparecía linkada a una de sus primeras fotos y según el mensaje parecía que era una cuenta donde mostraba… sus encantos.

Mentiría si dijera que dudé. Mis pensamientos estaban ávidos de encontrar algo con lo cual seguir fantaseando, y se hacían mayores, al no ver ninguna fotos de chicos que pudieran ser sus novios ni ninguna referencia. Llegué a la nueva página y encontré lo que iba buscando. La primera imagen ya era una declaración de intenciones. Laura estaba tumbada en la cama enfrente de la cámara con mirada desafiante. Tan solo se podían ver su rostro cubierto la mitad por el pelo y sus tetas con un sujetador de encaje rojo. La foto me encendió más de lo que esperaba. Seguí buscando nuevas fotos y mi imaginación tuvo que empezar a trabajar cada vez menos. Cada foto que veía me ponía un poco más. Creo que una de mis favoritas era de Laura, apoyada contra la pared con el culo en pompa hacia fuera sin nada de ropa. Para ese momento de la noche, ya estaba lo suficiente parado y decidí saciar mis deseos. Con una mano seguía viendo fotos, deleitándome lentamente y con la otra iba haciendo lo propio. En alguna salía acompañada por alguna otra chica, pero solo tenía ojos para Laura.

La excitación fue en aumento y encontré un video corto de ella. Se veía a Laura de espaldas sin ropa. Ponía su enorme y redondo que ya había visto en fotos anteriores pero ahora me hipnotizaba de una forma que no podía imaginar. Lo movía hacia los lados, hacia arriba y hacia abajo. Me excitaba cada vez más. Se dejó sobre la cama y elevó un poco sus caderas. Me imaginaba con ella en esa posición y no podía parar. Se fue dando la vuelta, miraba a la cámara con la misma cara de desafío que me había mirado en otras fotos. No veía nada de la dulzura del gimnasio. Era una versión de Laura más carnal. Se acabó de dar la vuelta, de su cara pasé a sus tetas que ya bien reconocía. De sus tetas fui bajando hasta llegar a su polla. Fue un momento de shock. Me paré. Durante unos segundos me quedé mirando perplejo. No quería entender pero era todo bastante claro. Era las dos piernas de Laura, asomaba un pene como el mío. Y allí sentado en el sofá, enamorado de las curvas de Laura, tras descubrir su sorpresa entre las piernas, me excité aún más. Miraba la imagen fijamente. No sabía muy bien donde mirar. Iba de una parte de su cuerpo para otro deleitándome. Nunca antes había sentido esa sensación, era algo nuevo para mí.

Me iba centrando cada vez más en su miembro. Cada vez mis miradas pasaban más por esa zona de su cuerpo. Busca las fotos donde pudiera tener una nueva perspectiva. Todo empezaba a girar en torno a su zona pélvica. Imaginé que mi polla era la suya, y que era yo quien la estaba masturbando. Imaginé sus besos en mi cuello y sus manos recorriendo mi pecho mientras mi otra mano le recorría la cadera.

Laura soltaba pequeños gemidos en mis oídos que me espoleaban. Quería sentirla entre las manos y a ella en mi pecho. Quería acompasar nuestras respiraciones entre cortadas y hacer coincidir nuestros labios rotos por el placer. Ella me pedía más y yo quería complacerla. Aumenté el ritmo para obligarla a gemir aún más. Imaginé un beso largo que acaba con un último gemido de los dos.

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