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Femdom de cuarentena. De novio a esclavo en castidad (6)

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Los exámenes pasaron, y con ellos también la cuarentena. Y es que por fin el estado de alarma había terminado. Mi hermana iba a volver a casa, por lo que Nuria tendría que volver a la suya también, ya que no se llevaban muy bien.

Por este motivo, quisimos hacer algo especial para la última noche de la cuarentena juntos. Nuria pensó en todo, y no me dijo nada sobre sus planes hasta que llegó el momento de ejecutarlos.

Primero me ordenó desnudarme y colocarme el plug más grande que había. Una vez hecho, me colocó en el centro de la habitación y me impulsó hacia abajo para que me pusiera de rodillas. Acto seguido, me puso un antifaz y una gag-ball que había comprado para la ocasión. La bola, roja, era muy grande, y apenas me cabía en la boca. Después me ató las manos con una cuerda que también había comprado para la ocasión, y una vez me hubo inmovilizado completamente, me dejó solo durante un buen rato.

Mi corazón iba a mil, el plug anal en esa posición de rodillas me penetraba bastante, y el gag ball me resultaba extremadamente incómodo. Apenas podía mover la lengua, y poco a poco la saliva iba segregándose y cayendo por el labio inferior.

No sé exactamente cuánto tiempo pasó, pero se me hizo eterno. Creo que fueron en torno a 10-15 minutos. Por fin escuché cómo se abría la puerta, y el sonido de sus pies por el suelo. Después me dijo que no podía hablar, al menos que ella me preguntara algo. Procedió a quitarme el gag, y por fin pude cerrar la mandíbula. Pero no duró mucho. En seguida sentí una mano en mi nuca, y como un dildo entraba por mi boca hasta mi garganta, de forma rápida y decisiva. Yo reaccioné como pude, e intenté relajar la garganta. Lo mantuvo hasta el fondo, de tal forma que sentía su monte de venus hacer contacto con mi frente. Lo sacó a los diez segundos, y me dejó respirar. Hilos de saliva conectaban el dildo con mis labios. Nuevamente, hasta el fondo. Sin tregua. Y empezó a follarme la boca, como si de mi culo se tratara. Mi garganta hacía sonidos de atragantamiento, y sus manos me sujetaban firmemente la cabeza, para que no pudiera escaparme. Empecé a tener arcadas muy fuertes, y ante el riesgo que vomitara, Nuria paró.

-Vaya con el sumiso. Ni cinco minutos de face fucking aguanta. Puto inútil.

-Lo siento ama, no lo puedo controlar.

-Que te quede claro que no sigo porque no quiero tener el suelo lleno de vómito, que si no, seguía. Ahora abre bien la boca, perra.- Amagó con escupirme, pero finalmente no lo hizo, dejándome con ganas de sentir su néctar en mi boca. Entonces me volvió a poner el gag en la boca, y sacando su lengua, empezó a lamerlo. Después siguió bajando, recorriendo con su lengua mi cuerpo, y soltando hilos de saliva que iban cayendo por mi torso desnudo. Después me cogió de las axilas y me puso de pie, y me agarró fuertemente de los huevos, que sobresalían de la jaula de castidad, que solo cubrían mi pene. Se puso de rodillas, y empezó a succionarme los testículos, y a meterse toda mi polla en la boca, aunque yo no sentía nada, obviamente, por la maldita jaula. Entonces cogió la llave del collar, y lentamente me abrió la jaula. Yo, pese a tener unas ganas locas de tocarme la polla, por el simple hecho de sentirla entre mis manos sin la jaula de por medio, seguía con las manos atadas y no podía hacerlo. Nuria tampoco la tocó. Cogió un dildo, y empezó a metérselo en la boca, hasta el fondo, como me había enseñado. Acumuló saliva, y la escupió nuevamente sobre el dildo.

-¿Te gustaría que esta fuera tu polla eh? Te gustaría sentirla llena de mi saliva. Pues no, te jodes esclavo. No voy a comerte la polla nunca más, pero no te creas que eso significa que no haré mamadas. Oh, voy a probar muchas pollas, y tú también, que sé que tienes ganas, después de entrenar tanto con dildos.

-¿Cómo? -Respondí.

-Me has entendido bien. Necesito un amante, una polla de verdad. Tú ya no eres útil para eso, aunque tienes otras virtudes. No serán más que follamigos, mi corazón te pertenece. Pero necesito otros cuerpos, y tú no me lo vas a impedir porque eres mi esclavo, y porque además sé, que en el fondo, lo estás deseando. Te dará morbo verme con otros hombres más fuertes y corpulentos, y con la polla más grande que la tuya. Además, te gusta que te den por culo, y te gusta mamar. Y si lo disfrutas con objetos de plástico, no tienes ni idea del placer que da sentir carne de verdad. Esto es lo que quería contarte, y de hecho ya he estado buscando una buena polla. Ahora, no me digas nada. Piénsatelo, aunque creo que ya sabes tu respuesta, por la erección de caballo que tienes ahora mismo. Habrá que bajártela, ¿no? Ponme el arnés.

Yo, en estado de shock y sin poder articular palabra, hice lo que me pedía. Y mientras iba pensando en lo que acababa de decir. Tenía toda la razón, y de hecho llevaba tiempo fantaseando con ello, pero no me había atrevido a contárselo. Desde que me hizo chuparle el dildo del strap on por primera vez, pensé en cómo sería comer una polla de verdad. Con su textura, con sus venas, con su prepucio, con elásticos huevos, con su frenillo. Con su variedad de tamaños, desde flácido hasta erecto. Y con su olor. El olor a mi polla era algo que siempre me había llamado la atención, y que me gustaba mucho sentir. ¿Cuántas veces me había tocado la polla, con el simple propósito de después olerme la mano? ¿Cuántas veces había pensado que ese olor no era ni la mitad de lo que podría sentir si pudiera tener mi nariz pegada a mi miembro? Desde luego, mi polla me atraía. Pero otra cuestión era probar una polla diferente. Algunas pollas que veía en el porno me repugnaban, mientras que otras no me disgustaban tanto.

Con estos pensamientos, le puse el arnés y el dildo a Nuria, y esta empezó a follarme duro desde el principio, mientras me cogía del pelo y me metía sus dedos en la boca. Después de follarme un buen rato en cuatro, seguimos en posición misionero y no paraba de meterme la mano en la boca hasta la campanilla, y cuando acumulaba mucha saliva, me restregaba su mano por toda mi cara, y cogiéndome del cuello. Terminé exhausto, con dolor en la mandíbula y el ano. Pero ahora le tocaba a Nuria. Me volvió a poner la jaula de castidad, y me puso el arnés a mi, justo por encima de mi polla. Y haciéndome tumbar sobre la cama, se puso en cow-boy reverse, mostrándome todo su culo y cómo le penetraba el dildo. Y yo sin sentir nada. Después me lo puso en la boca, y empezó a correrse muchas veces. Finalmente, se sentó sobre mi cara para que la limpiara, casi ahogándome, y esparciendo sus jugos sobre mí.

-Te has portado muy bien.

-Gracias, ama.

-Te voy a recompensar, abriéndote de nuevo la jaula para que te corras. Pero bajo mis condiciones. Te vas a tumbar sobre la cama boca arriba, de tal forma que tus piernas estén en el aire y tu polla lo más cerca de tu cara. Y te vas a correr en tu cara. ¿Estamos?

-Sí, ama.

Hice lo que me pedía mientras ella se masturbaba viéndome desde una silla. Mi cara era un despropósito. A la saliva y su corrida medio amarillenta, ya medio seca, se le unió mi corrida, que cayó casi toda en mi pelo y frente. Y con ese aspecto, Nuria me volvió a poner el gag en la boca, me volvió a atar las manos detrás de la espalda y me volvió a poner de rodillas. Y como remate final, me hizo una foto, que a día de hoy sigo conservando. Por último, me dejó allí diez minutos más, que se me hicieron eternos. Estaba hecho polvo, me picaba toda la cara, me dolía aún más la mandíbula por el gag, y tenía el culo ardiendo. Ella se fue a duchar, y volvió desnuda y completamente limpia, que daba gusto verla, y lentamente, me dejó libre.

Esa fue la última vez que nos vimos en una semana y media. Nos despedimos, acordando que llevaría la jaula de castidad todo el día salvo por la noche. Me quedaba por lo tanto yo la llave, lo cual demostraba la confianza que Nuria había depositado en mí, lo cual me alegró mucho. Pero no sabía si cumpliría. Para comprobarlo, Nuria me solía llamar de forma aleatoria una vez al día por videollamada para comprobar que la llevara puesta, y siempre cumplí. Sorprendentemente, conseguí estar diez días sin correrme. Me toqué muchas veces, pero nunca llegué al orgasmo.

Nuria me dijo que fuera a dormir a su casa, ya que sus compañeras de piso se habían ido a Almería unos días. Y ese día empezó el cambio real en nuestra relación.

Al llegar a su casa, le dije que había conseguido aguantar sin correrme, pero no le importó mucho. Me mandó desnudarme en la puerta y entrar. Me puso una correa nueva que había comprado, el gag de las otras veces, y el plug anal con cola rosa. Entonces me dijo que me sentara en el sofá del salón.

-En cinco minutos llega un chico. Todavía no he decidido si te va a follar a ti, a mí, o a los dos. Dependerá de si me gusta o no.

Yo quería responder, pero con el gag, estaba complicado. No se molestó en saber mi opinión, solo me informó. Tampoco me enseñó fotos del hombre ni de su polla. Me dejó en el sofá, mientras ella limpiaba unas cosas en la cocina. Nuria ni se molestó en vestirse de forma provocadora. Iba en vaqueros y camiseta corta, sin más.

Sonó el timbre, y el chico subió. Yo escuché como lo saludaba Nuria con dos besos, y empecé a sentir mariposas en el estómago de una manera muy intensa. Estaba súper nervioso, y sudando.

Por fin aparecieron ambos por la puerta. Era un chico de pelo negro, con el pelo rasurado a la moda actual, muy guapo, y muy fuerte. Las cosas como son. Nada más verme sonrió y me miró de forma desafiante. Yo, desnudo, con el gag, la jaula de castidad y el plug, debía dar una imagen tremenda, y así lo pensé en ese momento.

Nuria, impaciente, no se entretuvo más, y le mandó al chico, que se llamaba Iñaki, que se desnudara él también. Aunque primero, le pidió la prueba médica que verificaba que no tenía ninguna enfermedad de transmisión sexual. No quería cometer riesgos con un desconocido.

Yo, no sé porqué, tenía unas ganas locas de ver su polla. Era mucha la expectación que había generado Nuria, y no podía más. Primero, se quedó en calzoncillos, que estaban bastante apretados, marcándose su miembro. Entonces Nuria me quitó el gag, avisándome de que no podía hablar. E Iñaki empezó a acercarme su polla, bajo la tela del slipper, a mi cara. Yo empecé a darle lengüetazos.

-¿Te mueres por probarla, a que sí esclavo? – Me dijo Nuria.

Yo muerto de la vergüenza, le respondí que sí. Entonces, Nuria fue quitándole los calzoncillos a Iñaki, y por fin la vi. Estaba aún flácida. Medía unos diez centímetros, y estaba completamente depilada. Sus huevos colgaban más allá de la punta de su pene. Moví las manos para empezar a tocarla, pero Nuria me frenó en seco y me ordenó que pusiera las manos detrás de la espalda. Frustrado, obedecí. Tenía su polla a escasos centímetros de mi cara, pero no me dejaban tocarla ni saborearla.

-Joder, qué buena polla tienes Iñaki. –dice Nuria-. Estás de suerte, te la voy a chupar también yo.

Entonces empezó lo que jamás pensaría que vería en los días de mi vida. Nuria se puso de rodillas frente a su polla, que estaba flácida, y empezó a chuparla. Se la metió en seguida toda en la boca y la mantuvo así, hasta que empezó a ponerse un poco más dura. Al sacarle quedó brillante, por la saliva. Yo no podía dejar de mirar la polla, estaba hipnotizado. Nuria mientras tanto seguía chupándola, y me miraba fijamente a los ojos. La polla se puso completamente dura. Era un poco más larga que la mía aunque no más ancha, y se curvaba ligeramente hacia arriba. Nuria estaba disfrutando mucho, creo que nunca la había visto tan cachonda. Se estaba masturbando mientras chupaba la polla, y no paraba de gemir. De repente se le ocurrió una idea, y me pidió acercarme.

-Túmbate en el suelo, boca arriba. –Hice lo que me pedía y entonces Nuria se puso de cuclillas sobre mi cara, invitándome a que le comiera el coño. Mi vista era inmejorable. Tenía su coño en primer plano, y más arriba veía como se tragaba la polla de Iñaki. Estuvimos así un tiempo, en el que Nuria se corrió en mi cara. Iñaki mientras tanto se puso más agresivo, y recogiendo el pelo de Nuria, le cogió de la cabeza y empezó a follarse su boca a su gusto. Nuria empezó a acumular saliva, y en una de las pequeñas pausas para respirar que le concedió su follador, me la escupió encima. No me lo esperaba, yo estaba centrado en chuparle el coño, y de golpe me cayó un hilazo de saliva en nariz y ojos, que tuve que cerrar. Sentí inmediatamente el olor a polla que desprendía la saliva, y con mi mano, me quité como pude la que tenía encima de los párpados, para que no se me metiera en los ojos. Nuria lo vio, y no le gustó nada. Me ordenó que no podía volver a mover mis manos, y a continuación me volvió a escupir, de manera más agresiva, sobre toda mi cara.

Seguimos un rato más en esa posición, pero Nuria no podía esperar más. Estaba cachondísima y quería sentir una polla dentro, que obviamente, no iba a ser la mía. Iñaki se tumbó en la cama, y Nuria se puso encima. Nunca había visto a nadie follar, sin yo participar en ello, y debo decir que se hacía raro. Era hipnótico, pero a la vez frustrante. Mientras era follada, Nuria me miraba a los ojos fijamente. Y pasando los minutos, se fue corriendo una y otra vez, hasta terminar exhausta. Entonces se puso a cuatro patas, y su follador empezó a embestirla. Nuria estaba sudando, y además estaba lubricando mucho, por lo que el sonido cada vez que ambos cuerpos se juntaban y la polla desaparecía completamente dentro de ella era espectacular.

Por fin, Nuria, agotada, mandó parar a Iñaki y ponerme de rodillas a mí. Por fin había llegado el momento: iba a comer mi primera polla real. Y no podía tener más ganas. Era la ocasión de mostrar las semanas de entrenamiento con los dildos de Nuria.

-Ten paciencia, es su primera polla. –Dijo Nuria

Iñaki se acercó a mí y yo cogí su miembro, que estaba impregnado de las corridas de Nuria. Sin pensármelo dos veces, me la metí en la boca, saboreando su capullo mientras cogía su tronco con la mano. Con su polla dentro, movía mi lengua alrededor de su glande. Pero no pude esperar más y empecé a metérmela más. Llegué hasta la campanilla y me quedé ahí un rato. Saboreaba las corridas de Nuria, tan amargas como siempre. La saqué y tragué, mezclando mi saliva con los flujos de Nuria.

Entonces volví al asunto, tragándome la práctica totalidad de la polla, que se metió en mi garganta. La incomodidad era menor que con los dildos, al ser la carne humana más blanda y agradable al tacto. Pero más allá de ello, lo que me gustaba más era sentir que aquello que tenía dentro estaba vivo, palpitaba, se movía. Sentía las venas, el capullo rígido. Sentía la satisfacción de Iñaki. Era increíble. Aguanté lo máximo que pude, y la saqué, escupiendo sobre la polla la saliva que había acumulado. Entonces la miré detalladamente, pajeándole con la mano. Él estaba gozándolo, y yo pedía más. Como adivinándolo, me cogió del pelo y me acercó la cabeza a su polla. La volví a tragar entera, y empezó a follarme la boca. Dioss, que morbo me estaba dando. Me jodía mucho que mientras esto pasaba, mi polla estaba en una jaula y no podía tocarme. Pocas veces había estado tan cachondo en mi vida, y sentía cómo me salían hilos de líquido preseminal. Mientras, Nuria nos miraba desde la cama masturbándose.

Seguía comiéndole la polla a Iñaki, que me mandó cruzar mis manos detrás de mi espalda, por lo que solo podía usar la boca. Me empezaba a doler la mandíbula, y sentía la garganta muy irritada, pero imaginaba que quedaba poco, ya que querría follarme también. Yo seguía con el plug rosa y mi ano pedía más. Pero cuando menos me lo esperaba, Iñaki me sujetó bien la cabeza, sacó su polla de mi boca y se corrió en mi cara. Sentí de repente dos líneas de caliente y espeso líquido sobre mi frente, mejillas, boca y barbilla, lo cual me produjo una mezcla de repulsión, morbo, pero sobre todo humillación. Sin tiempo a que siguiera procesando la situación, me cogió del pelo y me metió la polla nuevamente en la boca, donde siguió corriéndose. Yo tragué como pude, y me quedé mudo, no sabiendo ya como reaccionar ante semejante situación, y sin fuerzas para mirar a Nuria, que esbozaba una sonrisa de oreja a oreja.

-Joder, qué corrida –dijo Nuria.

-Parece que le ha gustado –contestó Iñaki.

-Solo falta un toque más –siguió mi ama. Y acto seguido, me escupió en la cara y con su mano, me mezcló ambos líquidos en la cara. Después, con sus dedos me fue introduciendo la mezcla en mi boca, hasta que mi cara quedó lo suficientemente limpia para Nuria.

Así terminó mi primer encuentro con un hombre. Apenas poco más de una semana después de terminar la cuarentena, en mi primer encuentro con Nuria después de esos meses juntos en mi casa. Una vez se fue Iñaki, empecé a asimilar la situación. Una hora antes, había quedado en casa de mi novia. Y ahora acababa de correrse un tío en mi cara por decisión de Nuria, que estaba tan tranquila tumbada en la cama a mi lado.

Pasaron unos minutos en los que no nos dijimos nada. Yo tenía apoyada la cabeza en las tetas de Nuria, que me masajeaba la cabeza. Recién en esos momentos me empecé a dar cuenta de lo que me esperaba.

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