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Follada otra vez (8)

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Hola, amiguis, les cuento otra aventura. Había conocido a un hombre que resultó maravilloso. No era guapo, más bien, de rasgos gruesos, pero tenía una herramienta viril que era una belleza, claro eso lo supe más tarde. Nos conocimos por Face.

Pasado un poco de tiempo y ya en confianza, lo invité a mí departamento. Al llegar bebimos unos tragos y pasé a vestirme como toda una zorrita, tanguita de hilo dental color negro con bordes rojos; un brassier color lila transparente de encaje, media copa y broche al frente; liguero color lila también, tiras de espagueti, sujetando medias color negro muy transparente; un minivestido color azul rey y super pegado al cuerpo, abierto de los lados y con escote trasero hasta la cadera, zapatillas color negro, de tacón de aguja, abiertos y destalonados, una peluca color rubio hasta los hombros, finalmente, me maquillé un poco, perfumando el cuello, los hombros, las piernas y las nalgas.

Salí de la recámara y él, al verme abrió unos grandes y lujuriosos ojos, se levantó del sofá y me abrazó fuerte, diciendo –Ay, mamacita, te ves bien buenota y bien puta, tienes un cuerpazo de nena. Esta noche te haré muy feliz-. Yo sonreí y lo besé en la boca.

Nos sentamos en el sofá, comenzó a besarme y a tocarme por todas partes. Ya entrados, le bajé el pants y la trusa, saltó su pene semierecto y yo se la pajee unos pocos minutos.

Luego, acerqué mi boca y la besé con admiración y un poco de miedo, pues era enorme, seguro me iba a lastimar, pero… por lo pronto, se la mamé tan delicioso, besándola suavemente casi sin tocarla, lamiéndola a todo lo largo, dándole pequeños mordiscos en la cipota, pasando la lengua por toda su longitud de 30 cm., y me la metía toda en la boca y se la aguanté cuando me dio varias metidas hasta el fondo, luego, me la sacó cuando iba a venirse, pero le quedó tan parada, tan dura, escurriendo de mi saliva y su precum, era brillante y hermosa, realmente tan apetitosa, que me dieron una ganas locas de sentarme en ese árbol de carne y de que se me hundiera en la cola hasta lo más profundo, que me dejara el ano dilatado y ardiendo, pero feliz y satisfecha.

Pero me dijo, mamacito, me quiero venir en tu boca, no te apures, luego te chorreo la cola. Yo feliz, la tomé con ambas manos, sin cerrarlas alrededor del tronco, se la pajee así, con las palmas, mientras le daba chupetones en la cabezota hinchada y escurriendo, luego, puse una mano en la base y cerrándola cuanto pudo la apreté un poco para mantener la sangre dentro de aquella herramienta; después, le pasé la lengua alrededor del glande, lamiendo con gran amor y lascivia, concentrándome en el orificio, repetí esta técnica, chupando y mordiendo, de repente me la hundió en la boca y explotó varios chorros de semen dentro, se los recibí y seguí chupando esa delicia de verga hasta que terminó y me comí todo su semen, dejándole el pito limpio con mí lengua.

Sorprendentemente, su polla seguía tan dura como antes de venirse. Me sentí más desesperada y loca por sentarme en ese fierro hermoso.

Me puse de pie, me quité la faldita y la blusa transparente, dejando el brassiere, el liguero, las medias y la tanga, y me coloqué frente a él para sentarme en su polla: Con las piernas abiertas por fuera de las suyas, me hice a un lado el hilo de la tanga y con una mano tomé su fierro de carne y lo dirigí hacia mi botoncito de amor. Lo sentí en la entrada de mi orificio y me empecé a sentar lentamente, girando la cadera en círculos en esa adorable verga; me abrió centímetro a centímetro y mis pliegues rectales se pegaban a esa hermosa polla (¡No me cansaré de repetirlo!) y la recibían con gran amor y felicidad, con ese ritmo se deslizó dentro de mí hasta que su vello púbico rozó mis nalgas de putita trans.

Me quedé unos segundos en sus piernas con toda le verga ensartada en mi agujero de maricona puta. Su grosor me dilató más el ano y yo hice movimientos de metérmelo más, hacía sus piernas para que se me hundiera con todo y bolas en el culo.

Me empecé a mover montada en ese miembro viril, hacia arriba hasta que sólo me quedaba la punta, ahí me movía en círculos jugando con la polla que se me metiera unos milímetros y luego, me sentaba hasta comérmela toda con el ano, me hundía más en ella abriendo la zanja de mi trasero, daba sentones lentos, pero decididos abriendo el culo y pujando hacia su pene, con ese movimiento se me metía un poco más o eso sentía yo en mi paroxismo de placer.

Era una verdadera lujuria loca que me hacía sentir a la vez un ligero mareo y un enorme placer nunca sentido en mil folladas anteriores. Me senté muchas veces repitiendo esa técnica en ritmo lento, como unos 10 minutos, hasta que mi macho y yo empezamos a gemir de placer, luego, descansamos, yo sentada con la polla hasta el fondo, bien erecta e hinchada, era una sensación indescriptible, permanecimos un par de minutos inmóviles y entonces, me abrazó y me levantó, para colocarme de espaldas en el sofá, en todo momento yo tenía su verga dentro de mis entrañas.

Al colocarme así, comenzó otro saca y mete de nuevo lento, pero esta vez, fue aumentando de ritmo, hasta que eran una locura sus arremetidas contra mi ano insaciablemente deseoso de esa verga, me cogió de lo lindo y me re-cogió que era una delicia, el ano me palpitaba ya bien dilatado, me clavaba con fuerza su pene hasta el fondeo de mi ser de puta trans. Finalmente, detuvo su loco movimiento y explotó dentro de mi agujero de amor, sentí como si fueran varios litros de semen inundando mi intimidad de mujercita trans.

Se quedó quieto unos minutos y se le empezó a poner flácido, luego, me la extrajo y escurrió su semen por mi ranura hasta las piernas. Se dejó caer a un lado de mí, me empozó a besar los hombros y el cuello, diciendo, -qué rico culito tienes mi reina, está bien suave y apretadito-. Por último, dijo que se tenía que ir, se vistió y salió, no sin antes decir que volvería en un par de días.

Ciao amiguis, espero que les haya gustado este relato. Hasta pronto.

(9,40)