Aquel día sorprendí a mi marido masturbándose viendo una película. En ella se podían apreciar a 9 negros follándose a una mujer de tez blanca y ojos verdes. Madura y rellenita. Esa mujer era yo y tengo 48 años.
-Joder, Patricia. Cómo me gusta esto… -Te dieron bien ehh?
Me llamo Patri y aquel día estaba muy cachonda. Tanto que llamé a mi mejor amiga, Isa para que me diera una solución. Fui a su casa y me explicó el juego. Me dio una tarjeta con una dirección y fui a un bar en el que ponía…."El Cantor de Jazz".
Cual no fue mi sorpresa que cuando entré todo el mundo era de color.
Así las cosas, le di aquella tarjeta a una camarera y me indicó una sala en la que ponía en grandes letras de neón… "PRIVATE".
-Si no te decides… di que no. Sales y te invito a una cerveza. Me llamo Erica.
-Vale…
Me dirigí toda en ascuas y abrí la puerta.
En estas me salió un enorme y musculoso hombre de color seguido de 4 más con sus fuertes y rasurados torsos desnudos, los 5 tocándose los huevos mientras me miraban unos las tetas y otros el coño de hito en hito con no poco deseo. Estaban cachondos perdidos.
Me sentí mitad intimidada, mitad cachonda. Un cien por cien… curiosa.
-Qué quieres?
-Me llamo Patri y vengo a que me deis una solución a mis calenturas. Mi marido está de viaje y…
-5 de los 6 sacaron sus vergas casi en erección. De sus pantalones brotaron 5 penes tremendamente negros de unos 18-19-20 centímetros cada uno.
El sexto hombre tomó una cámara y comenzó a grabar la escena casi erecto. Por lo que fuere no atiné a negarme.
-Ohhh… no me imaginaba esta sorpresa…
Tanteé esas 5 vergas y noté como mis pechos se ponían en erección mientras que mis bragas se mojaban paulatinamente.
No me dieron tiempo ni a desnudarme porque me vi en un instante arrodillada con mis blancas y colgantes tetas de madura al aire y chupando 5 vergas con sus 10 huevos repletas de venas y negras como el tizón. Tenía tanta polla alrededor que ni siquiera me había fijado en las caras de esos sujetos que tanto placer me iban a dar.
Estaba exhausta de tanto chupar. No daba abasto. Me sentía una zorra pero eso me gustaba sobremanera.
De repente el más grande me cogió en brazos y me llevó a una sala mientras el resto de esa tribu imposible le seguía con sus pollas de lado a lado debido a lo tremendo de sus erecciones.
En esa sala había un sucio catre y me desnudaron a excepción de mis zapatos no sin sobar mis tetas, culo y coño. Uno de ellos me besó en la boca sabiéndome delicioso su aliento y lengua. Nunca me había besado un negro.
La habitación era llena de espejos y mientras tanto, al de la cámara no se le escapaba ni una sola toma.
Ese gran hombre me puso a cuatro patas y me folló sin compasión alguna. Yo gemía como un animal. Otro de ellos me ensartó la boca con cuidado de no hacerme daño con ese rabo de ébano y un tercero me aculó como pudo no sin dificultades. Con los dos restantes, así sus pollas con mis pequeñas manos y los masturbaba a la vez. Estaba llena de hombres negros y pollas. Hombres que gemían y me decían obscenidades en sus idiomas africanos sin parar. O… al menos eso creí. EI no entender sus guturales hablas me ponía literalmente a cien. Unos extraños sonidos a humedad surgían de mi boca, coño y culo sin saber diferenciar cual provenía de donde puesto que se entremezclaban al unísono.
Mientras miraba de reojo aquellos espejos y el contraste de pieles negras con mi tez blanca como la cera me ponía aún más cachonda. Me daba por bien follada por esos hombracos. Estaba confundida y mareada con tanta polla en derredor.
Los 5 se turnaban mis agujeros en ese sándwich improvisado a cada señal del más fuerte que indefectiblemente era quien llevaba la voz cantante. Cuando logré dar una visión de los 6 todos estaban rasurados. En 5 minutos tuve mi primer orgasmo. Momento en el cual volvieron a turnarse uno detrás de otro. Aprovechaban mis orgasmos para hacerlo.
A lo largo de mi vida he tenido otras inclusiones sexuales lejos de mi marido pero esta no, no se la iba a contar… era ser demasiado guarra. Mi marido es un importante hombre de negocios que viaja mucho y entiende a veces tenga mis necesidades. Él en cambio solo las tiene conmigo. Pero esto era ya un escándalo.
No recuerdo la cantidad de orgasmos tuve con esos animales creo que 6, uno por negro. Pero me iba de uno a otro sin solución aparente. Por supuesto volvería a ese local algún día más. No en vano, esos hombres de color me trataron correctamente y con cuidado de no hacerme daño además.
Poco a poco se les notaba más exhaustos incluso que yo y comenzaron a correrse en mi cara, tetas y pelo. Emitían aullidos de placer cuando lo hacían y acabé ahíta de blanco y espeso semen de negro africano. Conforme lo hicieron sus vergas estaban aún más rígidas y tiesas. Rodeadas todas ellas de unas venas que iban desde sus huevos hasta el canal de sus enormes glandes surcando los troncos de sus gigantescas pollas. El primero me lanzó un generoso chorro de semen a la frente seguido del segundo que logró tapar mis ojos.
Mientras me quitaba esa espesa membrana blanca de mi vista, vi como un tercero acertaba en todas mis mejillas quedándose completamente desahogado. Casi no me dio tiempo de relamer su polla hasta la ultima gota cuando el cuarto se había corrido directamente en mi boca abierta al uso. El quinto lo hizo en mis tetas de 3 certeros disparos.
Solo faltaba uno. El cámara, quien le cedió el aparato a otro el cual siguió grabando y que disparó 4 largos espasmos de semen en mi cara mientras las descansadas pollas del resto mitad temblorosas mitad fláccidas les llegaban a media altura de sus muslos. Pude comprobar como el otrora cameraman su enorme verga negra se retiraba entre estertores de mi cara sacudiendo su semen en ella hasta la última gota. Ahora si que estaba llena de la leche de aquellos seis hombres.
Pero aún quedaba más. De detrás de una cortina surgieron tres negros con sus pollas en la mano. Habían estado masturbándose mientras veían aquella sesión.
Eran igual que el resto. Fuertes y vigorosos. Se acercaron a mi y cogieron mi cara a la vez que sus manos subían y bajaban a lo largo de sus tremendas pollas. Se estaban exprimiendo a conciencia. Sus huevos de repente se contrajeron al unísono y soltaron 9 largos chorros de lefa a mi cara (o serían 12…?). Gemían como toros. Mientras las lechadas de sus amigos tornábanse transparentes en mis tetas, rostro y pelo las suyas aún estaban blancas como la espuma. Habían sido 9 sementales para mi sola. Se retiraron secándose sus vergas en unos trapos. No había alcanzado ni a verles la cara.
Pude apreciar desde los espejos el efecto de esa faena en mi cuerpo y como el esperma resbalaba hasta mis muslos y se metía en mi coño por la acción de la gravedad.
El más grande se acercó otra vez con su miembro brillante de flujo, esperma y saliva y me espetó…
-Ven aquí, cariño…
Me cogió de la mano y me llevó a una ducha para que me quitase el olor a semen y sudor de negro. Así no podía salir a la calle de tal traza.
Conforme lo hacía el agua resbalaba sobre mi maduro y blanco cuerpo arrastrando un esperma que se escapaba por el desagüe.
Dirigí el chorro caliente a mi coño teniendo un nuevo y superior orgasmo a todos los anteriores recordando lo que me había pasado.
Pero no lo iba a hacer más. Nunca volvería a ese local Isa me había recomendado. Me lo había prometido.
Acto seguido me vestí con mi arrugada ropa y salí de esa habitación pero… y el video? Quién sabe si aparecería subido a internet en cualquier página guarra de sexo interracial con las que gustaba de masturbarme viendo a negros con las grandes herramientas había podido saborear?
Me dirigí a Erica preguntando por el quien me dijo…
-En "El Cantor de Jazz" somos realmente discretos. Toma el video. Son 100 euros.
Si no los quieres pagar rompemos la cinta y un problema menos. La privacidad aquí es lo primero.
-Hummm!!! La verdad es que no es para menos… Me lo quedo. Toma los 100 euros.
Mientras, salieron los 9 negros vestidos con ropa deportiva y me invitaron a unas cervezas. De no ser no hubiese comprado el video ese local era una auténtica ruina porque nos invitaron tanto a Erica como a mi a no pocas copas y cervezas. Eran extraordinariamente amables y simpáticos.
Como bien he dicho, me llamo Patri y tengo 48 y el día en que sorprendí a mi marido de esa guisa que he narrado al principio no pude sino mamársela mientras veía en ese video a su mujer rodeada de 9 pollas negras. Él estalló en un terrible orgasmo llenando mi boca de semen. Un semen más dulce que el de aquellos hombres si bien ya estaba acostumbrada a saborear su semilla tan sabrosa como la miel.
-Te ha gustado, amor?
-Mucho. Por cierto… hoy es tu cumpleaños y tienes una sorpresa en nuestra habitación…
Cuando abrí la puerta pude contemplar a aquellos nueve negros en mi estancia. Salí rauda y veloz y mi marido me estaba esperando con la misma cámara con la que me habían filmado días antes.
-Te ha gustado la sorpresa, corazón?
-Ohhh… si. Pero esta vez tu mujercita solo quiere estar contigo. Me dejas serte fiel amor?
-Claro, cielo. Los llamaré otro día, vale?
-Si, cariño. Pero hoy no…
Al otro día llamé a mi amiga.
-Y… qué tal te fue??
-Bufff… ni te lo puedes imaginar. Además a mi marido le ha encantado…
-Se lo dijiste?
-No. Pero descubrió el video de dentro del cajón de mi ropa interior!!!
-Qué suerte tienes. Tu marido es un santo… si llega a saber el mío como me dejaron me excomulga Patri…
-Además quiere que repita con él delante.
-No fastidies!!!
-Si. Esta misma tarde.
-Pues pasadlo bien, hija… menudo marido tienes. Todo un tesoro…