Nuevos relatos publicados: 0

Historia sexual

  • 5
  • 11.118
  • 9,33 (30 Val.)
  • 0

Trabajaba con Francisco (mi tío) en la parte ferretería y su esposa, Zulema, en bazar. Me asignaron una habitación muy cómoda y estaban conformes con mi dedicación. Pasaron 2 años y una tarde, a mi tío Francisco, le dio un ataque de presión y por consecuencia una hemiplejia que desencadenó en su muerte 3 semanas más tarde.

Zulema decidió no perder la buena clientela y prestigio del negocio y seguimos dedicados a lo que ambos conocíamos muy bien. Estuvo deprimida unos meses y poco a poco fue aceptando la realidad. Era bastante más joven que tío Francisco, él tenía 54 años y ella cuando él falleció, tenía 37. Hoy ya pasaron 2 años y el negocio funciona muy bien.

Zulema es una mujer muy bella. Tiene cabellos castaños, ojos claros y un cuerpo muy atractivo. Unos pechos firmes, cintura y caderas armoniosas y la cola paradita y llamativa. Muchos proveedores por los pedidos querrían conversar con ella, pero los deriva conmigo, ya que no le gusta soportar lances y requiebros.

Un día antes de cerrar, me dijo:

-Bebé, cuando terminemos hoy, tengo que hablar con vos un asunto personal (estando en intimidad, me solía llamar "bebé").

-Cómo no, señora Zulema, como Ud. diga. -contesté. (Siempre le había tratado de Ud. y con respeto a pesar de admirar su cuerpo y figura y alguna oportunidad me había masturbado pensando en ella).

Con mis 20 años, ya cumplidos, tenía alguna aventurita de vez en cuando. Noté que no le caían bien mis salidas a Zulema y dudaba que el tema a conversar, fuera relativo a mis aventuras extra laborales.

Después del trabajo, por la tarde, mientras hacíamos las cuentas diarias, en el comedor diario, tomábamos mate con alguna tostada, mientras se preparaba la cena. Ese día, hacía calor y Zulema había cambiado su ropa, por un vestido liviano y corto para estar cómoda en la casa.

-No sé cómo encarar el tema -me comenzó diciendo- pero lo he pensado mucho y debo animarme a decírtelo, bebé.

Decía las palabras con la cabeza gacha y entrelazaba nerviosa las manos en su falda. Yo estaba sentado a su lado y apoyando mi mano en las suyas le dije:

-Señora Zulema, nos conocemos bastante para poder conversar lo que quiera.

-Siendo franca, te diré que envidio la relación tuya con las amigas que tienes. Yo desde que falleció Francisco -dijo avergonzada- no he tenido ningún desahogo espiritual y menos aún físico. Quizás estoy comparando mi forma de vivir con la tuya. Espero no ofenderte con esto, bebé, tú eres joven y como soy grande, no puedo aceptar un extraño para compartir mis tiempos. A veces deseos me impulsan tanto que me sonrojo pensando en vos.

-A mí me pasa algo parecido con Ud. Zulema. No puedo decirle lo que siento, porque no quiero ofenderla. -le dije- son amigas que trato de no compararlas con Ud., querría poder expresar mis sentimientos más intensos. Si le dijera algo que...

-¿Qué me querrías decir, bebé? -me interrumpió.

-Hubo ocasiones en que me masturbé pensando en Ud. -dije en un exceso de valor.

-Yo también, bebé -se francalizo- 2 años de soledad, sin nadie que me conforme es demasiado.

Me levanté de mi silla y me paré frente a ella. Puse mis manos en sus caderas y arrimé su cuerpo al mío.

-Siento tu miembro en mi vientre –y preguntó mirándome a los ojos- ¿estás excitado?

No pude controlar mis impulsos y apretando su cuerpo al mío, dejé que sintiera mi pene sobre su vagina, a través del fino vestido. Ella pasó sus manos por mi nuca en una caricia excitante. Miré sus ojos brillantes de excitación y sus labios eran demasiado tentadores. La besé apasionadamente con desesperación y ella me respondió vigorosa y violentamente.

Nuestras bocas desesperadas, deseosas del encuentro, dieron paso a nuestras lenguas buscando loa rincones escondidos del placer.

-Quiero ser tuya, bebé, te necesito -rogaba- no te imaginas cuanto te deseo y necesito. Te amo tanto que hare lo que seas para que seas feliz conmigo.

Desprendí los botones del frente de su vestido y admiré su cuerpo desnudo bajo el mismo. Ella casi arrancó mi bermuda, bajándola a mis tobillos.

-Por favor -gemía- hazme gozar. Te necesito.

Se arrodilló en el piso y tomo casi con devoción mi pene erecto entre sus manos. Lo puso en su boca y fue la succión más hermosa de mi vida.

-Es grande y dura como nunca imaginé -casi sollozaba.- Sueño con tenerla dentro de mí.

La recosté sobre la mesa. Desnudos ambos. Y besé su vagina recorriendo mi lengua sus rincones vaginales. El clítoris de su vulva fue sorbido por mis labios y los quejidos de su pasión me volvían loco de placer.

-Nunca me hicieron este placer. Me vuelves tu puta, bebé. Penétrame sin reparos. Dios mío. Sigue... sigue... por favor, sigue.

-La voy a penetrar, señora. Voy a entrar en su vagina y la llenaré. Será mi mejor mujer y mi mejor sexo. -le murmuraba al oído.

Su vientre empujaba el mío con desesperado ímpetu. Su panocha apretaba mi pija y yo arremetía con rapidez y fuerza.

-¿Me siente dentro suyo señora? porque yo estoy haciendo realidad mi sueño de hace años.

-Te siento bien adentro mío. Asiii... Asi... me vas a hacer acabar como una perra. Por Dios sigueee... Dios mío, voy a acabar. -gemía y movía su cabeza a ambos lados con frenesí desencajado.- quiero tu eyaculación dentro mío. Me cuidaba esperando este momento. Estoy acabando. Siii... Sii... bebé. Acabemos juntos. Te amo, bebé. Te amo.

Estábamos caídos en el piso, y no nos habíamos dado cuenta. Yo seguía besando sus pechos y chupando sus pezones. Ella, tendida se dejaba hacer, abandonada al sexo tan ansiado por mucho tiempo.

-Bebé, me dejas agotada. Tuve un orgasmo tan intenso como jamás imaginé tener. -y agregó- Si quieres iniciaremos unos momentos de placer juntos. Dormiremos juntos, mantendremos las distancias ante la gente. Seguiremos como hasta ahora para los demás. Pero en la intimidad, si estás de acuerdo tú, quiero que seas mi macho único. Si quieres seguir con tus amigas, yo...

-No me interesa, tener amigas -le interrumpí- tengo la mujer que más me calienta y la que más quiero.

-Bebé, de hoy en más, las cosas serán maravillosas y el sexo sin reparos y te amaré como te mereces.

Seguimos siendo así por años. Compartiendo amor, sexo, pasión, lujuria y todo lo que nos pueda seguir dando placer mutuo.

(9,33)