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Karen: La primera semana en su nuevo trabajo (Parte 4)

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Cuarto día.

Se levantó Karen radiante, con una sensación de bienestar que en mucho tiempo no había sentido, se sabía hermosa, se sentía deseada y por alguna razón se sentía realizada al declararse abiertamente sumisa de un ser dominador como Carlos.

Mientras elegía su vestimenta se miraba desnuda al espejo, estaba de espaldas, su cabello rubio caía naturalmente sobre su espalda desnuda, su piel tersa, suave, firme, al final de su espalda una cintura breve y unas caderas amplias, un trasero redondo y firme, se sabía hermosa.

Para este día eligió lencería color blanco, se puso una camisa del mismo color, un coordinado de saco y falda color gris oscuro y zapatos negros, toda una ejecutiva y se enfilo de nuevo a su trabajo.

Llego a su oficina y vio sobre su escritorio un pequeño paquete y una nota que decía: ve al baño, quítate el sostén, ponte este aparato bajo tus bragas y te espero en mi oficina.

De inmediato se dirigió Karen al baño, se quitó el sostén, lo guardo en su bolso y saco en sospechoso paquete, era uno de esos nuevos vibradores que se insertan por completo en la vagina y la mujer puede traerlo puesto sin interferir en ninguna de sus tareas, vio las instrucciones, se lo coloco tal como ahí decía, se arregló la ropa y se fue directo a la oficina de Carlos.

Llego a la oficina, toco la puerta, y desde el fondo de esta se escuchó la voz de Carlos: pasa Karen, ella entro, se acercó hasta el escritorio y él le dijo: siéntate, te voy a empezar a dictar varias cartas, recuerda que no quiero que te vayas a distraer bajo ninguna circunstancia.

Karen respondió, de acuerdo, y se sentó en aquella silla forrada de piel, empezó Carlos a dictar, todo parecía normal, hasta que él se levantó y comenzó a caminar por toda la oficina, Karen solo lo veía de reojo, hasta que noto que se empezaba a acercar por detrás de ella.

Al estar exactamente por detrás de ella dejo de caminar, el dictado no se detenía, de repente ella sintió un escalofrió, las manos de Carlos se habían posado sobre los senos de Karen, de manera inmediata los pezones de ella se pusieron duros, el los tomo entre sus dedos, y los pellizco, acariciaba sus senos, los amasaba, los recorría mientras ella disfrutaba de esa sensación.

Karen estaba excitada, sin embargo era algo que perfectamente podía manejar, no perdía detalle del dictado y a la vez podía disfrutar de las manos de Carlos sobre sus senos, se daba tiempo para pensar, comparado con otros días, esto será muy sencillo.

Después de unos minutos de acariciarle los senos a Karen, Carlos volvió a su escritorio, saco su teléfono celular y lo empezó a manipular, de repente Karen sintió como si una corriente eléctrica le recorriera las bragas, el vibrador que se colocó empezó a accionar, era una sensación que jamás había sentido, todas las terminales nerviosas de su vagina estaban siendo estimuladas, Karen sintió que era algo que no podía manejar, se retorcía en su asiento, trataba de ponerse en una posición que la ayudara a manejar esa sensación, todo en vano, abría las piernas, las cruzaba, se enderezaba en el asiento, no había manera de controlarlo.

En su búsqueda Karen encontró la mirada de Carlos, y ahí se dio cuenta que era el quien manipulaba desde su teléfono el accionara del vibrador, estaba segura al ver como cambiaba su mirada exactamente antes que el vibrador incrementara su velocidad.

Carlos solo le decía: concéntrate Karen, quiero que no pierdas detalle de lo que te estoy dictando, Karen trato de sobreponerse, hizo ejercicios de respiración, se reacomodo, trato de concentrarse en lo que tenía que escribir, todo fue en vano.

Cada vez que pensaba haber controlado la sensación, Carlos incrementaba la velocidad de vibración, ella sabía que no iba a poder y en un ademan de rendición, bajo su libreta, se recargo sobre el respaldo de la silla y abrió por completo las piernas, ya no escuchaba su voz, solamente sentía cada vibración del aparato dentro de su ya empapada vagina, era capaz de sentir como era estimulado cada milímetro de su entraña, lo estaba disfrutando por completo, ya no pensaba en otra cosa, solo quería sentir más y más ese aparato vibrando dentro de ella.

Conforme pasaban los segundo los jadeos iban aumentando de volumen, gemía, sollozaba y por momentos gritaba, hasta que por fin se abandonó a la sensación y obtuvo un gran orgasmo, sentía el potente chorro que salía de ella, mojando sus bragas, mojando su falda y escurriendo por la silla de piel.

Entonces Carlos apago desde su teléfono el movimiento de aquel aparato, Karen poco a poco regreso al planeta, estaba pasando poco a poco la euforia del orgasmo, empezó a abrir sus ojos y vio el charco que había provocado, de inmediato se levantó, al ver la silla de piel mojada por sus chorros y preocupada exclamo: ¡En un momento lo limpio Carlos!, en tanto que el con voz calmada le dijo, si Karen , lo vas a limpiar, pero quiero que lo hagas con la lengua.

Karen sabía que hablaba en serio, así que sin replicar se giró, puso sus manos en los descansos de la silla y se inclinó para lamer las gotas de su vagina que estaban sobre el asiento de la silla.

Lamia cada una de las gotas y las saboreaba, cometió la imprudencia de no ver lo que Carlos hacía, así que mientras ella saboreaba cada gota de su orgasmo, el su puso detrás de ella, de un solo golpe despojo a Karen de su falda, aprovecho que ella estaba inclinada hacia el frente, se sacó el enorme trozo de carne de entre sus pantalones y se lo apunto al culo de Karen, ella no sabía las intenciones de Carlos, quien con una sola mano despojo de las bragas a Karen, sin dejar de apuntar su verga hacia ella, estaba apuntando directamente al ojo del culo de ella, puso la cabeza de su miembro en la entrada y de un solo golpe lo hundió hasta el fondo.

Ella sintió mucho dolor, era como sentir que se le clavaban alfileres por dentro del culo, el dejo su miembro dentro de ella sin moverlo y después de unos segundos empezó a bombear, de manera delicada hacia adentro y hacia afuera, tal vez el ano de Karen empezó a dilatarse al tamaño del miembro de Carlos, pero ella empezó a sentir más placer que dolor, su vagina estaba siendo tocada por un lado que nunca había experimentado Karen, empezó a disfrutar cada embestida de Carlos, cada vez que su enorme miembro la penetraba sentía como su cabeza acariciaba su vagina desde dentro, cada vez le parecía más placentero, esperaba cada embestida para saborear esa penetración, hasta noto que su culo se empezaba a menear al ritmo de las embestidas de Carlos.

Karen ya estaba disfrutando esa nueva experiencia, pero de nuevo Carlos iba a hacer que ella se desequilibrara emocionalmente, encendió de nuevo el vibrador, las sensaciones se multiplicaron en el interior de Karen, el vibrador encendía las sensaciones en la parte frontal de su vagina, mientras que en cada embestida de Carlos esa sensación se transportaba a la parte trasera de esta, era como si su vagina hubiera sido sumergida en un empaque que vibraba por todos lados, le encantaba cada vez que Carlos embestía dentro de ella, las sensaciones de su vagina recorrían ya todo su cuerpo, sus piernas, sus senos, su cabeza; Karen estaba ya entregada por completo, sentía como su cuerpo se iba llenando de unas ganas insoportables de explotar, de gritar, de gemir.

No le importaba lo que Carlos estuviera sintiendo, era lo que ella sentía, lo estaba disfrutando y así seguiría hasta terminar, sabía que solo era cuestión de segundos para que su vagina se inundara de nuevo, y no lo contuvo, se dejó llevar, empezó a gritar cada vez más fuerte: cógeme Carlos, cógeme amo, quiero ser tuya toda.

Empezaron a escurrir las primeras gotas de Karen cuando Carlos empezó a gemir también, quiero que seas mía para siempre Karen, quiero marcar mi nombre en tus tetas, poner mi firma en tus nalgas, ¡que sepas que solo serás para mí de ahora en adelante!

Karen ya no pudo contener el orgasmo, chorros de líquido salían de su vagina sometida, ella gemía, gritaba, pedía más y más, pensaba que ese chorro no terminaría jamás, cuando de pronto las manos de Carlos la apretaron más fuerte, se puso rígido y exploto dentro de ella, Karen sintió que su ano se inundaba de esperma, sintió el chorro caliente recorriéndola por dentro.

Empezaron a jadear cada vez más débilmente, hasta que Carlos la soltó y Karen cayo de rodillas en el piso, Carlos se metió el pene dentro del pantalón, se acomodó el saco y le dijo a Karen: nos vemos mañana.

Ella tomó fuerzas, se levantó del piso, se arregló su ropa y se fue a sentar a su lugar, tuvo el resto del día para saborear cada segundo que había pasado.

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