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La amiga de mi hermana, competencia de mi "coño"

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Desde la primera vez que mi pene tocó esa baranda de madera esmaltada, esos 8 centímetros de anchura, se convirtieron en mi coño único y personal en donde eyacular. Noche tras noche, iba a esa baranda, me desprendía de mis ropas, y empezaba el vaivén arriba y abajo frotando mi miembro hasta sentir desfallecerme cuando me corría. Poco a poco para mí se volvió una especie de "mujer" a la que servir eyaculando todas las madrugadas, sin excepción.

Hasta que una noche, ya con todas las ganas del mundo, y urgido sin vacilo, salí de mi habitación completamente desnudo en dirección hacia mi "mujer", sin esperar la sorpresa que me daría, a pocos metros antes de llegar a mi "amada". Era la amiga de mi hermana, dormía plácidamente en uno de los sillones a escasos metros de la baranda, sin lugar a dudas me sentiría y vería si intentaba hacer algo cerca de ella. Sabía que no podían descubrirme, sino todo acabaría. Algo olvidadizo de las cosas, olvide que esa noche, sus amigas se habían quedado a dormir en la casa, pero una de ellas llegó tarde, y le dieron uno de los sofás para que duerma. Tenía que ser mi día de mala suerte, no podría esa noche correrme sin chistar como normalmente lo hacía.

Pero, cuando estaba a punto de retirarme del lugar, la amiga de mi hermana se despertó y se sentó en el mueble, supe que no me daría tiempo a salir de ahí a tiempo, ya que escucharía mis pasos, así que solo atine a esconderme debajo de la mesa, esperando que no prendiera alguna luz y me viera. Estuvo unos segundos más sentada en el sofá, luego se quitó la frazada que tenía encima, y se levantó, caminó con dirección al baño, pasando por el costado de la mesa, por un momento pensé que me había visto, pero siguió de largo.

Sin embargo, algo me sorprendió cuando paso por donde estaba, y es que por lo que pude ver, no llevaba pantalones, solo una bata, y por lo que alcancé a ver, no llevaba ropa interior. Eso quería decir que tenía su coño al aire. Por alguna razón que no comprendí, mi miembro se puso erecto de solo pensar en ello. Se me pasó por la cabeza esa noche cambiar de coño para eyacular, pero sabía que eso iba a ser imposible, pues si lo intentaba, lo más probable es que me rechace y todo se acabaría. Así que decidí esperar.

Ella regresó al sofá, por el camino antes de llegar a este, se quitó la bata y la lanzó al suelo, casi justo delante de mi, quizá porque estaba con algo de sueño no se percató. Razón que se agacha a recoger la bata, permitiéndome verle todo su coño desnudo, tenía unas piernas hermosas, una figura que me descolocó de mis casillas por un momento. Una vez más se me pasó por la mente usar su coño, pero si lo hacía, estaba seguro que máximo iba a lograr hacerlo una vez, porque ella me rechazaría. Por lo que, una vez más, decidí esperar.

Ella se levantó junto con la bata en una de sus manos, para luego sentarse y proceder a echarse en el sofá. Pensé que se dormiría lo que me daría tiempo a regresar a mi habitación. Pero en su lugar, comencé a escuchar cómo es que comenzaba a gemir. Lo que estaba pasando, es que se estaba masturbando. Yo, no lo podía creer. Yo desnudo con mi miembro a mil, a dos metros de ella completamente desnudo. Y ella en el sofá, también desnuda, seguramente abierta de piernas, dedeándose, masturbándose pensando en que alguien debía penetrarla. Yo podría hacerlo. Claro que sí. Pero ella no sabía eso, y menos que yo estaba cerca.

Traté de no moverme mucho, y cuando sentí que no hacía ruido, decidí salir a observar si es que se había quedado dormida. En efecto así había sido, se había quedado dormida con las piernas abiertas, su coño se notaba mojado por lo que era obvio que se había corrido. Traté de levantarme despacio, pero no pude no hacer algún pequeño ruido, ruido que fue suficiente para que ella se despertara un poco, y en esa desesperación, logré alcanzar, no sé de dónde, una toalla, que logré colocar en mi cintura. Ella abrió los ojos rápidamente, yo tenía la toalla semi puesta en la cintura, ella al verme y verse desnuda abierta de pierna, me lanzó una almohada pequeña, lo que provocó que la toalla que tenía puesta, se caiga al suelo, dejando al descubierto mis genitales y mi obvia erección, y, pese a que era de noche, se notaban claramente.

Tuve que tomar la iniciativa ante su asombro y sus ojos abiertos de la sorpresa a más no poder, pero también de la vergüenza, intentó levantarse, pero en vez de eso se resbalo levemente con su cuerpo lo que hizo que sin querer sus piernas se volvieran a abrir mostrando de nuevo su arrecho coño. Yo le dije: ¿Qué haces? - ¿Qué haces tú así, y aquí?, me respondió. Estoy yendo a bañarme, ya son casi las 5 de la mañana (no eran las 5 am, apenas eran la 1, pero tuve que convencerla, para que no gritase o sospechase) Me dijo: ¡No le digas a nadie! ¡Por favor! La miré con una cara de incredulidad.

Ella me respondió temerosa y con mucha vergüenza, algo que marcaría el inicio de algo "grande". ¡Hago lo que quieras! Esas palabras me abrieron la posibilidad, sabía que si no aprovechaba. No habría otra oportunidad. Antes de que me dijera algo, había logrado recoger mi toalla, y taparme un poco. Razón por la que cuando ella me dijo que haría cualquier cosa, yo la vi con ojos picaros. Y le lancé mi toalla en la cara. Ella se sorprendió un poco, pero entre lo que se daba cuenta de lo que le había hecho, acerqué mi cuerpo a ella, y cerca de su oído le dije: ¿Lo que sea?

Posicioné mi pene en la entrada de su coño, y como si fuese un profesional, introduje mi pene dentro de ella, el cual para nada era virgen, pero se compensó con sus leves gemidos, y un leve si, que duró unos cuantos segundos. Ya la tenía engrapada a mí, pese a que era mi primera vez con una mujer de verdad, hice como si lo hiciera a menudo.

Mientras me la follaba, vi al frente nuestro uno de los espejos de la sala, el cual daba directo desde esa posición, a la escalera. ¿Le estaba siendo infiel a mi "coño"? Solo sabía que este era otro coño dispuesto a bien recibirme. Seguí en el vaivén por casi 10 minutos, los mejores de mi vida, mi pene por fin estaba en una vagina de verdad, follando una mujer de verdad, pensando en dejarla preñada perdí la consciencia por segundos, segundo que fueron suficientes para sin lugar a dudas, avizorar una gran corrida. Ella pudo sentirlo, pues mi pene comenzaba a latir de más, quiso quitarme, pero mi cuerpo era más grande, y evitó que eso sucediera.

Cuando estaba a punto de correrme, suavemente le dije al oído. ¡Aún no son ni las 2 de la mañana! Ella se dio rápidamente cuenta de lo que pasaba, con un ¡Qué! Pero nada ya pudo hacer pues mi cuerpo sobre el de ella le impedía moverse, y mis brazos sujetaban su cabeza a tal punto que solo le permitieron dar un pequeño gemido de placer cuando mi carga de semen salió directo a sus ovarios llenándole el útero por completo. La abracé fuertemente, aún con mi pene dentro de ella, como el sofá era ancho, aproveché y me acosté junto a ella, al punto que hicimos cucharita. Me quedé con ella unas horas, luego me levanté, la besé en la frente, y le di las buenas noches. Ella me miró con cara de niña asustada, y se encogió a seguir durmiendo.

A la mañana siguiente, salí a la sala. Ella estaba allí con mi hermana y el resto de sus amigas. Nos miramos unos segundos, y luego ella se fue con mi hermana, a su día de chicas. Era obvio que le había dado su madrugada de leche en su útero. Y como claramente era de esperar, a diferencia de las corridas que le daba a mi baranda, estas no hacían que quedara encinta. Sin embargo, la amiga de mi hermana si lo hizo. Al mes, mi hermana me hizo saber que su amiga iba a ser mamá. Razón suficiente para contactarle y decirle si debía hacer algo, pero ella me negó que fuera mío, me dijo que ya estaba embarazada para cuando ella lo hizo conmigo. Eso de alguna forma me rompió el corazón, y aunque fuera mentira, era claro que ella no me quería.

Como si fuese un esposo infiel, volví esa noche al filo de mi baranda, y tras despojarme de mis ropas, completamente desnudo la acaricié suavemente, posicioné mi pene sobre ella, y procedí a darle sube y baja en vaivén tantas veces me fue posible frotar mi trozo de carne, hasta que sentí como estaba a punto de eyacular, apresuré mis movimientos y procedí a soltar chorro tras chorro de leche, que terminaron rebalsando mi prepucio, al punto que toda mi esperma se esparció en "ella". Concluyendo cuando acerqué mis labios a ella y le dije: ¡Es a ti, a la única a la que quiero dejar preñada, y la única, como es que ya te lo he dicho, mediante la cual perder mis preciadas gónadas de tanto darte sin parar!

Esa vez, plena noche sin luna, totalmente en la oscuridad, procedí aún desnudo, a subir 3 peldaños hacia arriba, me situé de nuevo sobre mi baranda, pero "en el aire", enrollé mis piernas debajo de ella, así como mis brazos, quedando yo sobre la baranda desnudo, y abrazado a mi "amada". Mi rostro lo coloqué de lado, quedando abrazado a "ella". Vi la hora en el reloj de la sala, y eran las 2 am, decidí cerrar los ojos, incluso si eso significaba que me descubriesen, por la presión a los minutos sentí volverme a correr. Me quedé dormido por cerca de 2 horas, pues cuando abrí los ojos, eran las 4:12 am, Me sorprendió no haberme caído. Miré a todos lados, seguía calmado y oscuro. Decidí que era hora de dejar a mi "mujer" descansar tranquila, sino nuestro amor podía ser descubierto, y se acabaría. Bese a mi amada, en la misma zona donde me había corrido horas antes, y como buen amante, simule comerle el coño.

No me arrepiento de nada, de nada en absoluto, ella será la única a la que amaré tanto, y sobre la única en la que me correré el resto de mis días.

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