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La chica botera que le gusta el bondage

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Todo empieza en Barcelona, al ir a trabajar con mis 33 años y coincidir en el metro, en la línea verde casi cada día, con una chica morena, de unos 25 años, pelo largo, blusa blanca, con chaqueta de cuero negra, minifalda de cuero negra y sobretodo con sus botas planas negras de cuero, que le llegan justo por debajo de sus rodillas. Al ir coincidiendo muchos días, al final se van cruzando las miradas.

Cual es la sorpresa que un día al fijarme en su cara, veo que le sobresale por debajo de la mascarilla en su lado derecho un trocito, casi insignificante de cinta adhesiva gris. Me voy fijando en otros días y sólo se lo detecto en algunos, no siempre. Es un hecho que me extraña, entre mí pienso, “Hay días que debe de ir amordazada?, ocultando su mordaza con la mascarilla? Vaya morbo. Si es así, si se encuentra a alguien conocido, cómo saluda, si lleva la boca amordazada?, Si va a trabajar, al llegar, cómo saluda?, va directa al servicio y se quita la cinta adhesiva?, sin saludar a la entrada?, o con un sonido ahogado por la mordaza, saluda?” En definitiva, se me ocurren infinidad de preguntas sin respuestas…

Van pasando los días y el tema sigue igual, ella vestida de cuero, con sus botas planas y con nuestras miradas que se cruzan, sobre todo cuando nos sentamos cara a cara y ella con sus piernas cruzadas, destacadas por sus botas.

Un día al llegar a casa, empiezo a pensar “en que tendría que decirle algo, pero cómo? Si va amordazada no puede hablarme” Finalmente, se me ocurre escribirle en una hoja y entregársela. “Pero qué le escribo, qué le pongo?”

Decido escribirle unas pocas líneas: “Hola, me llamo Óscar, coincidimos muchos días, noto una atracción hacía ti, por tu forma de vestir y tus botas, también por tus miradas. Si lo deseas, podemos quedar para cenar éste sábado a las nueve en la entrada de El Corte Inglés de Catalunya. Ya me confirmarás”

Le entregó la hoja un jueves. Al verla le digo, “Hola, toma" y me alejo un poco de ella. Enseguida despliega la hoja y la empieza a leer. Cuando acaba me mira, me dice que sí con la cabeza, también el dedo pulgar de su mano derecha arriba y guiñándome el ojo.

Pienso, “perfecto”.

Llega el sábado. Llego en metro media hora antes. Todavía no está. A menos veinte la veo aparecer, con su melena al viento, su blusa blanca, con su chaqueta de cuero, su minifalda de cuero y sus preciosas botas planas negras de cuero. Y con una diferencia a los otros días cuando coincidimos, en vez de llevar mascarilla quirúrgica, va con una de piel negra. Cuando llega, nos miramos y nos damos un abrazo. Ella se presenta, “hola, me llamo Cristina". Encantado le digo.

“Vamos a cenar por aquí el Paseo de Gracia”, le comento. Me dice, “vale”.

Nos sentamos en una terraza, estamos en el mes de marzo y hace buena temperatura, se está bien. Viene el camarero, ella pide una cerveza, yo también. Mientras decidimos que comemos.

Pedimos lo mismo, una ensalada de primero y de segundo un bistec. Mientras traen las cervezas, nos sacamos las mascarillas, por fin le puedo ver su cara entera, es preciosa, con su nariz respingona y sus labios muy bonitos, con una sonrisa preciosa.

Nos miramos fijamente y nos sonreímos. Empezamos a hablar, tiene 26 años y vive independizada, sus padres tienen mucho dinero, su padre es arquitecto y ha contribuido en muchas obras, tanto de aquí el país, como en el extranjero. Ella vive en una urbanización en Sant Just Desvern. No tiene pareja, ha tenido tres novios, actualmente sin compromiso.

Yo le explico también mis andanzas y que actualmente estoy sin compromiso también.

Mientras vamos cenando. Entonces le pregunto el por qué de vestir así. Se sonríe y me dice que es “fetichista del cuero”, que le excita mucho llevar ropa así y sobretodo las botas. Me comenta “imagínate que tengo éste par de botas que llevo, para la calle y que en casa tengo otro par del mismo modelo, para llevarlas en casa". Entonces le pregunto, “así que en casa, vas con botas?” se sonríe y me dice que sí. Y que también va vestida de cuero, camisetas, pantalones cortos, vestidos, ropa íntima de cuero, pvc y látex también. Mientras pienso, “ufff, impresionante”.

Le pregunto que desde cuando tiene ésta atracción por el cuero, látex…. Me contesta: “Desde bien pequeñita, imagínate que deseaba que lloviera a menudo, para llevar chubasquero y sobre todo las botas de lluvia, jajaja, me encantaba. Cuando me levantaba y mi madre me decía, está lloviendo, me ponía toda contenta, por ponerme el chubasquero y mis botitas. Así que ya ves, me viene desde bien pequeñita" Entonces me sonrío y le digo, ahora entiendo que vistas así, jajaja. Ella también se ríe y me guiña el ojo.

Entonces me comenta que luego ya a partir de su adolescencia, que ya empezaba ir al cole con faldita tejana y botas negras hasta por debajo de las rodillas, disfrutaba llevarlas. Eso sí, siempre le ha gustado las botas planas, sin tacón. Le digo que muy bien.

Le comento que a mi también me vuelve loco el cuero y que cuando veo por la calle una chica con botas, me vuelvo loco. Ella se sonríe y me dice “ya, ya, sino fuera así, no estaríamos juntos ahora, jajaja"

Ya vamos comiendo el segundo plato y tengo en mente, preguntarle eso que le he visto varias veces debajo de su mascarilla, sobresaliendo un poquito… (la cinta adhesiva). Pero no sé cómo sacar el tema.

Finalmente me decido y le digo, una pregunta, ella me contesta, “dime”. Le digo “Mira, una cosa, hay días que debajo de tu mascarilla sobresale un poquillo de cinta adhesiva gris. Perdona por si te ofende, es posible que vayas por la calle amordazada?”. Ella de golpe se pone roja, se sonríe y me contesta “Sí, como te fijas en mí, eh?” Me sonrío y le digo que sí, claro, tratándose de una chica tan guapa como ella. Vuelve a sonreírse. Y le pregunto y eso, por qué vas así amordazada por la calle?

Entonces, me dice, “mira, me gusta mucho, en definitiva, que me vuelve loca también el bondage”. Entonces le digo, ostras, eso de ser atada, amordazada… Ella me contesta “sí, eso, pero sólo eso, el sado no me gusta, dolor, pinzas, cera, todo eso extremo no”. Entonces coge su bolso de piel negra, abre la cremallera y me dice, “mira al fondo, llevo unas esposas y un rollo de cinta adhesiva”. Ostras, me quedo de piedra, “por qué llevas eso encima”, me contesta “me excita llevar ese tipo de material en el bolso cuando salgo, ya ves, manías”. Le digo, increíble, vaya morbo. Le comento que también me atrae el bondage, que me da morbo eso de atar y amordazar a una chica. Ella se sonríe y me dice “pues ya lo sabes, aquí me tienes” y a continuación se pone roja. Entonces me río y le digo, vale, tomo nota, jajaja. Entonces le pregunto y cómo es que te gusta? Algún antiguo novio te lo hacía? Y ella me dice “No, no. Todo empieza siendo pequeña también, con dos compañeras del colegio, haciendo un trabajo de grupo, en casa de una amiga, entonces una de ellas sacó unas cuerdas y me dijo, Cristina, te vamos a atar y…

Viene el camarero y nos trae los postres, fresas con nata. Entonces le digo, Cristina, te imaginas en la cama vestida de cuero, con tus botas, atada, amordazada y lamiéndote la nata derramada encima de tu cuerpo… y ella rápidamente me contesta, uuuffff, “calla, calla, venga comemos los postres y si quieres vente a mi casa”. Me sale una sonrisa y le digo, “quieres que venga, mmmm, vale, jejeje”

Le digo, ya me contarás en otro momento lo de las compañeras del colegio. Ella me dice, sí, sí.

Por cierto, le pregunto, me has dicho antes que vives en una casa de Sant Just Desvern, ella me contesta sí, en la urbanización can soteres, calle Joan Rigol, número 40. Entonces le digo, ostras, ya sé donde está, había ido muchas veces por esa calle de la urbanización, por motivos de trabajo. Ella me dice, perfecto, cuando vengas sólo ya sabrás ir, jejeje.

Entonces me pregunta, “has venido en coche?” y le digo, no, en metro. Entonces ella me dice, pues venga, vamos al parking y para mí casa, allí ya tomaremos alguna copita. Le digo, vale. Entonces me levanto, “te invito, voy a la barra a paga”. Ella me dice “gracias”.

Al salir ella ya está levantada esperándome, con su chaqueta de cuero, minifaldita de cuero y sus botas. También ya se ha puesto la mascarilla de piel. Noto que la gente la observa, lógico.

Nos dirigimos al parking donde ha dejado el coche, en la plaza Catalunya, le digo, tengo ganas de llegar ya a tu casa y ella se ríe.

Llegamos al parking, tiene el coche a la -3 , nos acercamos a su coche, ya no hay ningún coche en el rincón donde lo tiene. Se dirige al Mercedes deportivo de dos puertas, pienso, vaya cochecito tiene la niña…

Entonces ella llega a la puerta del conductor, de golpe la agarro por la cintura fuertemente y ella me dice, “que haces, ahora no, suéltame”, mientras abro la cremallera de su bolso, ella “no, para”, cojo las esposas, agarró su muñeca derecha, forcejeamos un poco y se la pongo “click", ella “no, no, para por favor, no me esposes ahora", agarro su muñeca izquierda y por detrás la esposo junto a su muñeca derecha “click". Ya la tengo esposada con las manos atrás. Ella me dice, ahora que me vas a hacer, que vamos a mi casa, allí haremos de todo, venga suéltame, que no sabes ir a mi casa, le digo, no te acuerdas que te he dicho que sé ir…

Ella se enfada, venga ya, suéltame o gritaré. Le digo, mira, te saco la mascarilla y quiero que me beses. Si me besas bien, te quito las esposas y vamos ya a tú casa. Me dice “valeee", empezamos a besarnos, ella apoyada a la puerta del coche, le digo, abrázame, es verdad, no puedes, mientras ella se excita más y dice no puedo, no puedo, mientras se escucha el ruido metálico de las esposas. De golpe levanta su rodilla derecha y me empieza a rozar el pene, me dice, mmm, noto una cosa muy dura aquí, venga va, que te estoy besando bien, suéltame y vamos a casa para gozar. Entonces le digo, “basta ya, tantas prisas, de vamos a casa ya, vamos a casa ya”.

Empiezo a palpar su coño por debajo de su faldita y noto que su tanga está todo humedecido, una pasada, ella me dice, para, no me toques, entonces le saco el tanta de golpe para abajo y ella grita, “qué haces?, aquí no", calla ya, levanta una pierna, su tanga roza con su bota, venga, ahora levanta la otra rozando con su otra bota. Ella grita “para ya". Entonces le pongo mi mano derecha en su boca y le digo calla, ella se revuelve, mientras suenan sus esposas. Mi mano izquierda tiene su tanga y le digo, venga, abre la boca, ella no quiere, entonces con mis dedos índice y pulgar de la mano derecha le tapo la nariz, abre la boca y zas, tanga humedecido dentro de su boca, bien para dentro, ella “mmmppp", cojo de su bolso el rollo de cinta adhesiva gris, corto un trozo y hacia su boca, otro trozo justo a ras de su nariz, otro trozo por debajo de su barbilla, otro trozo en medio. Bien amordazada la tengo, de oreja a oreja. Ella suspira por la nariz y no para de gemir “mmmpppfff".

La agarro de su brazo izquierdo, la esposo por delante, le pongo la mascarilla encima de su mordaza y la introduzco al asiento del copiloto, le pongo el cinturón. Le digo, tranquila guapa, ahora si vamos a tu casa, ves, no te he hecho nada, ella me mira enfadada, “mmmpppfff". Te he puesto la mascarilla, aunque sea de noche, pero así disimulas de que vas amordazada, por si alguien te ve en un semáforo, jejeje. Ella “mmmpppfff". Bueno, pues vámonos, me dirijo al asiento del conductor y salimos del parking, con su ViaT que lleva al lado del retrovisor interior. Vamos hacia su casa. Paramos en un semáforo, le empiezo a palpar su coño, ella con sus manos esposadas me la aparta un poco y le digo, para, uy, como lo tienes si está chorreando, vaya, vaya, tienes problemas Cristina, vaya, pobrecita. Ella “mmmpppfffggg"

CONTINUARÁ

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