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La chica con su vecino

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Me vuelvo a presentar en este momento, tengo 21 años recién cumplidos y mi gusto por los maduros no ha cambiado, ni tampoco las personas que frecuento en el ámbito sexual.

Si quieren saber más sobre mí lean mí anterior relato que me describo mejor físicamente porque no tengo intenciones de describirme ahora sino de narrar una experiencia con mi hombre de 56 años que me hizo sentir en las estrellas. Detalle no menor para que se sientan en contexto, todo transcurrió en una zona rural dónde vivimos, por ende hay mucha discreción, pero también debemos ser cuidadosos nunca faltan ojos curiosos de algún campo; también que fue en medio de la cuarentena aunque no en la fase más estricta.

Fue una mañana no excesivamente fría, pero si una mañana otoñal casi invernal, desperté alrededor de las ocho salí de la cama no sin antes colocarme crema en mis piernas, revise mí celular pero nada atractivo había allí, continúe desvistiendo mi musculosa negra al tiempo que buscaba mí ropa y perfumaba mi cuello, cepille mi pelo y me mire al espejo, pise especial atención en mis piernas como se habían ido afinando, mi cadera tan marcada, mí culo pomposo y mis senos en su lugar viéndolos a través de la tela de la remera que había elegido, esa mañana no tenía previsto ver a nadie pero eso no me impedía arreglarme, al salir de la habitación deje él celular sobre la cama.

Al terminar mí desayuno vuelvo por mí celular y noto mensajes de Pablo, vamos a denominarlo así para cuidar su identidad, Pablo me había escrito un "Buen día mamii" por whatsapp impaciente por mí respuesta también lo había hecho vía mensaje de texto, ese que tenemos tan olvidado, un poco sorprendida frente a su efusividad y pensando esa mañana él estaría en la ciudad respondí formalmente ordenando cómo estaba y si no estaba en la ciudad, a lo que me respondo que no, que en treinta minutos saldría de su casa, que lo esperará un poco más alejada de mí casa y así fue, salí de casa sonrojada, la concha se me contraía de sólo pensar le darían leche.

Si tenía un deseo desmedido sobre él, debo admitir que soy una persona sumamente sexual y me gustaría una frecuencia sexual de día por medio aunque no puedo sostenerla porque no tengo con quién, él día anterior al haber ido a su casa a tener clases virtuales, él estaba allí así como también su familia así que no intenté pasarme de la raya, sólo me senté en la cocina y alisté mis libros para cuando iniciase la clase. Allí estaba concentrada esperando la hora cuando escucho la puerta abrirse, pero no di importancia pensando se trataba de su hija, sólo un año mayor que yo, cuando de repente alguien se me abalanza, besándome al tiempo que con una mano me sobaban los pechos y la otra me rozaba la entrepierna a través del jean, menuda manera de darme cuenta, era él quién venía hacía mí con una erección y un deseo sexual depravado sobre mí, al mínimo ruido se alejó de mí dejándome un tanto confundida por tanta efusividad dado que llevaba una semana evitándome.

Volviendo al punto que quería relatarles, si pasó por mí cerca de las diez de la mañana, bastante retrasado, pero eran tantas mis ganas que poco me importó su retraso, subí y comenzamos a andar hacía un campo que tiene cerca, yo recostada sobre su brazo, mismo brazo de la cuál su mano subía de mí entrepierna caliente hacía mis pechos ya sin corpiño, al tiempo que yo le masturbaba por sobre él pantalón, pequeña felicidad sentí cuando encontré su paquete gordo hacía un costado, mi mañana parecía ser maravillosa y lo fue, al llegar pasamos al asiento de atrás de la camioneta y comencé por hacerle un sexo oral de cinco estrellas, él quitándome a mí los pantalones comenzó a estimularme el clítoris con los dedos, yo no podía parar de jadear y gemir al sentir cómo con una mano me estimulaba la concha y con la otra él agujero del culo, me tenía por él cuello tragando hasta la garganta, comenzaba a ahogarme al tiempo que más fuerte tragaba, cuando comencé a sentir él gustito de las primeras gotitas de líquido preseminal, él consciente de esto acelero el ritmo de mi mamada tomándome por el cuello y estimulando aún más mis agujeros, me la saca de la boca y mirándome a los ojos aún llorosos por haber estado ahogándome me dice

P: ¿Quiere tragarla mami?

Yo: Si por favor quiero mí lechita de desayuno.

Vuelve a tumbarme la cabeza a la altura de su miembro, siguió estimulándome y empezó a meterme su miembro hasta casi llegarme a la tráquea, puso sus manos sobre mí nuca y empezó a descargar los chorros de leche caliente en mí boca, tenía un sabor especial, había sido un manjar, se incorporó sobre él asiento viendo mí cara inconforme y sin decir nada volví a succionar ese pedazo de carne que debía volver a pararse, cuando recupero él aire siguió estimulando mi agujerito del culo con cara pícara.

Cuando volvió a estar erguida nuevamente pare mí succión...

Yo: Métemela ya que no aguanto más

P: Vamos por esa conchita que no da más.

Recostándome al asiento comenzó a jugar con la glande sobre mis labios vaginales, haciendo subir y bajar la cabeza de su pene por mí, dejándolo brilloso y bañado en fluido, disfrutaba ese juego diabólico de hacerme gozar con la puntita mientras mamaba de mis pechos cual bebé recién nacido, en un momento me embistió sin decirme nada y me arqueé de placer, sin poder expresarme en palabras lo traje contra mí sentándome más en él borde, levantando aún más las piernas, que entrase hasta los huevos de ser posible.

Yo: Me vengo ya, sosteneme que no siento las piernas.

Él sólo me apretó aún más contra su cuerpo y al mismo tiempo que yo me inundo de leche caliente, sin haber perdido virilidad le ordeno me la ponga en él culo, me acuesta intentando ponérmela acostada pero no me sentía cómoda.

Yo: Vamos en cuatro que así me puedo tocar el clítoris o pellizcar los pezones.

P: Me encanta ver cómo te tocas, que de tan caliente que estás no te alcancen sólo mis pijazos en el culo.

Efectivamente estaba tan lubricada que ni saliva preciso echarme que ya la tenía adentro, cuando comenzó un vaivén tranquilo, sin ser agresivo, yo gozaba cada centímetro que entraba y salía de mí ya girasol, busque su mano y lo lleve hacía mi vagina para que él también me estimulará conmigo, atraje su mano hacia donde yo quería, retorciéndome de placer sentía como mis fluidos me corrían por las piernas y pegoteaban él tapizado de cuero.

Yo sin poder parar de gemir del placer que estaba experimentando sentía como cada vez mis piernas temblaban más y más, sin poder sostenerme en posición me deje contra él vidrio de la puerta y sobre mí cayo él con su peso dándome otra embestida de lo más violenta que volvió a ponerme a mil, él notando mi estado en esa posición tomándome por las caderas comienza un vaivén frenético, sentía como bombeaba y sus huevos hacían plaf contra mis nalgas y sus dedos ahí abajo tocándome porque yo sólo podía tener recostada, era tanto placer él que estaba experimentando, cuando…

P: ¿Estas bien?

Yo: Si, estoy extasiada.

P: Ay mami me vengo, me vengo.

Y así fue como una oleada de leche caliente me escurría luego, se limpió y sin darle tiempo a nada comienzo a mamarla nuevamente, para mí sorpresa respondió a mis lengüetazos al tiempo que él intentaba masturbarme, me contraigo pero rápidamente tuve que aflojar y abrí mis piernas cómo una bailarina de danza clásica para que él tuviera libre acceso a mis profundidades.

Yo: Vamos por otro polvito más si tenés tiempo.

P: ¿Te parece?

Yo: Si, sería un crimen no hacer número par.

Vuelve a colocarme boca arriba y comienza con embestidas suaves.

Viendo como su pija entraba y salía de mí, cómo mis dedos me estimulaban sin cesar, de vez en cuando baja a mordisquear mis pezones, de repente levanto mí mirada y lo veo concentrando en su labor, estaba notablemente cansado, sudado y excesivamente colorado por él calor que experimentábamos allí.

P: Me vengo nuevamente, dónde querés la leche.

Yo: Ahí mismo la quiero, por favor.

Se dejó caer sobre mí al tiempo que su leche caliente me hacía temblar, todo mí cuerpo se arqueo del placer, no podía sentir mis piernas, así quedamos, él tumbado sobre mí, recuperando él aliento por lo vivido.

Llevábamos casi dos horas cuando decidimos era hora de volver a nuestras respectivas casas, nos vestimos, él se lavó con una botella de agua traía en él suelo y yo sólo volví a poner mi ropa oliendo a sexo, a sudor, oliendo a mí hombre y sobre todo despeinada.

Esa mañana me dejo a unos dos kilómetros de mí casa, él sol del mediodía quemaba mis mejillas aún rojas y mis piernas se negaban a cobrar fuerza, sólo podía dar pasos cortos e inseguros, mi cuerpo aún no respondía cómo debía hacerlo.

Dejo mi email por si quieren hacerme sugerencias, contarme experiencias similares, no busco sexo virtual ni nada parecido; quizás falten diálogos pero no los hay, cuando estamos juntos nuestros cuerpos y miradas hablan por nosotros, no puedo recrear diálogos ficticios no me sentiría cómoda ni fiel a lo que fue mí vivencia.

Por aquí me hacen llegar sus comentarios... [email protected]

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