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La chica del centro comercial

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Ya comenzaba la segunda semana de tres que tenía que pasar en Frankfurt, Alemania. La compañía para la que trabajo me envió a capacitarme en un nuevo servicio que se planea implementar. Mi viaje se resumía a trabajar 10 horas y salir a buscar que comer. Al salir de trabajar las selecciones culinarias siempre eran un debate pues éramos un grupo de cuatro personas compartiendo un solo vehículo. El tener esta dinámica limitaba grandemente el viaje a tan interesante ciudad.

Un día uno de los del grupo propuso volver a un lugar que ya habíamos visitado y que no me gustó para nada. Les dije que podían ir, que me dejaran en el centro comercial que quedaba de camino y que cualquier cosa me recogieran de regreso o yo podía tomar un Uber si no coincidíamos en la hora de nuestro retorno al hotel. Así lo hicimos y una vez llegué al centro comercial comencé a caminar sin rumbo. Visite algunas tiendas que no hay en donde vivo primero. Me compre varias piezas de ropa. Me tomé un café y decidí buscar un lugar para comer. De camino vi una boutique de lencería. No se parecía a nada de lo que estaba acostumbrado a ver en mi Puerto Rico, lugar de donde soy. Solo con ver las piezas de la vitrina noté que era una tienda muy fina. Soy un hombre fanático de la lencería y no pierdo ninguna oportunidad para admirarla. Entre pensando en mi amiga con privilegios a quien se le vería muy bien varias cosas que allí vi. Estuve un buen rato en la tienda pues las barreras del lenguaje atrasaron mi compra. Compre cuatro sets diferentes los cuales pienso llevarle de sorpresa para que me las modelara cuando nos volviéramos a ver.

Una vez salí de la tienda me dirigí a un restaurante italiano que me recomendó la vendedora de lencería. De camino tenía que cruzar un pasillo lleno de puestos de diferentes cosas. Normalmente suelo ignorar a los empleados que se lanzan encima de uno a tratar de venderte su producto. Ya había esquivado varios cuando vi un cuerpo escultural que me dejo perplejo. La chica era de tez blanca pero algo bronceada y traía puesta una minifalda negra que revelaba unas piernas tonificadas con muslos anchos. Tenía puesta una blusa blanca que, aunque no exponía mucha piel, si revelaba un torso fino y unos senos firmes medianamente grandes. Ella pudo notar que me le quede mirando, cosa que uso para acercarse a mí. Con una mirada picara señaló el paquete donde tenía la lencería y me dijo “ist das für mich”. Yo que no se ni pizca de alemán le conteste lo que me había salvado en todo mi viaje “Ich spreche kein Deutsch, nur Englisch oder Spanisch”. Le había dicho que no hablaba alemán que solo hablaba inglés y español. Pensé que me salvaría de decirle que no me interesaba lo que sea que vendía, pero para mi asombro me contesto con un marcado tono español que ingles no hablaba pero que si hablaba español perfectamente.

Esto hizo que me detuviera ante ella. Le pregunte que era lo que me había dicho inicialmente. Ella con su cara picara me dijo que me pregunto que si lo que tenía en la bolsa de la tienda de lencería era para ella. Lo primero que se me ocurrió decirle fue que si lo que había en la bolsa le servía se lo podía quedar. Ella se rio y me dijo que no esperaba esa contestación. Había usado líneas parecidas antes con hombres y normalmente se ruborizaban y se iban caminando rápido. Yo le dije que no era el tipo de hombre que se intimidaba con ese tipo de comentario. Me sonreí y ya me iba a ir cuando ella me contestó que al menos se merecía enseñarme lo que vendía. Yo no tuve más remedio que darle par de minutos de atención pues aún no era hora de que mis compañeros llegaran a buscarme.

Resulta que la chica vendía productos para el cuidado de la cara de los hombres disque con sales del Mar Muerto. Me dijo que me podía dar una demostración así que me pidió que me sentara en una silla reclinable que tenía en su puesto. Allí comenzó a hablarme de toda la línea de producto que ella trabajaba y también comenzó una conversación trivia para ganarse mi confianza.

Ella comenzó preguntándome que de dónde yo era y a que me dedicaba. Le contesté que era abogado y puertorriqueño. Al escuchar mi contestación rápido hizo alusión al reggaetón y la salsa como antes de ella hicieron varias personas al escuchar la misma contestación. Ella me dijo que era natural de España lo cual me pareció obvio por su acento y que estaba en Alemania estudiando artes gráficas especialmente la escultura. Seguimos la conversación trivial y volvimos a la venta de sus productos. Yo estaba algo reacio a comprar lo que ya vendía lo cual entiendo le pareció un reto. Su próxima movida fue comenzar a aplicarme algunas cosas en la cara. Para hacer esto se acercó mucho a mí, poniendo su pecho casi en mi cara. Tengo que reconocer que esta movida suya comenzó a ponerme un poco nervioso pues ella era realmente muy atractiva. Cuando me aplicaba una crema en el área cerca del cuello lo hizo de una manera que se sentía muy placentero. A la misma vez me hablaba de los efectos de la crema casi susurrándome y mirándome fijamente y a corta distancia a los ojos. Por un momento pensé que me iba a besar de lo cerca que ya estaba.

Al preguntarme si le interesaba comprar el producto que me aplicó le dije que no. Esta contestación no la desalentó, al contrario, hizo que sus esfuerzos incrementaran. Sacó una crema que también servía de loción para después de afeitar y comenzó a aplicármela en la cara. Me dijo que me relajara e inclinó un poco el espaldar de la silla. Como mi cara ahora estaba un poco más lejos de ella, se recostó más hacia donde estaba yo y puso su rodilla entre medio de mis piernas. Pude ver que esto revelaba la mayor parte de sus muslos pues su ceñida falda subió un poco más. Yo estaba empezando a pensar que, si ella seguía tan cerca, tocándome y hablándome como lo estaba haciendo iba a terminar teniendo una erección en medio de aquel centro comercial. No sé si la crema también se utilizaba en el pecho, pero ella comenzó a frotarme la parte expuesta de mi camisa y a susurrarme datos de su producto de una manera casi erótica. Comenzó a muy disimuladamente frotar su rodilla contra mi entrepierna. Esto sí hizo que comenzará a tener una erección. Ella maliciosamente me preguntó que si todavía no quería comprarle sus productos. Yo me quedé pensando y ella viendo que ya me tenía bajo su control me miró aún más cerca, tanto que esta vez sí pensaba que me iba a besar. Ahí me susurró que había notado que su “producto” me había encantado. Yo que ya sentía que no podía controlarme y rodeado de tanta gente opté por ceder y decirle que me llevaría varias cosas. Ella se sonrió, pero no sé retiró de su posición inmediatamente, lo hizo luego de decirme que había sido muy divertido el venderme su producto y que había sido su cliente favorito. Le pedí que me permitiera unos minutos en la silla antes de ponerme de pie. No podía hacerlo inmediatamente pues aún tenía mi erección. Ella me dijo que me podía quedar todo el tiempo que quisiera a lo que ella me empacaba lo que había comprado. Una vez recompuesto le di mi tarjeta de crédito, le di la mano y me despedí. Al final ella me detuvo para decirme que tenía unos ojos muy bonitos y expresivos. Yo aun abrumado me sonreí y seguí mi marcha. Casi al instante recibí una llamada de mis compañeros de trabajo, diciéndome qué pasarían por mí en varios minutos. No pude llegar al restaurante que me habían recomendado así que tuve que comprar una hamburguesa en un restaurante de comida rápida americana.

No podía quitarme de la mente a esa mujer a la que ni siquiera pedí su nombre. En el camino supe que se llamaba Yolanda porque estaba impreso en el recibo de compras que también revelaba que había comprado 150.00 euros en productos para la cara. En ese momento esto no me causó efecto pues solo pensaba en la voz, caricias y cuerpo de Yolanda. Llegué a mí a mi habitación y antes de comer decidí darme una ducha. No pasó mucho tiempo en la ducha cuando comencé a pensar en Yolanda nuevamente lo cual me llevó a agarrarme en miembro que ya estaba erecto. Todas las cosas morbosas que me pasaron por la mente hicieron que disfrutara mucho la ducha y que llegara a una rica venida. Una vez pasada la excitación, llegó la razón a mí y me di cuenta de que esta chica usó todas sus técnicas seductoras para lograr una excelente comisión a cuenta mía. Realmente me sentí usado y algo enojado pues no solía caer en este tipo de cosas, además de que no tenía planes en adquirir tanta mercancía para cuidado de manos y cara. Normalmente soy un hombre que tengo mucho control sobre mis actos y el hecho que una desconocida hubiera tenido control sobre mí en tan poco tiempo me tenía frustrado.

Pasaron unos días y aún me molestaba mucho el haber caído en la compra más innecesaria de mi vida. Decidí volver al centro comercial y devolver lo que había comprado. Una vez allí caminé directo al puesto donde me atendió Yolanda, pero ella no estaba trabajando. En su lugar había una chica alemana que hablaba un poco de inglés y pudo honrarme la devolución. Pude recuperar mi dinero y deshacerme de aquellas malditas cremas, pero me decepcionó no hacer la devolución con Yolanda y al ver su reacción sentirme empoderado ante ella. Le pregunté a la dependiente por ella y me dijo que ese día Yolanda trabajó el turno de la mañana. Le di las gracias y me fui restaurante italiano que tenía planeado ir en el otro día que estuve en el centro comercial. Como estaba solo pedí un espacio en la barra del restaurante.

Allí pedí una copa de vino y también pedí el menú para ver que iba a comer. De repente escuché una voz conocida que me preguntaba cómo me iba con las cremas. Al voltear encontré a Yolanda parada al lado mío. Lo primero que salió de mi boca fue preguntar si ella también trabajaba en ese lugar. Con una carcajada me comentó que estaba allí pues era su restaurante favorito del centro comercial. Le dije que había devuelto las cremas y que la felicitaba por ser tan buena vendedora pues me pudo vender algo que con cabeza fría me di cuenta de que no necesitaba. Ella insistió en la calidad de su producto, pero aceptó con buena cara que las haya devuelto. Me dijo que disfrutó mucho mi lenguaje corporal y lo expresivo de mis ojos ese día. Le pregunté que, si hacía eso con todos sus clientes y cambiando su expresión a una seria me dijo que no, que el hecho de que podíamos comunicarnos en nuestros lenguajes principales le hizo más fácil el poder conectar un poco más conmigo. Me explicó que solo llevaba viviendo un año y medio en Frankfurt, y que aún no dominaba el lenguaje alemán del todo, lo cual hacia fuerte comunicarse con mucha gente allí.

Yolanda se sentó justo a mi lado en la barra. Traía el mismo tipo de falda que el otro día, pero esta vez en gris oscuro. Al sentarse volví a apreciar sus muslos sin disimulo, ella no lo noto pues le decía al barman que ella invitaba la copa de vino que me iban a servir. Le dije que no era necesario y ella me dijo que insistía pues quería hacer las paces conmigo luego de la venta innecesaria. La cosa es que nos tomamos par de copas mientras comíamos y conversábamos. La frívola vendedora resulto ser una ambiciosa y talentosa artista con muchas metas y sueños por cumplir. También resulto ser increíblemente encantadora y cómica, dos cosas que me atraen mucho de una mujer. Finalmente pedí la cuenta y ella insistió en pagar. Le dije que cada cual pagaría su parte con la excepción de la primera copa. Al despedirnos le pedí su contacto pues pronto volvería a Puerto Rico y entre la conversación me dijo que siempre había querido ir. Quería seguir conversando, pero ella tenía algo pendiente en su agenda. De despedida le di la mano, ella me dio la suya me halo hacia ella y me dio un beso en la mejilla. Se fue caminando y me quede mirando su hermoso trasero. Ella se viro y me dijo que disfrutara la vista.

Llegue a mi hotel y nuevamente seguía pensando en ella. Tenía su número, pero no quería parecer cursi y textearla tan rápido. Hice algo que tenía pendiente del trabajo cuando recibí un mensaje de ella. Decía que se quedó con la curiosidad de saber que había en el bolso de lencería. Yo con sonrisa en boca saque los cuatro sets de lencería y le tome una foto. Le envié la foto a ella y le dije que seguía la oferta de que si le servían se los podía quedar. Ella me envió un emoji pícaro sin más contestación. Pensé que con esto se había acabado la conversación. Su próximo mensaje leía “estoy en el lobby de tu hotel, cuál es tu número de habitación”. Me puse realmente nervioso, no sabía si era una broma, pero corrí a recoger el cuarto. Una vez recogido le envié el número de mi cuarto y en menos de 5 minutos sentí que alguien tocaba a mi puerta. Abrí la puerta y allí estaba ella con una botella de vino espumoso y dos copas. Le deje pasar, ella solo me dijo que abriera la botella. Fue a donde estaba la bolsa y saco un set de encaje negro. Se fue directo al baño y cerró la puerta. Escuche la ducha activarse, me sentía ansioso, parecía chico virgen a punto de tener su primera experiencia.

Abrí la botella y serví las copas. Unos minutos después se abrió la puerta y ella salió cubierta con una bata de baño de las que ofrece el hotel. Tomo la copa y me dijo que me sentara en la cama. Yo aun en mi papel de chico virgen seguí sus instrucciones. Ella caminó por el cuarto y cerro las cortinas. Se dirigió a donde yo estaba y se paró justo como a 4 pies frente a mí. Me extendió la copa para chocarla con la mía y me dijo Salud. Se dio un sorbo de la copa y la puso en la mesa que estaba cercana.

Volvió a pararse frente a mí y dejando caer la bata al piso me dijo “creo que si es mío”. Se revelo un cuerpo mucho más espectacular de lo que había pensado. Mis ojos reflejaron el deseo que llevaba por esa mujer desde que la vi en aquel pasillo. Sin decir palabras le hice una señal con mi dedo para que diera la vuelta y poder apreciar aquella lencería por todos lados. De veras parecería que había comprado eso exclusivamente para ella. Me disfrute pulgada por pulgada de su cuerpo y mi cara lo reflejaba. Aproveché y me di un sorbo de la copa y ella me la quito. Puso mi copa junto a la suya y agarro mi cabeza justo como lo había hecho antes cuando me aplicaba crema en el cuello. Se cercó y me dijo susurrando “desde que vi esos ojos expresivos y sentí tu erección en mi muslo no he dejado de pensar en ti”. Esta vez la cercanía si termino en un beso corto pero intenso. Ese beso llevo a otro más largo y a mitad de este la agarre y la trepe sobre mí. El próximo beso fue largo y profundo, puedo decir q estuvimos minutos sin despegarnos. Una vez nos despegamos nos miramos fijamente a los ojos y se me escapo un “me gustas mucho”. Ella imitando a Han Solo en Star Wars se limitó a decir “Lo sé”.

Ahí ya los besos eran salvajes, mordidas en los labios y cuello. Le agarré por las nalgas y se las apreté fuertemente. Ella comenzó a quitarme la camisa y besarme el cuello y pecho mientras yo empecé a hacer lo mismo. Comencé a besar su pecho hasta llegar a sus senos y ahí subí el sostén para descubrir unos pequeños pezones color marrón, los cuales inmediatamente metí a boca. No quería quitarle la ropa por lo mucho que me gustaba como le quedaba, pero, ya el sostén me estaba estorbando. Ella me ayudo a quitárselo e inmediatamente comencé a chupar su pezón y jugando con la punta de este con lengua. Esto hizo efecto inmediato pues sentí como me clavo las unas en mi espalda al contacto de mi lengua.

Luego ella empezó a mover sus caderas adelante y hacia atrás sintiendo mi bulto ya duro. Luego de un rato de comerme sus tetas me empujo hacia atrás quedando mi cabeza encima de la almohada y apoyada al espaldar de la cama. Me quito los pantalones y ropa interior y beso mi abdomen hasta llegar a mi miembro completamente erecto. Lo agarro con su mano derecha y comenzó a masajearlo mientras lo miraba fijamente. Empezó a hacerme una paja hasta que no resistió y se lo metió a la boca. Comenzó a chuparme la cabeza mientras seguía pajeandome, luego comenzó a darme mamadas lentas, pasando su lengua por todo el tronco de mi pene. Ya cuando sintió que mi respiración se había alterado comenzó a darme mamadas intensas apretando sus labios. Era tanta la succión que sonaba una liberación de aire cada vez que salía mi pene de su boca. Siguió ese ritmo hasta que comencé a perder la razón y a gemir. Esto parece que la excitó más pues pensaba que me haría venir y comenzó a aumentar la frecuencia de sus mamadas. Yo, que aún no me quería venir, la agarra por los hombros y la subí sobre mi hasta que su entrepierna quedo en mi cara.

Con mi pulgar comencé a frotar su entrepierna y pude sentir que estaba completamente mojada por como resbalaba la entrepierna de su panty contra su vulva. Ella comenzó a hacer movimientos pélvicos en respuesta a lo que mi pulgar le hacía. Me detuve solo para mover el panty hacia el lado y exponer aquella vulva totalmente depilada. Continue frotando con mis dedos su vulva, esta vez enfocándome en su clítoris. Frotaba su clítoris con movimientos circulares lo que aumento el volumen de los gemidos que inundaban el cuarto. Ya veía como se arqueaba su torso cuando de repente cambie mi dedo por mi lengua. El primer contacto de mi caliente lengua causo un gemido grueso, casi un grito he hizo que desplomara, dejando caer su cuerpo contra mi cara. Ella se apoyó del espaldar mientras yo comía su caliente vulva. La agarre por las nalgas y la empuje hacia mi como si me estuviera comiendo salvajemente un melón. Mis lenguazos no tenían misericordia, con cada gemido más creativa se ponía mi lengua. Tomaba pequeños momentos para respirar y admirar como aquella diosa se veía encima de mí. No pasaron dos minutos cuando sentí que se venía en boca y su cuerpo tembloroso se aflojo y se dejó caer boca arriba a mi lado.

Dejé que se contuviera y esta vez fui yo quien le abrió las piernas y comencé a introducir mis dedos dentro de ella. Ella sutilmente acomodo mis dedos a la forma que más placentero los pudiera sentir y dirigió las primeras penetraciones. Una vez conseguí el ritmo ella soltó mi mano y comenzó a disfrutar lo que hacía. No pude evitar volver a usar mi boca. Combine los dedos con mi lengua para que ella llegara a su segundo orgasmo casi inmediato. Esta vez no le di oportunidad y seguí hasta lograr un tercero. Cuando iba a seguir me dijo entre gemidos que por favor se lo metiera y yo como amante obediente así lo hice. Me moví hacia encima de ella, volví a mover el panty hacia el lado y acomodé la cabeza caliente de mi pene en la entrada de su vulva. Mirandola fijamente a los ojos lo clave completamente, ganándome que me clavara sus uñas en mis nalgas. Apoyé mis manos en la cama y comencé a envestirla en posición de misionero. Así nos besamos apasionadamente mientras la penetraba y ella me rodeaba con sus formados muslos.

Cambiamos de posición y ella esta vez se fue arriba de mí. Ella apoyo sus manos en mi pecho y comenzó a moverse para adelante y atrás con movimientos fuertes y realmente placenteros. Mi pene llenaba completamente su cavidad sin necesidad de salir. La agarre por la cintura para yo poder robarle la guía de nuestro ritmo, pero Yolanda me las saco y me las puso detrás de mi cabeza. Claramente quería dominar la acción y yo simplemente volví a obedecer. Siguió sus movimientos y yo en mi desesperación la agarre por el cuello, no con intención de asfixiarla, aunque con firmeza, mi intención era lograr ver sus ojos mientras sentía mi carne dentro de ella. Ver el placer en su cara era una vista inigualable. Esta mujer podía hacer conmigo cualquiera cosa que ella se propusiera y yo no presentaba resistencia. En medio de aquellos movimientos tuvo otro intenso orgasmo y me lo hizo saber clavándome las una en mi pecho. Siguió sus movimientos, pero ya se veía exhausta, entonces fue ella misma quien movió mis manos de su cuello a sus caderas, ordenándome sin palabras que yo podía tomar el control. Comencé a envestirla levantándola y clavándola repetidamente hasta que nuestros cuerpos aplaudían de placer. Esto la llevo a un último orgasmo que fue acompañado de la caliente sensación de mi semen llenándola toda por dentro.

Se dejo caer sobre mí y estuvimos besándonos un rato hasta que ambos nos quedamos dormidos. Cuando desperté ya era de mañana y Yolanda se había ido, además de todas las marcas de uñas en mi cuerpo y una sensación de placer inmensa, me dejo una nota que leía “No sé para quien eran estas lindas piezas, pero ya son mías al igual que tú. Te espero en mi apartamento esta noche, trae vino”.

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