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La cocinera ardiente

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Leonela era la cocinera de Salomé una empresaria hermosa de 35 años que con la comida tenía gustos tan refinados como ella. Llevaba trabajando para esa mujer desde que tenía 20 años y ahora Leonela tenía 25 años, la cocinera era de piel morena y tenía muy buenas proporciones en cuanto a sus pechos y a su trasero que cada vez estaba más grande.

Ese día la cocinera le había puesto un ingrediente especial a la comida de su jefa.

-Leonela- la llamo la elegante mujer con su habitual tono suave de voz en cuanto se terminó su comida.

-Dígame señora- acudió rápidamente hacia donde se encontraba la mujer.

-La comida esta vez tiene un sabor diferente.

-¿Si?.

-Es un sabor que no he podido identificar aunque me ha encantado ¿usaste un ingrediente nuevo?

-Si señora uno muy especial- Leonela se acercaba lentamente a Salomé mientras que disimuladamente se abría más el escote.

-¿Puede decirme cuál ingrediente es?

-Una buena cocinera jamás revela sus secretos.

Salomé se incorporó quedando frente a frente con su empleada.

-No le diré a nadie.

-Está bien, mi señora, el ingrediente exótico que le he puesto a su comida ha sido jugo de mi vagina.

-¡Eres una insolente!- le grito la señora Salomé con toda su furia.

-No es la primera vez que lo hago, solo que usted no se ha dado cuenta antes- confeso la cocinera.

-¡Esto que tú hiciste es incorrecto en todos los aspectos! ¿Cómo te atreves a alterar de esa manera la comida de la señora de la casa? ¿Quién te crees que eres?

-Solamente hice lo mismo que hace usted cuando no tiene a sus hombres de lujos por los cuales paga una elevada suma de dinero.

-¡Lo que yo hago con mi dinero no es asunto tuyo!

-Claro que no es asunto mío, señora Salomé ¿pero usted piensa que no la he visto masturbarse frenéticamente a la medianoche cuando se encuentra en soledad?.

-¡Pasaste todos tus límites, debería despedirte ahora mismo!

Salomé se acercó furiosa a su empleada Leonela para darle una bofetada, pero la chica retrocedió y le dijo:-Puede despedirme o comerme el culo para probar mi sabor, seguro que le encantará.

La señora Salomé en su ataque de furia le arranco la falda a la cocinera junto con su tanga y ese culo redondo color chocolate quedo a la vista de la jefa, después a las bofetadas que no pudo dar en el rostro de la empleada se las dio fuertemente en el trasero acompañadas de gemidos provenientes de la boca de Leonela que movía el culo de una manera muy provocativa. Aun así la señora seguía enfadada y metió su lengua con mucha fuerza dentro del trasero de esa rica puta y la empezó a mover rápidamente como lo hacía cuando le estaba chupando la verga a uno de sus hombres de lujo.

Paso una hora y Salomé seguía estimulándole el culo a su empleada con toda la velocidad de su lengua, las piernas de Leonela empezaron a temblar y la señora se retiró de su trasero escupiéndole saliva dentro del agujero, luego le dio otro buen par de nalgadas diciéndole a la cocinera que se lo merecía.

Después la jefa se desnudó dejando toda su blanca piel al descubierto y su empleada se sacó sus senos morenos afuera del uniforme.

Salomé fue a su habitación y trajo unas pinzas para los pezones de Leonela, se los puso aplicando la presión suficiente para que se sintiera excitada y luego le coloco un collar de color negro con una correa de cuero en el cuello. Abrió sus blancas piernas enseñando su rosada vagina y con un solo tirón de la correa la cabeza de la chica morena quedó hundida en su concha.

-Chupámela puta- le dijo al tiempo que hacía movimientos con su pelvis contra el rostro de Leonela que se apresuró a sacar su lengua para estimular a la señora.

La lengua de Leonela iba cada vez más rápido sobre la concha de Salomé, se la estaba estimulando con ágiles movimientos circulares mientras la señora apretaba cada vez más fuerte el cuello de su empleada diciéndole que era una puta y que la chupaba muy bien como una zorra debía hacerlo.

Salomé dio un último tirón más fuerte que todos los anteriores, agarro la cabeza de Leonela con fuerza y se la hundió más profundo en su concha para poder eyacular en el rostro de la chica morena.

Salomé fue a la cocina y agarro un rodillo de cocina de unos 20 centímetros de longitud, lo escondió atrás de su espalda para que Leonela no lo vea y le pidió que se ponga en cuatro con el culo bien parado, la chica morena obedeció y Salomé con un solo movimiento penetro a la cocinera con el rodillo metiéndole bruscamente la punta en el trasero haciendo que la muchacha gritara de dolor y placer.

-¿Qué me ha metido señora?

-Un rodillo de cocina, querida ¿lo estás disfrutando?

-Si, pero me duele.

-Me encanta que te duela, esto es por lo que le hiciste a mi comida- demoro unos segundos y luego se lo metió hasta por la mitad con toda su fuerza a la vez que empezaba a hacer los movimientos de embestidas como si fuese una verga lo que estaba dentro del culo de Leonela.

La embistió con ese rodillo de cocina hasta un poco más de la mitad y Leonela se retorcía mientras daba gemidos cada vez más altos, a la muy zorra le encantaban las cosas gruesas que le rompieran el culo, luego de unos minutos Salomé decidió sacarle el rodillo de adentro del trasero y lo lambió chupando los jugos vaginales de la morena.

-Ay, señora- exclamó la chica.

-Chupalo tú también- fue la respuesta de Salomé a la vez que se lo tendió y Leonela le paso la lengua mirando fijamente a la mujer.

-Te mereces un premio- dijo la jefa.

-Acuéstate en el piso y te lo voy a dar- agrego dando estas indicaciones y como siempre la muchacha obedeció al instante. Salomé apunto con su vagina directo a las tetas de Leonela y descargo una maravillosa lluvia dorada en esos senos.

-La lluvia dorada de mi señora, que rico- dijo la chica lambiéndose los pechos con desesperación.

-No te apures, queda un poco más- se sentó en el rostro de la cocinera y el resto de ese elixir exquisito termino en la garganta de Leonela.

-Ahora es mi señora la que se merece una recompensa por darme tanto placer, le pido por favor que se siente en el sofá- le dijo Leonela a Salomé.

La mujer se inclinó y beso suavemente los labios de la chica antes de obedecer. Leonela se paró al frente de Salomé y luego se sentó arriba de ella, pero mirando hacia un costado, su vagina busco la concha de su jefa y se unieron, empezaron los movimientos conocidos como tijera por parte de Leonela y Salomé la tomo suavemente de la nuca para esta vez darle un beso de lengua, después poso sus manos en la cintura de la chica para hacerla saltar.

-Sienta que rico que es esto, mi señora, mi jefa, mi dueña.

-Movete más rápido, mi amor, haceme acabar- grito Salomé presa de un enorme placer producido por el contacto de las vulvas que de tanto frotamiento ya se estaban empezando a poner húmedas, pero ella quería más, lo que ella quería era hacer el amor con Leonela hasta que no pudieran más, hasta que las dos tiemblen y terminen con las conchas bien rojas. La chica era muy buena siguiendo órdenes, dentro de unos minutos ya había hecho terminar a Salomé quedo agotada y como Leonela quedo cansada encima de ella aprovechó para tomarle los senos con ambas manos para besarlos, pues, no se iba a quedar con ganas de devorarlos, además el sabor de la lluvia dorada estaba de lo más rico para mezclarlo con mucha saliva. Cuando Salomé terminó de estimular las tetas de Leonela ella le preguntó si podía dormir en su dormitorio esta noche.

-Te vas a quedar a dormir todas las noches conmigo desde hoy- fue la respuesta definitiva de Salomé.

(10,00)