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La conductora de Uber. Sueño hecho realidad

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Estoy convencido que las mejores vivencias y las más placenteras son aquellas que surgen de la nada, sin ser planeadas. Esta experiencia me sucedió con una conductora de Uber. 

Ese día fue bastante caótico ya que me tocó dar un curso de rescate durante todo el día. Desde las 6 de la mañana hasta las 10 de la noche. Francamente al finalizar el día ya me sentía destruido. Solo deseaba llegar a casa, darme un baño y caer rendido a descansar unas cuantas horas antes de iniciar la siguiente jornada laboral.

Francamente sentí flojera de usar el transporte publico ya que en la noche se vuelve escaso y es demasiado lento. Quien viva en la CDMX sabrá a que me refiero.

Pedí un Uber sin importar lo que me fuera a cobrar. Solo deseaba llegar a casa. Después de unos minutos de espera, por fin un conductor decidió tomar mi viaje. Es difícil que algún taxi quiera ir de Polanco hacia el Ajusco. Conductor: Cecilia en un Kia rio negro. Fue curioso ya que nunca me había tocado una mujer como conductora de Uber así que pensé que seria una experiencia un tanto diferente a los demás viajes.

Después de 15 minutos de espera y de estar empapado por una lluvia que se soltó de repente fue que llegó Cecilia. Subí al auto lo más rápido posible y por inercia me subí en la parte de adelante. Ceci no me dijo nada, solo se disculpo por la tardanza ya que había algo de transito y la lluvia no ayudaba en nada. Le dije que no se preocupara, al contrario, que ella me disculpara por mojar su coche a lo cual ella respondió: Pues quítate la ropa mojada para que no te enfermes jejeje. Me sonrojo de inmediato, no esperaba un comentario de ese tipo. Pero de inmediato me dijo que era una broma y se disculpó de nuevo.

Me repuse de inmediato y le dije sonriendo: No me provoques porque con este frio si se antoja quitarse la ropa y darse una calentadita.

Durante un rato así fue el viaje, un ir y venir de coqueteos e insinuaciones de ambas partes.

Cabe aclarar que ella era simpática, como de 1.60 m de estatura y de curvas pronunciadas. En México les decimos gordibuenas. Vestía unos pants negros con una playera de cuello redondo y una sudadera. Nada casual, mas bien un look sport. Pero aun así se podía percibir que debajo de esas telas holgadas había un cuerpo más que antojable.

Ocasionalmente me tocaba la pierna cuando reíamos de alguna situación y comencé a hacer lo mismo. Quería saber hasta dónde podía llegar. Me daba miedo pensar que estuviera malinterpretando la charla y que ella lo tomara a mal. Decidí aventurarme un poco mas y le pregunte si ya terminaría su turno o seguiría trabajando ya que deseaba comprarme un café por el frio y si ella quería pues podría comprarle uno también. Le dije si podíamos hacer escala en algún lugar para poder comprar el café.

Su respuesta me hizo pensar “es ahora o nunca”

- Pues podemos hacer escala en un motel rumbo al Ajusco, ahí seguro tiene café y puedes cambiarte tu ropa” y ella seguía riendo de manera seductora.

- Va, pero nada de rajarse o echarse para atrás. ¿Vamos y en lo que me cambio y me doy una ducha tu pides los cafés, te parece bien?

- Me parece excelente.

El corazón me latía muy rápido, sentía que se saldría del pecho. Siempre había fantaseado con algo así pero nunca en la vida siquiera imagine que podría ser. Así como ocurrió con el encuentro con la lectora virgen.

Llegamos al motel, le pase el dinero para pagar y entramos a la habitación 112. Recuerdo haber sido caballeroso y darle el paso para que subiera primero las escaleras y así poder ir viendo esas nalgas tan ricas subiendo.

Entramos a la habitación y yo no podía creer que estuviera pasando. Le dije que si quería ir pidiendo los cafés mientras me duchaba a lo cual dijo: ¿Y si nos bañamos juntos?

Accedí. La vi desnudarse prenda por prenda y mi asombro iba creciendo al igual que mi pene, con cada prenda que se quitaba iba sintiendo los latidos en cada vena de mi miembro. Se retiró la sudadera y dejo a la vista una piel blanca, hermosa. Solo traía bra negro, pero de inmediato pude darme cuenta que sus senos, además de ser grandes tenían una forma que invitaban a recorrerlos centímetro a centímetro. Ella me miraba de reojo y parecía que disfrutaba de ver como no podía dejarla de contemplar.

Se bajó el pantas y cuál fue mi sorpresa descubrir que no usaba nada de ropa interior. De inmediato pude ver su monte de venus con cierta maleza, decente claro. Solo el bello suficiente y necesario para denotar que era una mujer. Poseía unas nalgas tan ricas que yo moría por tocarlas.

Sin darme cuenta yo tenia mi mano en mi verga completamente parada. Me estaba tocando mientras la veía.

Ella se quedó un rato mirándome y se empezó a masturbar también. Me acerque a la regadera y abrí la llave del agua caliente y mientras el agua se ponía en la temperatura adecuado me acerque a ella, la tome de la cintura y la bese. Nos dejamos fluir por esa marea de pasión donde el mundo se detuvo. Dejaba que mis manos recorrieran esa piel tan delicada y suculenta y me dejaba llevar por cada caricia que ella me hacía. Sentía como me arañaba la espalda suavemente, recorriendo con sus manos mi cuerpo llegó a mi miembro, lo apretó bruscamente que me hizo saltar un poco. Entonces me pregunto si me había lastimado y le dijo que no. Me dirigió una mirada coqueta y se puso de rodillas diciendo que tenia que disculparse. Con una mano sujetó mi verga desde su base mientras que con la otra masajeaba suavemente mis testículos. Empezó a jugar con su lengua y mi glande de una manera tan deliciosa que no podía imaginarlo siquiera. No podía dejar de mirarla, mamándolo con esa delicadeza y dedicación que estuve a punto de venirme en su boca pero aún no quería hacerlo así que le dije que fuéramos a la ducha.

Al sentir el agua caliente recorriendo nuestros cuerpos fue como si se diera una explosión del choque de dos volcanes en medio del mar. Sin dudarlo le di la vuelta, recargó sus manos en la pared y dirigí mi miembro hacia su vagina, la penetre intempestivamente, la escuche gemir y eso me éxito aún más. La sujeté de la cintura con ambas manos y comencé esa danza del vaivén hasta que sentía como le temblaban las piernas del orgasmo que tuvo. Después de unos segundos ella giro y se me beso apasionadamente mientras comenzaba a masturbarme. Justo antes de venirme se puso de rodillas y recibió toda mi leche en la boca, podía ver como se mezclaba semen entre el agua que escurría de su rostro. Siguió chupándolo hasta dejarlo completamente limpio.

Salimos de la regadera y nos recostamos sobre la cama. Estábamos exhaustos, pero yo no podía dejar de verla, estaba endiosado con tamaña postal.

Sabia que tenía que irme pero no quería hacerlo sin volver a sentirla así que empecé a besarle las piernas, las rodillas, las pantorrillas, llegando a sus pies y haciendo el recorrido de regreso hasta llegar a su vagina, ella abrió las piernas en su totalidad y dejo expuestos unos labios que me llamaban a besarlos, lo cual no dude en hacer. Lleve mi boca hasta ese clítoris que me pedía ser besado. Me perdí en esa sensación tan embriagadora, no dejaba de recorrer su vulva, sus labios y su clítoris con mi lengua, con mis labios y de repente sentí que ella jalaba una de mis piernas para cruzar por su cabeza y quedar en un perfecto 69. Podía sentir sus manos en mis nalgas mientras que con su lengua recorría mis testículos y metía una y otra vez mi pene a su boca.

No se cuanto tiempo estuvimos así pero lo que si supe fue que ambos terminamos justo al mismo tiempo. Dos orgasmos creando un cataclismo de sensaciones que nos hizo gemir al mismo tiempo.

Platicamos un poco mientras nos duchábamos y nos vestimos rápidamente. Salimos de ahí como si nada. Me llevo a mi casa y obviamente califiqué el viaje con 5 estrellas.

Mi mail es [email protected] me encantaría leer sus comentarios.

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