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La niñera: el comienzo

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Era un fin de semana en que mis padres saldrían de la ciudad a un evento, mi cumpleaños y casa sola, qué buena combinación.

Un día antes los organizadores del evento comentaron a mis padres que estaba restringida la entrada para niños pequeños, por esta razón dejarían a mi cuidado a mi hermanita Lili (2 años), reclamé pero no pude hacer nada.

El sábado por la mañana mamá me llamó, se habían ido ya, para decirme que alguien iría a apoyarme a cuidar a Lili. Un poco más tarde tocaron la puerta, era una mujer de unos 27, 28 años tal vez, muy hermosa, de cuerpo delgado, a primera vista sin tener tan grandes atributos la verdad, ni en sus pechos ni caderas pero su belleza me atrapó de igual forma, usaba jeans ajustados, unos converse blancos y una playera polo azul marino, la dejé entrar a casa cuando me dijo que conocía a mi mamá y el motivo por el cual venía.

Tenía una sonrisa tan cálida y unos ojos penetrantes paradójicamente, hablamos mucho durante el día y la tarde, sentía que nos empezamos a llevar bastante bien en poco tiempo. A través de las horas fuimos hablando de todo un poco hasta que naturalmente el tema de conversación se convirtió en relaciones y el sexo.

Con la confianza necesaria al llegar la noche le dije a Cristal, la niñera, que por culpa de mis padres no podría celebrar mi cumpleaños 21, y que en ese momento seguramente estaría con mis amigos y casi sin dudarlo algo más tarde en compañía de alguna de mis “amigas” teniendo sexo.

Cristal continuó en la misma línea la conversación y eso provocó en mí la necesidad de al menos intentar algo para que ella fuera mía esa noche.

Ya algo noche le ofrecí el cuarto de huéspedes y también cualquier cosa de la cocina y el baño incluso para tomar una ducha si es que lo deseaba.

Luis: Siéntete con la confianza, es tu casa.

Cristal: Uy, suena tentador, pero primero acuesto a tu hermana, ya está dormida en el sofá.

Cristal salió del cuarto de Lili y bajó a la sala donde estuvimos todo el día.

C: Está profundamente dormida tu hermana, ni siquiera despertó.

L: Así es ella, muchas gracias por ayudarnos, iré a darme un baño ahora que se durmió, a ver si aún tengo ganas de salir cuando termine. Puedes usar el jacuzzi si quieres.

C: ¿Tienen jacuzzi?

L: Sí, aunque casi no lo usamos, bueno igual mis papás de vez en cuando en sus ratos de amor.

De alguna forma creo que lo del jacuzzi le hizo sentir ganas de ducharse, la casa de mis padres no es lujosa en absoluto ni demasiado grande, pero el baño es bastante lindo, un gran cristal de vidrio es la puerta a la regadera y una vez que uno se ducha únicamente el vapor es el impedimento para ver el cuerpo de quién está en el interior.

Cristal me dijo que si le podía explicar cómo funcionaba el jacuzzi antes de que saliera por si le daban ganas de entrar, por supuesto lo hice y le propuse entrar antes que yo porque aún no sabía si saldría y cuánto tiempo iba a tardar, quedamos en vernos en el baño mientras ella iría a revisar unas cosas a su cuarto.

Después de unos minutos ella llegó al baño y para mi sorpresa venía con una bata puesta ya y al parecer sin nada abajo o al menos sólo su ropa interior, sus piernas y pies ya estaban descubiertos y no pude evitar recorrerla con la mirada por todo su cuerpo, ella obvio lo sintió pero sonrió como si no le hubiera molestado en lo más mínimo.

Estuve diciéndole lo que me preguntaba y poco a poco sentía como me iba calentando, respondía casi en automático porque estaba totalmente perdido imaginando todo lo que podría pasar.

L: Cuando gustes entrar Cristal. Toma todo el tiempo que necesites, no te apresures por mí.

C: Gracias, sólo iré por mis cosas y listo.

Cada uno nos fuimos a nuestras habitaciones y finalmente ella pasó frente a la mía para ingresar al baño. Pasó pero no escuché la puerta del baño cerrar, apagué las luces de mi habitación y del pasillo y noté que apenas la puerta del baño estaba entre abierta, miraba desde mi habitación pero desde ese ángulo no podía ver el jacuzzi, ni siquiera aunque me acercara hasta la puerta, dejé pasar unos minutos pero la curiosidad me estaba matando, sentí que era el momento y con todo el silencio y cuidado me acerqué a la puerta, no podía verla pero escuchaba el sonido del agua y la imaginaba ahí dentro desnuda y ardiendo de deseo igual que yo, poco después pude oír, un leve gemido, casi se perdía en el silencio de la noche.

Aunque sumamente tenues comenzaban a salir de su boca cada vez más sonidos de placer, estaba excitándome a más no poder, mi pene ya tenía una gran erección y mis manos lo masajeaban con vigor sobre mis pantalones, me comencé a desnudar fuera del baño en el pasillo, fui quitando todo en silencio y con mucho cuidado desde los calcetines hasta mi camiseta, los llevé rápidamente a mi habitación y volví totalmente desnudo a la puerta a seguir presenciando tan hermoso espectáculo.

Moría por ver, no sólo oír pero era paciente y tomaba con la mayor calma que podía esa situación, me estaba haciendo una paja en la oscuridad del pasillo y la puerta del baño riquísima, quería acabar pero al mismo tiempo no, pude escuchar un poco más claro los suspiros de Cristal y como algo de agua se derramaba por la tina al suelo, como deseaba entrar, de la nada sentí como se iba incorporando del jacuzzi, lo más rápido que pude fui a mi habitación, yo seguía mirando de la puerta y vi como esta vez la puerta del baño se cerró por completo, en seguida escuché el sonido de la regadera.

Encendí la luz del pasillo mientras que la de mi cuarto seguía en penumbras, sólo abrí las persianas para que la luz del exterior pudiera iluminar aunque muy poco algo al interior de mi habitación.

Me tumbé en mi cama y me masturbaba pensando en que en cualquier momento pasaría Cristal y presenciaría lo que yo acababa de presenciar pero ella a diferencia de mí no tendría tanto a la imaginación, sólo algo de oscuridad me protegía de ser descubierto, pero no tenía ninguna vergüenza, la charla con ella durante todo el día me daba ese valor, el saber que estaba en mi casa y también el ver lo que acababa de ver me impulsaban a seguir dándome placer con ella en mi mente.

Escuché que se cerró la regadera, luego instantes después la puerta abriéndose, seguía a mi ritmo haciéndome una paja memorable acostado en la cama con una almohada entre las piernas, sentí sus pasos aproximarse y también dejaba salir pequeños suspiros salir de mí como Cristal con todas las intenciones del mundo, no quería ver a la puerta pero noté como pasó por el pasillo, seguía concentrado en lo mío, hasta que finalmente me enderecé un poco pero sin mirar más allá, segundos después escuché el sonido de la puerta de huéspedes cerrarse, esa hace un sonido en particular, por eso supe que era esa. Entonces supe que me había visto también.

Entré a ducharme directamente, me enjabonaba mi cuerpo, ponía shampoo y el vapor del baño anterior ya me excitaba demasiado, sabía que tan pronto terminara iba a ir a probar suerte a su habitación, sabía que no se iba a oponer, cuando de la nada tocaron la puerta del baño, Cristal decía que había olvidado algo ahí, ¿qué podría ser?. De lo caliente que estaba ni siquiera noté algo, pero con toda seguridad le dije que si quería entrara, la puerta no tenía seguro.

C: ¿Puedo pasar por mi teléfono? Lo olvidé aquí.

Yo ni siquiera lo había visto, pero ya sentía que pronto llegaría a donde quería.

L: Sí, claro, no hay seguro.

Cristal abrió y entró, la podía ver a través del vidrio empañado con aún la bata puesta y ella a mí desnudo del otro lado, pero aunque no era tan claro seguro podría ver mi erección, me puse de lado y de frente, era como si le estuviera modelando a la niñera como todo un puto exhibicionista.

C: ¿Entonces sí saldrás Luis?

L: Creo que sí.

C: No te has divertido aquí. – Lo dijo con un tono sarcástico y sumamente sensual. Mientras que no despegaba la mirada del vidrio ni hacía algún intento por irse o darse la vuelta.

L: ¿A qué te refieres?

C: No me dejes sola con Lili. Apenas hoy me conoció.

L: ¿y qué hago aquí? ¿Qué podemos hacer?

En ese momento sentí que el mundo se detuvo un poco porque a través del vidrio vi cómo se dejó caer la bata y quedar del otro lado desnuda para mí.

C: Tal vez tengo algo que haga que te quedes.

Sin dudarlo y sin pensar más abrí la puerta de vidrio y estaba ahí sonriéndome tan dulcemente pero con fuego en su mirada, como dije antes, tenía unas tetas no muy grandes pero hermosas, areolas y pezones medianos casi rosados, una cintura esbelta y juvenil y su vagina rasurada casi totalmente, únicamente con una línea delgada en medio de pelos.

L: Me quedo entonces preciosa. Qué linda estás.

Sin decir más se metió a la regadera conmigo, se hincó y me empezó a chupar el pene, con calma pero lo hacía tan bien, lo tragaba casi entero y su lengua me dejaba saber que no era ninguna novata.

Yo ahora, me agachaba y le daba una mamada bajo la regadera, su clítoris sobresaliente me hacía más fácil mi trabajo, chupaba y lamía con intensidad, no había tiempo de ir con calma para mí, estaba a punto de explotar desde hace mucho ya, fui metiendo dos y luego tres dedos en sus labios también mientas mi lengua jugaba con su amigo rosa. Se corrió mientas lo hacía, ella de pie y yo hincado con su pierna izquierda sobre mi hombro derecho.

C: Métemela Luis, quiero sentir tu pene dentro de mí. ¿Tienes condones?

L: No, tienes problema así.

C: Bueno, no importa, mañana me acompañas a la farmacia.

L: Sí, seguro.

Nos abrazamos y nos besamos, nuestros pechos se juntaron y en esa posición metí mi pene en su vagina, ella me abrazaba por la espalda y yo la sujetaba de las nalgas y las restregaba para envestirla, ese sonido de nuestros cuerpos chocar junto con el agua que caía en medio me llevaba al cielo, el cabello de Cristal suelto y mojado casi llegaba hasta la cintura y olía delicioso, gemía suave como cuando la escuché al principio pero el hacerlo casi a mi oído era excitante.

Con cuidado para no resbalar cambiamos de posición, ella se agarró de la puerta de vidrio, me dio la espalda y bajó su cuerpo un poco, la volví a penetrar al mismo tiempo que la tomaba del pelo, poco a poco arremetía contra ella y la nalgueaba mientras también, sus gemidos se intensificaban y eran más sonoros, los míos también, casi inconsciente con sus palmas dibujaba cosas en el vidrio empañado mientras se sujetaba y gozaba de placer para no caer. Ambos estábamos por terminar, estábamos deseando eso desde probablemente la mañana de ese día. Sentía como iba apretándome y sabía que también mi momento estaba cerca.

C: Aaah, aaah, acaba adentro, qué rico. Ya me voy a correr.

L: Yo también estoy a punto, espérame, aguanta.

Aferrándome a sus tetas las manoseaba y envestía con vigor para también acabar, lo necesitábamos y lo deseábamos ambos hasta que sentí unos cuantos chorros de semen salir directamente en la vagina de Cristal, ambos suspiramos le di la vuelta la abrazaba y le besaba los pezones, acaricié sus tetas y apretaba con fuerza sus nalgas, mis manos recorrían todo su cuerpo mientras casi nuestras piernas perdían fuerza y equilibrio por lo agotados que habíamos quedado.

Nos metimos al jacuzzi para recargar energía antes de volver a tener otro turno de sexo en mi habitación. Ahí metidos en el agua aún tibia nos besamos y acariciamos como unos jóvenes enamorados, Cristal me masajeaba el pene y masturbaba debajo del agua y yo hacía lo mismo con sus labios.

C: Oye, feliz cumpleaños. Qué bueno que te quedaste.

L: Gracias a ti por el regalo.

Ese fue el principio de varias “aventuras” que viví con la niñera de mi hermana, unas más inesperadas que otras.

(9,17)