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La noche que casi nos descubren

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Creo que el verano es la excusa perfecta para tomar decisiones atrevidas, y sin dudas Julio y yo sabemos muy bien cómo llevarlas a cabo.

Fue una noche calurosa. Nos encontrábamos en su departamento, acostados. Bueno, en realidad, él estaba sin poder conciliar el sueño y yo dormía. Debo aclarar que a Julio le cuesta mucho poder dormirse y, sin lugar a dudas cuando eso ocurre busca la manera de despertarme.

Esa noche no ocurrió de esa manera, lo que verdaderamente pasó fue que hacía mucho calor y me despertó la luz del pasillo prendida. Al abrir los ojos noté que Julio no estaba, por lo que fui a buscarlo. No lo encontré por la casa, pero recordé que en esos días el lugar que más frecuentaba era la piscina. Me puse mi bikini que tenía al alcance, una remera de él (la cual me quedaba holgada) y bajé para sorprenderlo.

Ahí estaba. Sentado, solo. Contemplaba la noche mientras se podía percibir el silencio. No había nadie, todos dormían… claro, si eran las 3 am.

Me senté junto a él y lo besé.

-No podía dormir y no quise despertarte -me dijo.

-Tampoco podía dormir, el calor no me dejaba -le contesté y le sonreí.

-Vení. Metete al agua conmigo -me extendió la mano y me llevó hacia el borde de la piscina.

Estábamos en el agua, en silencio, apreciando la noche. La gente dormía y nosotros pensábamos en no despertar a nadie (la piscina era compartida).

El ambiente era exquisito, tenía la temperatura perfecta. Nos miramos y nos besamos tan apasionadamente. Sentí su lengua con la mía jugar, recorría mi boca y de a ratos le daba mordiscos.

Su mano acariciaba mis pechos, los cuáles rápidamente se verían desnudos. Podía ver el corpiño de mi bikini flotar a mi lado. Me tenía desnuda. Era suya y él era mío.

Bajé sus bóxers y toqué su pene por debajo del agua. Estaba duro, podía sentirlo. Me tocaba la vagina con movimientos circulares mientras dejaba deleitarme por sus dedos… ufff, sin lugar a dudas sus dedos me tocaban demasiado bien.

Besaba mi cuello lentamente, respiraba en mi oído y eso me volvía loca. Podía escuchar sus gemidos y sentir su olor. Era perfecto.

Oí ruidos de la parte de adentro del edificio, se escuchaba como si alguien intentase abrir la puerta. La idea de que pudiesen descubrirnos me excitaba y lo único que podía pensar era en el orgasmo que estaba sintiendo. Rápidamente se dejó de escuchar y eso me alivió.

¿Qué importaba? Estaba siendo penetrada en la piscina pública. Podía sentir su verga adentro mío, sus dedos enredados en mi pelo y un placer intenso a punto de explotar.

Nos miramos, nos sonreímos y con una mirada cómplice nos vestimos.

Estábamos mojados, caminando hacia el departamento… listos para conciliar el sueño.

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