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La noche que me reencontré con mi ex
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Salí justo a las cinco de la tarde pues quería festejar junto amigos y colegas el éxito en un caso importante de mi oficina. La barra del restaurante que está en mi edificio se llenó de personas de mi oficina y de otras compañías cercanas pues es lo común los jueves y viernes. Mi grupo consiguió un lugar en una esquina de la barra y las rondas de tragos cada vez más extensas amenizaban aquella tarde. Habían pasado unas dos horas cuando mi amigo José me comenta que había visto a Teresa, mi exnovia, cenando con un grupo de amigas. De primera intención aquella noticia me cambio un poco el ánimo pues habíamos terminado hacia un año y era la primera vez que estábamos en el mismo lugar desde el día de la ruptura. Estaba claro de que en ese momento no quería nada serio con nadie y mucho menos una reconciliación, pero la curiosidad de cómo se vería me hizo pasar al baño para forzar un encuentro.

Pasé al baño y de regreso la vi, no sé si era el efecto de los tragos pero me pareció más bella y sexy que nunca. Se había cortado su largo pelo negro y quizás había ganado unas libras que para mí apreciación mejoraban su aspecto. De la misma manera que me paso a mí, una amiga fue quien le aviso de mi presencia. Ella como de costumbre tuvo más iniciativa y fue donde mí a saludarme. Hablamos un rato y le comentaba de lo bien que se veía y hasta me atreví a decirle que le sentaban de maravilla las pocas libras que había ganado. Como toda mujer no quiso aceptar que el ganar libras no necesariamente es malo y que a nosotros los hombres latinos nos atraen más las curvas femeninas. La conversación la interrumpió un caballero que había llegado y parecía que había sido invitado por ella. Para no seguir acaparando su atención le dije que me estaban esperando en la barra y que había sido un gusto verla.

Me fui a la barra, pero no podía evitar mirar hacia su mesa para ver qué tipo de relación podría tener con aquel caballero. Según pude ver el caballero era amigo del grupo cosa que me calmo la curiosidad. En ese momento sabía que no era una buena idea seguir buscándola pues nuestra separación fue por incompatibilidades en cosas que ninguno iba a cambiar pero aun así decidí enviarle un mensaje diciendo que en la barra había un trago con su nombre y que solo faltaba que viniera a buscarlo. Pasaron unos minutos y empecé a dudar que viniera, cosa que le comenté a José. Él me dijo que era posible que ella hubiera cambiado de número de teléfono pues algunas personas lo hacen luego de terminar sus relaciones. No había terminado José de explicarme ese dato cuando su cara cambió. Era que había divisado a Teresa venir hacia la barra. Llegó a donde nosotros y saludo a los conocidos de mi grupo. Tuvo charlas triviales con varias personas y finalmente se sentó junto a mí. Me dijo que sabía bien que era mala idea el yo la invitara a un trago, pero aun así lo acepto.

Lo que se suponía que fuera un trago se convirtió en varios. Hablamos de muchas cosas menos de nuestra relación y mucho menos nuestro rompimiento. Los efectos del alcohol empezaron a hacer efecto pues ella comenzó a recordar nuestra primera vez en la playa. No sé si era la emoción de recordar aquel momento, pero ella no me dijo nada cuando puse mi mano en su muslo como marcando territorio. Seguimos recordando momentos atrevidos en nuestra vida juntos. Aquel historial de cosas despertó mi deseo cosa que me hizo mover la mano hacia la parte interior del muslo un poco más arriba de la rodilla pues a ella siempre le gusto que la tocara ahí. Ella miro mi mano y se sonrió diciéndome que sabía bien lo que estaba haciendo. Yo seguí pasando mi mano por su muslo un rato más hasta que ella agarró mi mano y mirándome fijamente me pregunto que si realmente quería seguir con lo que estaba pasando. Mirándola fijo y sin dudarlo le conteste que sí. Acto seguido me agarro la cara y me dio uno de esos besos que te expresan todo el deseo que te tienen en solo pocos segundos. Me dijo que nos fuéramos de la barra y por poco se me olvida pagar mi cuenta. Pague mi cuenta y salimos casi corriendo al aparcamiento. Mi auto estaba en el aparcamiento del edificio por lo que nos dirigimos hacia él.

Una vez llegamos al auto aproveche que este estaba en un lugar oscuro y la agarre por la cintura empujándola contra el este. Le bese el cuello sacando ella un gemido que casi nos delata. Le pedí que hiciera silencio pues podían escucharnos. Ella con voz entrecortada me dijo que lo intentaría pero que no me detuviera. Del cuello pase a la nuca mientras mis manos pasaron a sus pechos. Ella movió su mano hacia mi miembro, que crecía cada vez más mientras sentía su mano. Yo levanté su falda hasta que pude desnudar sus nalgas. Le di una nalgada pues era algo que le gustaba mucho cuando teníamos relaciones. Volví a pegarme, pero esta vez mi mano derecha fue directa hacia su ya mojada entrepierna. Pase mis dedos por encima de su panty palpando su humedad. Luego de esto aplique presión y esto hizo que se estremeciera mudamente. Me hablo al oído diciéndome palabras que solo nos decíamos en esos momentos y que hacían que me excitara más. Seguí frotando su vulva hasta que me pidió que lo hiciera de manera directa y no a través de su panty. Introduje mi mano por la parte superior de este llegando directo a su clítoris. Usando dos dedos la penetre, cosa que provocó que me apretara el muslo de tal manera que dejo una marca. Seguí mi faena por unos pocos minutos hasta que tuve que parar. Venían dos personas que casualmente estaban compartiendo conmigo en el restaurante. Teresa se bajó el traje rápido y yo empecé a aparentar que estaba buscando algo. Las personas pasaron y no notaron nada. Teresa me pidió que paráramos nuestro encuentro y que la llevara a su auto. La cercanía de ser sorprendida aparentemente había mermado sus deseos.

Nos montamos en el auto y no lo encendí. La miré fijamente y la volví a besar. Ella por un momento pareció no estar interesada, pero esto duro poco. Rápido nos continuamos con el mismo deseo como si nunca hubiéramos parado. Subí su falda nuevamente y moví la entrepierna de su panty a un lado para volver a tener acceso a su húmeda cavidad. Usando esta vez mi mano izquierda volví a penetrarla. Como se sentía más en privacidad no dudo en contonearse como su cuerpo le pedía hacer. Saqué los dedos solo para poder quitar su panty lo cual hice. Seguía mi trabajo mientras ella empezaba a masajear mi aun cubierto bulto. Ella reclino su asiento y abrió sus piernas poniendo la izquierda casi en el volante del auto y la otra en el parabrisas. Mientras la penetraba su cuerpo se arqueaba tanto que su pecho casi tocaba el techo de mi auto. De vez en cuando se viraba donde mí y me besaba queriendo arrancar mis labios, al punto que dolía. A este punto ya no callaban sus gemidos. Decía mi nombre e incluía varias palabras soeces. Comenzó a gemir diferente dándome la indicación de que estaba cerca de llegar a su clímax. Para acelerar la llegada de ese momento comencé a usar mis dos manos simultáneamente. Con mi mano izquierda la penetraba y con la derecha frotaba su clítoris. Pasaron pocos segundos hasta que me anuncio que su orgasmo estaba llegando y una vez explotó se desplomó en el asiento. Se quedó con los ojos cerrados por unos segundos y me confeso que hacía mucho tiempo que no pasaba por ese momento de éxtasis.

Cuando se repuso encendí el auto para llevarla a al suyo. Empezamos a salir y ella comenzó a tocarme. Me pidió que siguiera conduciendo y la dejara trabajar. Desabrocho mi correa y abrió mi pantalón. Metió la mano por mi pantalón y comenzó a frotar su mano en mi pene. Ya este estaba tan duro que me molestaba tenerlo preso en mi pantalón. Le pedí que lo sacara lo cual hizo. Miro para todos lados para ver si teníamos testigo y al no ver a nadie en la calle lo saco. Lo apretó suavemente y comenzó su moviendo de abajo a arriba. Me masturbo mientras pasaba varias calles. Me pase el lugar donde estaba estacionada pero no intente virar. Seguí guiando mientras ella continuaba su tarea. Ella me pregunto si los cristales de mi auto estaban los suficientemente oscuros como para que no nos sorprendieran y le dije que estaban un poco más oscuro de lo que permitía la ley. Esto pareció calmar sus nervios pues acto seguido se inclinó sobre mí y me beso. Como pude respondí su beso mientras manejaba. Ella se sonrió diciéndome que esperaba que me gustara lo que iba a pasar. Bajo su cabeza y se dirigió directo a pasarle la lengua a la cabeza de mi miembro. Hizo movimientos circulares con su lengua y luego la bajó por todo el tronco hasta llegar a los testículos. Volvió a subir cubriéndolo con su lengua hasta que llego arriba e introdujo la cabeza en su boca. Una vez allí la succiono y paso su lengua esta vez internamente. Todo esto ocurría mientras seguía masturbándome. Como su falda aún estaba arriba volví a jugar con su aún más húmeda cavidad. Ella prosiguió a succionarlo con un ritmo casi perfecto. Así siguió mientras recorrí varias veces las mismas calles solo por disfrutar el evento. En una de esas vueltas me toco hacer el alto pues el semáforo estaba en rojo. Ella me pregunto qué había pasado y le dije que no parara. Pude notar que al lado tenía un vehículo conducido por una mujer y que esta estaba pendiente de lo que ocurría en mi auto. Al parecer mis cristales no eran tan oscuros como creía. La dama miraba con curiosidad y casi con aprobación el evento que pasaba entre mis piernas. Una vez cambio a verde la luz nuestra testigo siguió su camino no sin antes regalarme una sonrisa. Teresa estaba tan enfocada que nunca se enteró de su fanática.

Ella siguió su tarea y quizás por apurar la situación empezó a combinar mano y boca en el mismo movimiento. Yo empecé a sentir esa pérdida de aire que antecede la culminación del acto. Ella me conoce y sabe que cuando comienzo a jadear ella está cerca de completar su tarea por lo que comenzó a hacerlo más rápido. Yo comencé a dirigirla diciéndole que no parara y que aumentara su intensidad. Seguimos así hasta que fui yo quien le anuncio que terminaría. Ella siguió su ritmo hasta que yo explote mientras ella borraba toda evidencia del acto. La explosión fue tan violenta que confieso perdí el control del auto por varios segundos. Ella siguió succionando hasta que sentí que me vacié por completo. Tuve que buscar el primer espacio disponible para detenerme y poder recobrarme de aquella emoción que me dejo sin fuerzas. Una vez me recobre, ella volvió a su lugar y puso el asiento en la posición derecha. Nos reímos un rato y la lleve a su auto. Ella se montó en su vehículo y la escolte hasta que llego a su apartamento. Como tenía trabajo al otro día yo seguí mi camino hacia el mío.

Al otro día me llamo e intentamos retomar una conversación como la del día anterior pero no fluía. Evidentemente la sobriedad traía nuevamente esas actitudes que nos habían separado. Le pregunte si quería volver a tener algún encuentro casual conmigo y ella me dijo que sentía que el sexo era increíble pero la relación no era igual. En ese momento estaba buscando algo estable y no estaba dispuesta a comenzar a jugar juegos que no tenía manera de ganar. Nos despedimos cordialmente mientras sacaba algo de mi bolsillo. Era su panty que lo había conservado como recuerdo de la noche que me reencontré con mi ex.

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