6
El domingo Sandra se despertó acelerada, estaba nerviosa, ansiosa, al siguiente día comenzaba su trabajo en el jardín de infancia “mi tesoro” y sabía que el viejo Ernesto iba querer aprovechar cualquier oportunidad para volver a enredarla y no sabía hasta donde podía resistir.
Ernesto, su esposo, salió en la tarde a jugar un rato fútbol con compañeros de la Universidad, algo que hacia generalmente una vez al mes para ejercitarse.
Sandra pensó que si tenía una tarde y noche de pasión y desenfreno con su esposo seguramente iba a estar relajada al siguiente día y no permitiría abusos del viejo Ernesto Barceló, el director y dueño del jardín de infancia.
Solo pensar en el viejo le producía calor a Sandra, no sabía porque ese viejo lograba alterarla de tal manera, ya la había manoseado y el primer día que lo vio, y la siguiente vez no sabe como pero termino chupándole un dedo índice y solo no llego a más porque el viejo se detuvo.
Por un momento viéndose desnuda frente al espejo pudo apreciar sus senos firmes, levantados desafiantes de la gravedad, una cintura pequeña y luego unas bien proporcionadas caderas que permitían adivinar el trasero duro y respingón. Sin duda alguna era su punto fuerte, de lo que se sentía más orgullosa y lo que su esposo más admiraba y deseaba de ella, su culo.
En varias ocasiones su esposo quiso hacer el sexo anal pero Sandra nunca pudo sentirse cómoda y lo dejaban para la siguiente vez, lo fueron dejando pasar y nunca lo hicieron en el tiempo que tenían juntos.
Ya eran las seis de la tarde, la mujer pensó que su esposo estaría por llegar, se colocó un conjunto de ropa íntima que no usaba desde hace un tiempo, era una panti tipo hilo, muy pequeño, apenas lograba cubrir sus labios vaginales y atrás formaba una T que se le perdía entre las nalgas de una forma que se hacía invisible entre las carnes. El juego era un sujetador push up que levantaba aún más sus ya firmes senos.
Sandra se vio al espejo y se sentía orgullosa de la mujer que era, el hilo lo sentía más clavado de lo que recordaba, tal vez su cuerpo en especial su trasero había crecido un poco consecuencia de la época del gym. Se colocó una bata que apenas le tapaba las nalgas y se decidió esperar a su esposo lo más sumisa posible.
Las horas pasaban y su esposo no llegaba, Sandra se rindió y se quedó dormida alrededor de las once de la noche. Pasada la una de la madrugada llego su esposo algo mareado, consecuencia a unas polarcitas que había estado compartiendo con los amigos recordando viejos tiempos. Sandra apenas noto que llego cuando sintió que se acostaba en la cama, su esposo se durmió rápidamente y la noche paso sin pena ni gloria.
7
En la mañana el despertador sonó y ninguno de los dos lo escucho, apenas se despertaron pasadas las 7 de la mañana, era tarde para la pareja, como pudieron se vistieron y se fueron ambos a sus trabajos, solo se despidieron con un dulce beso y quedaron en llamarse para almorzar juntos alrededor de las dos de la tarde.
Sandra al entrar al jardín de infancia ya los niños y docentes estaban entrando en sus respectivas aulas, rápidamente se dirigió al aula del tercer nivel que era el curso que comenzaría con el nivel básico de inglés, allí compartiría el aula con la profesora Angely, una linda chica menor que ella, muy amable y atenta.
A las diez de la mañana a la hora del receso conoció a las otras dos profesoras del primer y segundo nivel, eran dos bellas jóvenes también, a Sandra no le pareció extrañó que el viejo Ernesto solo contratara jóvenes guapas en su colegio. Cuando sonó el timbre para regresar a las aulas luego del receso Sandra noto que el viejo director se acercaba, le comento que la esperaba a la una de la tarde al terminar la jornada para firmar el contrato y le recordó que debía llegar puntual a la hora de la entrada.
Cuando sonó el timbre de salida a la una de la tarde Sandra se despidió de la profesora Angely y se dirigió a la oficina del viejo Ernesto, la mujer iba caminando y maldiciendo haberse colocado ese hilo tan pequeño el día anterior, no le dio tiempo de bañarse ni cambiarse en la mañana y ahora sentía que el hilo la estaba violando. Trataba de caminar con cuidado pero al acercarse a la oficina su vagina comenzaba a reaccionar, parecía que tenía vida propia y sabía que iba al encuentro del viejo, sentía que se mojaba y se sintió acalorada poco a poco.
Al llegar a la oficina el viejo la hizo pasar y le dijo que lo esperara que iba a revisar los salones para asegurarse que se hubieran ido todos. Sandra lo esperaba sentada frente al escritorio, cruzaba de un lado a otro las piernas y se movía en la silla, estaba intranquila, estaba ansiosa pero no sabía lo que quería o estaba tratando de no aceptar lo que quería y necesitaba.
Sandra sintió que pasaba mucho tiempo y vio la hora, era la una y cuarto en su celular cuando escucho que se abría la puerta, rápidamente coloco el celular en el escritorio y se siento derecha mirando al frente, escuchó como la puerta se cerró y luego escucho el seguro de la puerta.
Sandra estaba nerviosa, sus manos sudaban y sentía que se mojaba, sintió como el viejo se acercó y se detuvo justo detrás de su silla, y sintió un corrientazo que le llego a la vagina cuando el viejo coloco sus manos en ambos hombros.
El viejo le sobaba los hombros y le decía que se veía muy guapa, que le encantaba lo que se había puesto. Sandra por el apuro de la mañana se colocó lo primero que vio, un pantalón blanco de tela fina que le dejaba apreciar su perfecto trasero, en juego con una blusa roja semi transparente y tacones rojos.
Sandra solo se dejaba hacer, el viejo le masajeaba sus hombros y llega a su cuello sin ninguna oposición, ella cerraba los ojos y pensaba que eso no podía ser pero algo en ella le impedía ponerle fin a lo que iba a comenzar.
El viejo al notar la pasividad de la nueva profe de inglés se atrevió a poco a poco pasar su mano a la parte de adelante del cuello y comenzar a bajar entre la blusa, la mujer sentía como la mano se deslizaba por su piel y se acercaba al borde de su brasier. La mano siguió su recorrido hasta llegar a atrapar con sus dedos el duro pezón derecho de Sandra que soltó un gemido cuando sintió que se lo presionaba.
El viejo jugueteo unos segundos apretando y soltando el pezón, le agarraba la teta y la masajeaba, Sandra solo gemía con los ojos cerrados, el viejo se dio cuenta que era hora de seguir y pasando su otra mano por delante la coloco sobre los labios de Sandra.
Nuevamente iba a meter sus dedos en la profundidad de su cavidad oral, aunque esta vez no hizo falta hacer presión, al Sandra sentir el mínimo roce de los dedos abrió rápidamente la boca dándole paso a los dedos índice y medio de la mano izquierda del viejo.
En todo el rato que tenía en esas posturas no se había articulado palabra, sin embargo Sandra casi acaba cuando escucho la voz del viejo decirle:
– así me gusta putica, chupa con esa boquita que tienes.
Sandra chupaba los dedos como si de eso dependiera su vida, el viejo hábilmente seguía con su otra mano turnándose entre ambas tetas de la mujer, manoseándoselas a su antojo.
Sandra en su trabajo de seguir chupando no noto cuando el viejo retiro su otra mano y se desabrocho el pantalón y lo dejo caer.
El viejo pensó que era hora, lentamente fue haciendo girar la boca de la mujer hacia un lado y el dio un paso al costado de atrás de la silla, saco sus dedos de la boca y cuando Sandra abrió los ojos se encontró de frente con el bóxer del viejo y una tremenda erección. Solo la fina tela del boxeo servían de barrera para poder ver y sentir lo que quería.
8
El viejo se reía y se sentía en la gloria al ver como Sandra se dejaba hacer sumisa y sabía que ya no había vuelta atrás, de un solo tirón bajo su bóxer y la mujer se quedó impresionada, media unos cinco o seis centímetros más que el de su esposo y mucho más grueso, pero lo que más le impresionada era el olor, un olor único que nunca había sentido en su esposo, pensó que tal vez era el olor a macho.
– Abre la boca putica y mámame el guebo, fueron las palabras del viejo Ernesto.
Sandra sintió espasmos es su vagina al escucharlo, y al escuchar cómo se refería a su pene, en un lenguaje soez y vulgar pero que la hacían calentar. No tuvo que repetir la orden ya que enseguida Sandra se dio a la tarea de chupar, de mamar como si estuviera poseída.
Cada tanto el viejo se lo sacaba de la boca y se lo pasaba por la cara, por la nariz, por las orejas, quería marcarla por todos lados y luego volvía y se lo metía en la boca donde ella lo recibía ansiosa y seguía dándole una manada frenética.
– ¿Te gusta putica? ¿Te gusta chupármelo?
– Me encanta papi, me encanta mamártelo
Sandra se asombrada de las palabras que salían de su boca pero era lo que en el momento quería decir, era lo que su cuerpo quería gritar. Lo estuvo mamando por unos cinco minutos hasta que el viejo la hizo levantar, el mismo le bajo el pantalón dejando a la vista el minúsculo hilo que cargaba la mujer, se relamía los bigotes al ver el monumento de mujer que se iba a coger.
El viejo no le quiso quitar el hilo y la mando a colocarse los tacones nuevamente, le quito la blusa y el sujetador y la mando a sentar en el escritorio. Poco a poco hizo espacio y la acostó sobre el escritorio quedando sus piernas en el aire colgando hacia el piso. Agarro ambas piernas y las levanto, se las dobló y las coloco en la orilla del escritorio donde quedaban perfectamente ancladas con los tacones.
Seguidamente el viejo se sentó en la silla donde hasta hace un rato estaba sentada la mujer casada, se acomodó entre las piernas de ella, y hundió su cabeza en la vagina de ella, Sandra soltó un gemido seguido de un pequeño chillido cuando sintió que la lengua del viejo director la recorría de arriaba a abajo de sus labios vaginales.
La mujer tenía muchas nuevas sensaciones, quería gritar, gemir, llorar, era tanto el placer que sentía que comenzó a mover sus caderas buscando aún más la lengua del viejo.
– ¿Te gusta putica? Fue la pregunta del viejo.
– Si me gusta papi, mi esposo no me hace casi nunca sexo oral.
El viejo soltó una carcajada al escucharla y le dijo.
– Yo no te estoy haciendo sexo oral, yo te estoy comiendo la cuca. Al escuchar la forma como hablaba el viejo más se calentaba la casada que sentía que estaba a punto de explorar.
Los espasmos llegaban uno tras otros, sus músculos se tensaron y una descarga comenzó a sentir la profesora, el cuerpo le temblaba y comenzó a gritar sin pudor.
– Si papi, cómeme la cuca, esa cuca es tuya.
– ¿Me vas a dar cuca cada vez que yo quiera putica?, le pregunto el viejo.
– Si papi esa cuca es tuya, hazme lo que quieras.
La mujer apenas se recuperaba del tremendo orgasmo que había tenido cuando sintió que la lengua del viejo le rozaba el agujero anal, se asustó y trato de separarse pero sin saber cómo el viejo ya la tenía bien agarrada con sus brazos entre las piernas de la mujer.
Le estuvo comiendo el culo un bien rato, ya la casada no se oponía sino más bien tenía sus manos sobre la cabeza del viejo.
Justo en el momento en que el viejo se llevando de la silla, se terminó de quitar el pantalón y el bóxer y se disponía a penetrar a la hermosa mujer sonó el celular de Sandra.
El viejo lo agarro rápidamente del escritorio donde un rato antes lo había dejado la mujer, vio que en la pantalla aparecía la palabras "Mi esposito" dio unas carcajadas y pulso la tecla de atender y le paso el teléfono a la mujer.
La mujer no sabía que decir, comenzó a sentir como el viejo le pasaba el pene por toda cuca y se la llegaba hasta el culo, se sentía expuesta en esa posición y al otro lado del teléf. medio escuchaba a su esposo diciéndole que eran las dos de la tarde, que si la esperaba para comer juntos.
– No me esperes que aun tardo fue lo único que dijo la mujer y dejó el teléfono nuevamente sobre el escritorio, Seguidamente vio fijamente al viejo y le dijo.
– Hazme el amor papi, hazme lo que quieras pero házmelo ya.
Sandra se impresionada de la forma como hablaba más aun cuando veía el aspecto del viejo, un hombre para nada agraciado físicamente sino todo lo contrario, flaco como un saco de huesos, un bigote que le tapaba casi toda la boca, pero que lo había sentido de forma deliciosa como la había hecho correr minutos antes mientras le mamaba la cuca.
El viejo se reía y le dijo.
– Yo no te voy a hacer el amor, a las perrita como tú no se les hace el amor, a las perritas se cogen duro y se dejan llenas de leche.
Estas palabras casi hacen acabar nuevamente a la mujer que solo gemía y se mordía los labios cada vez que el viejo se divertía pasando el pene por toda si cuca.
Cuando la mujer sintió presión del aparato del viejo tratando de entrar en su cuca soltó un chillido seguido de un grito de placer.
– Siii grito la mujer cuando sentía que la llenaban toda, por primera vez se sentía tan llena y no quería que terminara nunca.
– Toma perra, disfruta de tu macho.
– Dame papi cógeme, dame dame.
– Esto es lo que querías perra, pídeme más zorra, habla como me gusta.
– Si papi cogerme duro, méteme todo tu guebo, párteme la cuca.
La mujer no podía creer lo que decía pero tampoco podía dejar de hablar y pedir más, el mete y saca del viejo era tremendo, parecía que el escritorio se iba a desarmar.
Cuando la mujer sitio que no podía más, sintió que se desmayaba de placer y se dejó llevar, enrosco sus piernas en la cintura del viejo e hizo presión como para no dejarlo ir. Sintió el orgasmo más grande en su vida y justo en ese momento el viejo comenzó a inundarla de su leche, el viejo bajo un poco el ritmo mientras las piernas de la mujer seguían apretándolo en la cintura.
– ¿Creo que te gusto putica?
– Me encanto papi, me matas de placer.
– ¿Ósea que vas a seguir siento mi putica?
– Soy la putica del director, fueron las palabras de la nueva profesora de inglés.
– La próxima vez que entres por esa puerta te voy a reventar el culo, fue la sentencia del viejo.
– Jajá, mañana a la misma hora nos vemos papi.
Sandra y el viejo se vistieron y arreglaron, la mujer se sentía feliz, se sentía plena, hasta rejuvenecida, a pesar que el hombre que la había recién cogido podía ser del doble de su edad.
Cuando la mujer se disponía a irse el viejo la jalo de un brazo y comenzó a besarle la boca, era la primera vez que se besaban, las lenguas jugueteaban y se entrelazaban, el beso fue largo y muy húmedo y en todo momento el viejo tenía a la mujer agarrada por ambas nalgas.
Cando se separaron la mujer dio la espalda y se dirigía a la puerta moviendo el culo lo más que podía, antes de salir recordó el teléfono que había dejado sobre el escritorio, se regresó y lo agarro y en ese momento sintió que el techo se caía, sintió que el mundo comenzaba a dar vueltas, al fijarse en la pantalla del teléf. la frase “llamada en curso”…
Continuará?