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La perversión de Susan y Silvia (parte II)

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Silvia ya estaba por terminar de limpiar todo cuando Susan entró a otro dormitorio del apartamento. Era algo bueno que la brunete sea una obsesionada con la limpieza, dejando que la rubia la ayude poco pero no mucho dándole tiempo a darse un duchazo y tomar Gatorade para recuperarse de la faena. Héctor, después de tomarse un baño, estaba echado en una cama individual que le perteneció al hijo de Silvia totalmente desnudo. Susan estaba encendida por estar en la compañía de la otra mujer, parecía una perra en celo y con muchas más energías que su contrincante quien era 10 años menor. La rubia se acercó a Héctor y dándole un beso pasó a montarse encima de él.

Con una sonrisa y un gesto de “No” la rubia se detuvo en sus acciones y se tapó la boca roja de vergüenza cuando Héctor le mostro el extensor de pene color negro de 10 pulgadas de largo y 2 de ancho que saco bajo la almohada. Susan no era una mujer insaciable, pero se quedó picona que Héctor se haya tirado a Silvia y no a ella. Además, se notó que Silvia tuvo problemas en la violenta cogida que su amante le dio, al parecer su vagina no era tan amplia como la de ella y esta babeó al instante al ver tremendo pene. Susan antes de sentarse en esa tremenda verga, salió corriendo riendo hacia la sala para sacar de su bolsa lubricador. A pesar de ya estar mojadísima por tenerlo adentro, Susan por ya ser una señora de edad, no lubricaba naturalmente como antes y no quería lastimarse. Silvia la vio entrar y salir rápido de la sala mordiéndose el labio y agitando su mano como diciendo “El castigo que me espera”. Silvia hervía de celos mientras terminaba de limpiar la cochinada que habían dejado.

Ya con la verga negra bien lubricado, Susan comenzó a bajar sus caderas para ser penetrada. Las dos pulgadas de grosor estaban estirando esa pecosa y peladita chucha de la vieja. La rubia se quejaba de placer, ella no era silenciosa como su contraparte, así que comenzó a gemir, a gritar por momentos cuando tremendo mostro entraba dentro de ella. Ya estaba en las 8 pulgadas cuando Susan comenzó a cabalgar lenta y cuidadosamente con el objetivo de comérsela toda. El problema no era el largo, sino lo ancha que estaba. Susan en su relación lésbica había experimentado hasta con una polla de 11 pulgadas, pero nunca una tan gorda.

Mientras bajó todo su peso para sentarse por completo encima de su amante, Susan cerro los ojos y se dejó caer sobre la boca de su amante para darle un beso apasionado y gemir frente a sus ojos. Los movimientos circulares de las caderas de Susan eran un encanto, era un jugueteo que fascinaba a Héctor pero este quería verla gozar cabalgado tal polla y mientras sea más expresiva, mucho mejor. Quería no solo que Silvia la escuche sino también los vecinos. Con un dolor riquísimo sobre su pecho, Susan se levantó a cabalgar a ritmo lento mientras Héctor castigaba sus senos con apretones en los pezones y cachetadas en ambas tetas que bailaban de lado a lado y de arriba abajo.

Susan estaba dando un show, sus aullidos de placer no podían ser censurados. ¡La gringa decía “Fuck me, my God!” y otras palabras a la vez mientras la cama individual rebotaba en la pared. Los vecinos de arriba y abajo seguro la escuchaban y Silvia lógicamente también. La brunete se acercó al marco de la puerta para ver como Héctor se cogía a Susan con tremenda verga. Susan se sacudía como si tuviera 20 años, saltaba en la cama y de su chucha segregaba un líquido blanco. Ella tuvo al menos dos orgasmos que la hicieron temblar de placer y derrumbarse sobre Héctor. Una metida de dedo en el ano la hizo despertar y mientras cabalgaba, Silvia miraba con la boca abierta al observar que tan estrecha estaba al recibir ese pene.

El segundo orgasmo vino y al derrumbarse Susan sobre sobre el cuerpo de su más joven amante, éste aprovecho en darle la vuelta y ponerla en cuatro. Le indico a Silvia a que se desnudara y se echara en la en la cama adyacente y ponga la espalda sobre la pared y abra las piernas. El pene salió dentro de Susan solo para mostrarle a Silvia de lo que su rival estaba recibiendo. La brunete estaba a mil, todavía le dolía el vientre después de la cogida salvaje de Héctor, nadie la había follado así. Una vez en cuatro, Susan recibió otra vez la polla negra, penetrándola primero lentamente para que Silvia tenga una mejor vista y recuerde las películas porno que Héctor le mando a ver. Ella estaba loca por querer sentir eso adentro.

Ya con toda adentro, Héctor comenzó a bombear a la su rubia perra. En cada empuje, el monstro negro salía hasta solo quedarse 2 pulgadas adentro para luego entrar rápidamente dentro de Susan. La cama golpeaba violentamente la pared, rompiéndola de a poquitos mientras los gritos de Susan eran excitantes. Silvia con las piernas abiertas se masturbaba con tres dedos adentro y rozando su clítoris alocadamente. La cara de Susan estaba enterrada en la almohada suave de plumas, la cual mordía con cada empuje. Su culito bien paradito recibía ahora sí su castigo que tango había buscado. El cuarto era un ambiente de placer, ambas mujeres gozaban a su manera. Héctor jalaba de los pelos a Susan para que levantase la cara para que sus gritos no sean camuflados por la almohada. La vieja no tardó en venirse nuevamente, cayendo sobre la cama rendida mientras su amante.

Héctor dejó de la cama y con todo ese semejante “pene” se acercó a Silvia, se paró frente a ella y le indico que se la chupara. Silvia era de esas mujeres que no tragaba semen todavía, y chuparse otros fluidos de otra mujer no estaban en su radar. Ella se negó al comienzo, pero al recibir dos cachetazos en cada seno, aceptó hacerlo. Por más que Silvia abría la boca, solo entraban 2 pulgadas de tal verga. Era muy ancha para ella así que lamió ese pene de lado a lado hasta que todo ese dulce orgasmo de Susan desapareciera. No era el mismo sabor de que Silvia tenia, ella solía chuparse y olerse los dedos después de cada masturbación. Le gustó un poco haber saboreado a la rubia.

Héctor retiró la extensión del pene negro, Silvia recién se dio cuenta que su amante también tenía un pene negro y grande. Héctor no era moreno, pero si trigueño, en su cuerpo donde no le caía el sol era tan blanco como ella, pero su polla era de negro. El joven agarró unas almohadas de la cama de Silvia y las puso bajo el vientre de Susan. Le indico a Silvia que se sentara en la cabecera de la cama con las piernas abiertas mientras lubricaba el ano de Susan, quien estaba en pose de perrito. Héctor quería que Silvia viva el placer de Susan mientras le rompía el culo.

Susan gritaba “No! ¡No!!! Please…!” mientras se le empujaba toda adentro. Gemidos como de una niña se escuchaban de la boca de la vieja mayor. Héctor no tuvo piedad en hundírsela hasta los huevos. Susan se sentía a morir, peditos se escuchaban entre tanto saca y mete. Su cara de dolor lo decía todo, Héctor no sola la violaba por el culo, sino que también la asfixiaba con su mano mientras Silvia miraba atentamente. Susan siguió suplicando que parase la follada a su culo, Silvia estuvo aterrada, pero recordó que ella misma tenía una palabra secreta para detener todo acto. La gringa no pudo más, sus brazos le vencieron y se tumbó cara abajo sobre la cama cerca de la chucha de Silvia. Una cachetada hizo despertar a Silvia de tal espectáculo.

Con ambas manos, Héctor enterró la cara de Susan sobre la chucha de Silvia quien la mantuvo en posición mientras el amante de ambas castigaba su culo. Era un sexo salvaje jamás visto por Silvia, Susan gritaba de placer, de dolor y se quejaba que parase, pero solo hacía que Héctor actué con más brutalidad. Las piernas de la rubia se cruzaban, sus uñas se enterraban en las sábanas y el colchón y mordía desesperadamente la chucha de Silvia que estaba mojada. Susan estaba llorando, decía que era muy grande, que la desgarraba, pero seguía recibiendo ese placer que Silvia no nunca había experimentado por su propia terquedad en dar el culito a Héctor.

El pene salió por un momento para apreciar lo abierta que estaba la vieja. En una el pene volvió a entrar, lisuras, y el aclamo a Dios se escuchó de parte de la Rubia, ella comenzó a eyacular mientras Héctor con todas sus fuerzas la follaba. “Keep going, please…” se escuchó en el dormitorio. Los gemidos eran ensordecedores, Susan se puso de costado porque ya no podía resistir, Héctor no paró y comenzó a darle de nalgadas. Las esquinas de la cama rompían la pared, era una locura para Silvia estar en medio de todo eso.

Susan adolorida tomo una nueva posición, Héctor la sacó de la pose perrito, la voltio y a puso al pie de la cama. En posición de misionera y con las piernas empujadas hasta que sus rodillas tocaran la cama, Héctor le folló el culo. Todo el peso de su amante recaía sobre sus piernas, hundiéndola más en las sábanas y dejando solo que su cuello y mitad de su espalda tocase el colchón. Con sus dos manos, Susan abría sus nalgas para recibir todo el negro miembro de su amante. Silvia tenía un gran show frente a sus ojos, escuchaba como las bolas chocaban con la piel de la rubia haciendo ese sonido rico de sexo. Peditos salían del ojete de Susan mientras esta gritaba desenfrenadamente. Ambos rebotaban en la cama sincronizadamente, como si sus cuerpos estuviesen fusionados. Silvia atino amasarle los huevos de Héctor lo mejor que podía, éste se lo agradeció. Ambos estaban por venirse.

Susan decía que ella era su puta y que le rompiera el culo más fuerte mientras eyaculaba haciendo una escena más fuera de serie pasa Silvia. El ritmo comenzó a parar, Héctor punteaba el culo de Susan, ésta soltaba aullidos hasta que comenzó el ritmo salvaje otra vez, las cachetadas le llovían a Susan, y ella gritaba desesperadamente. Silvia contó un mínimo de diez golpes hasta que el movimiento alcanzó un punto máximo donde ambos se vinieron en un orgasmo.

Héctor se retiró del lado de Susan, éste llevo su pene a su boca para que se lo limpie. Todavía con las piernas arriba y el semen chorreando de su ojete, Silvia se acercó a devolverle el favor anterior y lo recibió todo en la boca. Antes que pudiera tragárselo o botarlo por el asco que tenía, Héctor la llevo de los pelos frente a la cara agotadísima de Susan y le indico que se lo pasara a su boca. Susan se lo tomó todo, y después se besó con su amante ante la mirada celosa de Silvia.

Con una mano el amante llamó a Silvia. Ella sentía un poco de asco en su boca, no solo por haber recibido el semen de su “bebé” sino también por haber saboreado el culo de Susan. Ella estaba siendo educada para seguir sus órdenes, pero no tenía la menor idea de cómo iba a explicar lo siguiente a su psicóloga. Frente a las narices de Susan, el pene de su amante entro en la boca de Silvia, y con una sonrisa le dijo que no se preocupe, que él le iba a limpiar el sabor amargo. El orín se desparramó un poco de la boca de Silvia, Héctor de un cachetadón la tumbó a la cama para luego ponerla de rodillas en el suelo. Con la boca bien abierta y la cara atónita de Susan, Silvia se tragaba toda la descarga de orina en su garganta. Silvia lo recibía como una esclava del placer, y viendo lo sorprendida que Susan estaba de tal acto, bebió hasta la última gota.

Un minuto después, Silvia estaba en cuatro patas en el piso del cuarto de sus hijos, recibiendo latigazos de su dueño hasta que su culo estaba rojo y sus ojos llenos de lágrimas. Con el culo roto, solo vio tal espectáculo sintiendo felicidad de ver a su rival sufrir.

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